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    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • Lengua. Por lo general, las obras de consulta afirman que los elamitas no eran descendientes de Sem y que el escritor de Génesis los incluye entre los semitas tan solo desde un punto de vista político o geográfico. Esta opinión se basa en la idea de que la lengua de los elamitas no era semita. No obstante, la investigación ha revelado que las inscripciones más antiguas halladas en la región geográfica llamada Elam son “meras listas de objetos representados pictóricamente en tablillas de arcilla con la cantidad de cada uno al lado indicada por un sistema simple de barras, círculos y semicírculos [...]. Su contenido para ese tiempo es solo económico o administrativo”. (Semitic Writing, de G. R. Driver, Londres, 1976, págs. 2, 3.) Estas inscripciones podrían llamarse “elamitas” solo y exclusivamente por haberse encontrado en el territorio de Elam.

      De modo que el peso del argumento de los que se oponen a que Elam se incluya entre los pueblos semitas descansa en su mayor parte en algunas inscripciones posteriores, que se cree datan del II milenio a. E.C., así como en el monumento de Behistún (del siglo VI a. E.C.), que contiene textos paralelos en persa antiguo, acadio y “elamita”. Se dice que las inscripciones atribuidas a los elamitas están en una lengua aglutinante (aquella en la que las palabras raíces se juntan para formar compuestos, a diferencia de las lenguas flexivas). Los filólogos no han sido capaces de relacionar con éxito esa lengua “elamita” con ninguna otra lengua conocida.

      Al evaluar la información supracitada, hay que recordar que la región geográfica en la que con el tiempo se concentraron los descendientes de Elam bien la pudieron haber ocupado otros pueblos antes de la época elamita o incluso durante ese tiempo, tal como los sumerios primitivos no semitas residieron en Babilonia. La Encyclopædia Britannica (1959, vol. 8, pág. 118) dice: “Todo el país [designado Elam] fue ocupado por varias tribus que en su mayoría hablaban dialectos aglutinantes, aunque los que ocuparon los distritos occidentales eran semitas”. (Cursivas nuestras; MAPA y TABLA, vol. 1, pág. 329.)

      Sin embargo, estas inscripciones halladas en Elam no prueban que los verdaderos elamitas no fuesen de origen semita, pues hay muchos ejemplos históricos de pueblos que adoptaron un idioma distinto al suyo debido a la dominación o infiltración de elementos extranjeros. Por otro lado, algunos pueblos antiguos, además de hablar su propia lengua, usaban otro idioma en sus relaciones comerciales o internacionales (como en el caso del arameo, que llegó a ser lingua franca de varias naciones). A los “hititas” de Karatepe se deben unas inscripciones bilingües (probablemente del siglo VIII a. E.C.) en escritura jeroglífica “hitita” y en fenicio antiguo. Otro ejemplo de la práctica común entre pueblos antiguos de registrar hechos y acontecimientos en más de un idioma lo hallamos en Persépolis, donde se encontraron unas 30.000 tablillas de arcilla del tiempo del rey persa Darío I. Estaban escritas en su mayor parte en el idioma “elamita”. Sin embargo, Persépolis no era una ciudad elamita.

      Una prueba más de que no es apropiado considerar la mención de Elam en Génesis capítulo 10 como una referencia puramente geográfica y no genealógica la suministran las esculturas de los reyes elamitas, esculturas que datan, según los arqueólogos, del tiempo de Sargón I (cuya gobernación sitúan hacia el fin del III milenio). Estas esculturas no solo representan figuras típicamente acádicas (asirobabilonias semíticas), sino que también llevan inscripciones acádicas. (The Illustrated Bible Dictionary, edición de J. D. Douglas, 1980, vol. 1, pág. 433.)

  • Elam
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • Un oficial elamita llamado Kudur-Mabuk tomó Larsa, una ciudad importante que se encontraba junto al Éufrates, al norte de Ur, y colocó como rey a su hijo Warad-Sin. Es digno de mención que tanto el nombre de este último como el de su hermano —Rim-Sin, quien le sucedió en el trono— son semíticos, lo que confirma la influencia de los semitas en Elam.

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