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‘Hemos hecho lo que deberíamos haber hecho’La Atalaya 1998 | 1 de agosto
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Creo que las familias pueden aprender muchas lecciones del funcionamiento de Betel. Nos levantamos temprano y comenzamos el día en un tono espiritual analizando un texto bíblico. Se espera que trabajemos con tesón y que llevemos una vida equilibrada a la vez que activa. Betel no se asemeja a un monasterio, como algunas personas pudieran pensar. Llevar una vida organizada nos hace más eficientes. Muchos hermanos han expresado que la preparación que recibieron aquí les ayudó posteriormente a asumir responsabilidades familiares y de la congregación cristiana.
Puede que a los hombres y mujeres jóvenes que vienen a Betel se les asigne a la limpieza, a la lavandería o a las tareas de la fábrica. El mundo tal vez quiera hacernos creer que ese trabajo de carácter físico es degradante o indigno. Sin embargo, los jóvenes de Betel llegan a apreciar que esos cometidos son necesarios para el adecuado y feliz funcionamiento de la familia.
El mundo también fomenta la idea de que se requiere una buena posición y prestigio para ser realmente feliz. No es cierto. Cuando efectuamos lo que se nos manda, estamos ‘haciendo lo que deberíamos estar haciendo’, y recibimos la bendición de Jehová (Lucas 17:10). Solo disfrutamos de verdadero contentamiento y felicidad cuando recordamos el propósito de nuestro trabajo: cumplir la voluntad de Jehová y promover los intereses del Reino. Si tenemos presentes esos objetivos, cualquier tarea puede ser agradable y gratificante.
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‘Hemos hecho lo que deberíamos haber hecho’La Atalaya 1998 | 1 de agosto
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Lecciones que he aprendido
He aprendido que un buen superintendente es el que busca el asesoramiento de los demás. Casi todas las ideas que he tenido el privilegio de llevar a la práctica como superintendente de Betel han procedido de otras personas.
Cuando vine a Betel había muchos hermanos mayores, como yo lo soy ahora. En su mayoría ya no están con nosotros. ¿Quién reemplaza a aquellos que envejecen y mueren? No siempre son los que tienen más aptitudes, sino los que están ahí, los que efectúan fielmente su trabajo, aquellos con los que se puede contar.
Otro aspecto importante que recordar es el del valor de una buena esposa. El apoyo de Fern, mi querida esposa, me ha sido de gran ayuda en el cumplimiento de mis deberes teocráticos. Los esposos tienen la responsabilidad de asegurarse de que sus cónyuges disfruten de lo que hacen. Yo intento tener algo planeado que a Fern y a mí nos guste hacer. No tiene por qué ser caro, sino solo un cambio en la rutina. Corresponde al marido lograr que su mujer se sienta feliz. El tiempo que pasa con ella es muy valioso y se termina deprisa, así que es necesario que lo aproveche al máximo.
Me alegro de vivir en los últimos días de los que Jesús habló. Este es el tiempo más emocionante de toda la historia humana. Con los ojos de la fe podemos ver cómo el Señor ensancha su organización y la prepara para el advenimiento del nuevo mundo prometido. Cuando repaso mi vida de servicio a Jehová, me doy cuenta de que es Él quien dirige su organización, no los hombres. Nosotros solo somos sus siervos. Como tales, siempre hemos de buscar su guía. Una vez nos indica lo que hemos de hacer, solo tenemos que poner manos a la obra en unidad.
Si se dedica a servir a la organización, puede estar seguro de que disfrutará de una vida plena y feliz. En cualquier función que desempeñe —ya sea el precursorado, la obra de circuito, servir de publicador en una congregación, el servicio de Betel o la obra misional—, siga las pautas que se le den y valore su cometido. Haga todo lo posible por disfrutar de cada asignación y de cada día de trabajo en el servicio a Jehová. Se sentirá cansado, y puede que abrumado o abatido en ocasiones. Entonces ha de recordar el propósito por el que dedicó su vida a Dios: hacer Su voluntad, no la de usted.
No ha habido ningún día que haya ido a trabajar y no haya disfrutado de ello. ¿Por qué? Porque cuando de todo corazón damos de nosotros mismos a Jehová tenemos la satisfacción de saber que ‘hemos hecho lo que deberíamos haber hecho’.
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