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  • Millones de vidas se esfuman
    ¡Despertad! 1995 | 22 de mayo
    • Algunas empresas adoptan su propia estrategia. Una tabacalera de Filipinas —país de mayoría católica—, regaló calendarios con la estampa de la Virgen, debajo de la cual aparecían descaradamente los logotipos comerciales. “Nunca había visto nada igual —comenta la Dra. Rosmarie Erben, asesora editorial de la OMS para Asia—. Trataban de vincular el motivo iconográfico al tabaco para que a la mujer filipina no le incomodara fumar.”

      Se calcula que en China fuma el 61% de los varones adultos, frente al 7% de las mujeres. Las compañías tabaqueras occidentales tienen puesta la mira en la “liberación” de las encantadoras damas orientales, millones de las cuales han vivido privadas por tanto tiempo de los “placeres” de que disfrutan sus refinadas hermanas de Occidente. Pero no hay rosa sin espinas: la mayor parte del humo es monopolio del estado.

      Con todo, las empresas occidentales van metiéndose a hurtadillas. Puesto que no pueden hacer mucha propaganda, algunas recurren a la captación subrepticia de clientes. En las películas que China importa de Hong Kong frecuentemente aparecen actores a quienes se paga por fumar, realizando así publicidad encubierta.

      Como cada vez reciben más oposición en su país, las prósperas tabacaleras estadounidenses están extendiendo sus tentáculos para captar nuevas víctimas. Todo indica que su arma letal apunta a las naciones en vías de desarrollo.

      Como indican los titulares, los especialistas de todo el mundo dan la voz de alarma: “África combate una nueva plaga: el tabaco”. “El humo se vuelve fuego: se dispara en Asia el mercado tabacalero.” “El tabaquismo asiático provocará una epidemia de cáncer.” “El tercer mundo lucha ahora contra el tabaco.”

      Aunque el continente africano se ha visto azotado por las sequías, las guerras civiles y el sida, “si dejamos aparte la guerra nuclear y el hambre —señala el Dr. Keith Ball, cardiólogo británico—, el tabaco es la mayor amenaza para la salud futura de África”.

      Los agricultores africanos siembran tabaco por encargo de las grandes multinacionales. Talan los árboles, de los que dependen para guisar, calentarse y construir sus casas, y los hacen leña para curar las hojas de tabaco. Los tabacales son más rentables que los huertos. Buena parte de los raquíticos salarios africanos se dedica a cigarrillos. Mientras las familias enflaquecen por la desnutrición, las tabacaleras de Occidente engrosan sus arcas.

      África, Europa Oriental e Hispanoamérica son el objetivo de las compañías tabaqueras occidentales, para las que el mundo en desarrollo representa un gigantesco mercado. Pero la populosa Asia es, con diferencia, la mayor mina de oro. Tan solo en China, el número de fumadores —300 millones— supera a la población de Estados Unidos. Fuman 1,6 billones de cigarrillos anuales, un tercio del consumo mundial.

      “Los médicos afirman que el auge del tabaco en Asia tiene repercusiones absolutamente terroríficas”, señala The New York Times. Richard Peto calcula que dos de los diez millones de muertes por año que se prevén para las próximas dos o tres décadas ocurrirán en China. Según este mismo experto, 50 millones de niños de ese país pueden morir en el futuro de enfermedades ligadas al tabaco.

      El Dr. Nigel Gray resumió así la situación: “China y las naciones de Europa Oriental están condenadas a una gran epidemia de males tabaquistas por culpa de su historial durante las pasadas cinco décadas”.

      “¿Es posible que un producto que ocasiona anualmente 400.000 muertes prematuras en Estados Unidos —cuya administración lucha por persuadir a los ciudadanos a deshabituarse— cambie tan pronto cruza las fronteras americanas? —preguntó el Dr. Prakit Vateesatokit, de la Campaña Antitabaco de Tailandia—. ¿Acaso se vuelve irrelevante la salud cuando el producto se exporta al extranjero?”

      La expansión del negocio tabaquero tiene al gobierno estadounidense como poderoso aliado. Ambos han tratado de penetrar en los mercados extranjeros, particularmente en los asiáticos. Por años estuvo prohibido vender cigarrillos americanos en Japón, Taiwan, Tailandia y otros países, algunos de los cuales poseían un monopolio estatal. Aunque los grupos antitabaco protestaron por las importaciones, la administración americana amenazó con usar un arma muy persuasiva: las sanciones arancelarias.

      Desde 1985, muchos países han sucumbido a la coacción y han dejado entrar un aluvión de cigarrillos de Estados Unidos, cuyas exportaciones de tabaco se elevaron un 75% durante 1988.

  • Millones de vidas se esfuman
    ¡Despertad! 1995 | 22 de mayo
    • El mensaje es claro: fumar es un placer saludable, viril y popular. “En mi trabajo —señaló un asesor publicitario— hacíamos un gran esfuerzo por inducir a los jóvenes de 14 años a fumar.” Los anuncios de Asia presentan jóvenes occidentales atléticos, pletóricos de salud, divirtiéndose en la playa o en las canchas, pero, cómo no, con un cigarro en los labios. “Los modelos y estilos de vida occidentales forjan un patrón que apetece imitar —comentó cierta publicación de mercadotecnia—, del que nunca se cansan los fumadores asiáticos.”

      Los miles de millones de dólares invertidos en publicidad por las tabacaleras han cosechado un gran éxito. Un informe especial publicado en Selecciones del Reader’s Digest indicó que el aumento en la cantidad de fumadores jóvenes es alarmante: “En las islas Filipinas, 22.7 por ciento de la población menor de 18 años fuma. En algunas ciudades latinoamericanas, la proporción es de un asombroso 50 por ciento, y en Hong Kong hay niños de siete años que ya han adquirido el hábito”.

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