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Cristo dirige a su congregaciónLa Atalaya 2002 | 15 de marzo
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Mediante esta junta administrativa, nuestro Caudillo designa a hombres cualificados, ungidos o no, para que sirvan de ancianos en las congregaciones. A este respecto, es importantísimo el papel que desempeña el espíritu santo, que Jesús emplea por la autoridad que ha recibido de Jehová (Hechos 2:32, 33). En primer lugar, estos superintendentes deben reunir los requisitos expuestos en la Palabra de Dios, inspirada por espíritu (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9; 2 Pedro 1:20, 21). Las recomendaciones y los nombramientos se hacen después de orar y bajo la guía del espíritu santo. Además, los varones nombrados evidencian en su vida el fruto de dicho espíritu (Gálatas 5:22, 23). Por tanto, este consejo de Pablo es aplicable con igual fuerza a todos los ancianos, sean ungidos o no: “Presten atención a sí mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha nombrado superintendentes” (Hechos 20:28).
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Cristo dirige a su congregaciónLa Atalaya 2002 | 15 de marzo
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De hecho, vivir a la altura de la dedicación y el bautismo supone reconocer la legitimidad de la autoridad que tienen en la congregación quienes son nombrados por espíritu y someternos de buena gana a esa autoridad. El bautismo ‘en el nombre del espíritu santo’ constituye una declaración pública de que sabemos qué es dicho espíritu y reconocemos su función en los propósitos de Jehová (Mateo 28:19). Da a entender que cooperamos con el espíritu y que no hacemos nada que estorbe su funcionamiento entre los seguidores de Cristo. Dado que el espíritu santo tiene un papel esencial en la recomendación y el nombramiento de los ancianos, ¿seríamos realmente fieles a nuestra dedicación si no colaboráramos con los ancianos de la congregación?
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