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Unidos en el servicio de Dios en las buenas y en las malasLa Atalaya 1996 | 1 de marzo
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¡Por fin, África!
Regresamos a Francia, y al mes y medio la Sociedad nos dio una nueva asignación: Benín (África occidental). Estábamos muy contentos, pues ya habíamos querido ir a África trece años atrás.
Llegamos a Benín el 3 de noviembre de 1990. Figurábamos entre los primeros misioneros que llegaron cuando se levantó la proscripción de nuestra obra, que había durado catorce años. Fue muy emocionante. No nos costó nada ajustarnos a la vida allí porque es muy similar a la de las islas del Pacífico. La gente es muy amigable y hospitalaria. Uno puede hablar con cualquiera en la calle.
Unas semanas después de haber llegado a Benín, Babette se detectó un bulto en el seno. Fuimos a una clínica pequeña cerca de la nueva sucursal. El médico la examinó y dijo que necesitaba una operación de urgencia. Al día siguiente nos dirigimos a otra clínica, donde la examinó una ginecóloga francesa. También nos aconsejó que debíamos ir inmediatamente a Francia para que Babette se operara. Dos días después nos encontrábamos en un avión con rumbo a Francia.
Nos entristecía dejar Benín. Ahora que había libertad de cultos, a los hermanos les alegraba tener a nuevos misioneros, y a nosotros nos encantaba servir allí. Por eso nos molestaba decir adiós después de haber estado en Benín unas cuantas semanas.
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Unidos en el servicio de Dios en las buenas y en las malasLa Atalaya 1996 | 1 de marzo
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De todas maneras, nos preocupaba el futuro. Al darse cuenta de ello, Michel and Jeanette Cellerier nos invitaron a comer a un restaurante.
Les comentamos que habíamos tenido que dejar el servicio misional y que no podríamos regresar a África. El hermano Cellerier preguntó: “¿Cómo? ¿Quién dijo que tienen que dejar ese servicio? ¿El Cuerpo Gobernante? ¿Los hermanos de Francia? ¿Quién lo dijo?”.
—Nadie —contesté—, soy yo quien lo dice.
—¡No, no! —dijo el hermano Cellerier—. ¡Ustedes regresarán!
Después de la quimioterapia vinieron las radiaciones, tratamiento que terminó a fines de agosto de 1991. Los doctores no veían problema en que regresáramos a África con tal de que Babette volviera a Francia para examinarse regularmente.
Regresamos a Benín
Escribimos a la sede mundial, en Brooklyn, pidiendo permiso para reanudar nuestro servicio misional. Esperamos la respuesta con anhelo. Los días parecían eternos. Finalmente, Michel no pudo esperar más y telefoneó a Brooklyn para saber si habían recibido nuestra carta. Dijeron que la habían examinado y que podíamos regresar a Benín. ¡Qué agradecidos estábamos a Jehová!
La familia Merda organizó una maravillosa reunión social para celebrar la noticia. En noviembre de 1991 volvimos a Benín, donde los hermanos nos recibieron con una fiesta.
Babette parece estar bien ahora. Regresamos periódicamente a Francia para que le practiquen un examen completo, y los doctores no han hallado ninguna señal de cáncer. Nos alegra estar de nuevo en nuestra asignación misional. Nos sentimos útiles en Benín, y Jehová ha bendecido nuestra labor. Desde que volvimos hemos ayudado a catorce personas a bautizarse. Cinco sirven ahora de precursores regulares y uno de los hermanos es siervo ministerial. También hemos visto a nuestra congregación pequeña crecer y dividirse en dos.
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