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La ansiedad: realidad mundialLa Atalaya 2015 | 1 de julio
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EN PORTADA | CÓMO CALMAR LA ANSIEDAD
La ansiedad: realidad mundial
“Fui a comprar comida, pero solo había galletas, ¡miles de veces más caras! Al otro día, ya no había nada.” (Paul, Zimbabue)
“Mi esposo me dijo que nos dejaba. Sentí que me moría. ¿Qué pasaría con nuestros hijos?” (Janet, Estados Unidos)
“Cuando suenan las sirenas, corro hacia el refugio y me tiro al suelo durante el bombardeo. Horas después sigo temblando.” (Alona, Israel)
En nuestros días abundan los problemas. Son “tiempos críticos, difíciles de manejar” (2 Timoteo 3:1). Muchas personas se preocupan por la economía, las guerras, las epidemias y los desastres, sean naturales o provocados por el hombre. También están las inquietudes personales. Hay quien teme que el médico le diga que tiene un cáncer. A otros les preocupa el futuro de sus hijos y nietos.
Sentir ansiedad no siempre es malo. Por ejemplo, es normal que nos pongamos nerviosos antes de un examen, de hablar en público o de una entrevista de trabajo. Además, cierto grado de ansiedad nos ayuda a evitar peligros. Pero si es grave o crónica, puede ser dañina. Un estudio con más de 68.000 adultos reveló que hasta la ansiedad leve aumenta el riesgo de muerte prematura. Con razón Jesucristo preguntó: “¿Quién de ustedes, por medio de inquietarse, puede añadir un codo a la duración de su vida?”. Es verdad. No viviremos más por preocuparnos. Por eso, él aconsejó: “Dejen de inquietarse” (Mateo 6:25, 27). Pero ¿es posible controlar la ansiedad?
Para lograrlo hay que tomar medidas prácticas, pedir ayuda a Dios y confiar con optimismo en sus promesas. A continuación veremos cómo esto ayudó a Paul, Janet y Alona a aliviar su ansiedad. Aun si en este momento no estamos pasando por ninguna situación difícil, no podemos afirmar que no la tendremos en el futuro.
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Ansiedad por la economíaLa Atalaya 2015 | 1 de julio
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Ansiedad por la economía
“Cuando en nuestro país se disparó la inflación, había pocos alimentos y eran muy caros —cuenta Paul, quien está casado y es padre de dos hijos—. Muchas veces, después de pasarnos horas haciendo fila para comprar, llegaba nuestro turno y ya no quedaba nada. Las personas estaban en los huesos y se desmayaban de hambre en plena calle. Los precios de los productos básicos subieron rápidamente y llegaron a costar millones en la moneda local, luego, miles de millones; hasta que el dinero no valía nada. Perdí todo lo que tenía en el banco, y mis ahorros para el seguro y la pensión.”
Paul
Paul sabía que para que su familia sobreviviera, tenía que tomar medidas prácticas (Proverbios 3:21). “Era electricista profesional —cuenta él—. Pero estaba dispuesto a aceptar cualquier trabajo, aunque ganara mucho menos de lo normal. Algunos clientes me pagaban con alimentos o cosas para la casa. Si me daban cuatro jabones, por ejemplo, me quedaba con un par y vendía los otros dos. Poco a poco, conseguí 40 pollitos y los crié. Cuando crecieron, los vendí y compré otros 300. Después, hice un trueque: cambié 50 pollos por dos sacos de 50 kilos (110 libras) de harina de maíz. Aquellos dos sacos me permitieron alimentar a mi familia y a otras más durante bastante tiempo.”
Paul también sabía que lo más sensato que uno puede hacer es confiar en Dios. Cuando le obedecemos, Dios nos ayuda. En cuanto a conseguir lo que necesitamos para vivir, Jesucristo dijo que no debemos angustiarnos. Él nos aseguró: “El Padre de ustedes sabe que ustedes necesitan estas cosas” (Lucas 12:29-31).
Por desgracia, el mayor enemigo de Dios, Satanás, ha logrado que casi todo el mundo piense que lo más importante en la vida son las cosas materiales. Las personas se desesperan por satisfacer sus necesidades, reales o imaginarias, y se desviven por conseguir cosas que en realidad no necesitan. Muchos incluso se cargan de deudas y aprenden por las malas que “el que toma prestado es siervo del hombre que hace el préstamo” (Proverbios 22:7).
Algunos toman malas decisiones. “Muchos conocidos dejaron a sus familias y amigos para irse al extranjero en busca de una ‘mejor vida’ —nos cuenta Paul—. Como algunos estaban en situación ilegal, no consiguieron trabajo. A veces tenían que esconderse de la policía o dormir en la calle. No le dieron a Dios la oportunidad de ayudarles. En cambio, nosotros decidimos afrontar la crisis en familia, todos juntos, con la ayuda de Dios.”
EL CONSEJO DE JESUCRISTO
Paul continúa con su historia: “Jesús dijo: ‘Nunca se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes. Suficiente para cada día es su propia maldad’. Así que a diario le pedía a Dios eso: que nos diera el pan para ese día. Y tal y como dijo Jesús, Dios cumplió su promesa. Claro, no siempre conseguíamos lo que más nos gustaba. En cierta ocasión estaba haciendo fila sin saber qué vendían en la tienda. Cuando llegué, vi que era yogur. Y el yogur no me gusta para nada. Pero era comida, y esa fue nuestra cena. No se imaginan lo agradecido que estoy a Dios de que durante todo ese tiempo mi familia nunca tuvo que irse a dormir con el estómago vacío.a
Dios promete: “De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé”. (Hebreos 13:5)
”Ahora estamos mejor económicamente. Gracias a nuestra experiencia, hemos aprendido que el mejor antídoto contra la ansiedad es confiar en Jehová.b Si hacemos su voluntad, él siempre nos ayudará. Hemos experimentado lo ciertas que son las palabras de Salmo 34:8: ‘Gusten y vean que Jehová es bueno; feliz es el hombre [...] que se refugia en él’. Así que ya no nos preocupa tanto volver a sufrir otra crisis económica.
Dios les da a sus siervos el pan de cada día
”Lo que los humanos necesitamos para sobrevivir no es ni trabajo ni dinero, es alimento. Por eso, deseamos que llegue el día en que se cumplan estas palabras: ‘Llegará a haber abundancia de grano en la tierra’. Mientras tanto, estaremos contentos de tener comida y ropa. La Biblia también recomienda: ‘Que su modo de vivir esté exento del amor al dinero, y estén contentos con las cosas presentes. Porque él ha dicho: “De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé”’.c Esa promesa nos anima mucho.”
Se necesita mucha fe para aceptar la guía de Dios, como hicieron Paul y su familia (Génesis 6:9). Sea que ahora o en el futuro atravesemos problemas económicos, podemos aprender mucho del ejemplo de Paul y de las medidas prácticas que tomó.
Pero ¿y si son los problemas familiares los que nos preocupan?
a Lea Mateo 6:11, 34.
b La Biblia dice que el nombre de Dios es Jehová.
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Ansiedad por la familiaLa Atalaya 2015 | 1 de julio
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Ansiedad por la familia
“Poco después de la muerte de mi padre, mi esposo me dijo que tenía otra mujer. Y un día, sin despedirse siquiera, se llevó su ropa y nos dejó a mí y a nuestros dos niños.” Aunque Janet encontró un empleo, no ganaba lo suficiente para cubrir todos los gastos. Pero tenía más que problemas económicos. “La ansiedad que me generó tener que atender sola mis nuevas responsabilidades me agobiaba muchísimo —recuerda ella—. Me sentía culpable por no poderles dar a mis hijos lo mismo que otros padres les daban a los suyos. Todavía hoy me preocupa lo que los demás piensan de mí y de mis hijos. ¿Pensarán que no hice lo suficiente para salvar mi matrimonio?”
Janet
La oración ayuda a Janet a dominar sus emociones, a sentirse más cerca de Dios. “Por la noche es cuando peor me siento. En medio del silencio, lo único que escucho son mis pensamientos negativos. Orar y leer la Biblia me ayuda a dormir. Uno de mis textos favoritos es Filipenses 4:6 y 7, que dice: ‘No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales’. He pasado noches enteras orando, y he podido sentir cómo Jehová me da paz.”
Algo que Jesús dijo sobre la oración en el Sermón del Monte nos puede ayudar cuando algo nos angustia. Nos aseguró: “Su Padre sabe qué cosas necesitan ustedes hasta antes que se las pidan” (Mateo 6:8). Aun así, Dios espera que se las pidamos. Recordemos que la oración es la principal manera de acercarnos a Dios. ¿Con qué resultado? La Biblia dice: “Él se acercará a ustedes” (Santiago 4:8).
La oración no sirve solo para desahogarnos con Jehová. Como él es el “Oidor de la oración” también cuida de los que confían en él (Salmo 65:2). Por esa razón, Jesús enseñó a sus discípulos a “orar siempre y no desistir” (Lucas 18:1). No dejemos de pedirle a Dios su guía y su ayuda, seguros de que nos responderá. Nunca dudemos que él desea ayudarnos y que lo hará. Si oramos incesantemente, demostramos que confiamos en Dios, que tenemos fe en él (1 Tesalonicenses 5:17).
¿QUÉ IMPLICA TENER FE?
Para tener fe en Dios hay que conocerlo bien (Juan 17:3). Al estudiar la Biblia, aprendemos cómo es él y cómo piensa. Entre otras cosas, descubrimos que él se interesa por cada uno de nosotros. Pero no basta con tener un conocimiento superficial de Dios. Hay que llegar a conocerlo como a un amigo íntimo. Sabemos que una buena amistad no se consigue de la noche a la mañana; se forja con el tiempo. Así mismo, nuestra fe y confianza en Dios crecen a medida que lo conocemos mejor, comenzamos a hacer lo que le agrada y sentimos su ayuda (2 Corintios 10:15; Juan 8:29). Con esta fe, Janet combate su ansiedad.
“Ver cómo Jehová nos ha cuidado todo este tiempo me ha ayudado a tener más fe —reconoce Janet—. Nos pasaron cosas tan injustas que parecía que no podríamos salir adelante. Después de muchas oraciones, Jehová nos ayudaba de formas que a mí nunca se me hubieran ocurrido. Cada vez que le oro para darle las gracias, pienso en todo lo que él ha hecho por mí. Su ayuda siempre llega en el mejor momento; a veces, justo a tiempo. También me ha bendecido con buenos amigos, cristianos verdaderos que siempre están listos para ayudarme y que les dan un buen ejemplo a mis hijos.a
”Ahora entiendo por qué Jehová dice en Malaquías 2:16 que odia el divorcio. Para el cónyuge fiel, el adulterio es la peor de las traiciones. Aunque ya han pasado varios años, hay veces que siento un vacío en el alma. Cuando eso me ocurre, trato de hacer algo por alguien, y así olvido mi dolor.” De esta forma Janet evita aislarse, tal como aconseja la Biblia (Proverbios 18:1).b
Dios es “un padre para los huérfanos y hace justicia a las viudas”. (Salmo 68:5, PDT)
Janet añade: “Lo que más me consuela es saber que Dios es ‘un padre para los huérfanos y hace justicia a las viudas’. Él jamás nos abandonará, como hizo mi esposo” (Salmo 68:5, La Palabra de Dios para Todos [PDT]). Janet sabe que Dios no nos pone a prueba con cosas malas. Más bien, nos da la sabiduría que necesitamos y “el poder que es más allá de lo normal” para sobrellevar la ansiedad (Santiago 1:5, 13; 2 Corintios 4:7).
Pero ¿y si lo que nos angustia es que nuestra vida corre peligro?
a Lea 1 Corintios 10:13 y Hebreos 4:16.
b Hallará más sugerencias para aliviar la ansiedad en la serie de portada “Recupere el control de su vida” de la revista ¡Despertad! de julio de 2015, también disponible en nuestro sitio jw.org.
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Ansiedad por el peligroLa Atalaya 2015 | 1 de julio
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EN PORTADA | CÓMO CALMAR LA ANSIEDAD
Ansiedad por el peligro
“Cuando oigo las sirenas, se me acelera el corazón y corro al refugio antiaéreo —dice Alona—. Pero incluso allí me siento nerviosa. Y es peor si estoy fuera de casa, sin un lugar donde protegerme. Un día que iba por la calle sonaron las sirenas. Empecé a llorar y no podía respirar. Pasaron horas hasta que logré calmarme. Y entonces las sirenas volvieron a sonar.”
Alona
No solo quienes viven en zonas de guerra se sienten inseguros. Por ejemplo, la noticia de que un familiar o un amigo tiene una enfermedad grave puede impactarnos como una bomba. A otros les angustia pensar en el futuro; tal vez se pregunten: “¿En qué mundo vivirán nuestros hijos y nietos? ¿Será un mundo con guerras, contaminación y epidemias?”. Entonces, ¿qué podemos hacer ante estas preocupaciones?
La Biblia dice: “El prudente ve el peligro y lo evita” (Proverbios 27:12, PDT). Un buen consejo, ¿no es cierto? Igual que tratamos de protegernos físicamente, podemos proteger nuestra salud mental y emocional. El entretenimiento violento, incluso las noticias con imágenes escalofriantes aumentan nuestra ansiedad y la de nuestros hijos. Evitar exponernos a estas imágenes no es cerrar los ojos a la realidad, sino una protección. Dios no diseñó nuestra mente para llenarla con cosas negativas, sino con cosas verdaderas, justas, sanas y amables. Si así lo hacemos, el “Dios de la paz” nos dará la serenidad que necesitamos (Filipenses 4:8, 9).
LA ORACIÓN ES VITAL
Ya vimos que la fe verdadera nos ayuda a aliviar la ansiedad. La Biblia nos recomienda que cuando pasemos por dificultades no dejemos de orar a Dios (1 Pedro 4:7). Podemos rogarle que nos ayude y nos dé sabiduría y valor para actuar del mejor modo, seguros de que él nos escucha “respecto a cualquier cosa que estemos pidiendo” (1 Juan 5:15).
Con su esposo, Avi
La Biblia nos dice que “el gobernante de este mundo” —es decir, quien lo controla— es Satanás, no Dios (Juan 12:31; 1 Juan 5:19). Jesús hablaba en sentido literal cuando, refiriéndose al Diablo, nos enseñó a pedir: “Líbranos del inicuo” (Mateo 6:13). Y es que la oración nos puede tranquilizar. “Cuando empiezan a sonar las sirenas, le pido a Dios que me ayude a calmarme —relata Alona—. Además, mi esposo me llama por teléfono y oramos juntos. Eso me tranquiliza.” Con toda razón la Biblia dice: “Jehová está cerca de todos los que lo invocan”, sí, de todos los que sinceramente le piden ayuda (Salmo 145:18).
¿HAY ESPERANZA?
En el Sermón del Monte, Jesús enseñó a sus discípulos a pedir en oración: “Venga tu reino” (Mateo 6:10). El Reino de Dios eliminará para siempre todo lo que nos causa ansiedad. Jesucristo, el “Príncipe de Paz” que Dios ha escogido, hará “cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra” (Isaías 9:6; Salmo 46:9). Dios “dictará el fallo entre muchos pueblos [...]. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra”. Además, “no habrá nadie que los haga temblar” (Miqueas 4:3, 4). Las familias “edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto” (Isaías 65:21). Y por si fuera poco, “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24).
Por supuesto, por más precauciones que tomemos, hay cosas que escapan a nuestro control (Eclesiastés 9:11). Quizás nos hallemos en el lugar equivocado en el momento equivocado. Además, como ha ocurrido siempre, personas inocentes mueren por causa de la guerra, la violencia y las enfermedades. Pero ¿no es injusto ese final?
Millones de personas, el número exacto solo lo sabe Dios, resucitarán. De momento, descansan seguros en la memoria perfecta de Jehová hasta que llegue el día en que resuciten “todos los que están en las tumbas” (Juan 5:28, 29). En cuanto a esta esperanza, la Biblia afirma: “La tenemos como ancla del alma, tanto segura como firme” (Hebreos 6:19). Y Dios “ha proporcionado a todos los hombres una garantía” al haber resucitado a Jesucristo (Hechos 17:31).
Hoy día, hasta quienes se esfuerzan por servir a Dios sufren de ansiedad. Lo que ha permitido a Paul, Janet y Alona calmar su angustia ha sido tomar medidas prácticas, pedir ayuda a Dios en oración y confiar con optimismo en las promesas de Dios para el futuro. Lo mismo puede suceder en nuestro caso, porque la Biblia dice: “Que el Dios que da esperanza los llene de todo gozo y paz” (Romanos 15:13).
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