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  • El juicio de la infame ramera
    Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!
    • “Y [el ángel] me llevó en el poder del espíritu a un desierto. Y alcancé a ver a una mujer sentada sobre una bestia salvaje de color escarlata que estaba llena de nombres blasfemos y que tenía siete cabezas y diez cuernos”. (Revelación 17:3.)

  • El juicio de la infame ramera
    Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!
    • ¿De qué manera está llena de nombres blasfemos esta bestia salvaje simbólica? Por el hecho de que los hombres han levantado este ídolo multinacional como sustitutivo del Reino de Dios... para lograr lo que Dios dice que solamente su Reino puede lograr. (Daniel 2:44; Mateo 12:18, 21.) Sin embargo, lo que es notable en cuanto a la visión de Juan es que Babilonia la Grande cabalga sobre la bestia salvaje de color escarlata. Según lo manifestaba la profecía, la religión babilónica, particularmente en la cristiandad, se ha enlazado con la Liga o Sociedad de Naciones y su sucesora. El 18 de diciembre de 1918 el organismo conocido ahora como Concilio Nacional de las Iglesias de Cristo en América adoptó una declaración que decía, en parte: “Tal Sociedad no es meramente un expediente político; es más bien la expresión política del Reino de Dios en la Tierra. [...] La Iglesia puede dar un espíritu de buena voluntad, sin el cual ninguna Sociedad de Naciones podrá durar. [...] La Sociedad de Naciones tiene sus raíces en el Evangelio. Igual que el Evangelio, su objetivo es ‘paz en la tierra, buena voluntad para con los hombres’”.

      18. ¿Cómo mostró su apoyo a la Sociedad de Naciones el clero de la cristiandad?

      18 El 2 de enero de 1919 el periódico San Francisco Chronicle llevó en la primera página el titular: “El Papa pide que se adopte la Sociedad de Naciones propuesta por Wilson”. El 16 de octubre de 1919 se presentó al Senado de los Estados Unidos una petición —firmada por 14.450 clérigos de organizaciones religiosas prominentes— en la cual se instaba a aquel cuerpo “a ratificar el tratado de paz de París que incorpora el pacto de la sociedad de naciones”. Aunque el Senado de los Estados Unidos no ratificó el tratado, el clero de la cristiandad siguió su campaña a favor de aquella Sociedad. ¿Y cómo fue inaugurada la Sociedad? Una noticia de Suiza, con fecha del 15 de noviembre de 1920, dijo: “Todas las campanas de las iglesias de Ginebra sonaron a las once esta mañana para anunciar la apertura de la primera reunión de la Sociedad de Naciones”.

  • El juicio de la infame ramera
    Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!
    • El catastrófico fracaso de la Sociedad de Naciones debería haber hecho que el clero se diera cuenta de que esos organismos de hechura humana no son parte de un Reino de Dios en la Tierra. ¡Qué blasfemia es afirmar eso! Hace que parezca que Dios tuvo que ver con la colosal chapucería que resultó ser aquella Sociedad de Naciones. En cuanto a Dios, “perfecta es su actividad”. El Reino celestial de Jehová bajo Cristo —y no una combinación de políticos que riñen, muchos de ellos ateos— es el medio por el cual él traerá la paz y hará que su voluntad se efectúe en la Tierra como se hace en el cielo. (Deuteronomio 32:4; Mateo 6:10.)

      21. ¿Cómo se manifiesta que la gran ramera apoya y admira a la sucesora de la Sociedad, la Organización de las Naciones Unidas?

      21 ¿Qué hay de la sucesora de aquella Sociedad, la Organización de las Naciones Unidas? Desde el mismo comienzo la gran ramera ha cabalgado sobre ella, pues se ha asociado visiblemente con ella y ha tratado de guiar su destino. Por ejemplo, en su vigésimo aniversario, en junio de 1965, representantes de la Iglesia Católica Romana y de la Iglesia Ortodoxa Oriental, junto con protestantes, judíos, hindúes, budistas y musulmanes —en representación, según se dijo, de dos mil millones de habitantes de la Tierra— se reunieron en San Francisco para celebrar su apoyo y admiración a la ONU. En una visita a la ONU en octubre de 1965, el papa Paulo VI describió a aquel organismo como “la más grande de todas las organizaciones internacionales”, y añadió: “Los pueblos de la Tierra se vuelven a las Naciones Unidas como la última esperanza de concordia y paz”. Otro visitante papal, el papa Juan Pablo II, hablando a la ONU en octubre de 1979, dijo: “Espero que las Naciones Unidas siempre sigan siendo el foro supremo de la paz y la justicia”. Fue significativo que el Papa casi no mencionara a Jesucristo ni al Reino de Dios en su discurso. Durante su visita a los Estados Unidos en septiembre de 1987, según informó el periódico The New York Times, “Juan Pablo dijo mucho acerca del papel positivo de las Naciones Unidas en promover [...] ‘nueva solidaridad mundial’”.

  • El juicio de la infame ramera
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    • [Recuadro de la página 244]

      “Nombres blasfemos”

      Cuando la bestia salvaje de dos cuernos promovió a la Liga o Sociedad de Naciones después de la I Guerra Mundial, sus muchos amantes religiosos inmediatamente procuraron dar aprobación religiosa a esta medida. Como resultado de ello, el nuevo organismo para la paz llegó a estar ‘lleno de nombres blasfemos’.

      “El cristianismo puede suministrar la buena voluntad, la fuerza dinámica tras la liga [de naciones], y así hacer que el tratado, en vez de ser un trozo de papel, sea un instrumento del reino de Dios.”—The Christian Century, E.U.A., 19 de junio de 1919, página 15.

      “La idea de la Sociedad de Naciones es extender a las relaciones internacionales la idea del Reino de Dios como orden mundial de buena voluntad [...] Es aquello por lo cual oran todos los cristianos cuando dicen: ‘Venga tu Reino’.”—The Christian Century, E.U.A., 25 de septiembre de 1919, página 7.

      “Lo que mantiene unida a la Sociedad de Naciones es la Sangre de Cristo.”—Dr. Frank Crane, ministro protestante, E.U.A.

      “El Concilio [Nacional de Iglesias Congregacionalistas] apoya el Pacto [de la Sociedad de Naciones] como el único instrumento por el cual ahora el Espíritu de Jesucristo puede hallar mayor amplitud de aplicación práctica a los asuntos de las naciones.”—The Congregationalist and Advance, E.U.A., 6 de noviembre de 1919, página 642.

      “La conferencia pide a todos los metodistas que sostengan y promuevan vigorosamente los ideales [de la Sociedad de Naciones] expresados por la idea de Dios el Padre y los hijos terrestres de Dios.”—Iglesia Metodista Wesleyana, Gran Bretaña.

      “Cuando consideramos las aspiraciones, las posibilidades y las resoluciones de este acuerdo, vemos que contiene la esencia de las enseñanzas de Jesucristo: El Reino de Dios y su justicia [...] No es menos que eso.”—Sermón del arzobispo de Canterbery en la apertura de la Asamblea de la Sociedad de Naciones en Ginebra, el 3 de diciembre de 1922.

      “La Asociación de la Liga de Naciones en este país tiene el mismo santo derecho que cualquier sociedad misional humanitaria, porque en la actualidad es el instrumento más eficaz de la gobernación de Cristo como el Rey de paz entre las naciones.”—Dr. Garvie, ministro congregacionalista, Gran Bretaña.

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