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  • Un tesoro escondido sale a la luz: La historia de la Biblia de Makarios
    La Atalaya 1997 | 15 de diciembre
    • Así, en 1716, Pedro I encargó a su corte la impresión de una Biblia en Amsterdam, que él mismo sufragó. Cada página contendría una columna con el texto en ruso y otra con el texto en holandés. Tan solo un año después, en 1717, estuvieron listas las Escrituras Griegas Cristianas, o “Nuevo Testamento”.

      Para 1721 ya se había impreso la sección en holandés de una traducción en cuatro volúmenes de las Escrituras Hebreas. Se dejó una columna en blanco, para que más tarde se llenara con el texto ruso. Pedro I entregó entonces las Biblias al “Santo Sínodo” —la máxima autoridad de la Iglesia—, para que este se encargara de terminar su impresión y de distribuirlas. Pero el sínodo no cumplió tal encomienda.

      Menos de cuatro años después, el zar murió. ¿Qué pasó con sus Biblias? La columna que debió haber ocupado el texto ruso quedó en blanco. Se amontonaron las Biblias en grandes pilas en un sótano, donde se estropearon de tal forma que ni uno solo de los ejemplares se conservó indemne. El sínodo decidió “vender todo aquel despojo a los comerciantes”.

      Empiezan los trabajos de traducción

      John Paterson, miembro de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, viajó a Rusia en 1812. Allí presentó a la intelectualidad de San Petersburgo la idea de formar una sociedad bíblica. El 6 de diciembre de 1812, el mismo año en que el ejército ruso rechazó a las tropas invasoras de Napoleón I, el zar Alejandro I aprobó la constitución de la Sociedad Bíblica Rusa, y en 1815 encomendó a su presidente, el príncipe Aleksandr Golitsyn, que indicara al sínodo que “también los rusos deben tener la oportunidad de leer la Palabra de Dios en su lengua materna”.

      Cabe destacar que se concedió el permiso para poder traducir las Escrituras Hebreas directamente del hebreo al ruso. Las traducciones de las Escrituras Hebreas al eslavo se habían basado en la antigua Septuaginta griega. Se indicó a los que iban a traducir la Biblia al ruso que el lema de la traducción debería ser exactitud, claridad y pureza. ¿Qué ocurrió con aquellos primeros intentos por facilitar la Biblia en ruso?

      ¿Se asesta un golpe mortal a la traducción bíblica?

      Los sectores conservadores de la Iglesia y el gobierno rusos vieron pronto con recelo la influencia política y religiosa que procedía del exterior. Algunos mandatarios eclesiásticos empezaron a alegar que el eslavo —usado en la liturgia—, expresaba el mensaje de la Biblia mejor que el ruso.

      De modo que la Sociedad Bíblica Rusa se clausuró en 1826, y miles de ejemplares de traducciones que esta había producido terminaron en el fuego. Los mitos y tradiciones continuaron primando sobre la Biblia. Siguiendo la línea trazada por la Iglesia Católica Romana, el sínodo decretó en 1836: “Se permite a cualquier lego devoto escuchar las Escrituras, pero a ninguno se le permite leer ciertas secciones, especialmente el Antiguo Testamento, sin orientación”. Parecía que se había asestado un golpe definitivo a la traducción de la Biblia.

      La obra de Pavsky

      Gerasim Pavsky, profesor de Hebreo, se dedicó mientras tanto a la tarea de traducir las Escrituras Hebreas al ruso, y en 1821 concluyó una traducción de los Salmos. El zar la aprobó de inmediato, y en el mes de enero de 1822 ya estaba en manos del público. Recibió una aceptación inmediata, y tuvieron que hacerse nada menos que doce reimpresiones, con un total de 100.000 ejemplares.

      Por su erudita labor, Pavsky se granjeó el respeto de muchos lingüistas y teólogos. Se dice de él que fue un hombre franco y honrado que se mantuvo por encima de las intrigas que le rodeaban. Continuó traduciendo los versículos bíblicos en sus conferencias, a pesar de la oposición eclesiástica a la Sociedad Bíblica Rusa, y a que algunos pensaran que el hacerlo favorecía intereses extranjeros. Sus alumnos le admiraban; copiaron a mano sus traducciones y, con el tiempo, recopilaron su obra. En 1839 se resolvieron entre todos a imprimir 150 ejemplares en la imprenta de la academia sin el permiso de los censores.

      La traducción de Pavsky impresionó profundamente a los lectores, que la solicitaron cada vez más. Pero en 1841 el sínodo recibió una denuncia anónima sobre el “peligro” que representaba esta traducción, alegando que se desviaba del dogma ortodoxo. Dos años más tarde, el sínodo decretó: “Confisquen todos los ejemplares manuscritos o litografiados de la traducción de G. Pavsky del Antiguo Testamento, y destrúyanlos”.

  • Un tesoro escondido sale a la luz: La historia de la Biblia de Makarios
    La Atalaya 1997 | 15 de diciembre
    • Para entonces, Makarios ya había traducido los libros bíblicos de Isaías y Job. No obstante, el sínodo le denegó su petición. De hecho, le mandó que olvidara por completo el asunto y promulgó un decreto, fechado el 11 de abril de 1841, que ordenaba a Makarios “como penitencia servir en la casa de un obispo de Tomsk de tres a seis semanas, para que limpie su conciencia mediante oraciones y genuflexiones”.

      La firme postura de Makarios

      En diciembre de 1841 y enero de 1842, Makarios cumplió su penitencia. Pero una vez cumplida, comenzó de inmediato a traducir el resto de las Escrituras Hebreas. Obtuvo una copia de la traducción de Pavsky, y la usó para revisar su propia versión. Al igual que Pavsky, tampoco quiso ocultar el nombre divino. Tanto es así, que en la traducción de Makarios el nombre Jehová figura más de tres mil quinientas veces.

      Makarios envió ejemplares de su obra a amigos que simpatizaban con su causa. Aunque se pusieron en circulación algunas copias manuscritas, la Iglesia siguió impidiendo que se publicara. Makarios pensó promocionar su Biblia fuera de Rusia, pero enfermó en vísperas de su partida, y murió poco después, en 1847. Nunca vio publicada su traducción en el transcurso de su vida.

  • Un tesoro escondido sale a la luz: La historia de la Biblia de Makarios
    La Atalaya 1997 | 15 de diciembre
    • Finalmente, soplaron nuevos vientos políticos y religiosos. Un nuevo espíritu liberal se difundió por todo el país, y en 1856 el sínodo aprobó una vez más la traducción de la Biblia al ruso. En este ambiente más propicio, la Biblia de Makarios se publicó por entregas en la publicación Orthodox Review entre 1860 y 1867, bajo el título Ensayo de Traducción a la Lengua Rusa.

      El arzobispo Filaret de Chernigov, un erudito en literatura religiosa rusa, hizo esta valoración de la Biblia de Makarios: “Su traducción es fiel al texto hebreo, y su depurado lenguaje está a la altura de la materia”.

      Sin embargo, la Biblia de Makarios nunca se facilitó al público en general. Al contrario, quedó sepultada en el olvido. La Biblia completa, tanto las Escrituras Hebreas como las Griegas, se tradujeron por fin al ruso en 1876 con la aprobación del sínodo. Esta Biblia recibe con frecuencia el nombre de traducción sinodal. Irónicamente, se utilizó la traducción de Makarios, junto con la de Pavsky, como la base principal de esta traducción “oficial” de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Sin embargo, solo se empleó el nombre divino en unos pocos de los lugares en que aparece en hebreo.

  • Un tesoro escondido sale a la luz: La historia de la Biblia de Makarios
    La Atalaya 1997 | 15 de diciembre
    • Después de indicar que solo “hace ciento veinte años” que apareció la Biblia en ruso, el diario se lamentó: “Durante muchos años, la Iglesia se opuso a que los libros sagrados se tradujeran a un lenguaje sencillo. Tras rechazar varias traducciones, por fin aceptó una de ellas en 1876, que llegó a conocerse como la traducción sinodal. Sin embargo, se vetó su uso en las iglesias. Aún hoy en día, la única Biblia que la Iglesia reconoce está en eslavo”.

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