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  • El frío mundo al que vienen
    ¡Despertad! 2003 | 22 de diciembre
    • El frío mundo al que vienen

      CUANDO los niños vienen al mundo, encuentran un ambiente frío, duro, lleno de tensiones. Si bien no pueden expresar con palabras lo que sienten, algunos científicos opinan que aun antes de su nacimiento se dan cuenta de lo que sucede.

      El libro La vida secreta del niño antes de nacer dice: “Ahora sabemos que el niño intrauterino es un ser humano consciente que reacciona y que a partir del sexto mes (tal vez incluso antes) lleva una activa vida emocional”. Aunque el bebé no lo recuerde, hay científicos que se preguntan si el difícil trance de nacer llega a influir en su vida adulta.

      Después de nacer, las tensiones continúan. Fuera del claustro materno, la criatura ya no cuenta con el conducto por el que le llegaban el oxígeno y los nutrientes. Para sobrevivir, tiene que empezar a respirar y a nutrirse, pero necesita que alguien lo alimente y atienda el resto de sus necesidades físicas.

      Además, deberá desarrollarse mental, emocional y espiritualmente. De modo que alguien tiene que criarlo. ¿Quiénes son los más indicados para hacerlo? ¿Qué necesita el bebé de sus padres? ¿Cómo pueden satisfacerse esas necesidades de la mejor manera? En los siguientes artículos encontrará las respuestas a estas preguntas.

  • Lo que los bebés necesitan y desean
    ¡Despertad! 2003 | 22 de diciembre
    • Lo que los bebés necesitan y desean

      DESDE el momento en que nacen, los bebés necesitan recibir caricias, sentir el contacto de la piel, en fin, que se les trate con ternura. Algunos médicos creen que las primeras doce horas de vida son de crucial importancia. Dicen que, justo después del parto, lo que la madre y el niño necesitan y desean por encima de todo “no es dormir ni comer, sino estar muy cerca el uno del otro, acariciarse, mirarse y escucharse”.a

      Instintivamente, los padres abrazan, acarician y estrechan entre sus brazos a su bebé, quien a su vez desarrolla un fuerte apego por ellos y responde a sus atenciones. Este vínculo es tan fuerte que los padres se sacrificarán con gusto por cuidar de su hijo.

      Por otro lado, el niño puede literalmente debilitarse y morir sin ese vínculo de amor que lo une a sus padres. De ahí que algunos médicos consideren importante entregar la criatura a su madre inmediatamente después del parto. Según ellos, debería permitirse que la madre y su pequeño estén en contacto por lo menos de treinta a sesenta minutos.

      Pese a la importancia que se concede a la vinculación afectiva, en algunos hospitales puede resultar difícil, por no decir imposible, dicho contacto inmediato entre la madre y el recién nacido. Con frecuencia, a este se le separa de su madre para que no se le contagie ninguna infección. Pero hay pruebas de que, en realidad, el índice de infecciones mortales puede descender cuando los recién nacidos se quedan en los brazos maternos. Por eso son cada vez más los hospitales que están dispuestos a permitir que la madre y la criatura estén en contacto por más tiempo desde el mismo principio.

      Temores tocante a la vinculación afectiva

      Algunas madres no se encariñan con su bebé la primera vez que lo ven y temen que les resulte difícil tener un vínculo especial con él. Hay que admitir que no todas las madres se encariñan con su hijo nada más verlo. Pero no hay razón para inquietarse.

      Incluso cuando en un principio la mujer no sienta afecto maternal, con el tiempo puede llegar a tenerlo. “No hay nada en el parto que determine si existirá o no una buena vinculación afectiva entre usted y su hijo”, dice una madre de experiencia. Aun así, si usted está embarazada y le preocupa el asunto, haría bien en hablar con su obstetra de antemano. Exprésele con claridad sus deseos sobre cuándo y por cuánto tiempo quiere usted empezar a relacionarse con su recién nacido.

      “¡Háblenme!”

      Parece haber ciertas etapas en las que los bebés son particularmente sensibles a estímulos específicos. Pero con el tiempo estas pasan. Por ejemplo, el cerebro infantil llega a dominar un idioma sin mucho esfuerzo, y hasta más de uno. No obstante, el período más receptivo para aprender una lengua parece que empieza a concluir alrededor de los cinco años de edad.

      Cuando el niño llega a los 12, 13 ó 14 años, la tarea de aprender un idioma puede ser muy difícil. Según el neuropediatra Peter Huttenlocher, es entonces cuando “disminuyen la densidad y la cantidad de sinapsis de las regiones del cerebro destinadas a los idiomas”. Está claro que los primeros años de vida son los mejores para adquirir habilidad lingüística.

      ¿Cómo realizan los niños la hazaña de aprender a hablar, lo cual es tan importante para el resto de su desarrollo cognitivo? Principalmente oyendo hablar a sus padres. Los pequeños responden enseguida a los estímulos humanos. “El bebé imita la voz de la madre”, comenta Barry Arons, del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Cabe destacar, sin embargo, que el niño no imita todos los sonidos. Como añade Arons, “no copia los chirridos que la cuna emite al tiempo que la madre habla”.

      Prescindiendo de sus antecedentes culturales, los padres suelen comunicarse con sus hijos utilizando el mismo estilo de hablar rítmico que algunos autores llaman lenguaje maternal. Cuando el progenitor le habla con tono cariñoso, el ritmo cardíaco del pequeño aumenta. Se cree que esto acelera la conexión entre las palabras y los objetos que estas denotan. Sin decir nada, el bebé en realidad está pidiendo: “¡Háblenme!”.

      “¡Mírenme!”

      Se ha demostrado que durante el primer año de vida, aproximadamente, el pequeño desarrolla un apego emocional hacia el adulto que lo cuida —por lo general la madre—, lo cual le proporciona una sensación de seguridad que le permite relacionarse con los demás mejor que los infantes que no desarrollan tal apego. Se cree que la vinculación con la madre debe establecerse antes de que el niño tenga tres años.

      ¿Qué puede suceder cuando se desatiende a una criatura durante este período crítico en el que su mente es tan sensible a las influencias externas? Martha Farrell Erickson, que dio seguimiento a 267 madres y sus hijos por más de veinte años, expresa esta opinión: “La desatención erosiona lenta y persistentemente el espíritu del niño hasta que [este] pierde casi todo deseo de relacionarse con otros o de explorar el mundo”.

      Tratando de ilustrar su opinión tocante a las graves consecuencias de no dar atención emocional a los hijos, el doctor Bruce Perry, del Texas Children’s Hospital, dice: “Si me pidieran que tomara a un bebé de seis meses y escogiera entre romperle todos los huesos de su cuerpo o desatenderlo emocionalmente por dos meses, yo diría que lo mejor para él sería que se le rompieran todos los huesos”. ¿Por qué? Perry opina que “los huesos pueden sanar, pero si el cerebro de un bebé pasa dos meses sin recibir estímulos, quedará permanentemente desorganizado”. Aunque no todos concuerdan en que tal daño sea irreparable, los estudios científicos indican que la mente infantil necesita un ambiente que propicie el desarrollo de las emociones.

      “En resumen —señala el libro Infants—, [los bebés] están dispuestos a amar y ser amados.” Cuando lloran, muchas veces lo hacen como pidiendo: “¡Mírenme!”. Es importante que los padres respondan de manera afectuosa. Mediante tales interacciones, el bebé se da cuenta de que puede dar a conocer sus necesidades: está aprendiendo a establecer relaciones sociales.

      “¿No lo malcriaré?”

      “Si le hago caso al niño cada vez que llora, ¿no lo malcriaré?”, tal vez se pregunte usted. Es posible. Hay muchas opiniones al respecto. Como cada niño es distinto, los padres tienen que determinar cuál es la mejor forma de abordar la situación. Sin embargo, ciertas investigaciones recientes indican que cuando el recién nacido tiene hambre, está incómodo o alterado, su organismo libera hormonas del estrés, y por ello expresa su malestar llorando. Se dice que cuando el padre o la madre responden y satisfacen las necesidades del bebé, empiezan a crear en el cerebro de este las conexiones que le ayudarán a saber tranquilizarse. Además, según la doctora Megan Gunnar, la criatura que ha recibido la atención debida produce menos cortisol, una hormona del estrés. Y aunque llegue a alterarse, se tranquiliza más pronto.

      “De hecho —dice Erickson—, los bebés a los que siempre se les ha atendido enseguida, especialmente durante los primeros seis a ocho meses de vida, lloran menos que aquellos a quienes se les ha dejado llorar.” También es importante variar la manera de responder. Si todas las veces lo hace igual —alimentándolo o tomándolo en brazos—, sí puede malcriarlo. A veces bastará con solo decirle algo como muestra de que le ha oído llorar. En ocasiones, acercársele y hablarle dulcemente al oído también surte efecto. Algunos niños se calman cuando se les acaricia la espalda o el estómago.

      El deber del niño es llorar, dice un refrán oriental. Para el bebé, la principal manera de comunicar sus deseos es llorando. ¿Cómo se sentiría usted si nunca le hicieran caso cuando pidiera algo? ¿Cómo puede sentirse entonces su indefenso bebé si cuando anhela recibir atención nadie se la da? Ahora bien, ¿quién debería responder a su llanto?

      ¿Quién cuida al niño?

      Un censo efectuado recientemente en Estados Unidos reveló que el 54% de los niños menores de nueve años, incluidos recién nacidos, reciben habitualmente algún tipo de cuidado de personas que no son sus padres. Muchas familias necesitan dos sueldos para llegar a fin de mes. Aun así, numerosas madres solicitan, cuando les es posible, la licencia por maternidad para cuidar del recién nacido durante unas semanas o meses. Pero ¿quién cuidará a la criatura después?

      Por supuesto, no existen reglas invariables para tomar esas decisiones. Con todo, es bueno recordar que durante este período crucial de su vida, el bebé todavía es vulnerable. Ambos progenitores deben analizar la situación juntos y sopesar bien las diversas opciones antes de decidir lo que van a hacer.

      “Cada vez es más obvio que ni el mejor programa de cuidados infantiles utilizado para criar a los hijos podrá reemplazar el tiempo que necesitan de sus madres y sus padres”, indica el doctor Joseph Zanga, de la Academia Americana de Pediatría. Algunos expertos se muestran preocupados por el hecho de que los bebés atendidos en guarderías no se relacionan tanto como precisan con la persona que los cuida.

      Algunas madres que trabajaban fuera de casa, conscientes de las necesidades esenciales de sus hijos, han decidido quedarse en el hogar para cuidarlos en vez de delegar en otros su atención emocional. Una mujer dijo: “Me produce una satisfacción que honradamente opino que no me la podría dar ningún empleo”. Por supuesto, las presiones económicas no permiten que todas las madres tomen esa decisión. Muchos matrimonios no tienen otra opción que la de recurrir a los servicios de una guardería; sin embargo, cuando están con sus hijos, hacen todo lo posible por darles la atención y el afecto que tanto necesitan. Asimismo, un buen número de progenitores sin cónyuge trabajan fuera de casa y tienen pocas opciones; no obstante, hacen extraordinarios esfuerzos por criar a su familia, y los resultados son excelentes.

      La crianza de los hijos puede ser una labor gozosa y emocionante, si bien no deja de ser difícil y dura. ¿Qué le ayudará a tener éxito?

      [Nota]

      a En esta serie de artículos, ¡Despertad! presenta la opinión de respetadas autoridades en el cuidado infantil, pues sus descubrimientos pueden resultar útiles e informativos para los padres. No obstante, debe tenerse presente que tales opiniones suelen cambiar o modificarse con el tiempo, algo que no sucede con las normas bíblicas que ¡Despertad! respeta y defiende sin reservas.

      [Ilustración y recuadro de la página 6]

      Bebés silenciosos

      Algunos médicos japoneses dicen que ha aumentado el número de bebés que ni lloran ni sonríen. El pediatra Satoshi Yanagisawa los llama bebés silenciosos. ¿Por qué dejan de expresar sus sentimientos? Ciertos especialistas opinan que dicho trastorno, al que algunos denominan indefensión impuesta, se debe a que se ven privados del contacto con sus padres. Una teoría sostiene que cuando la necesidad de comunicación se pasa por alto o se malinterpreta constantemente, el niño acaba por rendirse.

      Si un bebé no recibe los estímulos adecuados en el período preciso de su vida, la parte del cerebro que le hace sentir empatía quizás no llegue a desarrollarse, afirma el doctor Bruce Perry, jefe de Psiquiatría del Texas Children’s Hospital. En casos de extrema desatención emocional, la capacidad de sentir empatía puede quedar irremediablemente perdida. El doctor Perry opina que, en algunos casos, el consumo de sustancias adictivas y la violencia juvenil pueden deberse a tales experiencias en las primeras etapas de la vida.

      [Ilustración de la página 7]

      El vínculo entre padres e hijos se fortalece con la comunicación

  • Cómo dar a los hijos lo que necesitan
    ¡Despertad! 2003 | 22 de diciembre
    • Cómo dar a los hijos lo que necesitan

      ES INDISCUTIBLE que los niños pequeños necesitan mucha atención, pero un buen número de ellos no la está recibiendo. El estado de la juventud actual refleja justamente esa situación. “Jamás han estado nuestros jóvenes tan aislados de sus familias y tan desprovistos de experiencia práctica y prudencia”, dijo lamentándose una investigadora citada en el rotativo The Globe and Mail, de Toronto (Canadá).

      ¿Qué ha fallado? ¿Podría atribuirse el problema, por lo menos en parte, a no reconocer la importancia de dar atención a los niños de tierna edad? “Todos tenemos la necesidad de aprender a ser padres —explica una psicóloga que enseña a mujeres de bajos ingresos cómo cuidar a sus recién nacidos—. Y hemos de reconocer que el tiempo que pasamos ahora con nuestros hijos nos reportará muchísimos beneficios.”

      Hasta los bebés necesitan que se les eduque de forma regular. No solo unos minutos de vez en cuando, sino regularmente, sí, a lo largo del día. El tiempo que se les dedica a los niños desde la primera infancia en adelante es fundamental para su sano desarrollo.

      Se requiere preparación

      A fin de cumplir con sus importantes obligaciones, los padres necesitan prepararse para la llegada del bebé. Con ese fin, pudiera serles útil un principio que Jesucristo señaló tocante a la importancia de la planificación. Él dijo: “¿Quién de ustedes que quiere edificar una torre no se sienta primero y calcula los gastos?” (Lucas 14:28). La crianza de los hijos es mucho más complicada que la construcción de una torre; es, como muchos afirman, un proyecto de veinte años. De modo que para criar bien a un hijo hace falta un plan de acción.

      Primero, es importante prepararse mental y espiritualmente para asumir las responsabilidades de ser padres. Un estudio efectuado en Alemania con 2.000 embarazadas reveló que los hijos de las mujeres que anhelaban tener familia estaban mucho más sanos —en sentido emocional y físico— que los de aquellas que no querían ser madres. Por otro lado, el riesgo de dar a luz una criatura con problemas físicos o emocionales es un 237% mayor para las mujeres atrapadas en un matrimonio tempestuoso que para las que se sienten seguras en su relación, indicó un investigador.

      Es obvio, pues, que el padre desempeña una función importante en el desarrollo adecuado de una criatura. El doctor Thomas Verny comentó: “Emocional y físicamente hay pocas cosas más peligrosas para un niño que un padre que maltrata o deja sola a su esposa embarazada”. Tanto es así, que suele decirse que el mejor regalo que puede recibir un niño es que sus padres se amen.

      Las hormonas relacionadas con la ansiedad y el estrés, las cuales van a parar al torrente sanguíneo de la madre, pueden perjudicar al feto. Pero se cree que solo hay peligro cuando la ansiedad es muy intensa o prolongada, y no cuando son episodios ocasionales de emociones negativas o situaciones tensas. Parece que lo que más importa en definitiva son los sentimientos que la futura madre tiene por su hijo.a

      ¿Qué debería hacer usted si está embarazada y su esposo no la apoya, o si a usted personalmente le disgusta la idea de ser madre? No es raro que por ciertas circunstancias la mujer se sienta abatida debido al embarazo. Pero recuerde siempre que el niño no tiene la culpa. ¿Qué puede hacer entonces para mantenerse calmada pese a las circunstancias adversas?

      Los sabios consejos que ofrece la Palabra de Dios, la Biblia, han ayudado a millones de personas. Un pasaje dice: “En todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús”. Le sorprenderá ver cómo el hecho de vivir en conformidad con estas palabras puede ayudarle a obedecer el siguiente consejo: “No se inquieten por cosa alguna” (Filipenses 4:6, 7). Si lo hace, percibirá la mano protectora del Creador, Aquel que puede cuidar de usted (1 Pedro 5:7).

      Una experiencia frecuente

      Algunas madres jóvenes experimentan una inexplicable sensación de tristeza y letargo durante las primeras semanas después de dar a luz. Incluso mujeres que estaban contentas con la perspectiva de la maternidad pueden volverse temperamentales. Tales cambios de humor no son extraños y se deben a que, tras el parto, los niveles hormonales de la mujer pueden variar mucho. También es común que la abrumen las exigencias de ser madre: alimentar, cambiar los pañales y atender a un bebé que no sabe de horarios.

      A una madre le parecía que su hijito lloraba solo para atormentarla. No es de extrañar que un especialista japonés en cuidado infantil dijera: “Nadie se libra de la tensión relacionada con la crianza de los hijos”. Según su opinión, “lo más importante para una madre es no aislarse nunca”.

      Aunque una mujer se sienta deprimida a veces, puede evitar que el bebé se vea afectado por sus cambios de humor. La revista Time informó: “Las madres deprimidas que se las arreglaron para superar la melancolía prodigando atenciones a sus bebés y jugando con ellos contribuyeron a que la actividad mental de sus hijos fuese de una naturaleza considerablemente más alegre”.b

      Cómo puede ayudar el padre

      El padre suele ser el más indicado para suministrar ayuda y apoyo. En muchos casos, cuando el bebé llora a medianoche, él puede atenderlo para que su esposa duerma. La Biblia dice: “Vosotros, maridos, sed considerados con vuestras esposas” (1 Pedro 3:7, Nueva Reina-Valera, 2000).

      Jesucristo dio el ejemplo perfecto para los maridos. Incluso entregó su vida por sus seguidores (Efesios 5:28-30; 1 Pedro 2:21-24). De modo que el esposo que sacrifica su comodidad para atender de alguna manera a los hijos por iniciativa propia está imitando a Cristo. De hecho, la crianza de los hijos es una empresa conjunta, una labor de colaboración en la que ambos progenitores deben participar.

      Una labor conjunta, de colaboración

      “Mi esposa y yo hemos hablado detalladamente de cómo vamos a criar a nuestra hija”, dice Yoichiro, padre de una niña de dos años, y añade: “Cada vez que surge algún problema, decidimos juntos lo que vamos a hacer”. Él reconoce que su esposa necesita sus momentos de descanso, y por eso acostumbra llevarse a su hija cuando sale a hacer recados.

      Tiempo atrás, cuando eran comunes las familias grandes y muy unidas, los padres contaban con la ayuda de los hijos mayores y otros parientes para atender a los más pequeños. Por eso no es de extrañar que una trabajadora del Centro de Apoyo para la Crianza de los Hijos, de Kawasaki (Japón), comente: “En la mayoría de los casos, las madres se sentirán aliviadas si hablan del asunto. Con tan solo un poco de ayuda, muchas de ellas han podido salir adelante”.

      La revista Parents dice que los padres “necesitan una red de apoyo formada por personas a las que puedan acudir para contarles sus preocupaciones”. ¿Dónde puede encontrarse tal red de apoyo? Tanto las nuevas madres como los nuevos padres se beneficiarán mucho si, con actitud abierta, escuchan a sus propios padres o suegros. Por supuesto, los abuelos deben reconocer que la última palabra la tienen sus hijos, no ellos.c

      Otro recurso que tienen las parejas jóvenes son sus hermanos cristianos. Entre los testigos de Jehová de su congregación encontrarán personas con años de experiencia en la crianza de los hijos que escucharán con gusto sus problemas y podrán darles sugerencias útiles. Las madres jóvenes pueden acudir a “las mujeres de edad” —como la Biblia llama a las que tienen más experiencia en el vivir cristiano—, las cuales les prestarán ayuda gustosamente (Tito 2:3-5).

      Ahora bien, los padres deben tener un criterio selectivo cuando escuchen las opiniones de otras personas. “De pronto, todo el mundo se volvió experto en la educación de los hijos”, dice Yoichiro. Su esposa, Takako, admite: “Al principio me molestaba oír tantas sugerencias, pues me parecía que estaban criticando mi falta de experiencia como madre”. No obstante, gracias a los consejos de los demás, muchos hombres y mujeres han aprendido a ser equilibrados al dar a los hijos lo que necesitan.

      La mejor ayuda que existe

      Aunque le parezca que no le es posible encontrar a nadie que le ayude, existe una fuente de fortaleza en la que usted puede confiar. Se trata de Jehová Dios, aquel que nos creó y cuyos ojos pueden ver “hasta [el] embrión” de todo ser humano (Salmo 139:16). Jehová dijo en cierta ocasión a su pueblo de la antigüedad: “¿Puede una esposa olvidarse de su niño de pecho, de modo que no tenga piedad al hijo de su vientre? Hasta estas mujeres pueden olvidar; no obstante, yo mismo no me olvidaré de ti” (Isaías 49:15; Salmo 27:10).

      No, Jehová no olvida a los padres. En la Biblia les ha proporcionado excelentes pautas para criar a los hijos. Por ejemplo, hace unos tres mil quinientos años, el profeta Moisés escribió: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza vital”. Y a continuación añadió: “Estas palabras [entre las que figuraba la exhortación de amar y servir a Jehová] que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; y tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:5-7).

      ¿Cuál deduce usted que es el sentido de esta instrucción bíblica? ¿No da a entender que la educación de los hijos debería ser una labor regular y continua, de todos los días? En realidad, no basta con programar momentos esporádicos de “tiempo de calidad” para estar con los niños. En vista de que la comunicación de asuntos importantes suele surgir espontáneamente, es preciso que con frecuencia usted dedique tiempo a su familia. De esa manera podrá cumplir el mandato bíblico que indica: “Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él” (Proverbios 22:6).

      La educación adecuada de los hijos incluye leerles en voz alta. La Biblia nos dice que el discípulo cristiano Timoteo, del siglo primero, ‘conocía los santos escritos desde la infancia’. Por tanto, es obvio que su madre, Eunice, y su abuela Loida le leían en voz alta cuando era un bebé (2 Timoteo 1:5; 3:14, 15). Es bueno empezar a hacerlo tan pronto como uno empieza a hablarle al niño. Pero ¿qué se le puede leer, y cuál es la mejor manera de enseñar a un bebé?

      Léale de la Biblia a su hijo. Por lo visto, esos escritos eran los que le leían a Timoteo. También hay libros que familiarizan a los pequeños con la Palabra de Dios por medio de ilustraciones a todo color que les ayudan a visualizar las enseñanzas que contiene. Dos de ellos son Mi libro de historias bíblicas y El hombre más grande de todos los tiempos. Por medio de libros como estos se han grabado enseñanzas bíblicas en la mente y el corazón de millones de niños.

      Como dicen las Escrituras, “los hijos son una herencia de parte de Jehová; el fruto del vientre es un galardón” (Salmo 127:3). Padres, el Creador les ha confiado “una herencia”, un bebé encantador, que puede ser fuente de orgullo y gozo para ustedes. Criar a los hijos, especialmente con el objetivo de que sean alabadores de su Creador, es sin duda una labor muy gratificante.

      [Notas]

      a No solo las hormonas del estrés, sino también la nicotina, el alcohol y otras drogas pueden tener efectos adversos en el feto. Las embarazadas hacen bien en mantenerse alejadas de toda sustancia peligrosa. Además, es fundamental que consulten al médico sobre los efectos que pudieran tener ciertos medicamentos en el feto.

      b Si una madre siente profunda tristeza y desesperanza así como una sensación de distanciamiento del bebé y del mundo, es posible que sufra depresión posparto, y debería consultar al obstetra. Véanse los números de ¡Despertad! del 22 de julio de 2002, págs. 19-23 y del 8 de junio de 2003, págs. 21-23.

      c Sírvase leer el artículo “Los abuelos: sus alegrías y sus dificultades”, de la revista ¡Despertad! del 22 de marzo de 1999.

      [Ilustración de la página 8]

      Los sentimientos de la madre por el hijo que va a tener son muy importantes

      [Ilustración de la página 9]

      Aunque la nueva madre tenga cambios de humor después de dar a luz, hay mucho que puede hacer para que la criatura se sienta amada y segura

      [Ilustración de la página 10]

      El padre tiene el deber de colaborar en el cuidado del niño

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