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Anciana y satisfecha de añosLa Atalaya 2002 | 1 de agosto
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Todo empezó con un regalo que me hizo mi madre en 1910, cuando tenía 10 años.
MI FAMILIA vivía en una casita de madera en el barrio de Crows Nest, situado al norte de Sydney. Un día, al llegar de la escuela, encontré a mi madre hablando con un señor a la puerta de nuestro hogar. Sentí curiosidad por saber quién era aquel desconocido que llevaba puesto un traje e iba cargado con un maletín lleno de libros. Tímidamente me excusé y entré en la casa, pero mamá me llamó al cabo de unos minutos y me dijo: “Este señor tiene libros muy interesantes, y todos hablan de las Escrituras. Ya que pronto es tu cumpleaños, puedes escoger entre un vestido nuevo o estos libros. ¿Qué deseas?”. “Quiero los libros, mami, muchas gracias”, respondí.
De modo que a la edad de 10 años conseguí los primeros tres tomos de Estudios de las Escrituras, de Charles Taze Russell. El señor mencionó que mamá tendría que ayudarme a entenderlos, pues probablemente serían demasiado difíciles para mí. Ella dijo que lo haría con gusto.
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Anciana y satisfecha de añosLa Atalaya 2002 | 1 de agosto
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Una vecina me habla de la verdad espiritual
Durante todos aquellos años, los “libros bíblicos” viajaron conmigo. Aunque en realidad nunca los había leído, en mi interior sabía que su mensaje era importante. Entonces, cierto día a finales de los años veinte, me visitó una vecina llamada Lil Bimson. Pasamos a la sala, nos sentamos y tomamos té.
—¡Ah, tienes esos libros! —exclamó.
—¿Qué libros? —pregunté intrigada.
Ella señaló a los tomos de Estudios de las Escrituras que estaban en la estantería. Lil me los pidió prestados aquel mismo día y los leyó con mucho interés. Pronto se evidenció la emoción que sentía por lo que había leído,
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