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    • Jehová me regala servir en Betel

      En el verano de 1955, fui a Roma para asistir a la asamblea “El Reino Triunfante”. Aproveché el viaje para visitar Betel junto con delegados de otros países. Recuerdo que estando allí pensé: “¡Sería bellísimo servir aquí!”.

      Me bauticé el 18 de diciembre de 1955. Y, aunque todavía iba a la escuela, tenía claro que quería servir a Jehová a tiempo completo. En 1956 asistí a una asamblea en Génova. Allí se anunció que hacían falta voluntarios para trabajar en Betel, pero el representante de la sucursal añadió que no se necesitaban hermanas.

      Después, hablé de mis metas con nuestro superintendente de circuito, Piero Gatti.a Este hermano, que predicaba con mucho entusiasmo, me dijo: “Voy a recomendar que te nombren precursora especial”.

      Más adelante, recibí una carta de la sucursal. Estaba convencida de que era para enviarme como precursora a algún lugar. Pero ¡qué equivocada estaba! Me invitaban a solicitar el servicio de Betel.

      Irma está sentada frente a una máquina de escribir. Ilaria está de pie a su lado.

      En 1959, con otra traductora, llamada Ilaria Castiglioni (de pie), en Betel.

      En enero de 1958, comencé a servir en la sucursal. En ese momento la familia Betel estaba formada por 12 personas. Mi trabajo sería ayudar a los dos traductores que servían allí. Había mucho que hacer, pero yo no tenía ninguna experiencia en el campo de la traducción. Sin embargo, gracias a la ayuda de Jehová, terminé amando la labor que él me había asignado.

      Cuando todavía no había cumplido dos años en Betel, se reorganizó el trabajo de traducción y me reasignaron como precursora especial. La noticia me cayó como un jarro de agua fría porque para mí Betel ya era mi hogar. Pero, con el tiempo, me di cuenta de que mi nueva asignación también era un buen regalo de Jehová.

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    Biografías de testigos de Jehová
    • Jehová me da un regalo inesperado

      Llevaba menos de dos años en Cremona cuando recibí una llamada de la sucursal. ¡Me invitaban a volver a Betel! Cuando me dieron la noticia, literalmente salté de alegría. Resulta que se iba a celebrar en julio de 1961 una asamblea de seis días titulada “Adoradores Unidos”, y por eso había mucho que traducir. Así que el 1 de febrero de 1961 ya estaba de vuelta en Betel.

      Es verdad que trabajábamos un montón, pero fue todo un honor estar tan ocupada en producir información bíblica todos los días. Los meses pasaron volando y enseguida llegó la fecha de la asamblea.

      Precisamente en esa asamblea se anunció que se traduciría al italiano la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas. Cuando escuché el anuncio pensé: “Me parece que va a haber mucho trabajo”. Y acerté. Me pidieron que me quedara en Betel un poco más de tiempo. De eso ya hace más de 60 años..., ¡y aún sigo aquí!

      Irma está sentada frente a una máquina de escribir. A su lado tiene una grabadora de carrete.

      En 1965, trabajando en el Departamento de Traducción.

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