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Obsesión por la belleza¡Despertad! 2004 | 22 de diciembre
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Obsesión por la belleza
MARÍAa es una joven a la que le va bien en la vida y que forma parte de una encantadora familia. Sin embargo, no es feliz. ¿La causa? Está descontenta con su aspecto físico. Aunque sus familiares intentan animarla, María cree que dista mucho de ser bonita y por ello se deprime.
José se crió en un hogar respetable y no tiene motivos aparentes para ser infeliz. No obstante, piensa que nunca encontrará pareja. ¿Por qué? Porque considera que es poco agraciado, incluso feo, y está convencido de que ninguna mujer que valga la pena se fijará en él.
A sus ocho años, a Luis le gusta ir a la escuela y es bastante sociable. Disfruta jugando con sus compañeros de clase, pero a menudo lo hacen llorar con sus burlas. Dicen que está gordo.
Estos no son casos aislados. Atribuirlos sencillamente a que María, José y Luis no tienen amor propio tal vez sea simplificar demasiado el problema. La realidad es que a nadie le gusta sentirse rechazado debido a su físico.
Sin embargo, la sociedad concede excesiva importancia a este asunto. De hecho, a menudo parece que el éxito depende de la buena presencia. Da la impresión, por ejemplo, de que las personas más atractivas gozan de mayor número de oportunidades en el mercado laboral. Pilar Muriedas, una de las directoras de la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, reconoce que en el caso de las mujeres “tener buena imagen es uno de los principales requisitos para el éxito”. Y según la psicóloga Laura Martínez, toda mujer sabe bien que al final “cuenta mucho la imagen a la hora de contratarla”.
Claro, también numerosos hombres han caído víctimas de la obsesión de tener un cuerpo “perfecto”. En realidad, gran cantidad de personas de ambos sexos están dispuestas a todo en su búsqueda de la belleza, e incluso han llegado al punto de pasar hambre o de someterse a dolorosos tratamientos para obtener el mejor rostro o figura posibles. ¿Merece la pena tanto esfuerzo? ¿Conlleva esa búsqueda algún peligro?
[Nota]
a Se han cambiado los nombres.
[Ilustración de la página 3]
El aspecto físico a veces determina las oportunidades que le ofrecen a uno
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Riesgos de ir tras la belleza¡Despertad! 2004 | 22 de diciembre
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Riesgos de ir tras la belleza
¿CUÁLES son los criterios para juzgar la auténtica belleza? Por lo general se dice que depende del cristal con que se mira. De hecho, el concepto de belleza es bastante subjetivo y ha variado mucho según la cultura y la época.
Jeffery Sobal, profesor adjunto de Ciencias de la Nutrición de la Universidad Cornell (EE.UU.), señala: “A lo largo del siglo XIX, prácticamente todas las sociedades han relacionado la corpulencia con una posición elevada en la escala social. Una silueta voluminosa se veía como señal de prosperidad y buena salud, en tanto que un cuerpo flaco indicaba que la persona era tan pobre que ni siquiera tenía para comer”. Las obras de numerosos artistas de la época son fiel reflejo de dicho concepto, pues sus modelos —la mayoría mujeres— lucían cuerpos de robustos brazos, piernas, espaldas y caderas. Gran parte de estas obras consistían en retratos de personas reales consideradas prototipos de belleza.
Ese concepto todavía perdura, aunque la belleza no dependa exclusivamente del peso. Incluso hoy día, en algunas culturas del Pacífico sur se valora mucho la gordura. En ciertos lugares de África existen “granjas de engorde”, donde se recluye a las mujeres que están a punto de casarse para darles abundante alimento y así hacerlas más atractivas. El dueño de un club nocturno de Nigeria explica: “La típica mujer africana es corpulenta [...]. En nuestra cultura, ese es el tipo de belleza que ellas ofrecen”. Lo mismo ocurre en buena parte de las sociedades hispanas tradicionales, donde estar grueso se ve como un indicio de prosperidad y éxito.
Sin embargo, en muchas otras regiones se opina justo lo contrario. ¿A qué se debe? Hay quienes afirman que gracias a la expansión del comercio internacional y a que la industrialización permitió una mayor oferta y distribución de alimentos, las clases “más bajas” pudieron comer lo que antes solo estaba al alcance de los ricos. En consecuencia, la admiración por la gordura fue disminuyendo poco a poco. Por otro lado, algunas religiones asocian el sobrepeso con la gula, lo que confiere a la gente gruesa una imagen negativa. También han influido los descubrimientos científicos acerca de los riesgos que la obesidad supone para la salud. Estos y otros factores han propiciado el cambio de opinión sobre la belleza; de ahí que por décadas ya, en una gran parte del mundo, se haya fomentado la delgadez como el ideal de belleza.
Los medios de comunicación han desempeñado un papel significativo en promover esta forma de pensar. Los modelos que aparecen en los carteles publicitarios y en los anuncios de la televisión por lo general poseen cuerpos esbeltos y atléticos que pretenden dar una imagen de seguridad y éxito. Lo mismo puede decirse de las estrellas del cine y la televisión.
¿Cómo repercute esto en la gente común, entre ellos los jóvenes? Un artículo reciente acerca de la apariencia física revela que “para cuando la joven de término medio norteamericana se gradúe de secundaria, habrá visto más de veintidós mil horas de televisión”, durante la mayoría de las cuales será bombardeada con imágenes de mujeres sofisticadas y con cuerpos “perfectos”. Y añade: “Debido a la repetida exposición a esas imágenes, las mujeres interiorizan que ese ideal de cuerpo está relacionado con el prestigio, la felicidad, el amor y el éxito”. No sorprende, por lo tanto, que después de ver fotografías de modelos en una revista, el 47% de las chicas encuestadas se sintieran obligadas a perder kilos, cuando solo el 29% de ellas tenía motivos para hacerlo.
La industria de la moda también ha ejercido una poderosa influencia en el concepto popular de belleza. Una modelo venezolana llamada Jennifer, que trabaja en la ciudad de México, declara: “Tu trabajo es verte bien[,] y eso hoy significa estar delgada”. Vanessa, una modelo originaria de Francia, dice: “No es tanto que te exijan estar delgada, sino que tú te lo exiges a ti misma. Es una tendencia mundial”. En una encuesta realizada entre chicas jóvenes, el 69% reconoció que las modelos de las revistas habían influido en su opinión de lo que era un cuerpo bonito.
No obstante, las mujeres no son las únicas que ceden a la presión del supuesto físico ideal. El periódico mexicano El Universal afirma: “Nunca se había visto en el mercado tal cantidad de productos para el cuidado estético masculino”.
¿Produce resultados ideales la búsqueda del “aspecto ideal”?
Muchas personas recurren a la cirugía estética en un intento de conseguir un “aspecto ideal”, o sencillamente para verse mejor. Las aplicaciones de esta rama de la medicina son cada vez menos costosas y más variadas. ¿Cuáles fueron los inicios de la cirugía estética?
Según la Encyclopædia Britannica, las técnicas modernas de cirugía plástica se iniciaron durante los años que siguieron a la primera guerra mundial, cuando se trataba de arreglar las partes del cuerpo desfiguradas por las heridas de guerra. Desde entonces, esas técnicas han resultado muy útiles para corregir graves daños físicos causados por quemaduras, traumatismos y malformaciones congénitas. Sin embargo, la misma enciclopedia reconoce que la cirugía estética a menudo “se lleva a cabo únicamente con el fin de mejorar la apariencia física de personas que, por lo demás, están sanas”. Se utiliza, por ejemplo, para reconstruir la nariz, quitar el exceso de piel en la cara y el cuello, reducir el tamaño de las orejas, eliminar grasa del abdomen y las caderas, incrementar el volumen de ciertas partes del cuerpo e incluso dar un aspecto más “atractivo” al ombligo.
Pero ¿a qué peligros se exponen las personas que arriesgan su salud a fin de realzar su aspecto físico? Angel Papadopulos, secretario de la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva, explica que hay ocasiones en las que personas poco preparadas realizan este tipo de intervenciones y causan mucho daño. Existen clínicas que administran sustancias peligrosas a sus pacientes para estilizar su figura. A principios de 2003, cierto periódico informaba del escándalo que había estallado en las islas Canarias debido a las condiciones insalubres de los salones de belleza donde cientos de mujeres se habían sometido a operaciones quirúrgicas arriesgadas.a
Los hombres también pueden verse arrastrados en esta búsqueda del “aspecto ideal”. Algunos pasan muchas horas en el gimnasio, al grado de dedicar prácticamente todos sus ratos libres a dar forma a su cuerpo. “A la larga, tal necesidad de ejercitarse hace que vayan disminuyendo sus actividades sociales y la relación con otras personas”, dice la revista Milenio. La obsesión por lograr un aspecto musculoso incluso empuja a muchos a consumir sustancias —entre ellas esteroides— que pueden perjudicar la salud.
La excesiva preocupación de algunas jóvenes por su aspecto físico las ha hecho caer víctimas de trastornos alimentarios como la bulimia y la anorexia nerviosa. Algunas toman productos adelgazantes que prometen resultados extraordinarios en poco tiempo, pero que no cuentan con el respaldo de instituciones de salud acreditadas. El uso de tales productos puede ser sumamente perjudicial.
Esa obsesión por el aspecto entraña más riesgos que solo los de carácter físico. La doctora Katherine Phillips, de la Universidad Brown (EE.UU.), afirma que quienes se preocupan demasiado por su físico pueden desarrollar un desorden psicológico conocido como trastorno dismórfico corporal. Las personas que padecen esta enfermedad —nada menos que 1 de cada 50— se obsesionan con defectos imaginarios de su apariencia física. “Estas pueden estar tan seguras de su propia fealdad que se aíslan de sus amigos y seres queridos. Pueden deprimirse y desarrollar tendencias suicidas”, dice la doctora. Entonces pasa a dar el ejemplo de una preciosa jovencita que, pese a tener solo un poquito de acné, creía que su cara estaba cubierta de marcas. Para que nadie la viera, dejó la escuela a los 13 años.
¿Reviste tanta importancia la imagen de una persona como para que esta sacrifique su bienestar mental y físico a fin de lograr el “aspecto ideal”? ¿Existe otra clase de belleza más importante por la que valga la pena luchar?
[Nota]
a Aunque someterse a una operación de cirugía estética es una decisión personal, el cristiano debe tomar en consideración cuestiones importantes. Para una explicación más detallada, véase ¡Despertad! del 22 de agosto de 2002, págs. 18-20.
[Comentario de la página 5]
En un 69% de los casos, las modelos de las revistas influyen en lo que las chicas piensan que es un cuerpo bonito
[Ilustración de la página 4]
La publicidad ejerce una poderosa influencia en el concepto de belleza física
[Ilustración de la página 6]
Algunas personas se han perjudicado al someterse a excesivas intervenciones de cirugía estética
[Ilustraciones de la página 7]
Hay quienes se desviven por alcanzar el aspecto deseado
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La belleza más importante¡Despertad! 2004 | 22 de diciembre
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La belleza más importante
TODOS deseamos resultar atractivos y que la gente se sienta a gusto con nosotros. Pero ¿qué es lo que en verdad nos hace atractivos? Al fin y al cabo, hay límites a lo que podemos hacer para cambiar características heredadas sin correr riesgos. Además, la belleza física es pasajera, ya que el deterioro debido al paso de los años y las enfermedades es hoy por hoy inevitable. ¿Podemos llegar a tener otra clase de belleza que sea más importante y duradera?
La importancia de la belleza interior
La Biblia nos asegura que el Creador, Jehová Dios, valora mucho la belleza interior. Veamos algunos ejemplos.
Cuando Jehová le dijo a Samuel que escogiera un rey para Israel de entre los hijos de Jesé, el apuesto Eliab captó su atención. “Con toda seguridad este es el hombre que el Señor ha escogido como rey”, pensó Samuel. Pero Jehová le dijo: “No te fijes en su apariencia ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado. No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón” (1 Samuel 16:6, 7, Versión Popular).
El escogido resultó ser David, el hijo más joven. Aunque se dice que tenía “hermosos ojos” y “gallarda apariencia”, es posible que su aspecto no fuera tan deslumbrante como el de sus hermanos mayores. Sin embargo, “el espíritu de Jehová empezó a entrar en operación sobre David desde aquel día en adelante”. Pese a que no era perfecto y cometió errores graves, David sobresalió por su buen corazón y su historial de fiel servicio a Jehová hasta el día de su muerte (1 Samuel 16:12, 13). No cabe duda de que fue su belleza interior lo que principalmente agradó a Dios.
Analicemos, a modo de contraste, el caso de uno de sus hijos: Absalón. Pese a su envidiable aspecto, resultó ser una persona indeseable. La Biblia dice sobre él: “Ahora bien, en comparación con Absalón no se hallaba ningún hombre tan hermoso en todo Israel como para ser alabado tanto. Desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza no se hallaba en él defecto alguno” (2 Samuel 14:25). No obstante, su ambición lo empujó a rebelarse contra su propio padre y a usurpar el trono. Incluso llegó a violar a las concubinas de su progenitor. Como resultado, provocó la ira divina y sufrió una muerte dolorosa (2 Samuel 15:10-14; 16:13-22; 17:14; 18:9, 15).
¿Le atrae alguien como Absalón? Seguro que no. En conjunto, era un personaje desagradable. Su extraordinario aspecto físico no compensaba su arrogancia ni su deslealtad, ni tampoco pudo evitar su perdición. Por otro lado, la Biblia ofrece numerosos ejemplos de personas sabias y atrayentes de quienes no se menciona nada acerca de su apariencia física. Parece obvio que lo más importante era su belleza interior.
La belleza interior atrae
¿Les resulta atractiva a los demás la belleza interior? Georgina, quien lleva casada casi diez años, declara: “Con el paso del tiempo, la honradez y la sinceridad que mi esposo demuestra conmigo me han acercado más a él. Como lo más importante en su vida es agradar a Dios, se esfuerza por ser considerado y amoroso. Me tiene en cuenta al tomar decisiones y hace que me sienta valorada. Sé que me ama de verdad”.
Daniel, que se casó en 1987, dice: “Para mí, mi esposa es encantadora. No solo me atrae físicamente, sino que su personalidad contribuye a que la quiera todavía más. Siempre piensa en los demás y procura que se sientan bien. Sus valiosas cualidades cristianas han hecho que me resulte un placer tenerla a mi lado”.
En medio de este mundo superficial hemos de mirar más allá de lo exterior y entender que conseguir el aspecto físico “ideal” resulta difícil, si no imposible, y es de muy poco valor. Sin embargo, podemos cultivar cualidades atrayentes que nos permitan alcanzar la verdadera belleza interior. Las Santas Escrituras indican: “El encanto puede ser falso, y la belleza puede ser vana; pero la mujer que teme a Jehová es la que se procura alabanza”. Y, por el contrario, advierten: “Como nariguera de oro en el hocico de un cerdo, así es la mujer que es bella, pero que está apartándose de la sensatez” (Proverbios 11:22; 31:30).
La Palabra de Dios nos ayuda a valorar “la persona secreta del corazón en la vestidura incorruptible del espíritu quieto y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios” (1 Pedro 3:4). Así es, esa belleza interior es mucho más importante que la física. Y está al alcance de todos.
[Ilustraciones de las páginas 8 y 9]
Las buenas cualidades contribuyen más a nuestra belleza que cualquier tratamiento físico
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