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La lucha contra dos bestias ferocesApocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!
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“Y adoraron al dragón porque este dio la autoridad a la bestia salvaje, y adoraron a la bestia salvaje con las palabras: ‘¿Quién es semejante a la bestia salvaje, y quién puede combatir con ella?’”. (Revelación 13:4.) Mientras Jesús estuvo aquí en la Tierra, Satanás alegó que tenía autoridad sobre todos los reinos terrestres. Jesús no disputó esto; de hecho, él mismo llamó a Satanás el gobernante del mundo y rehusó participar en la política de aquel tiempo. Más tarde Juan escribió lo siguiente acerca de los verdaderos cristianos: “Sabemos que nosotros nos originamos de Dios, pero el mundo entero yace en el poder del inicuo”. (1 Juan 5:19; Lucas 4:5-8; Juan 6:15; 14:30.) Satanás delega autoridad a la bestia salvaje, y lo hace sobre una base nacionalista, de cada nación por sí misma. Así, la humanidad, en vez de estar unida en vínculos de amor piadoso, ha quedado dividida por orgullo de tribu, raza y nación. En realidad la gran mayoría de la gente adora a la parte de la bestia salvaje que tiene autoridad en el país donde ellos viven. De ese modo se da admiración y adoración a toda la bestia.
20. a) ¿En qué sentido adora la gente a la bestia salvaje? b) ¿Por qué no participan en adorar así a la bestia salvaje los cristianos que adoran a Jehová Dios, y qué ejemplo siguen?
20 ¿Adoración en qué sentido? En el sentido de anteponer el amor que se da a la patria al amor que se da a Dios. La mayoría de la gente ama el país donde ha nacido. Como buenos ciudadanos, los verdaderos cristianos también respetan a los gobernantes y los emblemas del país donde residen, obedecen las leyes y contribuyen positivamente al bienestar de su comunidad y de su prójimo. (Romanos 13:1-7; 1 Pedro 2:13-17.) Sin embargo, no pueden dar devoción ciega a un país mientras se oponen a todos los demás. “Nuestra patria, tenga razón o no”, no es enseñanza cristiana. Por eso, los cristianos que adoran a Jehová Dios no pueden convertirse en individuos hinchados de orgullo que den adoración patriótica a parte alguna de la bestia salvaje, porque eso equivaldría a adorar al dragón... la fuente de la autoridad de la bestia. No pueden exclamar con admiración: “¿Quién es semejante a la bestia salvaje [...]?”. Más bien, siguen el ejemplo de Miguel —cuyo nombre significa “¿Quién Es Como Dios?”— al apoyar la soberanía universal de Jehová.
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Así, desde fines de 1914 hasta 1918, mientras las naciones en guerra se desgarraban unas a otras como bestias salvajes, a los ciudadanos de estas naciones se les presionó para que adoraran a la bestia salvaje, participaran en la religión del nacionalismo, hasta estar dispuestos a morir por su país.
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