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AlbaniaAnuario de los testigos de Jehová 2010
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En agosto, cuando terminó la guerra, los Testigos kosovares regresaron a sus casas, pero no se fueron solos. Iban acompañados de hermanos albaneses e italianos —entre ellos diez precursores especiales—, que deseaban proporcionarles la ayuda espiritual necesaria.
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AlbaniaAnuario de los testigos de Jehová 2010
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[Ilustraciones y recuadro de las páginas 191 y 192]
Ya no enseña el ateísmo, sino la verdad bíblica
ANASTAS RUVINA
AÑO DE NACIMIENTO 1942
AÑO DE BAUTISMO 1997
OTROS DATOS Daba clases de ateísmo a sus subordinados en el ejército antes de que sus hijos le enseñaran la verdad bíblica. Hoy día es anciano y precursor especial.
◼ EN 1971, tras graduarme en la academia militar, me nombraron comisionado de una brigada política. Dicho término se utilizaba porque el gobierno había eliminado los rangos militares en 1966. Entre mis cometidos estaba el de adoctrinar a mis subordinados en la ideología de que Dios no existe. Solía abundar en el concepto de que la religión es el opio del pueblo.
Estaba casado y tenía tres hijos. En 1992, mi hijo, Artan, empezó a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová en Tirana. Luego llevó a su hermana Anila. Yo consideraba que aquello era una estupidez y una pérdida de tiempo, así que tuvimos muchas discusiones en casa.
Un día abrí un ejemplar de La Atalaya por pura curiosidad. Para mi sorpresa, lo que leí sonaba razonable. No obstante, aunque Artan y Anila seguían animándome a estudiar la Biblia, yo no me decidía a hacerlo. Mi razonamiento era que alguien que no cree en Dios no puede estudiar la Biblia. En 1995 se publicó en albanés el libro La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? Artan y Anila me dieron un ejemplar. No necesité nada más para convencerme de que Dios sí existe. Ya no me quedaba ninguna excusa, tenía que estudiar la Biblia. Al poco tiempo, mi esposa, Lirie, también empezó a estudiar, y ambos aceptamos la verdad.
Para ser sincero, tardé algún tiempo en progresar. Tenía 53 años y me costó abandonar la forma de pensar que había desarrollado como político y militar. Tengo que decir que fue el Creador, Jehová, quien me ayudó a seguir adelante.
No quería ser publicador porque me preocupaba tener que predicar a la mismísima gente a la que había enseñado el ateísmo. ¿Qué iban a pensar? Un día, mientras estudiaba con Vito Mastrorosa, él me leyó el relato de Saulo de Tarso. Aquello me llegó al corazón. Saulo persiguió a los cristianos. Pero luego aprendió la verdad y se puso a predicar. Yo sabía que era capaz de hacer lo mismo con la ayuda de Jehová.
Todavía me río de mí mismo a veces, mientras Jehová sigue ayudándome a ser menos estricto, más razonable y a no comportarme como un comandante. Poco a poco lo voy consiguiendo.
Ya no discuto con mis hijos por causa de la verdad. Al contrario, estoy orgulloso de ellos. Artan es anciano y precursor especial, y mis dos hijas, Anila y Eliona, sirven en Betel en Tirana.
Lirie y yo somos precursores especiales. Nos sentimos privilegiados de enseñar la verdad sobre nuestro Magnífico Creador a otras personas y observar los cambios que hacen en su vida. Tengo la enorme dicha de ofrecerles una esperanza real basada en las promesas del único Dios verdadero, Jehová.
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