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  • Las Navidades en el Oriente
    La Atalaya 1999 | 15 de diciembre
    • Las Navidades en el Oriente

      • HACE UNOS DOSCIENTOS AÑOS, un prominente erudito coreano visitó Pekín (China). En un fresco del cielo raso de una catedral observó una representación de María con el niño Jesús en brazos. He aquí su opinión sobre esta asombrosa obra:

      “Una señora sostenía en su regazo a un niño enfermizo, de unos cinco o seis años de edad. Daba la impresión de que no podía mantener erguida la cabeza, como si movida por la compasión no pudiera soportar la contemplación de su hijo. Tras ellos, a lo lejos, había un sinfín de almas y niños con alas que volaban en círculos. Los miré fijamente y me pareció que iban a descender hasta mí en cualquier momento. Perplejo, extendí la mano para atraparlos.”

      LA MENCIONADA visita tuvo lugar mucho después de iniciarse la Reforma en Europa y del oscurantismo de la Edad Media. Sin embargo, para la mayoría de los orientales, el cristianismo era tan desconocido como aquella pintura misma. No obstante, la situación ha cambiado por completo. Todos los años se representan durante la temporada navideña escenas de la vida del niño Jesús. El Oriente se ha acostumbrado a estas representaciones, y muchas de sus calles se parecen en esa época del año a las de Europa.

      En la noche del 25 de noviembre de 1998, un mes antes de la Navidad, los 300 árboles que bordean los Campos Elíseos de París se engalanan con más de cien mil bombillas que iluminan intensamente la famosa avenida. De modo similar, en una calle céntrica de Seúl (Corea), un árbol de Navidad gigante, patrocinado por unos grandes almacenes, empieza a resplandecer en la noche de la capital. Al poco tiempo, las calles se adornan con motivos navideños.

      Día tras día, la televisión, la radio y los periódicos ofrecen reportajes relacionados con la Navidad. Imbuido del ambiente navideño, todo el país se prepara para despedir el año. Las iglesias de Seúl, en número tal que sorprende a los visitantes, se decoran a toda prisa. De modo que Corea y otros países orientales se sumen en el espíritu navideño para el tiempo en que Estados Unidos está enfrascado en la celebración del día de Acción de Gracias, a fines de noviembre.

      A muchos de estos países no se les considera parte de la cristiandad. Por ejemplo, solo el 26,3% de la población de Corea dice ser cristiano; en Hong Kong el 7,9%; en Taiwan el 7,4%, y en Japón solo el 1,2%, lo que indica que la mayoría de los orientales no practican el cristianismo. De todos modos, no ponen ningún reparo a la celebración de las Navidades, y muchas veces las festejan con más entusiasmo que los occidentales. Un país, por ejemplo, muy conocido por la vistosidad de sus celebraciones de Navidad es Hong Kong, pese a que la mayoría de sus habitantes son budistas o taoístas. Incluso en China, con solo un 0,1% de personas que dicen ser cristianas, las Navidades ganan popularidad con mucha rapidez.

      ¿Por qué tiene la Navidad tan buena acogida en el Oriente? ¿Por qué celebran la Navidad personas que no aceptan a Jesús como el Mesías, si la mayoría de los que profesan el cristianismo la consideran la fecha del nacimiento de Jesús? ¿Deben los cristianos auténticos adoptar este parecer en cuanto a la Navidad? Averiguaremos las respuestas a medida que examinemos cómo se popularizaron las Navidades en un antiguo país del Oriente: Corea.

  • La Navidad llega hasta el Oriente
    La Atalaya 1999 | 15 de diciembre
    • La Navidad llega hasta el Oriente

      EXISTE una antigua creencia oriental, concretamente coreana, que recuerda al personaje navideño de Santa Claus: la del llamado Chowangshin. Y otro tanto ocurre en las culturas china y japonesa.

      Se consideraba a Chowangshin el dios de la cocina, un dios del fuego que estaba relacionado con la antigua veneración coreana a este elemento. (Antaño, los coreanos acarreaban brasas de carbón de un sitio a otro, tomando la precaución de que nunca se apagasen.) Creían que este dios vigilaba la conducta de la familia durante el año, después de lo cual ascendía a los cielos por el fogón de la cocina y la chimenea.

      Según dicha creencia, el día veintitrés del mes lunar de diciembre, Chowangshin informaba al rey de los cielos de lo ocurrido y regresaba a finales de año por la chimenea y el fogón de la cocina, trayéndoles regalos o castigos a cada uno de los familiares en función de su comportamiento. El día de su regreso, la familia tenía que alumbrar la cocina y el resto de la casa con velas. Los dibujos que se tienen de este dios de la cocina indican que vestía de rojo, lo cual es otro parecido con Santa Claus. Era costumbre que la nuera confeccionara un par de calcetines coreanos tradicionales y que los regalara a su suegra durante el solsticio de invierno. Puesto que a partir de esta fecha los días se alargan, todo ello simbolizaba el deseo de que la suegra viviera muchos años.

      ¿No ha reparado usted en las similitudes entre lo antedicho y la Navidad? Comparten los mismos elementos y costumbres, como la chimenea, las velas, el intercambio de regalos, los calcetines, el anciano personaje de rojo y la fecha. Con todo, estas similitudes no explican por sí solas la facilidad con que se han aceptado las Navidades en Corea. Para el tiempo en que se introdujeron por primera vez, la creencia en Chowangshin casi había desaparecido. De hecho, la mayor parte de los coreanos de la actualidad desconocen que en algún tiempo existiera tal creencia.

      De todos modos, este hecho nos ilustra cómo se esparcieron por todo el mundo, mediante diferentes vías, las costumbres relacionadas con el solsticio de invierno y el fin de año. En el siglo IV E.C., la religión dominante del Imperio romano cambió el nombre de las saturnales, la festividad pagana que conmemoraba el nacimiento del dios sol, y las convirtieron en parte de la Navidad. Los festejos consistían en las mismas costumbres locales, pero con diferentes nombres. ¿Cómo sucedió?

      La función de los regalos

      Dar regalos es una costumbre que no ha desaparecido. Por mucho tiempo, los coreanos han disfrutado ofreciendo y recibiendo regalos, de ahí que la Navidad haya alcanzado tanta popularidad en Corea.

      A raíz de la segunda guerra mundial, las iglesias se convirtieron en lugares donde los soldados americanos estacionados en Corea que deseaban estrechar sus lazos de amistad con los locales podían reunirse y distribuir regalos y ayuda humanitaria, lo cual tenía lugar de forma sobresaliente el día de Navidad. Movidos por la curiosidad, un buen número de niños acudían a las iglesias, donde recibían por primera vez regalos de chocolate. Como es de suponer, muchos de ellos anhelaban, por tanto, que llegara la próxima Navidad.

      Para aquellos niños, Santa Claus era un soldado americano con un largo gorro rojo en la cabeza. Proverbios 19:6 dice: “Todo el mundo es compañero del hombre que hace dádivas”. Y así fue, repartir obsequios resultó ser muy efectivo; pero como se desprende de este versículo, tales dádivas no garantizan una amistad duradera. Hasta en Corea hay muchas personas cuyas relaciones con las iglesias se limitaron simplemente a probar el chocolate cuando eran más jóvenes. Sin embargo, no olvidaron la Navidad. El mercantilismo creció a la par de la rápida expansión económica coreana, con lo que la costumbre de intercambiar regalos en Navidad llegó a ser una manera sencilla de fomentar el consumo. El comercio se aprovechó de la Navidad para aumentar las ganancias.

      Lo expuesto nos suministra una nueva percepción de la Navidad en el Oriente actual. Aparecen nuevos productos en el mercado, dirigidos a las grandes compras navideñas. Se empiezan a preparar las campañas de publicidad a mitad del verano. El volumen de ventas alcanza su máximo hacia finales de año, gracias al aporte total de las compras en regalos navideños, tarjetas de felicitación y grabaciones musicales. Es tal la publicidad, que un joven de término medio se sentiría desdichado si se quedara en casa y nadie le regalara nada por Nochebuena.

      Conforme se aproxima el día de Navidad, la gente se aglomera en las tiendas y los centros comerciales de Seúl para comprar regalos, y lo mismo sucede en otras ciudades orientales. Se forman atascos. Los hoteles, las zonas comerciales, los restaurantes y las salas de fiesta están repletos de clientes. Se escuchan los ecos de las canciones que se entonan en las juergas. En Nochebuena, la música estruendosa inunda las calles, por donde deambulan hombres y mujeres borrachos.

      Así es, la Navidad en el Oriente ha dejado de ser la festividad de los que dicen ser cristianos. Evidentemente, tanto en Corea como en cualquier otra parte del mundo, los comerciantes son los primeros en sacar el máximo provecho de esta festividad de la cristiandad. Ahora bien, ¿es el comercio el único culpable de que la Navidad se encuentre en total disconformidad con el espíritu de Cristo? Es necesario que los auténticos cristianos investiguen más a fondo la seriedad del asunto.

  • La Navidad llega hasta el Oriente
    La Atalaya 1999 | 15 de diciembre
    • Una tienda céntrica de Seúl, especializada en ropa interior, apareció en un noticiario de televisión por haber expuesto en el escaparate un árbol de Navidad decorado solo con ropa interior. El espíritu navideño era palpable; sin embargo, el ambiente de recibir a Cristo no estaba presente.

  • La Navidad llega hasta el Oriente
    La Atalaya 1999 | 15 de diciembre
    • [Ilustración de la página 7]

      Nochebuena en el centro de Seúl (Corea)

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