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AustriaAnuario de los testigos de Jehová para 1989
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Beatrice Lojda era portavoz del Movimiento Socialista, y se había presentado a las elecciones para el Nationalrat (Consejo Nacional, o cámara baja del Parlamento). Una de sus amigas, de nombre Bretschneider, a quien conocía de sus actividades políticas, se había hecho testigo de Jehová y, naturalmente, le habló acerca del Reino de Dios. Invitó a Beatrice a escuchar una conferencia en el Hotel Continental, de Viena. Este era el mismo hotel en el que el hermano Russell había intentado sin éxito presentar un discurso allá en el año 1911. Beatrice no creía en Dios, y en un principio rechazó la invitación, diciendo: “¡Dios tendría que venir a mí primero y presentarse!”. Pero como quería agradar a su amiga, asistió al discurso. A pesar de sus ideas, ni siquiera durante el discurso pudo contenerse de decirle varias veces a la hermana Bretschneider: “¡Esto es la verdad! ¡Esto es la verdad!”.
En poco tiempo Beatrice se apartó de la vida política, en armonía con las palabras de Jesús a sus discípulos: “Ustedes no son parte del mundo”. (Juan 15:19.) Desde el mismo principio se le presentaron dificultades. Su marido la amenazó con divorciarse de ella a no ser que ‘recuperara el sentido’, como él decía. Pero ella se mantuvo firme en la fe y continuó así hasta su muerte.
Franz Monfreda, de Salzburgo, había sido un católico muy devoto, pero la verdad le llegó al corazón. Después de abandonar la iglesia católica el 12 de marzo de 1927, dedicó su vida a Jehová Dios. Esta acción no agradó en absoluto a su familia, por lo que le llovieron críticas y oposición. La situación llegó hasta tal extremo, que perdió su casa y su negocio. Su fe pasó por pruebas difíciles, pues tardó bastante tiempo en encontrar otro trabajo. Pero permaneció fiel a Jehová. ¿Qué dice él de aquella época? “Hoy me siento feliz por haber superado aquel período y haberme adherido a la verdad. El brazo de Jehová nunca ha resultado ser demasiado corto.” (Compárese con Isaías 59:1.)
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La lucha por los derechos legales
A medida que se extendía la obra de evangelizar, no era infrecuente que se convocara a los hermanos para que comparecieran ante los funcionarios locales por motivo de su predicación. Siempre que podían hacerlo, ellos eran sus propios defensores. En algunos casos, se les prestó asistencia legal. Pero las medidas legales no siempre los favorecieron.
No obstante, inscribir legalmente la sucursal local de la Sociedad Watch Tower resultó una tarea mucho más complicada que la de eludir veredictos desfavorables. Sencillamente, aún no era posible obtener reconocimiento legal como religión organizada. Los hermanos intentaron por lo menos inscribirse como asociación, pero las autoridades objetaron con este razonamiento: “Su intención es formar una organización religiosa, y una organización de tal índole no puede ser constituida bajo la legislación austriaca”.
Los hermanos interpusieron un recurso ante el Tribunal Constitucional, quejándose de que se les negaba su derecho legal a formar una asociación. La reacción inmediata del Tribunal Constitucional de Austria fue desestimar la apelación el 7 de diciembre de 1929. A continuación, los hermanos intentaron inscribir una asociación para la distribución de Biblias y publicaciones bíblicas, sin cometido alguno de carácter religioso. Esta solicitud no se denegó. De manera que el 24 de mayo de 1930 se constituyó una asociación local que serviría a los hermanos de instrumento legal.
El reconocimiento legal de la Wachtturm-Gesellschaft no significó de ninguna manera el fin de los impedimentos con los que los hermanos tenían que contender. Pero los siervos de Jehová se adhirieron a su responsabilidad bíblica. Reconocían que también debía darse testimonio a las autoridades. (Mar. 13:11.)
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Arrecia la oposición
El cambio que tuvo lugar inmediatamente después en la escena política fue muy bien recibido por el clero, nuestros más acérrimos opositores. El doctor Engelbert Dollfuss, socialcristiano, asumía las funciones de canciller federal el 20 de mayo de 1932, y recibió un telegrama de felicitación del cardenal Pacelli, el secretario de Estado del Vaticano. Durante el tiempo en que el doctor Dollfuss se mantuvo en el poder, se restringieron marcadamente las libertades civiles. Aprovechándose hábilmente de una situación de emergencia ocurrida en 1933, disolvió el Parlamento. Entonces, con todos los hilos políticos ya en su mano, estableció lo que denominó “el primer gobierno católico ejemplar de Europa”. En círculos clericales se describía a Dollfuss como el estadista católico ideal.
En medio de estas circunstancias, ¿sería una sorpresa que se intentara prohibir nuestras reuniones cristianas? Tal prohibición se llevó a efecto poco después en Graz, donde centenares de personas asistían a las reuniones. Los hermanos no se dejaron intimidar. Presentaron inmediatamente una apelación, algo que no se les podía impedir, pues no habían infringido ninguna ley. Sin embargo, las autoridades retiraron los permisos de residencia de algunos precursores y así les obligaron a marchar de la ciudad. Prácticamente todas las semanas se presentaban acusaciones falsas contra los hermanos. Una publicación católica solicitó al gobierno que detuviese nuestra obra cristiana, lo que revelaba claramente quién estaba detrás de estas acciones.
Justo en el momento oportuno, la organización de Jehová suministró ayuda edificante. Aunque al hermano Rutherford se le hizo imposible venir en 1933 como había planeado, envió a N. H. Knorr y M. C. Harbeck, quienes se reunieron con los hermanos en el Wimberger’s Etablissement, en Viena. Aquella reunión contribuyó en gran manera a fortalecer a los hermanos.
Censura y confiscación de publicaciones
En armonía con la profecía bíblica que declara que el regir humano ha de ser reemplazado por el Reino celestial de Dios, nuestras publicaciones destacaban con toda claridad los tristes resultados de la gobernación del hombre. (Dan. 2:44; 7:13, 14, 27.) Semejantes afirmaciones ofendieron a las autoridades gubernamentales, pues se sentían aludidas por esas declaraciones. Como resultado, a principios de los años treinta, hubo una serie de confiscaciones de nuestras publicaciones.
Durante 1933 y 1934, los funcionarios públicos citaban a los hermanos casi todas las semanas para presentarles toda clase de objeciones. En muchas ocasiones, los funcionarios exigían que ciertos párrafos de las publicaciones se hicieran ilegibles. Para estar absolutamente seguros de que todos los párrafos en cuestión realmente se suprimían, apostaron un policía en la misma oficina de la Sociedad. Algunos días, el trabajo se alargaba por mucho tiempo, a veces hasta la medianoche. Y puesto que hasta el ojo de la ley se cansa en ocasiones, algunos pasajes de las publicaciones permanecieron legibles después de todo.
Restricciones a causa de la inestabilidad política
Las disensiones entre los diversos partidos políticos se intensificaron ostensiblemente. El Schutzbund socialdemócrata (las fuerzas armadas del partido socialista) pasó a la resistencia. La oposición de la clase obrera fue aplastada brutalmente en febrero de 1934. Se proscribió el partido socialdemócrata, a lo que siguieron mayores restricciones de las libertades individuales.
Como si de la proclamación del inicio de una nueva era se tratara, Austria aprobó una nueva Constitución en mayo de 1934. Sus palabras de introducción se asemejaban a un credo religioso: “En el nombre de Dios, el Todopoderoso, de quien todas las leyes se originan, con la presente declaración el pueblo austriaco se acoge a esta Constitución para su permanente estado federal cristianogermánico”. Pero en la vecina Alemania, Hitler, también católico, pero adepto a una ideología política diferente, ya se había afianzado en el poder. Y en julio, un apoyador del partido nacionalsocialista de Hitler asesinó al doctor Dollfuss, el canciller austriaco.
Los meses subsiguientes, bajo el gobierno encabezado por el canciller Kurt Schuschnigg, no trajeron alivio alguno a los que verdaderamente trataban de servir a “Dios, el Todopoderoso”. Todavía se les confiscaban las publicaciones bíblicas, y siguieron teniendo que comparecer ante los tribunales. En muchos casos también se prohibió la celebración pública de reuniones bíblicas.
Las autoridades disuelven la asociación local
Finalmente, mediante un decreto emitido el 10 de septiembre de 1934, el comisionado federal de Seguridad de Viena disolvió la Wachtturm-Gesellschaft, la asociación legal utilizada por los testigos de Jehová. Sin embargo, después de que los hermanos interpusieron recurso, el decreto fue revocado por la oficina del canciller federal en su capacidad de órgano ejecutivo al cargo de la seguridad pública.
Pero los funcionarios que estaban especialmente deseosos de acabar con nuestra obra no se cruzaron de brazos. El 17 de junio y el 17 de julio de 1935, se volvió a decretar, en esta ocasión por el administrador federal de Seguridad, que la “Wachtturm-Gesellschaft, sucursal de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract de Brooklyn (Nueva York)”, quedaba disuelta. Los hermanos intentaron nuevamente apelar contra este decreto, pero esta vez, infructuosamente.
El Reino en primer lugar a pesar de los obstáculos
Los hermanos continuaron predicando de casa en casa, aunque con cautela. A pesar de su cuidado, a menudo se les arrestaba y sentenciaba a prisión, o bien a pagar una multa. Aun cuando la cárcel podía significar varias semanas de detención, lo preferían antes que pagar una multa, porque pensaban en las oportunidades que esto les brindaba de dar testimonio.
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