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      En 1870 Charles Taze Russell y un pequeño grupo de colaboradores de Allegheny (Pensilvania) y sus alrededores formaron una clase para el estudio de la Biblia. Como resultado de sus reuniones, su amor a Dios y a su Palabra fue aumentando y su entendimiento de lo que la Biblia misma enseña se hizo más profundo. En aquellas reuniones no se hablaba en lenguas de forma milagrosa. ¿Por qué no? Porque aquellos dones milagrosos habían cumplido su objetivo en el siglo primero y, como había predicho la Biblia, habían cesado. “El siguiente paso del progreso —explicó el hermano Russell— era la manifestación de los frutos del espíritu, como lo señala claramente san Pablo.” (1 Cor. 13:4-10.) Además, al igual que en el siglo I, estos cristianos tenían que efectuar una obra de evangelización urgente, y para ello necesitaban estímulo. (Heb. 10:24, 25.) Poco tiempo después celebraban dos reuniones semanales.

      El hermano Russell comprendió la importancia de que los siervos de Jehová fueran un pueblo unido, sin importar dónde se hallaran en el mundo. De ahí que en 1879, poco después de empezar a publicarse la revista Watch Tower, hoy conocida en español como La Atalaya, se invitara a los lectores a solicitar la visita del hermano Russell o de uno de sus colaboradores. Se avisaba con claridad: “No se cobra ni se acepta dinero”. Cuando llegaron algunas solicitudes, el hermano Russell hizo un viaje de un mes que lo llevó hasta Lynn (Massachusetts), y celebró reuniones en cada parada que duraron de cuatro a seis horas. Trató sobre el tema: “Asuntos relacionados con el Reino de Dios”.

      A principios de 1881 el hermano Russell dio esta exhortación a los lectores de la revista Watch Tower que aún no celebraban reuniones regulares donde vivían: “Organicen una en su propia casa con su familia, o hasta con las pocas personas que se interesen. Lean, estudien, alaben y adoren juntos, y donde dos o tres se reúnan en Su nombre, el Señor estará entre ustedes, como maestro suyo. Así eran algunas de las reuniones de la iglesia en el tiempo de los apóstoles. (Véase Filemón, 2)”.

      El programa que se sigue en las reuniones tuvo un desarrollo gradual. Se daban sugerencias, pero se dejaba que cada grupo, teniendo en cuenta sus circunstancias, decidiera qué era lo mejor para ellos. De vez en cuando alguien presentaba un discurso, pero se daba más énfasis a las reuniones en las que todos pudieran participar libremente. Al principio algunas clases de los Estudiantes de la Biblia no usaron mucho las publicaciones de la Sociedad en sus reuniones, pero los ministros viajantes, los peregrinos, les ayudaron a ver lo valioso que era hacer esto.

      Después de haberse publicado varios tomos de Millennial Dawn (La Aurora del Milenio), empezaron a usarse como base para el estudio. En 1895 a los grupos de estudio se les llamó Círculos de la Aurora para Estudios Bíblicos.a En Noruega algunos los llamaron más tarde “reuniones de lectura y conversación —y añadieron—: Se leían en voz alta porciones de los libros del hermano Russell, y cuando alguien tenía comentarios o preguntas [...], levantaba la mano”. El hermano Russell recomendó que en aquellos estudios los participantes emplearan diferentes traducciones de las Escrituras, referencias marginales de la Biblia y concordancias bíblicas. Los grupos solían ser de tamaño moderado y se reunían en hogares particulares en una noche conveniente para todos. Aquellas reuniones fueron predecesoras del actual Estudio de Libro de Congregación.

      El hermano Russell se dio cuenta de que se requería más que un simple estudio de asuntos doctrinales. Debería haber también expresiones de devoción que infundieran en el corazón de las personas aprecio al amor de Dios y un deseo de honrarle y servirle. Se instó a las clases a organizar una reunión especial con ese fin una vez a la semana. A veces se las llamaba “Reuniones de las Cabañas” porque tenían lugar en hogares particulares. El programa constaba de oraciones, himnos de alabanza y testimonios de los presentes.b A veces aquellos testimonios eran experiencias animadoras; se incluían también pruebas, dificultades y situaciones críticas a las que se hubieran enfrentado recientemente. En algunos lugares esas reuniones no lograban su objetivo, pues se daba demasiado énfasis a individuos. Mediante la revista The Watch Tower se dieron bondadosas sugerencias para mejorarlas.

      Recordando aquellas reuniones, Edith Brenisen, esposa de uno de los primeros peregrinos estadounidenses, dijo: “Era una noche para meditar en el cuidado amoroso de Jehová y para asociarnos estrechamente con nuestros hermanos y hermanas. Mientras escuchábamos algunas de sus experiencias llegábamos a conocerlos mejor. Observar su fidelidad, ver cómo vencían sus dificultades, a menudo nos ayudaba a resolver algunas de nuestras propias perplejidades”. Sin embargo, con el tiempo quedó claro que las reuniones más provechosas eran las que se preparaban con el fin de equipar a cada uno para la evangelización.

      En algunos lugares, el proceder que se seguía en la reunión del domingo preocupaba a los hermanos. Algunas clases trataban de estudiar la Biblia versículo por versículo. Pero a veces las diferencias de opinión en cuanto al significado no fortalecían en absoluto. Para mejorar la situación, algunos miembros de la congregación de Los Ángeles (California) prepararon bosquejos para el estudio de temas bíblicos, con preguntas y remisiones a la Biblia que toda la clase podía examinar antes de asistir a la reunión. En 1902 la Sociedad presentó una Biblia que contenía “Ayudas para el estudio bereano de la Biblia” y un índice de temas.c Para más simplificación, a partir del número del 1 de marzo de 1905 de la revista Watch Tower se suministraron bosquejos para analizarlos en la congregación, que constaban de preguntas y remisiones a la Biblia y a publicaciones de la Sociedad para estimular la investigación. Ese sistema continuó hasta 1914, año en el que se empezaron a publicar preguntas de estudio para los tomos de Studies in the Scriptures (Estudios de las Escrituras) que podían usarse como base para los Estudios Bereanos.

      Todas las clases tenían la misma materia de estudio, pero la cantidad de reuniones semanales variaba de una a cuatro, o incluso más, según se organizara en cada lugar. A partir de 1914, en Colombo (Ceilán, ahora Sri Lanka), se tenían reuniones los siete días de la semana.

      Se animaba a los Estudiantes de la Biblia a que investigaran, a ‘confirmarlo todo’, a expresar las ideas en sus propias palabras. (1 Tes. 5:21, Versión Autorizada.) El hermano Russell animó a comentar libremente toda la información que se estudiaba. También advirtió: “Nunca olviden que la Biblia es nuestra norma, y aunque vemos nuestras ayudas como procedentes de Dios, son solo ‘ayudas’ y no sustituyen a la Biblia”.

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    • a Posteriormente se llamó a estas reuniones Círculos Bereanos para Estudios Bíblicos, pues en ellas se imitaba a los bereanos del siglo primero, a quienes se encomió porque “examinaban con cuidado las Escrituras”. (Hech. 17:11.)

      b A causa de su contenido, también se las llamó Reuniones de Oración, Alabanza y Testimonio. En vista de la importancia de la oración, con el tiempo se recomendó que cada tres meses la reunión fuera simplemente un servicio de oración que incluyera himnos, pero no experiencias.

      c En 1907 las ayudas para los estudios bereanos fueron revisadas, aumentadas considerablemente y actualizadas. En la impresión de 1908 se añadieron más de trescientas páginas de información útil.

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