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Salvación de la vida mediante sangre... ¿cómo?La Atalaya 1991 | 15 de junio
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¿Salva vidas en sentido médico?
12. En cuanto a las transfusiones de sangre, ¿qué pueden considerar razonablemente las personas pensadoras?
12 Por años los peritos han alegado que la sangre salva vidas. Puede ser que unos médicos relaten que alguien que perdió muchísima sangre recibió transfusiones y mejoró. De modo que la gente tal vez se pregunte: ‘En sentido médico, ¿cuán prudente o imprudente es la postura cristiana?’. Antes de considerar algún procedimiento médico importante, la persona pensadora determina tanto los posibles beneficios como los posibles riesgos. ¿Qué se puede decir de las transfusiones de sangre? La realidad es que las transfusiones de sangre encierran muchos riesgos. Hasta pueden ser mortíferas.
13, 14. a) Describa maneras como las transfusiones de sangre han resultado peligrosas. b) ¿Cómo ilustra la experiencia del papa los riesgos que representa para la salud un tratamiento con sangre?
13 Recientemente los doctores L. T. Goodnough y J. M. Shuck comentaron: “Desde hace mucho la comunidad médica ha estado al tanto de que aunque el suministro de sangre es seguro hasta el grado que sabemos hacerlo así, la transfusión de sangre siempre ha encerrado riesgos. La complicación más frecuente de la transfusión sanguínea sigue siendo la hepatitis no A y no B (NANBH [siglas en inglés]); entre otras posibles complicaciones están la hepatitis B, la isoinmunización, reacciones a la transfusión, la supresión inmunológica y una sobrecarga de hierro”. El informe añadió lo siguiente al calcular ‘moderadamente’ uno solo de esos graves peligros: “Se prevé que unas 40.000 personas [tan solo en los Estados Unidos] van a desarrollar NANBH cada año, y que hasta 10% de ellas van a desarrollar cirrosis y/o hepatoma [cáncer del hígado]” (The American Journal of Surgery [Boletín estadounidense de cirugía], junio de 1990).
14 Una más extensa comprensión del riesgo de contraer enfermedades portadas por la sangre en transfusiones ha hecho que la gente revise su parecer sobre la transfusión. Por ejemplo, después del atentado contra el papa en 1981, él fue atendido en un hospital y luego dado de alta. Más tarde tuvo que regresar al hospital por dos meses, y su condición empeoró tanto que parecía que tendría que retirarse como inválido. ¿Por qué? Porque contrajo una infección por citomegalovirus de la sangre que recibió. Algunos quizás se pregunten: ‘Si ni siquiera la sangre que se da al papa es segura, ¿qué hay de las transfusiones que recibimos nosotros, las personas de término medio?’.
15, 16. ¿Por qué no son seguras las transfusiones de sangre aunque la sangre haya sido examinada para detectar si porta o no enfermedades?
15 ‘Pero ¿no hay maneras de examinar la sangre para detectar si porta enfermedades?’, quizás pregunte alguien. Pues bien, considere como ejemplo el examen para detectar la hepatitis B. El boletín Patient Care (Cuidado del paciente), del 28 de febrero de 1990, señaló: “Hubo menos casos de hepatitis tras las transfusiones después del examen universal de la sangre para detectar[la], pero todavía del 5 al 10% de los casos de hepatitis tras las transfusiones son ocasionados por la hepatitis B”.
16 La posibilidad de que esa clase de exámenes falle se ve también en el caso de otro riesgo debido a la transfusión de sangre... el SIDA. La pandemia del SIDA ha puesto en muchos, y vigorosamente, mayor conciencia del peligro que representa la sangre infectada. Es verdad que ahora hay maneras de examinar la sangre para ver si está contaminada o no con el virus. Sin embargo, no en todo lugar se somete la sangre a esos exámenes, y parece que la gente puede portar el virus del SIDA en la sangre por años sin que los exámenes actuales lo detecten. ¡De modo que los pacientes pueden contraer el SIDA —y lo han contraído— de sangre que fue examinada y pasó la prueba!
17. ¿Cómo pueden causar daño que tal vez no se manifieste de inmediato las transfusiones de sangre?
17 Los doctores Goodnough y Shuck también mencionaron “la supresión inmunológica”. Sí, aumenta la evidencia de que hasta la sangre que se ha sometido debidamente a prueba cruzada puede causar daño al sistema inmunológico de un paciente y dar paso al cáncer y la muerte. Así, un estudio canadiense de “pacientes de cáncer en la cabeza y el cuello indicó que los que recibieron una transfusión de sangre durante la extirpación de [un] tumor experimentaron después una disminución significativa en su inmunidad” (The Medical Post, 10 de julio de 1990). Doctores de la Universidad de California del Sur habían informado: “La tasa de reaparición de todo cáncer de la laringe fue de 14% para los que no habían recibido sangre y 65% para los que la habían recibido. Para el cáncer de la boca, la faringe y la nariz o los senos frontales, la tasa de reaparición fue de 31% sin transfusiones y 71% con transfusiones” (Annals of Otology, Rhinology & Laryngology [Anales de otología, rinología y laringología], marzo de 1989). Parece que la supresión inmunológica se halla también tras el hecho de que es mucho más probable que los que reciben sangre en una intervención quirúrgica desarrollen infecciones. (Véase el recuadro de la página 10.)
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Salvación de la vida mediante sangre... ¿cómo?La Atalaya 1991 | 15 de junio
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[Recuadro en la página 10]
TRANSFUSIÓN E INFECCIÓN
Después de un análisis amplio para averiguar si las transfusiones de sangre pueden hacer al paciente más propenso a infecciones o no, el Dr. Neil Blumberg llegó a esta conclusión: “De 12 estudios clínicos [sobre el asunto], 10 descubrieron que la transfusión estaba relacionada de modo significativo e independiente con mayor riesgo de infección bacteriana [...] Además, la transfusión en algún tiempo lejano antes de una intervención quirúrgica puede afectar la resistencia del paciente a la infección si los efectos inmunológicos de la transfusión son tan duraderos como sugieren algunos estudios [...] Si estos datos pueden extenderse y confirmarse, parece que las infecciones postoperatorias graves podrían ser por sí solas la complicación significativa más común en la transfusión homóloga”.—Transfusion Medicine Reviews, octubre de 1990.
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