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  • ¡Despertad! 1994
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¡Despertad! 1994
g94 22/8 págs. 10-13

Fundamentos de la lactancia materna

POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN NIGERIA

Si usted, como muchas madres, ha decidido amamantar a su bebé, ha escogido valerse de una provisión amorosa del Creador de la humanidad. La leche que su cuerpo produce cubrirá todas las necesidades nutritivas de su hijo y contribuirá a que su crecimiento y desarrollo sean satisfactorios. También ayudará a inmunizarlo contra las enfermedades comunes. De ahí que la OMS (Organización Mundial de la Salud) diga con buena razón:

“[La leche materna] es el alimento más completo que puede recibir un bebé. Todos los sucedáneos, incluidos la leche de vaca, los preparados para lactantes, la leche en polvo y las papillas de cereales, son de inferior calidad”.

El amamantamiento también la beneficia a usted. No necesita lavar ni esterilizar biberones ni ir a la cocina a media noche para preparar la comida del bebé. Además, obtiene beneficios físicos, pues el acto de amamantar la ayudará a perder el peso que ganó durante el embarazo y favorecerá la contracción del útero para que recupere su tamaño normal. Al mismo tiempo, los estudios indican que las mujeres que amamantan a sus hijos tienen menos riesgo de padecer cáncer de mama.

“Casi todas las madres pueden amamantar a su bebé”, asegura el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. De modo que es probable que usted también pueda, aunque quizás descubra que no es tan fácil como esperaba, en especial si se trata de su primer hijo. La razón radica en que si bien la lactancia materna es un proceso natural, no es algo instintivo; es una técnica que tendrá que aprender. Quizás pasen varios días o hasta semanas antes de que este método de alimentación resulte cómodo y gratificante para ambos.

Antes de la llegada del bebé

Si usted nunca ha amamantado satisfactoriamente a un bebé, hable con algunas madres que lo hayan hecho. Ellas podrán ayudarla a eludir o superar algunos problemas. También podrán ayudarla a adquirir confianza en su capacidad de amamantar a su hijo de forma eficaz.

Es importante que tenga suficiente descanso tanto durante el embarazo como después. Además, procure alimentarse bien. El folleto Breastfeeding (Amamantamiento), publicado por la OMS, dice: “La nutrición defectuosa de la madre antes o durante el embarazo puede afectar el desarrollo de la criatura dentro del útero. También puede repercutir en que la madre no logre almacenar suficiente grasa para luego producir la leche necesaria. De ahí que durante el embarazo y la lactancia, la madre deba seguir una dieta equilibrada que incluya una amplia variedad de alimentos”.

El cuidado de las mamas también es importante. Durante los últimos meses de embarazo, enjuágueselas cuando se bañe, pero no utilice jabón. Las glándulas de la areola (la zona oscura que rodea el pezón) segregan un lubricante antibacteriano que mantiene húmedos los pezones y los protege de infecciones. El jabón puede resecarlos y eliminar o neutralizar dicho lubricante. Si la piel de las mamas se reseca y nota cierta picazón, puede aplicar alguna crema o loción suavizante. Pero no la aplique en los pezones ni en las areolas.

Antiguamente los médicos recomendaban a las madres que se frotaran enérgicamente los pezones durante el embarazo para “reforzarlos”. Aunque se creía que así se evitaba que doliesen al amamantar, los estudios indican que tal manipulación no sirve de mucho. Por lo general el dolor se produce cuando no se coloca bien al bebé para darle el pecho.

El tamaño y la forma de la mama no influyen en la lactancia eficaz, pero si los pezones están invertidos o aplanados, el bebé no puede agarrarse bien. Compruebe el estado de los pezones apretando suavemente cada areola entre el pulgar y el índice y asegurándose de que los pezones sobresalen lo suficiente. Si no es así, consulte a su médico. Quizás le recomiende el uso de una pieza sencilla llamada pezonera, la cual se coloca sobre el pezón durante el embarazo y entre las tomas y suele mejorar la forma de los pezones aplanados o invertidos.

Los primeros días

Le resultará conveniente iniciar la lactancia en el curso de la primera hora después del parto. Tal vez haya quienes piensen que inmediatamente después de todo el esfuerzo del parto, tanto la madre como el bebé están demasiado agotados para acogerse el uno al otro. Pero por lo general la madre se anima para la ocasión, y el bebé, después de unos minutos de adaptación a la vida fuera de la matriz, busca ansiosamente el pecho.

La mujer que acaba de dar a luz puede proporcionar a su recién nacido una sustancia clara o amarillenta llamada calostro. Este “oro líquido” es sumamente beneficioso para el bebé. Algunos de sus componentes combaten las bacterias perjudiciales. Es asimismo una sustancia rica en proteínas con un bajo contenido en azúcares y grasas, lo que la convierte en el alimento ideal durante los primeros días de vida. A menos que haya alguna complicación médica, el bebé no necesitará ningún otro alimento ni bebida. La alimentación complementaria con biberón puede desanimar al bebé de tomar el pecho, pues requiere menos esfuerzo succionar de un biberón.

Por lo general las madres empiezan a producir leche sin calostro entre dos y cinco días después del nacimiento. El aumento del flujo sanguíneo hacia las mamas durante este período puede aumentar su tamaño y dejarlas doloridas. Esto es normal. Dar el pecho suele aliviar la incomodidad que pueda sentir. No obstante, a veces las mamas hinchadas hacen que los pezones se aplanen. Como esto le dificulta la succión al bebé, quizás usted tenga que extraer algo de leche manualmente. Para ello debe realizar un masaje suave en cada pecho con ambas manos, comenzando desde la base y avanzando en dirección al pezón.

Es cierto que no puede medir la cantidad de leche que su bebé toma, pero no se preocupe: su cuerpo tiene la facultad de suministrar toda la leche que él necesite, incluso si se trata de un par de gemelos. Cuanto más amamante, más leche producirá. Esta es una razón por la que no debería complementar la lactancia natural con biberones de leche de vaca o de preparados de leche en polvo. Si lo hace, el niño succionará menos el pecho y usted, por su parte, producirá menos leche.

“Los niños que nacen normales cumplido el embarazo no son tan indefensos como se creía y pueden organizar sus tomas de modo que se acomoden a sí mismos y al organismo de su madre, con tal que otras personas les dejen hacerlo”, escribe Gabrielle Palmer en The Politics of Breastfeeding (La política de la lactancia materna). El principio rector es el de la oferta y la demanda: cuando su hijo reclama alimento (normalmente llorando), usted se lo da. Al principio el niño pide comer cada dos o tres horas. Procure que su bebé mame de ambos pechos cada vez que se alimenta. La mayoría de los bebés necesitan entre veinte y cuarenta minutos por toma, aunque a algunos les gusta mamar con calma, haciendo pausas. Esos perezosos pueden necesitar hasta sesenta minutos para terminar su comida. Como norma general, su bebé estará suficientemente alimentado si mama por lo menos ocho veces en veinticuatro horas, si puede oírle tragar y si ensucia ocho pañales diarios o más después del quinto día.

Un aspecto muy importante que usted necesita dominar bien a la hora de amamantar es la manera correcta de colocar su bebé al pecho. Si no está bien colocado, puede que no reciba suficiente leche. Algunos bebés hasta rechazan el pecho.

Una mala posición puede resultar en otro trastorno común: dolor o grietas en los pezones. Un libro de consulta titulado Breastfeeding Source Book dice: “El dolor en los pezones obedece a varios factores, pero uno importante es lo bien que se ‘agarra’ el bebé al pecho, y eso a su vez depende bastante de la posición de su cabeza en relación con la mama. Para colocar correctamente al niño, debe acercárselo bien al pecho y mantenerle la cabeza recta (ni hacia arriba ni hacia abajo ni hacia un lado), de modo que la boca le quede justo enfrente del pezón para que no tire de él lateralmente”.

Lo ideal es que los labios del niño se cierren sobre la mama a unos tres centímetros del pezón formando un sello. Si todo el cuerpo del niño está vuelto hacia usted, si succiona largamente, si está tranquilo y contento y si usted no siente dolor en los pezones, es señal de que la posición del niño es correcta.

Cuándo debe destetarse a un niño

Pasadas las primeras semanas, usted y su hijo habrán llegado a conocerse el uno al otro y probablemente habrán conseguido que este método de alimentación resulte cómodo y gratificante para ambos. Durante los siguientes cuatro a seis meses, su bebé no necesitará ningún otro alimento ni bebida aparte de la leche materna. A partir de entonces, debería añadir gradualmente a su dieta otros alimentos, como puré de verduras y papillas de cereales y de frutas. Sin embargo, hasta que tenga nueve o diez meses, su principal fuente de nutrición seguirá siendo la leche materna; por eso siempre es mejor amamantar al bebé antes de darle alimentos sólidos.

¿Durante cuánto tiempo debería amamantar a su hijo? La recomendación de la OMS es: el mayor tiempo posible. Muchas madres continúan amamantando a sus hijos hasta bien pasado el primer año, basándose en la observación del niño y no en el calendario. El libro Mothering Your Nursing Toddler, centrado en el cuidado de los niños que aún toman el pecho cuando empiezan a andar, dice: “No es difícil ver la necesidad que tienen nuestros hijos de que se les siga amamantando: la satisfacción que sienten al mamar y la congoja que les entra cuando se les niega. Una razón sencilla, pero apremiante, para seguir amamantando al niño es la de complacerle”.

Prueba de un Creador amoroso

Mientras amamanta a su bebé, quizás a altas horas de la noche cuando el resto de la familia duerme, piense en el Creador de este medio de alimentación. Aun si no entiende los complejos procesos físicos que lo hacen posible, la maravillosa facultad de la lactancia le ayudará a apreciar la sabiduría y el amor de nuestro Creador.

Medite en ello: no existe mejor alimento para un niño que la leche materna. Satisface todas las necesidades de alimento y bebida que este tiene durante los primeros meses de vida. Al mismo tiempo, es un remedio maravilloso que lo protege de enfermedades. Es inocua, higiénica, no necesita preparación y no cuesta nada. Está disponible en todas partes, y su producción aumenta a medida que el niño crece.

Piense también en que el amamantamiento es una experiencia agradable tanto para la madre como para el niño. El acto de alimentar, el contacto oral, el contacto de piel con piel y el calor físico que proporciona la lactancia materna ayudan a forjar un fuerte vínculo de amor e intimidad entre madre e hijo.

Desde luego, el Creador de este maravilloso medio de alimentación merece todas las alabanzas. Seguramente usted se hará eco de las palabras del salmista David, que escribió: “Te elogiaré [Jehová] porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas”. (Salmo 139:14.)

[Recuadro en la página 12]

Cómo puede ayudar el esposo

• Demuéstrele a su esposa que está de acuerdo en que amamante al bebé. Tranquilícela y apóyela con ternura.

• Ayúdela a seguir una dieta equilibrada durante el embarazo y la lactancia.

• Procure que tenga el descanso necesario; una mujer agotada puede tener dificultades para producir suficiente leche. ¿Puede aliviarle sus cargas atendiendo a los otros hijos o cooperando en las tareas domésticas?

• Si su esposa se siente relajada y feliz, la leche le fluirá mejor. Manténgala lo más feliz que pueda. Escuche sus preocupaciones y ayúdela a resolverlas.

[Recuadro en la página 13]

La lactancia materna frente a la alimentación con biberón

“La leche materna es más nutritiva, más higiénica, inmuniza a los lactantes contra las enfermedades comunes y reduce el riesgo de cáncer de mama y de ovarios para la madre. Los preparados de leche en polvo, aparte de su costo, a menudo se diluyen en exceso con agua no potable y se dan a los niños con biberones no esterilizados. En las comunidades pobres, la diferencia es tan vital[,] que cada año podría salvarse un total estimado de un millón de vidas infantiles si las madres de todo el mundo volviesen a practicar la lactancia materna como forma exclusiva de alimentación de sus hijos durante los primeros cuatro a seis meses de vida.” (Estado Mundial de la Infancia 1993, una publicación del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.)

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