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Jehová bendice la adoración puraLas profecías de Isaías, una luz para toda la humanidad II
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Jehová odia la adoración hipócrita
7, 8. ¿Qué opina Jehová de la adoración ritualista de los hipócritas?
7 Cuando Isaías se fija en sus contemporáneos, se da perfecta cuenta de que pocos tienen la disposición que Jehová espera de sus adoradores. Por eso, los habitantes de la apóstata Jerusalén se merecen el castigo que les va a sobrevenir. Veamos lo que opina Jehová de la adoración que se rinde en la ciudad: “El que degüella el toro es como uno que derriba a un hombre. El que sacrifica la oveja es como uno que quiebra la cerviz de un perro. El que ofrece un regalo... ¡la sangre de cerdo! El que presenta una memoria de olíbano es como uno que dice una bendición con palabras mágicas. También son ellos los que han escogido sus propios caminos, y en sus cosas repugnantes su misma alma se ha deleitado” (Isaías 66:3).
8 Este pasaje nos recuerda las palabras de Jehová recogidas en el primer capítulo de Isaías, con las que Él aclaró a su rebelde pueblo que los actos de culto meramente ritualistas, aparte de no complacerlo, avivaban su justa cólera porque eran una manifestación de hipocresía (Isaías 1:11-17). Dios ahora asemeja sus ofrendas a delitos atroces. Sacrificando un toro costoso no aplacan a Jehová más de lo que lo harían asesinando a un hombre. También compara otros sacrificios a ofrecer perros o cerdos, animales inmundos según la Ley mosaica y de ningún modo aptos para las ofrendas (Levítico 11:7, 27). ¿Deja Dios que tal hipocresía religiosa quede impune?
9. ¿Cómo han respondido la mayoría de los judíos a los recordatorios de Jehová mediante Isaías, y cuál será, inevitablemente, el resultado?
9 Jehová dice a continuación: “Yo mismo, en cambio, escogeré maneras de maltratarlos; y traeré sobre ellos las cosas que les son aterradoras; por razón de que llamé, pero no hubo quien respondiera; hablé, pero no hubo quienes escucharan; y siguieron haciendo lo que era malo a mis ojos, y escogieron la cosa en que no tuve deleite” (Isaías 66:4). No cabe duda de que Isaías puede repetir estas palabras con profunda convicción. El profeta es desde hace muchos años el instrumento de Jehová para ‘llamar’ y ‘hablar’ a Su pueblo, y sabe muy bien que, en general, no le han escuchado. Como han seguido obrando mal, inevitablemente recibirán su merecido. Jehová escogerá el castigo adecuado para su pueblo apóstata y hará que le sobrevengan sucesos aterradores.
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Jehová bendice la adoración puraLas profecías de Isaías, una luz para toda la humanidad II
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11. a) ¿Qué agrava el pecado de los apóstatas de los tiempos de Isaías? b) ¿En qué sentido “excluyen” los contemporáneos de Isaías a los fieles ‘por causa del nombre de Dios’?
11 Isaías prosigue: “Oigan la palabra de Jehová, ustedes los que están temblando ante su palabra: ‘Sus hermanos que los odian, que los excluyen por causa de mi nombre, dijeron: “¡Sea glorificado Jehová!”. Él también tiene que aparecer con regocijo de parte de ustedes, y ellos son los que quedarán avergonzados’” (Isaías 66:5). Los “hermanos” de Isaías, sus compatriotas, recibieron de Jehová Dios la responsabilidad de representarlo y someterse a su soberanía. Al no cumplir con ella han incurrido en un pecado muy grave, y lo han agravado aún más al odiar a quienes son fieles y humildes, como Isaías. Tales apóstatas odian y rechazan —“excluyen”— a los fieles ‘por causa del nombre de Dios’, es decir, porque estos representan al Altísimo debidamente. Al mismo tiempo, los siervos falsos de Jehová afirman representarlo y usan de forma santurrona expresiones piadosas, como “¡Sea glorificado Jehová!”.a
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