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  • Jehová me ha ayudado a darle siempre lo mejor de mí
    Biografías de testigos de Jehová
    • Aproximadamente un año después, cuando había cumplido 17, me nombraron precursor especiala y me asignaron a predicar en el interior de Australia, una zona inmensa y poco poblada del país. Mi compañero de precursorado era un hermano ungido que se llamaba Ben. Su nombre completo era Bennett Brickell.b Ben me llevaba más de 30 años y era un precursor de experiencia. Para mí fue un honor predicar con alguien como él, a quien muchos consideraban “el precursor de los precursores”.

      En 1963, predicándole a una mujer aborigen en el interior de Australia.

      Predicábamos en Gulf Country, una región del noroeste de Queensland que rodea la costa del golfo de Carpentaria. En ese territorio tan despoblado, Ben y yo éramos los únicos Testigos en ese entonces. A veces, para ir de una casa a otra, teníamos que pasar varias horas al volante por caminos polvorientos. A él le gustaba aprovechar esos largos viajes para contarme experiencias que había tenido en la predicación. Por ejemplo, me contaba que, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la obra de los testigos de Jehová estaba prohibida en Australia, predicaba con automóviles que llevaban encima unos grandes altavoces.c

      Un hermano y yo (en el centro) dirigiendo un curso bíblico en el interior de Australia.

      Al terminar el día de predicación, buscábamos un buen lugar cerca de la carretera para acampar y pasar allí la noche.d Luego recogíamos leña y hacíamos una hoguera para preparar la cena. Y, para dormir, usábamos sábanas impermeables que colocábamos en el suelo, mantas y almohadas. Ahí, en medio de la noche y tan lejos de las luces de las ciudades, observaba el cielo repleto de estrellas, y no podía menos que sentir una profunda admiración por Jehová.

      Que se te dañe el auto en medio de la nada puede ser muy peligroso. Una de las veces, se partió el eje de nuestro vehículo. Encima hacía mucho calor y nos quedaba poca agua. Ben le pidió a un conductor que pasaba que lo llevara al pueblo de Cloncurry para conseguir un eje de repuesto. Yo me quedé solo vigilando el auto casi tres días. Los conductores de los pocos vehículos que pasaban cada día eran muy amables y me ofrecían agua. Uno de ellos también me dio un libro muy desgastado y me dijo: “Amigo, ¡léelo! A lo mejor te ayuda”. ¡Qué sorpresa me llevé cuando vi que el libro, aunque no era de nuestra organización, hablaba de lo que habían vivido los testigos de Jehová en los campos de concentración nazis!

      Ben fue mi compañero de precursorado casi un año. Cuando nos despedimos, lo último que me dijo fue: “¡Sigue luchando, mi hermano!”. El entusiasmo de Ben y su intenso amor por Jehová reforzaron mi determinación de nunca dejar el servicio de tiempo completo.

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    Biografías de testigos de Jehová
    • b La biografía de Bennett Brickell se publicó en La Atalaya del 15 de febrero de 1974.

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