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Nos dieron el ejemploLa Atalaya 1994 | 1 de junio
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Nos dieron el ejemplo
RELATADO POR CRAIG ZANKER
Mi esposa, Gayle, y yo hemos sido precursores (ministros de tiempo completo de los testigos de Jehová) por los pasados ocho años. Los últimos seis hemos servido a la población aborigen del interior de Australia. Solo estamos siguiendo el ejemplo excelente que nos dieron mis padres y mis abuelos.
PERMÍTAME que le hable en especial de mis abuelos. Siempre les hemos llamado afectuosamente Opa y Oma, como es común en holandés. Mi abuelo, Charles Harris, aún sirve con entusiasmo en Melbourne, donde ha vivido durante los últimos casi cincuenta años.
Aprende las verdades bíblicas
Opa nació en una pequeña ciudad de Tasmania, el estado insular de Australia. En 1924, cuando contaba 14 años de edad, su padre compró un cofre de marinero en una subasta. Resultó ser un verdadero tesoro espiritualmente hablando, pues contenía un juego de libros escritos por el primer presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract, Charles Taze Russell.
Al parecer, el padre de Opa no estaba especialmente interesado en los libros, pero Opa empezó a leerlos y reconoció inmediatamente que contenían verdades bíblicas fundamentales. De modo que empezó a buscar a los Estudiantes Internacionales de la Biblia (conocidos ahora como testigos de Jehová), que eran los representantes de los editores de ese juego de libros. Quería hablar con ellos para recibir más explicaciones de las verdades bíblicas que estaba aprendiendo.
Después de muchas preguntas halló a tres señoras mayores que se dedicaban a la enseñanza. Estas causaron un gran impacto en el joven Charles. Por fin, en 1930 se dedicó a Jehová Dios y se bautizó en agua. Renunció a su trabajo de carnicero y viajó hacia el norte, a Sydney, donde recibió una asignación de evangelizador de tiempo completo.
Servicio de precursor en Australia
Por unos cuantos años Charles predicó en los territorios de Bondi, un suburbio costero de Sydney, así como en las zonas rurales del estado de Nueva Gales del Sur. Luego fue asignado a Perth (Australia Occidental), situado a miles de kilómetros de distancia, en el otro extremo del continente. Estuvo seis meses dando testimonio en el territorio de negocios de Perth, y luego fue asignado con otros dos precursores a las regiones escasamente pobladas del noroeste de Australia.
La asignación de este terceto —Arthur Willis, George Rollsten y Charles— era una zona cuatro veces mayor que Italia. La población era escasa, el terreno árido y el calor intenso. A veces era necesario viajar más de 500 kilómetros de un rancho a otro. El vehículo que utilizaban estaba desvencijado, incluso desde la óptica de los años treinta, pero tenían una fe fuerte y una gran determinación.
Sendas de camellos entrecruzaban las estrechas carreteras de tierra, llenas de baches, y el polvo fino ocultaba aquí y allá peligrosos tocones de árboles. No extraña que la suspensión del auto se estropeara a menudo. El eje trasero se rompió en dos ocasiones, y los neumáticos reventaron muchas veces. Los precursores solían hacer revestimientos de neumáticos viejos, que fijaban con tornillos y tuercas en el interior de los neumáticos del auto para continuar el viaje.
Cuando aún era un muchacho, le pregunté a Opa qué los animaba a continuar en condiciones tan difíciles. Me explicó que su aislamiento los había ayudado a acercarse más a Jehová. Lo que a veces constituía una dificultad física, dijo, se convertía en una bendición espiritual.
Sin ningún viso de superioridad ni fariseísmo, Opa comentó que le sorprendía que tanta gente pareciera demasiado preocupada por acumular bienes materiales. “Se viaja mucho mejor por la vida con el menos equipaje posible —me decía—. Si Jesús estuvo dispuesto a dormir bajo las estrellas cuando era necesario, entonces nosotros debemos sentirnos felices de hacer lo mismo en el caso de que nuestra asignación lo requiera.” (Mateo 8:19, 20.) Él y sus compañeros así lo hicieron.
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Nos dieron el ejemploLa Atalaya 1994 | 1 de junio
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De regreso a Australia
Cuando mi abuelo regresó con su familia a Australia, en 1946, después de haber vivido en Indonesia once años, la vida no fue fácil para ellos. Regresaron como refugiados de guerra, necesitados, desnutridos, y mucha gente recelaba de ellos. Oma y Victory tuvieron que soportar el fuerte prejuicio racial de que eran objeto los inmigrantes asiáticos. Opa tuvo que trabajar duro y muchas horas para cuidar de su familia y proveerle un hogar. A pesar de estas dificultades, perseveraron y sobrevivieron con su espiritualidad intacta.
Ahora, después de más de cuarenta y ocho años, Opa vive en Melbourne, donde aún participa en el ministerio de casa en casa. Ha visto a Victory y sus hijos abrazar la verdad y dedicar su vida a Jehová, y uno tras otro ha emprendido el servicio de precursor.
Victory y Des Zanker, que llegó a ser mi padre, se bautizaron a principios de los años cincuenta, y Des llegó a formar parte de la familia Betel de Australia en 1958. Después de casarse con Victory, que era precursora especial, sirvieron juntos de precursores por un tiempo y luego se les invitó al ministerio viajero. Después me presenté yo, y tuvieron que dejar el servicio viajero para criarme. No obstante, papá aún es precursor, después de veintisiete años.
A principios de 1990 Oma murió en casa en paz, en el mismo hogar donde crió a mi madre. Yo también me crié en esa misma casa de Melbourne, así como mi hermano y mi hermana menores. Ha sido una verdadera bendición para mi familia compartir el mismo hogar. A veces faltaba el espacio, pero no recuerdo que nunca nos preocupara. Incluso mi esposa Gayle se hizo un hueco en la casa y disfrutó de vivir en ella durante los cuatro primeros años de nuestro matrimonio. Lloré cuando finalmente nos fuimos a nuestra nueva asignación. Aquel hogar me había dado tanto apoyo y amor.
No obstante, ahora Gayle y yo tenemos motivos para sentirnos alegres, pues podemos hacer lo que hicieron mis padres y lo que habían hecho mis abuelos antes que ellos. Cuando salimos de casa, nos consoló pensar en la razón que teníamos: hacer la voluntad de Jehová en el servicio de tiempo completo. Nos estamos esforzando mucho por seguir el excelente ejemplo de nuestros fieles antecesores, quienes hallaron un consuelo similar cuando trabajaron en asignaciones difíciles, vivieron en extrema pobreza e incluso cuando tuvieron que pasar años en campos de concentración japoneses. (2 Corintios 1:3, 4.)
Opa siempre encontró solaz en las palabras inspiradas que dirigió el rey David a Jehová: “Tu bondad amorosa es mejor que la vida”. (Salmo 63:3.) El intenso deseo de mi abuelo siempre ha sido disfrutar de esta bondad amorosa eternamente. El deseo de toda la familia es compartirla con él.
[Fotografía en la página 21]
Oma y Opa Harris
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