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  • Predicamos en una tierra de contrastes
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
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  • Florecen las buenas nuevas
  • Salones de construcción rápida en zonas aisladas
  • Vamos al extremo norte
  • A Alice Springs y salimos de la zona despoblada
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
w93 15/10 págs. 23-26

Predicamos en una tierra de contrastes

CUANDO la gente oye hablar de Australia, piensa de inmediato en canguros, koalas, uómbats y ornitorrincos, o en el monolito de Ayers Rock y en la Gran Barrera de Arrecifes. Pero, extraño como parezca, es probable que la mayoría de los australianos nunca hayan visitado estos lugares o no hayan visto jamás un koala, un uómbat o un ornitorrinco fuera de un parque zoológico. Ello se debe a que el 85% de los 17,3 millones de personas que constituyen la población urbana del país viven en las cinco ciudades más grandes, situadas a lo largo del litoral.

Si dejamos la costa y nos adentramos unos 200 kilómetros, llegamos al principio de la famosa zona rural despoblada del continente. La exuberante pluviselva y las fértiles tierras de labrantío quedan atrás, y el terreno se transforma en una llanura árida y caliente en la que solo sobreviven arbustos y hierba. Sin embargo, en esa zona semidesértica también hay vida. Las grandes fincas de ganado ovino o vacuno se extienden por cientos de kilómetros cuadrados. Más hacia el interior del continente hay desiertos abrasadores donde algunas personas han muerto por no tomar las debidas precauciones.

Florecen las buenas nuevas

Las buenas nuevas también se predican en el peculiar entorno de este continente. Todos los años, miles de personas responden a la promesa de Jehová de traer un nuevo mundo de justicia. El año pasado, el máximo de más de cincuenta y siete mil publicadores fue casi el doble del que hubo hace diez años. Aunque casi todos ellos se concentran en las ciudades costeras, como la mayoría de la población, las buenas nuevas florecen también en el interior del país.

Para formarnos una idea de lo que implica predicar en esta inmensa tierra de contrastes, unámonos a uno de los cinco superintendentes de distrito, que visita con su esposa las congregaciones de la enorme zona despoblada. Sus viajes comprenden el estado de Australia Occidental, la mitad del estado de Queensland y el Territorio del Norte, un área de 4,7 millones de kilómetros cuadrados. Semejante extensión casi equivale a la mitad de Europa, sin contar a la ex Unión Soviética.

Nuestro viaje empieza en Perth, la capital de Australia Occidental. En esta ciudad ultramoderna de 1,2 millones de habitantes hay 49 congregaciones de los testigos de Jehová. Además de las congregaciones de habla inglesa, las hay de habla griega, española, italiana y portuguesa, y grupos pequeños en otros idiomas. También hay una congregación formada en su totalidad por aborígenes, que se esfuerzan por predicar principalmente a los indígenas del continente. Muchas de estas personas humildes están respondiendo al mensaje del Reino. Pero ¿cómo es el entorno lejos de las grandes ciudades?

Desde Perth viajamos 1.800 kilómetros al norte hasta Port Hedland, donde se va a celebrar una asamblea de circuito. La mayoría de los 289 asistentes han viajado entre 200 y 700 kilómetros para estar presentes. Proceden de zonas aisladas, separadas de la congregación más cercana por unos 250 kilómetros de caminos cubiertos de piedras cortantes que a menudo perforan los neumáticos de los automóviles. Tres congregaciones de esta zona han construido recientemente Salones del Reino con el método de construcción rápida.

Salones de construcción rápida en zonas aisladas

La construcción de un Salón del Reino en estas zonas es muy diferente de la que se hace en las ciudades o pueblos grandes. La mayor parte de los materiales de construcción se traen de Perth, ubicada a unos 1.600 kilómetros al sur. Centenares de hermanos viajan esa distancia o más para estar allí el fin de semana programado y participar, con un calor de 40  a 45 °C, en la construcción del Salón del Reino. La gran afluencia de personas a lugares tan pequeños y aislados constituye por sí misma un testimonio excepcional. Cuando se construyó un Salón del Reino en Tom Price, un pequeño pueblo minero dedicado a la extracción del mineral de hierro, el periódico local dijo en primera plana: “Damos la bienvenida a los oficiales y demás voluntarios que en tres días de ‘construcción rápida’ edificarán en Tom Price un Salón del Reino de los Testigos de Jehová”.

Todo el mundo deseaba cooperar. El generoso dueño de un camión no pidió a los hermanos los 11.000 dólares australianos que cobraría normalmente por 50 toneladas de materiales de construcción; solo permitió que contribuyeran para la gasolina. Unos pintores donaron 100 litros de pintura. Algunos contratistas facilitaron su maquinaria de excavación, y la compañía minera proporcionó una grúa sin costo alguno. Hallar hospedaje para 300 visitantes supuso un problema, pero la gente del pueblo cooperó de modo sorprendente. Algunas personas llamaron por teléfono para ofrecer camas. Un hombre llamó para decir que estaría fuera el fin de semana y que dejaría abierta la puerta trasera de su casa. Les dijo: “La casa es suya mientras dure la construcción”.

Se produjo un incidente divertido cuando a unos hermanos se les dio un domicilio para que fueran a recoger un remolque que pertenecía al circuito. Cuando llegaron, se sorprendieron de ver a la entrada un letrero que decía: “No queremos mensajes religiosos”. Sin embargo, allí estaba el remolque, lleno de basura. Así que le dijeron a la señora de la casa que se lo llevarían. Mientras lo limpiaban, se dieron cuenta de que no era el remolque del circuito. Cuando el dueño llegó a casa, su esposa le dijo que los testigos de Jehová se habían llevado el remolque. Los hermanos regresaron de inmediato con el remolque ya limpio y les explicaron la confusión. Entablaron una buena conversación, y esta pareja, que antes había sido opositora, hizo muchas preguntas sobre los Testigos y la obra que llevan a cabo. Después se interesaron en conocer el nuevo Salón del Reino.

Para predicar las buenas nuevas en esta zona, se necesita aguante. En primer lugar, es necesario cubrir distancias enormes. Una precursora y su esposo suelen efectuar viajes de más de 350 kilómetros por caminos pedregosos y polvorientos desde Port Hedland hasta Marble Bar, para hacer revisitas y dirigir estudios bíblicos. Marble Bar es uno de los lugares más calurosos de Australia; la temperatura sobrepasa con frecuencia los 50 °C en los meses de octubre a marzo.

Vamos al extremo norte

Darwin, a 2.500 kilómetros al norte, es la ciudad en la que va a celebrarse la siguiente asamblea de circuito. El superintendente de distrito y su esposa aprovechan el largo viaje para efectuar su estudio personal. Primero leen y comentan el texto del día. Después escuchan la lectura de la Biblia en casete. Se turnan en la conducción del automóvil y en la lectura de los artículos de La Atalaya y ¡Despertad!

Una señal de tráfico les advierte del peligro de los “trenes de carretera”. Se trata de grandes convoyes de dos, tres o cuatro remolques tirados por un camión de gran tonelaje, y que llegan a medir hasta 55 metros de longitud, por lo que se necesita un tramo de carretera muy largo para rebasarlos. Transportan ganado y otras mercancías a los pueblos distantes.

El clima es caluroso todo el tiempo y el campo siempre está seco. Los equidistantes montículos de los hormigueros pueden dar al árido panorama la apariencia de un vasto cementerio. El color de los hormigueros depende de la tierra que hayan removido las hormigas, y pueden medir de 1 a 2,5 metros de altura. Luego, al cruzar el río Victoria, a nuestros viajeros les llama la atención ver tantos letreros pintados a mano. Uno de estos dice: “Peligro: Se prohíbe nadar. ¡Hay cocodrilos devoradores de hombres en el río!”. Sabiamente deciden buscar otro lugar para bañarse y refrescarse.

Por fin llegan al extremo septentrional de Australia. Darwin, la capital del Territorio del Norte, es también el hogar de dos grandes congregaciones de los testigos de Jehová. En la asamblea de circuito se percibe con facilidad el carácter multicultural de esta ciudad. Conozcamos a Charles; tiene 30 años y procede de la zona oriental de Timor (Indonesia), destrozada por la guerra. Sus padres, que eran chinos, le inculcaron la adoración de los antepasados. Además, estaba dedicado a las artes marciales. No le fue fácil cambiar, pues tenía fuertes vínculos con el espiritismo. Sin embargo, las palabras de Jesús “la verdad los libertará” le infundieron valor para dejar ese modo de vivir. (Juan 8:32.) “Actualmente —dice— tengo una conciencia limpia ante Jehová y soy siervo ministerial. Mi meta es ir a la Escuela de Entrenamiento Ministerial.”

Conozcamos a continuación a Beverly, de Papua Nueva Guinea. “Al principio me cohibía predicar a las personas blancas —confiesa— porque el inglés era mi segundo idioma y se me hacía difícil comprender ciertas expresiones, especialmente por el acento australiano. Sin embargo, recordé que la Biblia nos anima a confiar en Jehová y probar que él es bueno, así que comencé a servir de precursora en enero de 1991. La primera persona con la que estudié ya es precursora. Dos de sus hijas han aceptado la verdad, y una de ellas y su esposo también son precursores.”

Antes de partir de Darwin hagamos un viaje relámpago a 250 kilómetros al este, al Parque Nacional Kakadu, famoso por su prolífica avifauna. Conozcamos aquí a Debbie, la única predicadora de las buenas nuevas de esta zona. Le preguntamos cómo puede mantenerse fuerte en sentido espiritual estando tan aislada. Contesta: “En primer lugar, gracias a la oración. [...] Además, obtengo mucho consuelo de textos como Isaías 41:10, que dice: ‘No tengas miedo, porque estoy contigo. No mires por todos lados, porque soy tu Dios. Yo ciertamente te fortificaré. Yo cierta y verdaderamente te ayudaré. Sí, yo verdaderamente te mantendré firmemente asido con mi diestra de justicia’”.

En Jilkmingan, a 450 kilómetros al sur de Darwin, conocimos a un pequeño grupo de aborígenes. Por muchos años se les consideró una comunidad de testigos de Jehová, ya que una gran cantidad de ellos asistía con regularidad a las asambleas de circuito y distrito, aunque ninguno estaba bautizado. La comunidad se destacaba por su limpieza. Felizmente, algunos de ellos se han puesto con firmeza de parte de la verdad y se han bautizado. Han sido los primeros aborígenes de zonas rurales que lo han hecho. Para estos nativos supone mucho valor y confianza en Jehová librarse de tradiciones y prácticas espiritistas tribales que datan de siglos.

A Alice Springs y salimos de la zona despoblada

Es tiempo de dejar el extremo norte y viajar 1.600 kilómetros al sur hasta Alice Springs, cerca del famoso Ayers Rock, en el corazón rojo del continente. Aquí el Salón del Reino cuenta con aire acondicionado y tiene cómodos asientos para la asamblea, a la que asisten más de ciento treinta personas de las dos congregaciones de esta zona. Una vez más nos recrea la vista la mezcla de polinesios, europeos y aborígenes que disfrutan de compañerismo cristiano.

Por último, dejamos Alice Springs y emprendemos el tramo final de nuestro viaje con el superintendente de distrito y su esposa. Es un recorrido de unos 2.000 kilómetros hacia el noreste a través del continente. En el trayecto decimos adiós a la llanura y nos internamos en el bosque tropical de Queensland. Allí, en la parte septentrional de Queensland, la zona de la Gran Barrera de Arrecifes, hay muchas congregaciones y el promedio de publicadores por habitantes es alto.

Sin embargo, nuestro viaje no ha terminado, pues aún tenemos que asistir a otra asamblea de circuito. En Cairns, la famosa ciudad tropical de la Barrera de Arrecifes, tomamos un avión para dejar el continente australiano y sobrevolar la parte norte de la península de Cape York y llegar a la isla Thursday, en el estrecho de Torres, donde hay una pequeña congregación de solo veintitrés publicadores. Qué satisfacción nos produce observar a 63 personas asistir a la última asamblea de nuestro recorrido.

Esperamos que haya disfrutado de ver por un momento cómo es la obra de predicar el Reino en esta tierra de contrastes. Tal vez algún día pueda visitarnos en este fascinante país de Oceanía y conocer personalmente a los hermanos que efectúan su ministerio en esta asignación tan singular.

[Fotografía en la página 24]

Perth, capital de Australia Occidental

[Fotografía en la página 25]

La predicación en las calles da buenos resultados

[Fotografías/Mapa en la página 23]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Perth

Tom Price

Newman

Marble Bar

Port Hedland

Ayers Rock

Alice Springs

Katherine

Darwin

Isla Thursday

Cairns

Brisbane

Sydney

Canberra

Melbourne

Hobart

Adelaida

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