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Lo que sabemos de las razas¡Despertad! 1990 | 8 de diciembre
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Considere, por ejemplo, la venta de esclavos africanos.
Cuando las naciones europeas empezaron a establecer colonias, la explotación de los pueblos indígenas les beneficiaba económicamente. Pero eso provocaba una paradoja: se obligaba a millones de africanos a dejar sus casas, se les separaba de sus seres queridos, se les encadenaba, azotaba y marcaba con hierro candente, se les vendía como animales y se les obligaba a trabajar sin paga hasta el día de su muerte. ¿Y qué justificación moral podían presentar aquellas naciones que afirmaban ser cristianas y que se suponía debían amar a su prójimo como a sí mismos? (Lucas 10:27.)
La solución que escogieron fue la de deshumanizar a sus víctimas. Un antropólogo de los años cuarenta del siglo pasado razonó de la siguiente manera:
“Si el negro y el australiano no son seres como nosotros ni de la misma familia que nosotros sino que pertenecen a un orden inferior, y si en ninguno de los mandamientos sobre los que se funda la moralidad del mundo cristiano se contemplan nuestras responsabilidades hacia ellos [...], nuestra relación con esas tribus no parece diferir mucho de la que podría imaginarse entre nosotros y una raza de orangutanes.”
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Lo que sabemos de las razas¡Despertad! 1990 | 8 de diciembre
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[Ilustración en la página 7]
La imagen muestra cómo a los africanos se les anunciaba y se les vendía como si fueran ganado
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