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Ayuda y esperanza para las personas sin hogar¡Despertad! 2015 | mayo
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Martín, un joven argentino, no le veía sentido a la vida. En su afán por llenar el vacío que sentía, dejó su hogar y acabó viviendo en una playa. Pero terminó desilusionado y muy deprimido. Cierto día, le rogó a Dios con lágrimas en los ojos: “Si existes, ayúdame a conocerte”. ¿Cómo terminó esta historia? Ahora lo veremos.
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Ayuda y esperanza para las personas sin hogar¡Despertad! 2015 | mayo
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ENCONTRÓ EL SENTIDO DE LA VIDA
Martín empezó a buscar el sentido de la vida a los 20 años de edad. “Me interesé en algunas religiones y filosofías —dice él—. También empecé a usar drogas, pero nada parecía llenar el vacío que sentía.” Se fue a vivir a California y luego a Hawái, en donde creyó haber hallado el paraíso. Pero la belleza del paisaje tampoco llenó su vacío. “Estaba tan deprimido que pensé en suicidarme”, recuerda. Fue en ese punto que, totalmente desconsolado, le rogó a Dios: “Si existes, ayúdame a conocerte”.
Martín tiene ahora una actitud positiva
Entonces Martín se acordó de que había pasado junto a un edificio con un cartel que decía: “Salón del Reino de los Testigos de Jehová”. Decidió averiguar qué enseñaban allí. Él cuenta: “Tenía barba y pelo largo y llevaba varios meses con la misma ropa, pero me recibieron muy bien”. Aceptó el curso de la Biblia que le ofrecieron e iba desde su “casa” en la playa hasta la plaza del pueblo para sus clases.
Martín por fin halló respuestas a sus preguntas. Superó la depresión y pudo entender lo que quiso decir Jesucristo con estas palabras: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3). Había llenado el vacío que sentía.
“Los vecinos [...] quedaron impresionados con los cambios que hice”
Su nueva actitud hacia la vida pronto se hizo evidente. Para retomar el control de su vida, empezó a seguir los mismos consejos bíblicos que siguió Joe. También comenzó a cuidar su aspecto y, con la ayuda de los testigos de Jehová, encontró un trabajo y un lugar donde vivir. “Los vecinos dejaron de llamarme ‘el sin techo de la plaza’ —cuenta Martín—. Quedaron impresionados con los cambios que hice.”
Martín regresó a Argentina y allí se hizo testigo de Jehová. Hoy tiene el gran privilegio de ayudar a otras personas a encontrar el sentido de la vida.
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