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Las asambleas: prueba de nuestra hermandadLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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Primeras asambleas de los Estudiantes de la Biblia
La organización de las asambleas de los Estudiantes de la Biblia de diversas ciudades y países tuvo un desarrollo gradual. A diferencia de lo que sucede entre los grupos eclesiásticos tradicionales, las asambleas hicieron posible que los Estudiantes de la Biblia pronto llegaran a conocer a compañeros de adoración de otros lugares. Al principio aquellas asambleas se efectuaban en Allegheny (Pensilvania), para el tiempo de la conmemoración anual de la muerte del Señor. En 1891 se anunció específicamente que habría una “asamblea para el estudio de la Biblia y para celebrar la Cena Conmemorativa del Señor”. Al año siguiente la revista Watch Tower anunció en un encabezamiento que saltaba a la vista: “ASAMBLEA DE CREYENTES, EN ALLEGHENY, PA.: DEL 7 AL 14 DE ABRIL, INCLUSIVE, DE 1892”.
No se invitaba al público en general a aquellas primeras asambleas. Más bien, en 1892 asistieron unas cuatrocientas personas que habían dado prueba de fe en el rescate y de interés sincero en la obra del Señor. El programa constó de cinco días de intenso estudio de la Biblia y dos días de consejo útil para los repartidores de literatura.
Una persona que asistió a una de estas asambleas por primera vez dijo: “He asistido a muchas asambleas, pero nunca a una como esta, donde lo único que se trata constantemente, desde que uno se levanta hasta que se acuesta, es la voluntad y el plan de Dios; en la casa, en la calle, en las reuniones, al comer y en todo otro lugar”. Respecto al espíritu que manifestaban los asistentes, alguien de Wisconsin (E.U.A.) escribió: “Me impresionó mucho el espíritu de amor y bondad fraternal que se manifestó en todo momento”.
En 1893 hubo un cambio en los preparativos para la asamblea anual. A fin de aprovechar tarifas de ferrocarril más baratas debido a la Exposición Colombina (Feria Mundial de Chicago) que tendría lugar aquel verano, los Estudiantes de la Biblia se reunieron en Chicago (Illinois), del 20 al 24 de agosto. Esta fue la primera asamblea general que tuvieron fuera de la zona de Pittsburgh. Sin embargo, con el fin de emplear de la mejor manera posible el tiempo y el dinero en la obra del Señor, las asambleas generales se suspendieron por unos años.
Después, a partir de 1898, los Estudiantes de la Biblia de varios lugares tomaron la iniciativa en organizar asambleas a las que asistieran personas de una zona específica. En 1900 hubo tres asambleas generales organizadas por la Sociedad; pero también hubo trece asambleas en diversos lugares de Estados Unidos y Canadá, la mayoría de las cuales duraron un día, y a menudo se celebraban durante la visita de uno de los peregrinos. La cantidad de asambleas siguió aumentando. En 1909 se celebraron por lo menos 45 asambleas de organización local en América del Norte, además de las asambleas en que participó el hermano Russell al efectuar giras especiales que lo llevaron a diferentes partes del continente. Gran parte del programa de las asambleas de un día tenía el propósito especial de estimular el interés del público. La concurrencia oscilaba entre unos cientos de personas hasta varios miles.
Por otra parte, a las asambleas generales asistían principalmente Estudiantes de la Biblia, y en ellas se enfatizaba la instrucción para los que ya estaban bien establecidos en el camino de la verdad. Para aquellas asambleas se alquilaban trenes especiales que traían a concurrentes de las principales ciudades. A veces la asistencia llegaba a unas cuatro mil personas, y entre los presentes había algunos provenientes de Europa. Aquellas eran ocasiones de verdadero estímulo espiritual que comunicaban más celo y amor al pueblo de Jehová. Al concluir una de aquellas asambleas, en 1903, un hermano dijo: “No aceptaría ni mil dólares a cambio de todo el bien que recibí en esta asamblea; ¡y eso que soy pobre!”.
Los peregrinos que se hallaran en la zona de la asamblea presentaban discursos en ella. El hermano Russell también se esforzaba por asistir a las asambleas locales y participar en el programa, así como a asambleas mayores en Estados Unidos y, con frecuencia, en Canadá. Aquello implicaba viajar mucho. La mayoría de sus viajes los hacía los fines de semana. Pero en 1909 un hermano de Chicago alquiló varios vagones de tren para llevar a un grupo de asambleístas que viajaba con el hermano Russell durante una gira de asambleas. En 1911 y 1913 el mismo hermano contrató trenes enteros para llevar a cientos de hermanos en giras de asambleas que duraban un mes o más, por el oeste de Estados Unidos y Canadá.
Viajar hacia las asambleas en uno de aquellos trenes era una experiencia memorable. En 1913 Malinda Keefer subió a uno en Chicago (Illinois). Años más tarde dijo: “Enseguida me di cuenta de que éramos una gran familia [...] y que el tren era nuestro hogar por un mes”. Cuando el tren partía, los que venían a despedirnos entonaban una canción que decía: “Dios los acompañe hasta vernos de nuevo”, y agitaban pañuelos y sombreros a medida que el tren se iba perdiendo de vista. La hermana Keefer añadió: “El tren paraba en cada lugar donde había una asamblea, la mayoría de las cuales duraban tres días, y pasábamos un día en cada asamblea. Durante aquellas paradas el hermano Russell daba dos discursos: por la tarde, uno para los hermanos, y al anochecer presentaba otro para el público sobre el tema ‘Más allá del sepulcro’”.
En otros países se iban celebrando también más asambleas. Con frecuencia eran muy pequeñas. En la primera que se celebró en Noruega, en 1905, hubo unas quince personas; pero aquello era solo el comienzo. Seis años después, cuando el hermano Russell visitó ese país, se hizo un esfuerzo especial por invitar al público, y asistieron aproximadamente 1.200 personas. En 1909, cuando Russell asistió a unas asambleas en Escocia, habló a unas 2.000 personas en Glasgow y a otras 2.500 en Edimburgo, sobre el interesante tema: “El ladrón en el Paraíso, el rico en el infierno y Lázaro en el seno de Abrahán”.
Al concluir las primeras asambleas los hermanos celebraban lo que llamaban una fiesta de amor, en la que manifestaban sus sentimientos de hermandad cristiana. ¿Qué se hacía en estas ‘fiestas de amor’? Entre otras cosas, los oradores formaban una hilera, cada uno sosteniendo un plato con pan cortado en cuadritos; entonces los del auditorio desfilaban ante ellos, tomaban del pan y les daban la mano, a la vez que cantaban “Bendito el vínculo que une nuestros corazones en amor cristiano”. Solían derramar lágrimas de gozo mientras cantaban. Más tarde, cuando el auditorio aumentó en número, cesaron de darse la mano y tomar del pan, pero concluían con cántico y oración y, a menudo, con aplausos prolongados que expresaban su agradecimiento.
Comienza una campaña mundial de proclamar el Reino
La primera gran asamblea que se celebró después de la I Guerra Mundial tuvo lugar en Cedar Point (Ohio) (en el lago Erie, 96 kilómetros al oeste de Cleveland), del 1 al 8 de septiembre de 1919. Después de la muerte del hermano Russell, algunos que habían sido prominentes en la organización se apartaron de la verdad. Los hermanos experimentaron una prueba severa. Anteriormente en aquel año de 1919, el presidente de la Sociedad y colaboradores suyos habían salido de su encarcelamiento injusto. De modo que todos se preguntaban qué sucedería ahora. Aunque el primer día la asistencia fue algo baja, más tarde aquel día llegaron más concurrentes en trenes especiales. Entonces los hoteles que habían ofrecido alojamiento se vieron inundados de asambleístas. R. J. Martin y A. H. Macmillan (dos del grupo que acababa de salir de la cárcel) ofrecieron su ayuda. Estuvieron asignando cuartos hasta después de la medianoche, y el hermano Rutherford y muchos otros sirvieron de botones, cargando el equipaje y conduciendo a los hermanos a sus habitaciones. Había un espíritu contagioso de entusiasmo entre todos.
Se esperaba que asistieran unas dos mil quinientas personas. Sin embargo, en todo sentido la asamblea resultó mucho mejor de lo que se esperaba. Para el segundo día se tuvieron que utilizar salones adicionales. Cuando esto no bastó, hubo que pasar al exterior, a una zona donde había una arboleda muy agradable. La asistencia fue de unos seis mil Estudiantes de la Biblia de Estados Unidos y Canadá.
Por lo menos 1.000 personas del público vinieron para el discurso principal del domingo, lo que sumó un total de 7.000 personas, a quienes el orador habló al aire libre sin micrófono ni sistema de amplificación de la voz. En aquel discurso, “La esperanza para la humanidad angustiada”, J. F. Rutherford subrayó que el Reino Mesiánico de Dios es la solución a los problemas de la humanidad, y además mostró que la Sociedad de Naciones (que estaba en proceso de formación y ya había recibido el visto bueno del clero) no era en absoluto una expresión política del Reino de Dios. El periódico Register de Sandusky (un periódico de aquella zona) publicó un informe extenso del discurso público y un resumen de la actividad de los Estudiantes de la Biblia. Se enviaron copias del informe a otros periódicos de Estados Unidos y Canadá. Pero la publicidad que emanó de aquella asamblea no fue lo único que la hizo significativa.
El punto culminante de la asamblea fue el “Discurso a los colaboradores”, presentado por el hermano Rutherford, un discurso que más tarde se publicó con el título de “Anunciando el Reino”. Iba dirigido a los Estudiantes de la Biblia mismos. En él se explicó el significado de las letras GA que aparecían en el programa de la asamblea y se veían en varios lugares del local. Se anunció que se publicaría una nueva revista, The Golden Age (La edad de oro), que tendría como fin dirigir la atención de la gente al Reino Mesiánico. Después de explicar la obra que se haría, el hermano Rutherford dijo al auditorio: “Ante ustedes se presenta una oportunidad. Aprovéchenla. Al hacer esta obra, recuerden que no solicitan fondos como representantes de una revista, sino que son embajadores del Rey de reyes y Señor de señores, que con dignidad anuncian a la gente la venida de la Edad de Oro, el glorioso reino de nuestro Señor y Amo, algo que por muchos siglos han esperado, y por lo que han orado, los cristianos verdaderos”. (Véase Revelación 3:8.) Cuando el orador preguntó cuántos deseaban participar en aquella obra, fue muy alentador ver la entusiástica respuesta. Las 6.000 personas del auditorio se pusieron de pie como si fueran una sola. Para el año siguiente más de 10.000 personas participaban en el servicio del campo. La entera asamblea tuvo un efecto unificador y vigorizante en los presentes.
Tres años más tarde, en 1922, se celebró otra asamblea memorable en Cedar Point. Duró nueve días, del 5 al 13 de septiembre. Además de los concurrentes de Estados Unidos y Canadá, algunos vinieron de Europa. Hubo sesiones en diez idiomas. El promedio diario de asistencia fue de unas diez mil personas; y para la conferencia principal, el discurso “Millones que ahora viven no morirán jamás”, hubo tantas personas del público que la concurrencia casi se duplicó.
Los Estudiantes de la Biblia no celebraron aquella asamblea con la idea de prepararse para efectuar en la Tierra una obra que tomaría décadas. De hecho, decían que bien podría ser su última asamblea general antes de “la liberación de la iglesia [...] para entrar en la fase celestial del reino de Dios, y, sí, pasar a la mismísima presencia de nuestro Señor y nuestro Dios”. Pero, prescindiendo del poco tiempo que quedara, lo que más les importaba era hacer la voluntad de Dios. Con eso presente, el viernes 8 de septiembre el hermano Rutherford presentó el importante discurso “El Reino”.
Antes de esto, en diferentes partes del local se habían colgado grandes rótulos con las letras ADV. Durante el discurso el significado de aquellas letras quedó claro cuando el orador dio esta exhortación: “Sean fieles y verdaderos testigos para el Señor. Sigan adelante en la lucha hasta que todo vestigio de Babilonia quede desolado. Proclamen el mensaje lejos y extensamente. El mundo tiene que saber que Jehová es Dios y que Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Este es el día de importancia máxima. ¡Miren, el Rey rige! Ustedes son sus agentes de publicidad. Por lo tanto, anuncien, anuncien, anuncien al Rey y su reino”. En aquel momento se desenrolló ante el auditorio una enorme pancarta, de 11 metros de largo. En esta aparecía el lema “Anuncien [en inglés: ‘Advertise’, representado por las letras ‘ADV’] al Rey y el Reino”. Fue un momento electrizante. El auditorio aplaudió con entusiasmo. Levantando su violín por encima de su cabeza, un hermano de edad avanzada de apellido Pfannebecker, músico de la orquesta de la asamblea, clamó con fuerte acento alemán: “Ach, Ya! Und now ve do it, no?” (¡Ah, sí! Y ahora lo haremos, ¿verdad?). Y realmente lo hicieron.
Cuatro días después, estando la asamblea todavía en curso, el hermano Rutherford participó personalmente con otros concurrentes en proclamar el Reino de casa en casa en un radio de 72 kilómetros desde el lugar de asamblea. Pero el asunto no terminó allí. La obra de proclamar el Reino había recibido un poderoso impulso que la llevaría a todo el mundo. Aquel año, más de diecisiete mil trabajadores celosos, en 58 países, participaron en testificar. Décadas más tarde, George Gangas, quien estuvo en esa asamblea y posteriormente llegó a ser miembro del Cuerpo Gobernante, dijo respecto al programa: “Fue algo que se escribió indeleblemente en mi mente y corazón, que nunca [olvidaré] mientras viva”.
Ocasiones significativas en el desarrollo espiritual
Todas las asambleas han provisto estímulo e instrucción basada en la Palabra de Dios. Pero algunas han quedado en la memoria por décadas como hitos espirituales, ocasiones muy significativas en sentido espiritual.
Siete de estas se celebraron, una tras otra, en Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña, de 1922 a 1928. Algo que contribuyó a la importancia de aquellas asambleas fueron las impactantes resoluciones que se adoptaron, cuyo contenido se resume en un recuadro en la página siguiente. Aunque los Testigos eran relativamente pocos, distribuyeron hasta 45 millones de ejemplares de una resolución y 50 millones de otras varias, en muchos idiomas y por todo el mundo. Algunas resoluciones se transmitieron al extranjero por cadenas de emisoras. Así se dio un testimonio excepcional.
En 1931 se celebró en Columbus (Ohio) otra asamblea histórica. El domingo 26 de julio, después de escuchar razones bíblicas al respecto, los Estudiantes de la Biblia adoptaron un nuevo nombre: testigos de Jehová. ¡Qué apropiado! Este es un nombre que dirige la atención principalmente al Creador mismo y que muestra con claridad la responsabilidad que tienen los que lo adoran. (Isa. 43:10-12.) La adopción de ese nombre infundió en los hermanos celo como nunca antes para proclamar el nombre y el Reino de Dios. Como lo expresó un hermano danés en una carta aquel mismo año: “Qué nombre tan extraordinario: testigos de Jehová. Sí, ¡que todos seamos eso!”.
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Las asambleas: prueba de nuestra hermandadLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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[Recuadro/Fotografía en la página 261]
Siete importantes resoluciones de asambleas
En 1922 la resolución titulada “Un desafío a los líderes del mundo” los retó a demostrar que los humanos saben gobernar la Tierra o de lo contrario reconocer que la paz, la vida, la libertad y la felicidad eterna solo pueden venir de Jehová mediante Jesucristo.
En 1923 se presentó “Una advertencia a todos los cristianos” sobre la necesidad urgente de huir de las organizaciones que engañosamente dicen representar a Dios y a Cristo.
En 1924 “Eclesiásticos denunciados” reveló el engaño de las doctrinas y las prácticas no bíblicas del clero de la cristiandad.
En 1925 “Mensaje de esperanza” mostró por qué los que aseguran ser la luz que guía al mundo no han podido satisfacer las mayores necesidades del hombre y por qué solo el Reino de Dios puede lograrlo.
En 1926 “Un testimonio a los gobernantes del mundo” les avisó que Jehová es el único Dios verdadero y que Jesucristo gobierna ahora como el legítimo Rey de la Tierra. Instó a los gobernantes a utilizar su influencia para volver el pensamiento de la gente hacia el Dios verdadero para evitarles la calamidad.
En 1927 la “Resolución a los pueblos de la cristiandad” desenmascaró la combinación económico-política-religiosa que oprime a la humanidad. Exhortó a la gente a abandonar la cristiandad y a poner su confianza en Jehová y su Reino en las manos de Cristo.
En 1928 la “Declaración en contra de Satanás y a favor de Jehová” mostró claramente que el Rey ungido de Jehová, Jesucristo, restringirá dentro de poco a Satanás y destruirá su maligna organización, e instó a todos los que aman la justicia a ponerse de parte de Jehová.
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