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EmmanuelPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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En el siglo VIII a. E.C. Péqah y Rezín, los reyes de Israel y Siria, estaban resueltos a derrocar a Acaz, el rey de Judá, a fin de colocar al hijo de Tabeel sobre su trono. (Isa 7:1-6.) Jehová, sin embargo, recordó el pacto para un reino que había hecho con David, el antepasado de Acaz, y envió a su profeta con este mensaje consolador:
“Escuchen, por favor, oh casa de David. [...] Jehová mismo les dará una señal: ¡Miren! La doncella misma realmente quedará encinta, y va a dar a luz un hijo, y ciertamente le pondrá por nombre Emmanuel. Mantequilla y miel comerá él para cuando sepa rechazar lo malo y escoger lo bueno. Porque antes que el muchacho sepa rechazar lo malo y escoger lo bueno, el suelo de aquellos dos reyes que te hacen sentir pavor morboso será dejado enteramente.” (Isa 7:13-16.)
Después de hablar acerca del nacimiento del segundo hijo de Isaías, Maher-salal-has-baz, la profecía describe cómo se eliminaría la amenaza que se cernía sobre Judá. Como si de una inundación se tratara, los asirios inundarían Siria por completo y el reino norteño de Israel, no deteniéndose hasta que se hubiesen extendido peligrosamente sobre la tierra de Judá, incluso “¡[...] para llenar la anchura de tu tierra, oh Emmanuel!”.
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EmmanuelPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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“Antes que el muchacho sepa clamar: ‘¡Padre mío!’, y: ‘¡Madre mía!’, uno se llevará los recursos de Damasco y el despojo de Samaria delante del rey de Asiria”. (Isa 8:1-4.) Estas palabras guardan cierta relación con lo que se dijo de Emmanuel: “Porque antes que el muchacho sepa rechazar lo malo y escoger lo bueno, el suelo de aquellos dos reyes [de Damasco y Samaria] que te hacen sentir pavor morboso será dejado enteramente”. (Isa 7:16.)
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