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  • ‘Una casa de oración para todas las naciones’
    La Atalaya 1996 | 1 de julio
    • 13 El sumo sacerdote se encuentra en el patio del tabernáculo. Habiéndose lavado en la palangana, degüella un toro para el sacrificio y recoge la sangre en una vasija para uso especial en la expiación de los pecados de la tribu sacerdotal de Leví. (Levítico 16:4, 6, 11.) Pero antes de proseguir con el sacrificio hay algo que debe hacer. Toma incienso perfumado (el cual probablemente pone en un cucharón) y coloca algunas brasas encendidas del altar en un braserillo. Luego penetra en el Santo y se dirige hacia la cortina del Santísimo. Pasa lentamente por un lado de la cortina y se para delante del arca del pacto. A continuación, fuera de la vista de cualquier otro humano, echa incienso sobre las brasas; una nube de dulce aroma llena el Santísimo. (Levítico 16:12, 13.)

  • ‘Una casa de oración para todas las naciones’
    La Atalaya 1996 | 1 de julio
    • El sumo sacerdote sale del Santísimo, toma la sangre del toro y vuelve a entrar. Como prescribe la Ley, rocía la sangre con el dedo siete veces ante la cubierta del arca. (Levítico 16:14.) Acto seguido, regresa al patio y degüella un macho cabrío, que constituye una ofrenda por el pecado “para el pueblo”. Introduce algo de la sangre en el Santísimo y hace con ella lo mismo que con la del toro. (Levítico 16:15.) Otros oficios importantes se celebraban también el Día de Expiación. Por ejemplo, el sumo sacerdote tenía que poner las manos sobre la cabeza de un segundo macho cabrío y confesar sobre él “los errores de los hijos de Israel”.

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