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    Anuario de los testigos de Jehová 1997
    • Cuando terminó la ceremonia de izar la bandera, los oficiales del ejército ordenaron a los misioneros que llevaran sus pertenencias al piso de abajo, donde las registraron cuidadosamente. Podrían llevarse solo lo que tenían en las maletas y tendrían que dejar las demás posesiones. Los soldados llevaron al hermano Prosser a cada una de las habitaciones para que las cerrara con llave y exigieron que les entregara las llaves. Habían confiscado la sucursal. Algunos hermanos locales observaban de lejos lo que ocurría, y les partió el corazón cuando vieron que a sus queridos misioneros los echaban de su hogar y que guardias armados los escoltaban como criminales.

      ¡Expulsados del país!

      Se llevó de nuevo a los misioneros a la Sûreté Nationale, donde se les entregaron los documentos de expulsión. A todos, con excepción de Margarita Königer y Gisela Hoffmann, los volvieron a apiñar en la furgoneta de la Sociedad y los llevaron a la frontera de Nigeria. Posteriormente, llevaron a las hermanas Königer y Hoffmann a la frontera de Togo.

      El guardia armado que viajaba en el vehículo con la mayoría de los misioneros estaba muy tenso. Tenía la seguridad de que llevaba a criminales peligrosos a la frontera. Permitió que el vehículo se detuviera para abastecerse de gasolina. El joven empleado de la gasolinera reconoció la furgoneta de la Sociedad y preguntó por qué había tanta conmoción. “Somos misioneros y nos están expulsando del país por predicar acerca de la Biblia”, contestó con tristeza un misionero. “No se preocupen; volverán algún día”, respondió el joven. Esas palabras se cumplieron, aunque no inmediatamente.

  • Benín
    Anuario de los testigos de Jehová 1997
    • Los soldados ordenaron a los misioneros que sacaran sus pasaportes y luego los llevaron a la Sûreté Nationale, una agencia del Ministerio del Interior. Les leyeron los documentos de expulsión del país, después tenían que llevarlos a la frontera y expulsarlos inmediatamente, sin siquiera darles la oportunidad de regresar a casa para recoger sus pertenencias. Menos mal que ya era tarde y casi todos los policías se habían ido a casa. Dado que no había nadie que los escoltara hasta la frontera, les ordenaron a los misioneros que regresaran a casa y se prepararan para salir a las siete de la mañana.

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