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  • Parte 2: 2369-1943 a. E.C. — Un cazador, una torre y usted
    ¡Despertad! 1989 | 22 de enero
    • Consecuencias que llegan a afectarle a usted

      Nemrod, el primero que mezcló la religión con la política, fijó el patrón para todas las alianzas posteriores de este tipo. ¿Tendría aquello la aprobación de Dios? El principio que después se estableció en la Biblia tocante a que “un árbol bueno no puede dar fruto inservible, ni puede un árbol podrido producir fruto excelente”, estaba a punto de ser aplicado. (Mateo 7:18.)

      Originalmente, todos los habitantes de la Tierra hablaban el mismo idioma.a Pero cuando Nemrod y sus apoyadores empezaron a construir esta torre en Babel, Dios manifestó Su desaprobación. Leemos: “Por consiguiente, Jehová los esparció desde allí sobre toda la superficie de la tierra, y poco a poco dejaron de edificar la ciudad. Por eso se le dio el nombre de Babel [de ba·lál, que significa “confundir”], porque allí había confundido Jehová el lenguaje de toda la tierra”. (Génesis 11:1, 5, 7-9.) ¡Qué frustrados debieron quedarse los edificadores cuando de repente se encontraron con que no eran capaces de discutir lo que había pasado, y mucho menos llegar a un acuerdo en cuanto a por qué había pasado! Seguro que se expusieron muchas teorías, y por no poder comunicarse los diferentes grupos lingüísticos, la diversidad de ellas iría aumentando.

      Cuando estos grupos se esparcieron por las diferentes partes de la Tierra, es lógico que llevasen con ellos sus teorías religiosas. Con el paso del tiempo, estas ideas, aunque seguían siendo básicamente iguales, se vieron alteradas por las tradiciones y los sucesos locales. De “una sola religión”, pronto surgieron “cien versiones”. Es evidente que aquel primer experimento de mezclar la religión con la política no trajo buenos resultados.

      Con el transcurso de los siglos, sus consecuencias se han extendido hasta el grado de afectarle a usted, algo de lo que se habrá dado cuenta si alguna vez ha tratado de hablar sobre religión con una persona de otra fe. Hasta términos religiosos como “Dios”, “pecado”, “alma” y “muerte” significan cosas diferentes para diferentes personas. Qué acertadas son las palabras del erudito inglés John Selden, quien hace trescientos años dijo: “Si se examinase bien la cuestión, apenas se encontrarían tres [personas] que compartiesen absolutamente todas las mismas ideas religiosas”. Esta es la herencia que ha recibido la humanidad, y todo por culpa de aquel poderoso cazador de antaño que, sin la bendición del Creador, no pudo terminar su torre.

      Vestigios modernos de Babel

      “Ninguna de las religiones que conocemos puede compararse en la cantidad de dioses con la sumerio-asirio-babilonia”, afirma la autora Petra Eisele. Ella habla de 500 dioses y dice que algunas de las listas más extensas contienen hasta 2.500 nombres. Finalmente, con el transcurso del tiempo, “los teólogos oficiales de Babilonia establecieron la jerarquía de los dioses de una manera más o menos definida, dividiéndolos en tríadas”, dice la New Larousse Encyclopedia of Mythology. Una tríada prominente de dioses la componían Anu, Enlil y Ea. Otra la formaban los dioses astrales Sin, Shamash e Istar, diosa, esta última, conocida también por el nombre de Astarté, la diosa-madre, consorte de Tamuz.

      Marduk, el dios más prominente de Babilonia, llamado después Enlil o Bel, era un dios de la guerra. La obra Paths of Faith dice que esto “constituía un reconocimiento religioso del hecho histórico de que la guerra se estaba convirtiendo en una preocupación creciente de los siervos babilonios de los dioses”. Es lógico pensar que un poderoso cazador como Nemrod, que acosaba a hombre y bestia, adoraría a un dios de la guerra y no al “Dios de amor y de paz” del que habla la Biblia. (2 Corintios 13:11.)

      Los dioses babilonios y asirios eran asombrosamente “humanos”, ya que tenían las mismas necesidades y pasiones que los mortales. Esto condujo a la aparición de rituales y prácticas religiosas —como la prostitución en los templos— que difícilmente podrían considerarse de origen divino.

      La brujería, el exorcismo y la astrología también formaban parte de la religión de Babilonia. Petra Eisele afirma que “es bastante posible que la obsesión occidental que hay con las brujas [...] sea de origen caldeo”. Y los babilonios hicieron sorprendentes progresos en el estudio de la astronomía mientras trataban de leer el futuro en las estrellas.

      Los mesopotámicos también creían en la inmortalidad del alma humana. Esto lo dejaron manifiesto al enterrar junto a sus muertos algunos objetos para que los usasen en su vida posterior después de la muerte.

      Consideremos ahora por un momento algunas de las religiones principales de la actualidad. ¿Sabe de alguna que enseñe que el alma humana es inmortal o que Dios es una trinidad compuesta de tres dioses en uno, que permita que sus miembros practiquen inmoralidad impunemente, que se mezcle en la política o que tenga miembros que estén más dispuestos a sacrificar su vida por un dios de la guerra que por el Dios de la paz? Si su respuesta es afirmativa, entonces usted ha reconocido a las organizaciones modernas que son como hijas de Babel, que todavía propagan los vestigios religiosos que quedan de los días de la torre de Nemrod. Qué acertado es que el nombre “Babilonia” se utilice en la Biblia para designar al entero imperio mundial de la religión falsa. (Véanse los capítulos 17 y 18 de Revelación.)

  • Parte 2: 2369-1943 a. E.C. — Un cazador, una torre y usted
    ¡Despertad! 1989 | 22 de enero
    • [Recuadro en la página 22]

      ¿Vino de Babilonia la cruz?

      “Babilonia”, “Caldea” y “Mesopotamia” son términos que aluden a la misma zona general delimitada por el actual país de Irak. Julien Ries, de la universidad católica de Louvain-la-Neuve (Bélgica), escribe: “La cruz está presente en las antiguas culturas de Asia, Europa, África del Norte y América [,] [así como] en Mesopotamia [,] [donde] la cruz con los cuatro brazos iguales es la señal para el cielo y el dios Anu”. El “Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento” es más específico, pues dice que la cruz “tuvo su origen en la antigua Caldea, y se utilizaba como símbolo del dios Tamuz (que tenía la forma de la mística Tau, la inicial de su nombre)”. De modo que la cruz es, evidentemente, de origen precristiano. Hay quienes han opinado que Tamuz, llamado también Dumuzi, fue originalmente un rey y que después de su muerte fue deificado. Por ejemplo: O. R. Gurney escribe lo siguiente en la obra “Journal of Semitic Studies”: “Dumuzi era originalmente un hombre, un rey de Erec”. ¿Pudiera ser eso una referencia a Nemrod, de quien la Biblia dice: “El principio de su reino llegó a ser Babel y Erec”? (Génesis 10:10.) Por el momento, no hay manera de saberlo con certeza.

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