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    Anuario de los testigos de Jehová para 1989
    • Al principio el hermano Kraft iba a Vorarlberg a buscar los ejemplares de La Atalaya que los hermanos suizos pasaban de contrabando a través de la frontera. En camino a Viena, hacía una parada en Innsbruck para ponerse en contacto con los hermanos Defner y Setz, que se llevaban algunas copias para la zona del Tirol. El hermano Setz guardaba este tesoro espiritual bajo la leña que tenía apilada detrás de su casa. Dicho así, parece muy sencillo. Pero no hay que olvidar que la Gestapo y sus informadores estaban en todas partes.

      Hermanas valerosas satisfacen una necesidad primordial

      El hermano Kraft organizó todo rápidamente para que los hermanos continuaran recibiendo el alimento espiritual cuando a él lo arrestasen. Algunas hermanas valerosas se ofrecieron gustosamente para trabajar en la distribución del alimento espiritual. Therese Schreiber, de Viena, era una de ellas. El hermano Kraft le enseñó a mimeografiar La Atalaya con una máquina sencilla.

      La actividad clandestina consumía mucho del tiempo de Therese, pero ella encontró un trabajo seglar de media jornada que le permitía cubrir sus gastos y los de su madre. Ella procuraba obrar con prudencia. Un buen número de hermanos ya habían sido arrestados. Puesto que su madre estaba gravemente enferma del corazón, ¿cómo podría salir adelante si la arrestaban a ella? Therese la tranquilizaba, asegurándole continuamente que Jehová nunca la dejaría en la estacada.

      Otras hermanas valerosas también estaban preparadas para atender los intereses de Jehová de cualquier modo que fuera necesario. La hermana Stadtegger, de Wels, se ofreció para viajar a la parte occidental del país a fin de entregar ayudas para el estudio de la Biblia a los hermanos del Tirol. Continuó haciéndolo hasta que cayó en manos de la Gestapo. Sin mediar procedimiento legal alguno, fue enviada al campo de concentración de Ravensbrück. Nunca volvió.

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    Anuario de los testigos de Jehová para 1989
    • Dos tipos de bolsas de comida

      El hermano al que ahora se le confió la dirección de la obra de predicar no trabajaba en la oficina de la Sociedad, sino que era el propietario de una pequeña verdulería de la que se mantenían él y su esposa. Su nombre era Peter Gölles. “Sin ningún tipo de instrucciones de organización”, como él decía, se le pidió que, hasta donde fuese posible, mantuviese la actividad del pueblo de Dios en marcha bajo aquellas circunstancias opresivas.

      Puesto que el hermano Kraft ya no estaba con ellos, el hermano Gölles se encargó de que las ayudas para el estudio de la Biblia se copiasen y distribuyesen por todo el país. Por la noche trabajaba secretamente en fríos sótanos, y durante el día se presentaba en su tienda de comestibles. No era seguro utilizar el correo, de manera que las publicaciones se entregaban mediante mensajeros. Las contribuciones no eran suficientes para cubrir los gastos de transporte, por lo que el hermano Gölles lo ponía de su propio bolsillo. Puesto que los clientes solían recibir las verduras y otros comestibles que compraban en bolsas de papel, cuando algunas personas seleccionadas salían de la tienda con bolsas de papel que contenían algo un tanto diferente, no llamaban la atención. Por algún tiempo, así fue como los mensajeros y los hermanos de Viena pudieron obtener el alimento espiritual de la tienda del hermano Gölles.

      Llega ayuda para el hermano responsable

      A partir de 1938, se fue haciendo cada vez más difícil mantener contactos con Suiza y los Países Bajos, aunque solo fuese para introducir algunos ejemplares de La Atalaya en el país. Se interrumpieron muchos contactos debido a los arrestos, y a veces fue necesario hacer recorridos en tren de hasta más de una semana de duración para obtener el alimento espiritual de otros países. El hermano Gölles intentó obtener provisiones espirituales vía Presburgo (Checoslovaquia), haciendo que la hermana Kattner trajese las publicaciones desde allí. Pero poco después también fue cortada esta ruta.

      Fue en aquellos momentos cuando se presentó en escena Ernst Bojanowski. Procedía de Alemania, pero ya había estado en contacto con hermanos de Austria. Bojanowski se ofreció a colaborar con el hermano Gölles y trabajó con la hermana Schreiber mimeografiando ayudas para el estudio de la Biblia. Bojanowski parecía ser un hombre valiente con gran iniciativa. También viajaba para entregar publicaciones. En tres ocasiones llegó a bautizar a nuevos hermanos y hermanas.

      Otra ayuda fue el mimeógrafo que se instaló en el sótano de la casa de un jardinero vienés. Se requería mucho trabajo para usarlo porque había que desenterrarlo de su escondite cada vez. No obstante, nadie llegó a saber lo que se estaba haciendo, porque el dueño de la propiedad había emigrado, y la única persona que se quedó para atender la casa fue el jardinero, y este era hermano.

      Otros Testigos prestaban su colaboración en la parte occidental del país, cerca de la frontera italiana. La hermana Gelmi ampliaba diapositivas de los artículos de La Atalaya que Narciso Riet introducía a través de la frontera con Italia. Entonces ella preparaba las matrices para el mimeógrafo, y las copias, una vez terminadas, se llevaban a un lugar en lo alto de una montaña. Desde allí se procedía a su distribución. La hermana Tammerl, de Innsbruck, y las hermanas Entacher (madre e hija), de Schwaz, colaboraban en la distribución de ayudas para el estudio de la Biblia a sus compañeros de creencia. Se daban cuenta de lo que podía ocurrirles si se les detenía, y estaban preparadas para enfrentarse a ello si fuese necesario.

      En manos del enemigo

      De repente, se desató una nueva oleada de arrestos, especialmente entre septiembre y octubre de 1939. Entre los Testigos circuló el rumor de que un hermano había divulgado algunos nombres a las autoridades. Uno puede leer por sí mismo los detalles en documentos de la Gestapo actualmente disponibles para su consulta. El informe de la Gestapo de Viena, fechado el 2 de noviembre de 1939 dice:

      “Kuderna, mencionado en el informe diario del 31 de octubre de 1939, ha declarado que la actividad ilegal de la I.B.V. [Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia] sigue llevándose a cabo hasta el momento presente. Entonces pasó a revelar los nombres de los hermanos más prominentes de la I.B.V. en casi todos los distritos de Viena.”

      Johann Kuderna había sido un compañero de creencia desde 1924. Por razones hoy desconocidas, parece que facilitó las cosas a los enemigos sin proponérselo.

      La obra sufrió un nuevo revés cuando el código secreto que empleaban las hermanas para la distribución de las revistas también cayó en manos de las autoridades. Ahora les era fácil entender lo que quería decir la frase “veinte ejemplares para ‘Resi’”... el nombre de la hermana Schreiber era Therese y la llamaban Resi para abreviar. La hermana Schreiber fue detenida y enviada al campo de concentración de Ravensbrück sin haber sido juzgada. Y ¿qué fue de su madre? Había muerto dos meses antes.

      Testificación valerosa ante el tribunal

      Transcurrido algún tiempo, la hermana Schreiber fue llevada nuevamente a Viena desde el campo de concentración. ¿Qué pretendían hacer con ella? Pronto iba a averiguarlo. Durante el proceso celebrado en la Audiencia Provincial de Viena, ella vio sobre la mesa varias revistas La Atalaya en las que aparecía el nombre de Hitler. Habían sido publicadas clandestinamente. La hermana Schreiber supuso que conocían su implicación tanto en la reproducción como en la distribución de las revistas.

      “¿Hizo usted estas copias?”, le preguntó el juez enfáticamente. Ya con anterioridad a su detención la hermana Schreiber había orado a Jehová para que pusiera las palabras adecuadas en su boca, a fin de poder dar un testimonio que lo honrase a Él. Ella asumió la responsabilidad, respondiendo con entereza: “Sí, lo hice”.

      La hermana Schreiber era una mujer físicamente agraciada y de modales distinguidos. El juez, obviamente impresionado, quiso absolverla. Pero la Gestapo la mantuvo bajo custodia y la envió de nuevo al campo de concentración. Un traslado posterior a un campo de trabajos forzados le salvó la vida, aunque tuvo que soportar cinco años y medio de detención.

      Se siguen mimeografiando publicaciones

      Esa fue una época difícil para el hermano Gölles pues, uno tras otro, iban arrestando a sus leales colaboradores. Él se esforzaba al máximo por continuar distribuyendo el alimento espiritual. Pero, ¿quién le iba a ayudar? Se acordó de una hermana que unos meses antes le había abordado y le había dicho: “Hermano Gölles, quisiera hacer algo para la obra del Señor”. Se trataba de Hansi Hron (actualmente, Buchner), que se había bautizado en 1931. Ella había pasado algunos años en el extranjero, y había regresado a Austria en un momento crítico. Estaba plenamente dispuesta a asumir la difícil misión de servir de mensajera.

      Ludwig Cyranek también ofreció su ayuda. Ya había cumplido una sentencia de dos años de prisión en Alemania. Tan pronto como fue puesto en libertad, reemprendió la actividad clandestina y puso su experiencia al servicio de los hermanos de Viena. Tomó parte en la arriesgada tarea de reproducir La Atalaya.

      Pero, ¿se habría divulgado también la ubicación del mimeógrafo? No estando seguros de la respuesta, los hermanos primero trasladaron la máquina a un lugar, y después, a otro. El hermano Cyranek preparaba las matrices, mientras que el hermano Joseph Schön, de Praga, y la hermana Anna Voll, de Viena, le dictaban el texto, y Ernst Bojanowski, junto con otro hermano, hacía las copias mimeografiadas. La hermana Hansi Hron las recogía en un lugar diferente para distribuirlas entre los hermanos.

      Nuevamente hubo que cambiar el emplazamiento del mimeógrafo, y el hermano Schön encontró en una casa de campo un lugar donde esconderlo. Allí, él y otro hermano mimeografiaban las revistas. Una vez completada esa tarea teocrática, el hermano Schön entregaba las ayudas para el estudio de la Biblia a los hermanos. Cierto día, en uno de los lugares de entrega, se le invitó a quedarse y charlar un poco. Fue un error. Poco después fue arrestado.

      La hermana Hron aprendió de esta triste experiencia. Ella tomó por costumbre hacer sus entregas rápidamente y entonces se ponía de nuevo en camino. Unos seis meses después también fue arrestada. Pero había realizado su deseo sincero de “hacer algo para la obra del Señor”.

      Con el paso del tiempo, los hermanos se hicieron más sagaces a la hora de ocultar la literatura y la ubicación de sus grupos de estudio. De esta manera, cuando la policía registraba sus hogares por sorpresa, nunca encontraba ninguna publicación. En algunos lugares los hermanos iban a las montañas o a los bosques para celebrar sus reuniones. Cuando el maíz estaba lo suficientemente crecido, se reunían en pequeños grupos en medio de los campos, entre las hileras de los tallos, donde no podían ser avistados desde la carretera. ¡Y qué apropiados eran los artículos de estudio de La Atalaya!, artículos como “Nación fiel” y “Aguante en la verdad”. Era verdaderamente “alimento al tiempo apropiado”. (Mat. 24:45.)

      El enemigo busca el mimeógrafo

      Los funcionarios públicos se disponían a asestar un nuevo golpe. Querían arrestar a tantos testigos de Jehová como fuera posible, pero también intentaban desesperadamente encontrar la multicopista que se usaba para hacer copias de La Atalaya.

      Los archivos de la Gestapo que se han podido consultar contienen una orden emitida el 8 de junio de 1940, que dice: “Por orden de la RSHA [oficina principal de seguridad del estado alemán], Berlín, el 12 de junio de 1940 todos los miembros del I.B.V., así como todas las personas que trabajan para este movimiento y todas las personas a las que se les conozca como Estudiantes de la Biblia, deberán ser puestas bajo custodia. [...] Las mujeres también están incluidas. [...] Esta medida de la policía estatal abarca todo el territorio del estado alemán y deberá ejecutarse repentinamente el día 12 de junio de 1940. Deberán registrarse las casas al mismo tiempo que se efectúan arrestos, y deberá incautarse todo lo relacionado con el movimiento de los Estudiantes de la Biblia”.

      Este ataque enemigo se llevó a cabo de manera tan fulminante que resulta imposible reconstruir los detalles. Pero sabemos que en una sola redada se arrestó a 44 hermanos y hermanas, incluyendo a la mensajera Hansi Hron.

      Sin embargo, la evidencia muestra que el enemigo estaba resuelto a hacer más que solo detener personas. Esto lo atestigua un veredicto de la audiencia de Viena fechado el 28 de enero de 1941. Dice: “Solo después de investigaciones detalladas se hizo posible encontrar el lugar donde se efectuaba la impresión. Se descubrió el escondite, y se encontró y requisó la multicopista, junto con la máquina de escribir y otros artículos”. La maliciosa satisfacción de los enemigos del pueblo de Jehová queda claramente reflejada en esas palabras.

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