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Se pone a prueba la fe en la Europa nazi¡Despertad! 2003 | 8 de febrero
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A finales de los años veinte, conocimos a Vinzenz Platajs, un joven de ascendencia yugoslava a quien llamábamos Vinko. Él estaba en contacto con los Estudiantes de la Biblia, nombre que recibían por aquel entonces los testigos de Jehová. Al poco tiempo, uno de ellos empezó a visitarnos. Como mi padre no consentía que mi madre asistiera a la iglesia, ella le preguntó a Vinko si era posible adorar a Dios desde casa. Él le señaló Hechos 17:24, donde dice que Dios “no mora en templos hechos de manos”, y le explicó que el hogar es un lugar apropiado para adorar a Dios. Esto la complació, y comenzó a asistir a las reuniones que se celebraban en las viviendas de los Estudiantes de la Biblia.
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Se pone a prueba la fe en la Europa nazi¡Despertad! 2003 | 8 de febrero
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En 1928, Vinko y Josephine, mi hermana —a la que llamábamos Pepi—, simbolizaron su dedicación a Jehová mediante el bautismo en agua. Más adelante contrajeron matrimonio, y al año siguiente nació su hija Fini en Liévin. Tres años después se les invitó a emprender el ministerio de tiempo completo en Yugoslavia, donde la obra de los Testigos estaba sujeta a restricciones. A pesar de las dificultades, su gozo en el servicio a Jehová y su celo por él nunca mermaron. Este buen ejemplo infundió en mí el deseo de ser ministro de tiempo completo.
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Se pone a prueba la fe en la Europa nazi¡Despertad! 2003 | 8 de febrero
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La fidelidad de Vinko hasta la muerte
Debido a que el ejército alemán había invadido Yugoslavia en 1941, Pepi, Vinko (su esposo) y Fini (su hija de 12 años) tuvieron que regresar a Austria, donde la mayoría de los Testigos ya habían sido recluidos en cárceles o en campos de concentración. Al no ser ciudadanos alemanes, sino apátridas, los obligaron a realizar trabajos forzados en una granja del sur de Austria, cerca de nuestro hogar.
Más tarde, el 26 de agosto de 1943, la Gestapo (la policía secreta nazi) arrestó a Vinko. Cuando Fini trató de decir adiós a su padre, el jefe de la policía la golpeó tan fuerte que la arrojó al otro lado de la habitación. Vinko fue a menudo sometido a interrogatorios y objeto de brutales palizas por parte de la Gestapo; finalmente lo trasladaron a la prisión Stadelheim de Munich.
El 6 de octubre de 1943, la policía me detuvo en mi lugar de trabajo y fui enviado a la misma prisión que Vinko. Como hablaba francés con fluidez, me utilizaron como traductor de los prisioneros de guerra franceses. Cuando nos sacaban a caminar por el recinto carcelario, tuve la oportunidad de intercambiar noticias con mi cuñado.
Con el tiempo, Vinko fue condenado a muerte, acusado de suministrar publicaciones bíblicas a los Testigos y de ayudar económicamente a las hermanas cuyos esposos estaban confinados en campos de concentración. Lo transfirieron a la misma prisión cerca de Berlín donde habían ejecutado a Willi y allí lo decapitaron el 9 de octubre de 1944.
La última ocasión en la que Vinko vio a su familia fue desgarradora. Estaba encadenado y lleno de contusiones, y casi no podía abrazar ni a su mujer ni a su hija a causa de las cadenas. Fini tenía 14 años la última vez que vio a su padre. Todavía recuerda sus palabras de despedida: “¡Cuida de tu madre, Fini!”.
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