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  • Es posible ser felices en un hogar dividido
    La Atalaya 2012 | 15 de febrero
    • Esto es aplicable incluso a quienes llevan poco tiempo estudiando con los Testigos. Algunas personas no ven inconveniente en que su cónyuge tome clases bíblicas o hasta lo consideran beneficioso para la familia. No obstante, hay quienes reaccionan con hostilidad. Esther, que ahora es Testigo, admite que se puso “hecha una furia” cuando su esposo aceptó un curso bíblico de los testigos de Jehová. Ella confiesa: “Algunas publicaciones se las tiré a la basura, y otras se las quemé”. Howard, quien al principio se negó a que su esposa estudiara las Escrituras, explica: “Muchos hombres temen que su esposa esté siendo captada por una secta peligrosa. Al no saber cómo defenderla de la supuesta amenaza, reaccionan con agresividad”.

      7 Si un estudiante de la Biblia sufre la oposición de su cónyuge, ¿cómo podemos ayudarle? Debemos explicarle que no tiene por qué abandonar el estudio. Es muy posible que su pareja cambie de actitud si la trata con bondad y respeto (1 Ped. 3:15). Howard dice: “Le agradezco a mi esposa que mantuviera la calma y no reaccionara de forma exagerada”. Ella cuenta: “Me exigió que dejara de estudiar la Biblia. Según decía, me estaban lavando el cerebro. Yo me esforcé por no discutir y le dije que tal vez tuviera razón, pero que sinceramente no lo veía así. Le pedí que leyera el libro que yo estaba estudiando. Cuando lo hizo, se quedó sin argumentos y muy impresionado”.

  • Es posible ser felices en un hogar dividido
    La Atalaya 2012 | 15 de febrero
    • Cuando los estudiantes de la Biblia comprenden que han hallado la verdad, suelen emocionarse tanto que tal vez se pasen el día hablando de lo que están aprendiendo y esperen que sus familiares también acepten enseguida el mensaje del Reino. Eso fue lo que le ocurrió a Fred. “¡Quería contárselo a todo el mundo!”, recuerda. Sin embargo, la respuesta no siempre es tan positiva como desean. La esposa de Fred, por ejemplo, reconoce: “Me tenía agobiada”. Otro caso es el de una mujer que aceptó la verdad dieciocho años después que su esposo. Ella explica: “Yo necesitaba asimilar las cosas poco a poco”. Si estamos dando clases bíblicas a una persona cuyo cónyuge no tiene interés en la religión verdadera, ¿por qué no ensayar juntos con regularidad qué podría decir para explicarle sus creencias con tacto? Moisés dijo: “Goteará como la lluvia mi instrucción, destilará como el rocío mi dicho, como suaves lluvias sobre la hierba y como copiosos chaparrones sobre la vegetación” (Deu. 32:2). Unas gotas de la verdad salpicadas aquí y allá en el momento oportuno pueden calar más hondo que todo un diluvio de agua espiritual.

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