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BetelPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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En esta ciudad, situada en el extremo S. del reino de Israel, que acababa de formarse, así como en Dan, en el extremo N., Jeroboán colocó becerros de oro en un esfuerzo por disuadir a sus súbditos de ir al templo de Jerusalén. (1Re 12:27-29.) Con su casa de adoración y su altar, su propia fiesta y sacerdotes escogidos de las tribus no levitas, Betel llegó a ser un símbolo de crasa apostasía de la adoración verdadera. (1Re 12:31-33.) Jehová Dios no tardó mucho en expresar su desaprobación por medio de un “hombre del Dios verdadero” enviado a Betel para pronunciar juicio contra el altar utilizado para la adoración de becerros. El que este altar se partiera fue un portento que confirmó el cumplimiento seguro de las palabras del profeta.
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BetelPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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En cumplimiento de la profecía de Oseas, se había llevado el becerro de oro de Betel al rey de Asiria (Os 10:5, 6), pero el altar original de Jeroboán todavía permanecía allí en los días del rey Josías de Judá. Durante o después de su decimoctavo año de reinado (642 a. E.C.), Josías llegó hasta Betel y las ciudades de Samaria en su lucha contra la religión falsa. Destruyó el lugar de adoración idolátrica en esta ciudad, primero quemando en el altar los huesos de las tumbas cercanas y profanándolo así en cumplimiento de la profecía dada por el “hombre del Dios verdadero” más de tres siglos antes.
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