-
Amaban profundamente la Palabra de DiosLa Atalaya 2009 | 1 de junio
-
-
“Una misión prácticamente imposible”
En 1807, haciendo caso omiso de los consejos de sus familiares y amigos, el misionero británico Robert Morrison se embarcó hacia el Lejano Oriente con la firme decisión de traducir la Biblia al chino. Pero no sería una tarea sencilla. De hecho, Charles Grant —el entonces presidente de la Compañía de las Indias Orientales— aseguró que era “una misión prácticamente imposible”.
Al llegar a China, Morrison se enteró de que allí estaba prohibido, bajo pena de muerte, enseñar el idioma a los extranjeros. Así que, por su propia seguridad y la de quienes accedieron a darle clases, decidió permanecer en su casa durante un tiempo. Según cierta obra, “dos años después ya sabía hablar mandarín y al menos dos dialectos, y dominaba la lectura y escritura” de los caracteres chinos. Mientras tanto, el emperador emitió un edicto decretando la pena capital para quienes imprimieran publicaciones cristianas. Pese a esta amenaza, el 25 de noviembre de 1819, Morrison terminó su traducción de la Biblia al chino.
Para el año 1836 ya se habían impreso unos 2.000 ejemplares de la Biblia completa, 10.000 de las Escrituras Griegas y 31.000 porciones sueltas. Como vemos, el amor a la Palabra de Dios había hecho posible lo que parecía “una misión prácticamente imposible”.
-
-
Amaban profundamente la Palabra de DiosLa Atalaya 2009 | 1 de junio
-
-
[Ilustraciones de la página 10]
Robert Morrison y su traducción de la Biblia al chino
[Reconocimientos]
Al cuidado de Asian Division of the Library of Congress
Robert Morrison, grabado de W. Holl, del libro The National Portrait Gallery Volume IV, publicado c.1820 (litografía), Chinnery, George (1774-1852) (after)/Private Collection/Ken Welsh/The Bridgeman Art Library International
-