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  • Cómo edificar una fe que traslade montañas
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
w87 15/7 págs. 4-7

Cómo edificar una fe que traslade montañas

“YO CREO. ¡Ayúdame a creer más!” Esas fueron las palabras del perturbado padre del muchacho epiléptico mencionado en el artículo anterior. (Marcos 9:24, Versión Popular.) Puede que esa expresión también refleje los sentimientos suyos. Si así es, puede estar seguro de que no se halla solo en esa situación. Hoy día las condiciones mundiales tienden a debilitar la fe en Dios y en su Palabra. Muchas cosas —la filosofía atea, el materialismo, las crisis en las iglesias y el horrible aumento en la violencia— tienden a socavar la fe verdadera. Por eso fue muy apropiada esta pregunta de Jesucristo: “Cuando llegue el Hijo del hombre, ¿verdaderamente hallará la fe sobre la tierra?”. (Lucas 18:8.)

En cierta ocasión, hasta los apóstoles de Jesús le suplicaron: “Danos más fe”. Sin embargo, en vez de darles más fe milagrosamente, él dijo: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a este moral: ‘ ¡Sé desarraigado y plantado en el mar!’, y les obedecería”. (Lucas 17:5, 6.) Por eso, ¿precisamente cómo podemos conseguir más fe?

Cómo edificar la fe

El apóstol Pablo escribió: “¿Cómo [...] pondrán fe en aquel de quien no han oído? ¿Cómo, a su vez, oirán sin alguien que predique? [...] De modo que la fe sigue a lo oído. A su vez, lo oído es mediante la palabra acerca de Cristo”. (Romanos 10:14-17.) Vemos claramente, pues, que si queremos más fe tenemos que oír las Escrituras y conocerlas. Eso fue lo que hizo el cuadripléjico mencionado en el artículo anterior. Los testigos de Jehová le impartieron conocimiento bíblico, y él adquirió fe y entonces puso en práctica en su vida diaria lo que aprendió. Así halló fe para remover el obstáculo que se levantaba como una montaña en su vida.

Toma tiempo juntar la evidencia convincente que es la base de la fe. (Hebreos 11:1.) Y requiere esfuerzo. ¿Está usted dispuesto a dedicar tiempo y esfuerzo —y hacerlo con regularidad— para juntar la evidencia que se necesita para edificar la fe?

“Bloques” para edificar la fe

El proceso de edificar la fe puede asemejarse a erigir un edificio. Hasta los edificios más grandes se componen de bloques de construcción individuales. Cada bloque se coloca en su lugar junto con centenares de otros bloques para dar al edificio la estabilidad que necesita para resistir tempestades violentas y los estragos del tiempo. La fe, también, se basa en “bloques” de prueba individuales colocados cuidadosamente con relación a otros. Cada “bloque” añade algo a la evidencia de que Dios existe, de que es el Creador de todas las cosas, y de que tiene un propósito que envuelve a su creación humana. ¿Cuáles son, precisamente, estos “bloques” de construcción?

En primer lugar, considere su propio cuerpo. ¿No ve usted evidencia convincente de un Creador en, por ejemplo, su fantástico cerebro: un órgano que está mucho más allá de lo que la ciencia puede imitar? ¿Puede usted decir, como el salmista: “De manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho”? (Salmo 139:14.) Si puede, entonces tiene un “bloque” con el cual edificar su fe.

¿Halla más prueba de la existencia de un Creador amoroso en la infinita variedad y belleza de los árboles, las plantas y las flores? ¿Puede ver tal prueba en las criaturas animales de tierra, aire y mar, y en su interdependencia así como en su importancia para la humanidad? Si estamos dispuestos a escuchar, podemos “oír” que todas estas cosas declaran: ‘¡Dios existe!’. (Romanos 1:20.)

No obstante, no basta con creer en la existencia del Creador. Para que nuestras preguntas acerca de él y de sus propósitos nos sean contestadas, necesitamos una revelación que proceda de este Dios invisible y omnisapiente. ¡Y la tenemos! ¿Dónde? En la Biblia. Pero muchas personas no consideran a esta fuente de información tan confiable como a la creación visible que nos rodea.

Sin embargo, hay prueba abundante —evidencia convincente— de que la Biblia es un libro inspirado por Dios. Por ejemplo, la armonía que existe entre sus escritores —unos 40 en total, que escribieron durante 16 siglos— es prueba de que ese libro tiene un solo Autor, Jehová Dios. Además, vez tras vez los hallazgos de la ciencia verdadera y la arqueología han probado que la Biblia es verídica y confiable. Por ejemplo, el astrónomo Robert Jastrow escribió: “Los detalles difieren, pero los elementos esenciales en el relato astronómico y en el relato bíblico de Génesis son iguales: la cadena de los sucesos que culminaron en la aparición del hombre comenzó repentina y bruscamente en un momento específico en el tiempo, en un instante de luz y energía”.

Considere un solo ejemplo de cómo la arqueología ha confirmado la historia bíblica. En 2 Reyes 18:13-15 leemos: “En el año catorce del rey Ezequías, Senaquerib el rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá y procedió a apoderarse de ellas”. En aquel tiempo “el rey de Asiria impuso a Ezequías el rey de Judá trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro”. En confirmación de esto, durante el siglo XIX el arqueólogo A. H. Layard descubrió lo que se llama el Prisma del rey Senaquerib. Su texto cuneiforme dice: “Respecto a Ezequías, el judío, que no se sometió a mi yugo, 46 de sus ciudades fuertes rodeadas de muros [...] las asedié y las tomé [...] aumenté el antiguo tributo, y le impuse como pago anual, un impuesto [...] de 30 talentos de oro y 800 talentos de plata”. Una notable corroboración del registro bíblico, ¡que solo difiere en la cantidad del impuesto de plata!

Otros “bloques” para edificar la fe

El cumplimiento de las profecías bíblicas suministra “bloques” de construcción sobresalientes. Una profecía es la predicción de algún suceso futuro. Cuando ese suceso se realiza, la veracidad de la predicción queda confirmada. El hombre no puede hacer profecías de esa índole, y, por eso, es correcta la declaración bíblica: “La profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo”. (2 Pedro 1:21.) Un examen de algunas de esas profecías bíblicas ciertamente fortalece la fe.

Alrededor de 732 a.E.C. Isaías predijo la caída de Babilonia por obra de los medos y los persas, y hasta dio el nombre del conquistador, Ciro. Un dato sorprendente: ¡Esta profecía se dio unos 200 años antes de que Ciro tomara a Babilonia! En parte, la profecía dice que Jehová es “Aquel que dice a la profundidad acuosa: ‘Evapórate; y secaré todos tus ríos’”. Se predijo que Dios ‘abriría delante de Ciro las puertas de dos hojas, de modo que las puertas mismas no estarían cerradas’. “Las puertas de cobre haré pedazos, y cortaré las barras de hierro —dijo Jehová—. Y ciertamente te daré los tesoros que están en la oscuridad.” (Isaías 44:24–45:3.) ¿Cómo se cumplió esta profecía?

Sucedió en una noche de juerga y borrachera para Babilonia y sus príncipes. Sin ser notado, y bajo la protección de la noche, el ejército de Ciro trabajó diligentemente en desviar las aguas del río Éufrates, que pasaban por el centro de la ciudad. Así, los soldados pudieron entrar en Babilonia por el lecho del río. Por descuido, las puertas que daban al río habían quedado abiertas durante la fiesta. Por eso, los medos y los persas se apoderaron fácilmente de Babilonia y todos sus tesoros. La profecía de Isaías se cumplió en todos sus detalles.

Jehová Dios también juzgó conveniente hacer a Jesucristo el foco de muchas profecías que predijeron detalles de su nacimiento, vida, ministerio y muerte, algunas de las cuales se escribieron con siglos de anterioridad. Por ejemplo, se predijo que nacería en la tribu de Judá y como descendiente de David (Génesis 49:10; Isaías 11:1, 2) y en el pueblo de Belén. (Miqueas 5:2.) Una persona en estrecha asociación con él sería infiel y lo traicionaría por 30 piezas de plata. (Salmo 41:9; Zacarías 11:12.) Se echarían suertes por sus prendas de vestir. (Salmo 22:18.) Lo traspasarían, pero ninguno de sus huesos sería quebrado. (Zacarías 12:10; Salmo 34:20.) Daniel 9:24-27 predijo la venida de Jesús como el Mesías, o Cristo, después de 69 semanas de años, un período de 483 años contado desde 455 a.E.C. hasta el bautismo de Jesús en 29 E.C. Media “semana” (tres años y medio) después, en 33 E.C., Jesús fue “cortado” en la muerte como se había predicho. También se cumplieron otros detalles de la profecía.

Estos son solo algunos de los “bloques” que se pueden usar para edificar la fe que puede trasladar montañas. El juntarlos todos y ponerlos en su lugar toma tiempo, esfuerzo y perseverancia. Pero se ha hecho. Juan, que vive en Santos, Brasil, puede dar testimonio de que se puede hacer. Hace unos años él no mostraba interés en asuntos de religión, y no tenía fe en la Biblia, aunque sí creía en la existencia de Dios. Juan concordó en que lo visitara un testigo de Jehová. Las consideraciones semanales de la Biblia finalmente lo convencieron de que la Biblia no era un libro ordinario, y finalmente ‘la aceptó, no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios’. (1 Tesalonicenses 2:13.) Se requirió tiempo, pero a medida que Juan adelantó en sus estudios bíblicos pudo llegar a entender el propósito de Dios para la humanidad. Finalmente, en 1970, se bautizó como testigo de Jehová. Ahora es anciano nombrado en una congregación, y ayuda a otros a tener una fe mayor y más firme.

¿Desea usted ayuda para edificar su fe? Si así es, recuerde que “la fe sigue a lo oído. A su vez, lo oído es mediante la palabra acerca de Cristo”. (Romanos 10:17.) Más de 3.000.000 de testigos de Jehová esparcen diligentemente “la palabra acerca de Cristo” y del Reino de Dios en más de 200 países. Con gusto le ayudarán a aprender más acerca de la Palabra de Dios considerando gratuitamente la Biblia con usted.

Puede estar seguro de que habrá invertido bien el tiempo al prestar atención a “lo oído”. Ese esfuerzo pudiera ayudarle a edificar la fe que traslada montañas. Esto, a su vez, pudiera llevarlo a la vida eterna, “porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3:16.)

[Fotografía/Recuadro en la página 7]

“BLOQUES” para edificar la fe

Aprecie las cosas hechas por Jehová

Acepte la Biblia como la Palabra de Dios

Note cómo la arqueología y la historia confirman el relato bíblico

Examine el cumplimiento de las profecías bíblicas

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