-
La artritis y otros males reumáticos: causa de incapacidad¡Despertad! 2001 | 8 de diciembre
-
-
La artritis y otros males reumáticos: causa de incapacidad
“A menos que sufras este dolor, no te lo puedes ni imaginar. Creía que el único alivio era la muerte.”—Setsuko, de Japón.
“La dolencia que padezco desde los 16 años me ha robado la juventud.”—Darren, de Gran Bretaña.
“Por su culpa perdí dos años postrada en cama.”—Katia, de Italia.
“Cuando comenzaban a dolerme todas las articulaciones, mi vida era puro padecimiento.”—Joyce, de Sudáfrica.
ESTAS quejas proceden de víctimas de las enfermedades reumáticas, males por los que todos los años millones de pacientes solicitan tratamientos para aliviar el dolor, la inmovilidad o las deformidades que conllevan.
Solo en Estados Unidos hay más de cuarenta y dos millones de afectados, una sexta parte de los cuales se encuentran incapacitados. De hecho, las afecciones reumáticas constituyen la principal causa de minusvalía en ese país. Según el Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades, de Estados Unidos, las consecuencias económicas que acarrean “equivalen a una recesión moderada”, pues le cuestan a esta nación más de 64.000 millones de dólares anuales en concepto de gastos médicos y pérdida de productividad. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, los estudios realizados en países en vías de desarrollo, como Brasil, Chile, China, Filipinas, India, Indonesia, Malaysia, México, Paquistán y Tailandia, revelan que en tales naciones, las enfermedades reumáticas constituyen una carga casi “igual que en el mundo industrializado”.
La noción de que son un mal privativo de la tercera edad es un mito. Cierto es que son más frecuentes entre los ancianos, pero una de las afecciones más comunes, la artritis reumatoide, suele aquejar a personas de entre 25 y 50 años. En Estados Unidos, casi 3 de cada 5 afectados no superan los 65 años. En la misma línea, 1.200.000 de los 8.000.000 de afectados de Gran Bretaña no pasan de 45 años, y más de 14.500 son niños.
Además, el total de pacientes se dispara cada año. Por ejemplo, en Canadá se espera que aumente en 1.000.000 en el plazo de diez años. Aunque las enfermedades reumáticas son más frecuentes en Europa que en África y Asia, en estos continentes su extensión es cada vez mayor. Ante tales alzas, la Organización Mundial de la Salud declaró los años 2000-2010 Década del Hueso y la Articulación. Durante este decenio, médicos y demás profesionales sanitarios del mundo entero aunarán esfuerzos para mejorar la calidad de vida de quienes sufren estos padecimientos.
¿Qué sabemos sobre estos dolorosos males? ¿Quiénes corren riesgo de padecerlos? ¿Cómo pueden afrontarse sus efectos incapacitantes? ¿Se remediarán en el futuro? Los próximos artículos tratarán tales cuestiones.
[Reconocimiento de la página 3]
Rayos X: por gentileza de la Arthritis Research Campaign, del Reino Unido (www.arc.org.uk)
-
-
Las enfermedades reumáticas: en qué consisten¡Despertad! 2001 | 8 de diciembre
-
-
Las enfermedades reumáticas: en qué consisten
“De noche, al ver lo deformes que tengo los pies y las manos, me pongo a llorar.”—Midori, de Japón.
LAS enfermedades reumáticas llevan siglos afligiendo a la humanidad, como se constata al examinar las momias egipcias. Entre los afectados, que hoy se cuentan por millones, al parecer también figuró el navegante Cristóbal Colón. Ahora bien, ¿en qué consisten estos males incapacitantes?
En algunas clasificaciones se engloba a más de un centenar de tales padecimientos bajo la designación imprecisa de artritis (helenismo que significa “inflamación de las articulaciones”).a Pero estas dolencias no solo afectan a la articulación, sino también a los músculos, huesos, tendones y ligamentos relacionados, y algunas dañan la piel, las vísceras y los ojos. Examinemos dos muy comunes: la artritis reumatoide y la artrosis.
Anatomía de una articulación
Recibe el nombre de articulación la zona de unión de dos huesos. Un tipo de articulación es la diartrosis, que se beneficia de la protección y sostén de la resistente cápsula articular que la rodea (véase la ilustración de la pág. 4). Esta cápsula, que cuenta con un revestimiento interno (la membrana sinovial) productor de un líquido viscoso, alberga dentro de sí los extremos de los huesos. Dichos extremos están recubiertos de cartílago, tejido elástico y suave que evita el roce y el desgaste, al tiempo que sirve de cojín amortiguador y distribuye las tensiones uniformemente.
Por ejemplo, cuando caminamos, corremos o saltamos, las caderas y las rodillas sufren una presión entre cuatro y ocho veces superior a nuestro peso corporal. Aunque el impacto lo absorben en su mayoría los músculos y tendones cercanos, el cartílago se comprime como una esponja y de este modo contribuye a que los huesos soporten la carga.
La artritis reumatoide
La artritis reumatoide surge cuando el sistema inmunitario lanza un ataque masivo contra las articulaciones. Por razones desconocidas, afluyen a las cavidades articulares un gran número de células sanguíneas, entre ellas las células T, elementos esenciales del sistema inmunitario. Como consecuencia, se desencadenan una serie de reacciones químicas que inflaman la articulación. Las células sinoviales tal vez proliferen sin control, formándose una masa de tejido, semejante a un tumor, que recibe el nombre de paño. Este, por su parte, produce enzimas que destruyen el cartílago. Las superficies óseas quizá se adhieran entre sí, lo que limita la amplitud del movimiento y causa dolores atroces. Tal destrucción debilita los ligamentos, tendones y músculos; como consecuencia, la articulación pierde estabilidad, se disloca parcialmente y a menudo adquiere apariencia deforme. Por lo general, la artritis reumatoide afecta a las articulaciones de forma simétrica, por ejemplo, a ambos pies, muñecas o rodillas. Más de la mitad de los pacientes presentan nódulos (bultos) bajo la piel, y algunos sufren anemia y dolorosa sequedad de ojos y garganta. Son comunes la fatiga y los síntomas gripales, como fiebre y dolores musculares.
La aparición, manifestación y duración de la artritis reumatoide varían mucho de un paciente a otro. En algunos casos, el dolor y la rigidez aparecen poco a poco, con el paso de semanas o hasta años, mientras que en otros se declaran con cierta rapidez. A veces, el padecimiento dura solo meses y luego desaparece sin dejar daños notables, pero en otras ocasiones se agrava durante ciertas fases, llamadas exacerbaciones o brotes, seguidas de remisiones, en las que el enfermo se siente mejor. En otros casos, el mal sigue activo por años, incapacitando sin piedad a la víctima.
¿Quiénes son más proclives? “Es más común en las mujeres de mediana edad”, afirma el doctor Michael Schiff, matizando que “toda persona está sujeta a sufrir artritis reumatoide, sin importar la edad, incluidos niños y hombres”. La predisposición es mayor si hay antecedentes familiares. Además, algunos estudios indican que el tabaco, la obesidad y las transfusiones sanguíneas incrementan significativamente el riesgo.
La artrosis
“La artrosis —señala el boletín Western Journal of Medicine— recuerda en muchos sentidos al clima: es omnipresente, no suele llamar la atención y a veces tiene grandes repercusiones.” A diferencia de la artritis reumatoide, la artrosis (denominada a veces osteoartritis) por lo general no se propaga a otras partes del cuerpo, sino que se concentra en unas cuantas articulaciones o solo una. Al producirse la lenta erosión del cartílago, los huesos comienzan a rozar entre sí. También aparecen crecimientos óseos, llamados osteofitos, y tal vez quistes, y el hueso subyacente se engruesa y deforma. Otros síntomas son abultamiento de los nudillos, crepitación (chasquidos y crujidos de la articulación), espasmos musculares, dolor, rigidez y reducción de la amplitud de movimientos.
Por mucho tiempo se creyó que la artrosis no era más que una de tantas secuelas de la vejez, pero los especialistas han desechado esta opinión. La revista The American Journal of Medicine dice: “No hay pruebas de que una articulación normal, sometida a las tensiones habituales, tenga que degenerar a lo largo de la vida de una persona”. Entonces, ¿qué ocasiona la artrosis? Los intentos de descubrir la causa exacta están “marcados por la polémica”, según la revista británica The Lancet. Una teoría afirma que primero el hueso sufre daños (por ejemplo, microfracturas), los cuales desencadenan la aparición de crecimientos óseos y el deterioro del cartílago. Otra señala que la afección comienza en el cartílago, que degenera y se desgasta, lo que somete a mayores tensiones al hueso subyacente. Cuando el organismo trata de reparar el cartílago dañado, ocurren cambios patológicos.
¿Quiénes son más proclives a padecer artrosis? Aunque la edad sola no cause este padecimiento, la pérdida del cartílago articular es más frecuente al ir entrando en años. Entre los factores de riesgo se hallan las anomalías en el ajuste de las superficies de la articulación, la debilidad de los músculos de las extremidades inferiores, la desigual longitud de estas o la desviación de la columna. También predisponen a la artrosis los traumatismos en las articulaciones, sean fruto de un accidente o de trabajos en los que se realizan movimientos repetitivos que usan en exceso la articulación. Una vez iniciado el deterioro, el sobrepeso puede agravarla.
El doctor Tim Spector señala: “Es una enfermedad compleja con claros factores ambientales, pero muy determinada por la genética”. Entre las personas más susceptibles de padecerla figuran las mujeres de mediana y tercera edad con antecedentes familiares. A diferencia de la osteoporosis, va precedida por alta densidad ósea. Hay investigadores que señalan como otros factores el daño ocasionado por los radicales libres de oxígeno y la carencia de vitaminas C y D.
Terapéutica
El tratamiento por lo general combina los fármacos, el ejercicio físico y la modificación del estilo de vida. Un fisioterapeuta tal vez inicie un programa de ejercicios, sean isométricos, aeróbicos, isotónicos, de amplitud de movimientos o de levantamiento de pesas. Estos ejercicios han logrado aliviar —hasta en pacientes de edad avanzada— muchos síntomas, como el dolor y la inflamación de las articulaciones, la fatiga, el malestar y la depresión, y también han frenado la pérdida de densidad ósea. Hay quienes aseguran que la aplicación de calor o frío y la acupuntura mitigan el dolor.b
Dado que el adelgazamiento reduce considerablemente el dolor de las articulaciones, la dieta reviste importancia terapéutica. En opinión de algunos especialistas, un régimen que incluya productos ricos en calcio —como hortalizas de hojas verde oscuro, frutas frescas y pescado de agua fría rico en ácidos grasos omega 3— y que contenga pocas cantidades de alimentos elaborados y de grasas saturadas no solo contribuye a reducir el peso, sino también el dolor. ¿De qué manera? Algunas teorías afirman que tal dieta inhibe la inflamación. Se afirma también que a algunos pacientes les ha resultado útil eliminar la carne, los lácteos, el trigo y las solanáceas, como el tomate, la papa, el pimiento y la berenjena.
En ciertos casos se recomienda la artroscopia quirúrgica, es decir, la inserción de un instrumento en la coyuntura para extraer el tejido sinovial que produce las enzimas destructivas. La eficacia de esta técnica es limitada, pues la inflamación suele reaparecer. Una intervención más drástica es la artroplastia, la sustitución de la articulación completa (por lo general de la cadera o rodilla) por una prótesis que tiene una vida útil de diez a quince años y que por lo general elimina eficazmente el dolor.
En los últimos años, la medicina ha ensayado opciones menos lesivas, como la viscosuplementación, o sea, la inyección de líquido hialurónico en la articulación, por lo general de la rodilla. La inyección de agentes condroprotectores (sustancias que fomentan la reparación del cartílago) también ha tenido cierto éxito, según algunos estudios europeos.
Aún no hay fármacos que curen estas afecciones, si bien existen muchos que reducen el dolor y la inflamación, y otros que ofrecen buenas perspectivas de retrasar el deterioro. Entre el arsenal utilizado para aliviar los síntomas debilitantes figuran analgésicos, corticoesteroides, antiinflamatorios no esteroideos (AINE), antirreumáticos de acción lenta, inmunosupresores, biomoduladores y medicamentos elaborados por ingeniería genética para interferir con la respuesta inmunitaria. Sin embargo, el alivio a veces sale caro, pues tales preparados pueden conllevar graves efectos secundarios. La evaluación de sus beneficios y riesgos es un reto para pacientes y facultativos por igual.
¿Cómo han logrado afrontar algunas personas los estragos de estas dolorosas enfermedades?
[Notas]
a Entre otras, artrosis, artritis reumatoide, lupus eritematoso diseminado, artritis reumatoide juvenil, gota, bursitis, fiebre reumática, enfermedad de Lyme, síndrome del túnel carpiano, fibromialgia, síndrome de Reiter y espondiloartritis anquilosante.
b ¡Despertad! no recomienda ningún tratamiento, fármaco ni intervención quirúrgica. Es responsabilidad personal evaluar con cuidado toda actuación a la luz de los hechos.
[Comentario de la página 6]
La obesidad, el tabaco y las transfusiones sanguíneas incrementan el riesgo de padecer artritis reumatoide
[Ilustración y recuadro de la página 8]
Tratamientos alternativos
Existe la opinión de que algunos agentes terapéuticos son más seguros y plantean menos efectos secundarios que los tratamientos tradicionales. Entre dichos agentes figuran el colágeno de tipo II (por vía oral), que según ciertos estudios ha resultado útil para desinflamar las articulaciones reumatoideas y paliar el dolor. ¿De qué forma actúa? Inhibe las citocinas proinflamatorias y destructivas, a saber, la interleucina-1 y el factor de necrosis tumoral α. También hay sustancias nutritivas naturales que, según se informa, han demostrado cierta eficacia a la hora de inhibir estos mismos elementos destructivos. Entre ellas figuran las vitaminas E y C, la nicotinamida, los aceites de pescado ricos en ácidos eicosapentanoico y gammalinolénico, así como los aceites de semillas de borraja y de hierba del asno. En China se ha usado por años cierta planta medicinal (Tripterygium wilfordii Hook F), al parecer con éxito considerable, para paliar los daños de la artritis reumatoide.
[Ilustración de las páginas 4 y 5]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Articulación sana
Bolsa
Músculo
Cartílago
Tendón
Cápsula articular
Membrana sinovial
Líquido sinovial
Hueso
Articulación reumatoidea
Disminución del espacio
Destrucción de hueso y cartílago
Inflamación de la membrana sinovial
Articulación artrósica
Fragmentación del cartílago
Destrucción del cartílago
Crecimiento óseo
[Reconocimiento]
Fuente: Arthritis Foundation
[Ilustraciones de la página 7]
Las enfermedades reumáticas se dan en todas las edades
[Ilustraciones de la página 8]
El ejercicio regular y la buena alimentación pueden producir alivio
-
-
Esperanza ante las enfermedades reumáticas¡Despertad! 2001 | 8 de diciembre
-
-
Esperanza ante las enfermedades reumáticas
“AUNQUE no figuren en la lista de principales causas de muerte (entre las que se hallan las cardiopatías y el cáncer), las afecciones reumáticas reducen significativamente la calidad de vida”, asevera la doctora Fatima Mili. En efecto, entorpecen todas las actividades cotidianas. Ahora bien, ¿qué dificultades concretas cabe mencionar, y cómo pueden sobrellevarse?
Katiaa (italiana, 28 años) señala: “Mi vida cambió desde que me diagnosticaron la enfermedad, cuando tenía 20 años. Por culpa de los dolores tuve que dejar el trabajo y la evangelización de tiempo completo”. De hecho, el dolor es una constante entre los afectados. Alan (inglés, 63 años) dice: “Siempre duele algo, aunque solo sea un poco”. Otro problema es la fatiga. “Quizás se tolere el dolor y la inflamación —indica Sarah (21 años)—, pero el cansancio se vuelve insoportable.”
Sufrimiento psíquico
Según Setsuko (japonesa, 61 años), la lucha diaria con el dolor crónico también “agota el ánimo y la mente”. ¡Hasta agarrar un bolígrafo o un teléfono resulta difícil! Kazumi (47 años) se lamenta: “Cosas normales que incluso un niño haría son imposibles para mí”. Janice (60 años), quien no puede permanecer mucho tiempo de pie, dice: “Me deprime no ser capaz de hacer lo mismo que antes”.
Tales limitaciones generan frustración y sentimientos negativos sobre uno mismo. “Como no me es factible participar en la evangelización o en las asignaciones de la congregación al grado que querría, me siento inútil”, manifiesta un testigo de Jehová llamado Gaku (27 años). Francesca, enferma reumática desde los dos años, cuenta que “se hunde cada día más en un torbellino de desesperación”, algo que puede resultar nocivo para la espiritualidad. Joyce, Testigo sudafricana, reconoce que llegó a evitar las reuniones cristianas porque “no soportaba ver a nadie”.
Asimismo, al afectado tal vez le domine la ansiedad ante el futuro: temor a perder la movilidad y la independencia, a no tener quien lo cuide, a romperse un hueso en una caída o a ser incapaz de mantener a su familia. Yoko (52 años) admite: “Cuando notaba las deformidades, tenía miedo de que se agravaran”.
Los parientes también se angustian, pues viven a diario el sufrimiento del ser querido. Algunas parejas se ven sometidas a graves tensiones conyugales. Una señora inglesa llamada Denise cuenta: “Un buen día, tras quince años de matrimonio, mi esposo me dijo: ‘¡No soporto más tu enfermedad!’, y me dejó con una niña de cinco años”.
Aunque las afecciones reumáticas suponen todo un reto para pacientes y familiares, muchos logran afrontarlo debidamente. Veamos cómo lo hacen algunos de ellos.
Asumir las limitaciones
Es imperioso descansar bien, pues reduce la fatiga, pero no se debe renunciar a la vida. Timothy comenta: “Hay que seguir activo para que la enfermedad no te domine la mente, pues de ser así lo único que uno haría es quedarse sentado con el dolor”. William Ginsburg, reumatólogo de la Mayo Clinic, señala: “Entre hacer demasiado y hacer muy poco hay solo un paso. A veces es necesario recordar al paciente que aminore la marcha y tome en cuenta su dolencia”.
Para ello, tal vez tenga que modificar su actitud ante las limitaciones. Daphne, de Sudáfrica, explica su caso: “Me he tenido que armar de realismo y comprender que no he perdido la capacidad de hacer algunas tareas; lo que tengo que hacer es tomarlas con mucha más calma. En vez de dejar que me domine la ansiedad o la frustración, voy paso a paso”.
También es recomendable adquirir algunos aparatos útiles, a ser posible con el asesoramiento de un médico o un fisioterapeuta. La señora Keiko explica: “Hemos instalado un elevador de escaleras. Como los pomos me lastimaban las muñecas, los hemos cambiado. Ahora abro las puertas empujándolas con la cabeza. También hemos puesto grifos de palanca que me permiten realizar algunas labores”. Otra enferma, llamada Gail, dice: “Empleo un mango largo para las llaves de la casa y del automóvil, pues así me resulta más fácil. Además, utilizo extensiones ajustables a distintos ángulos para el cepillo del cabello y el peine”.
El apoyo de la familia es vital
“El respaldo de mi esposo ha sido fundamental —señala Carla, de Brasil—. Su presencia en las consultas médicas me anima mucho. Juntos hemos aprendido cómo afecta la enfermedad, qué síntomas presenta y qué tratamiento requiere. Me siento mejor al ver que él comprende por lo que estoy pasando.” En efecto, quienes asumen las limitaciones de su cónyuge y están dispuestos a informarse constituyen una gran fuente de ánimo y apoyo.
Por ejemplo, Bette comenzó a trabajar de limpiadora cuando la artritis le impidió a su marido realizar algunos trabajos de construcción. El esposo de Kazumi, por su parte, no solo la cuida, sino que hace las labores que a ella le resultan irrealizables, y ha enseñado a sus hijos a colaborar. Kazumi señala: “Él es un gran apoyo. Sin su ayuda, estaría mucho peor”.
Carol, de Australia, da este consejo: “Hay que tener cuidado de no programar demasiadas actividades. Es fácil sentirse inepta si ves que no puedes ir al paso de los tuyos”. El apoyo comprensivo y considerado de la familia constituye una valiosa fuente de ánimo.
Ayudas espirituales
“Las personas que sufren estas enfermedades —agrega Katia— están convencidas de que nadie sabe cuánto están padeciendo; de ahí la importancia de acudir a Jehová Dios, quien entiende a la perfección nuestro estado físico y emocional (Salmo 31:7). La buena relación que tengo con él me infunde paz interior, lo que me permite afrontar las dolencias con bastante serenidad.” Merecidamente, la Biblia llama a Jehová “el Dios de todo consuelo, que nos consuela en toda nuestra tribulación” (2 Corintios 1:3, 4).
La oración brinda un consuelo inmenso a muchos aquejados de dolores crónicos. Kazumi explica: “En las largas noches de dolor y desvelo acudo a Jehová con lágrimas, me desahogo y le pido fortaleza para soportar el dolor, y sabiduría para afrontar las dificultades. No hay duda de que me responde”. Francesca también ha constatado el amor y respaldo de Dios. “He visto cumplirse Filipenses 4:13 —dice—: ‘Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder’.”
En muchas ocasiones recibimos el apoyo divino a través de la congregación cristiana. Gail indica cuánto la ayudaron los miembros de la congregación de los testigos de Jehová a la que asistía: “Su amor contribuyó a que no me deprimiera”. De igual modo, ante la pregunta: “¿Hay algo en su vida que calificaría de bueno?”, Keiko contestó: “Sí, el cariño y la comprensión de la congregación entera”.
Los ancianos (superintendentes de las congregaciones de testigos de Jehová) son los primeros en dar tal respaldo. “Me faltan palabras para expresar lo beneficioso que es para la persona afectada que los ancianos la consuelen y la escuchen”, añade Setsuko. Ahora bien, Daniel, otro enfermo reumático, destaca que “los hermanos espirituales solo pueden ayudarnos si se lo permitimos”. Por consiguiente, es importante que el paciente se mantenga en contacto con los demás creyentes, y que haga cuanto esté a su alcance para asistir a las reuniones cristianas, pues en ellas recibirá el aliento espiritual que precisa para aguantar (Hebreos 10:24, 25).
El sufrimiento terminará
Los enfermos reumáticos agradecen los progresos que han logrado hasta la fecha los investigadores médicos. Pero hasta los mejores tratamientos no aportan una solución definitiva. A la larga, lo que más les aliviará es abrazar las promesas del nuevo mundo que Dios va a instaurarb (Isaías 33:24; Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4). En él, ‘el cojo saltará como el ciervo’ (Isaías 35:6). Las afecciones reumáticas y las demás enfermedades que afligen a la humanidad habrán desaparecido para siempre. Peter, que tiene afectada de artritis la columna vertebral, dice: “Veo una luz al final del oscuro túnel por el que viajo”. De igual manera, una cristiana llamada Giuliana señala: “Cada día que pasa es para mí como una batalla que he ganado, pues me queda un día menos que aguantar antes de que llegue el fin”. En efecto, está muy próximo el día en que terminarán estas enfermedades y todos los demás males.
[Notas]
a Se han cambiado algunos nombres.
b Si desea que lo visite un testigo de Jehová para explicarle las promesas bíblicas, póngase en contacto con la congregación más cercana de los testigos de Jehová o escriba a los editores de esta revista.
[Ilustraciones de la página 10]
Hay muchos aparatos que permiten llevar una vida productiva
[Ilustración de la página 12]
En las reuniones cristianas se recibe amor y apoyo
-