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Luché por la vida bajo presión¡Despertad! 1992 | 8 de octubre
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El cirujano pidió permiso urgentemente para utilizar la cámara hiperbárica del complejo de submarinismo en aguas profundas ubicado en Dyce, cerca de Aberdeen (Escocia). Aquello podía ayudar a que circulara oxígeno por la pequeña cantidad de sangre que me quedaba en el cuerpo. Se concedió el permiso, así que me llevaron en ambulancia a toda prisa desde Aberdeen hasta Dyce, a unos 8 kilómetros de distancia. Una vez en la cámara hiperbárica, me sometieron a una presión equivalente a la de 15 metros debajo del nivel del mar.
Esta fue una experiencia nueva para todos los implicados, pues la cámara normalmente se utilizaba para la descompresión de los submarinistas que trabajaban en las plataformas petrolíferas del mar del Norte. Como entonces iba a utilizarse en un tratamiento postoperatorio, dos enfermeras y un técnico, los tres con edades comprendidas entre los veinte y los treinta años, me acompañaron al interior de la unidad hiperbárica, donde tuvieron que permanecer hasta que se alcanzara la descompresión total. En el exterior de la cámara unos especialistas manipulaban los complejos controles.
Bajo presión
A medida que bombeaban aire dentro de la cámara, la presión del interior aumentaba. La respiración a través de una máscara a dos veces y media la presión atmosférica normal llenaba mis pulmones con una cantidad de oxígeno dos veces y media superior a lo normal. La presión obligaba al oxígeno a mezclarse con el componente fluido de mi sangre (que había sido reforzado con expansores no sanguíneos), y así se compensó el bajo nivel de hemoglobina.a
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Luché por la vida bajo presión¡Despertad! 1992 | 8 de octubre
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a En teoría, la administración de soluciones salinas, dextrosa o dextrán para reemplazar los fluidos corporales, junto con el oxígeno hiperbárico, constituye un buen tratamiento inmediato de emergencia en caso de una anemia aguda provocada por una pérdida sustancial de sangre. No obstante, como con cualquier otro tratamiento médico, pueden surgir complicaciones, y el buen funcionamiento de la unidad hiperbárica requiere una gran habilidad y mucho cuidado. Véase el artículo titulado “Un nuevo tratamiento salvavidas”, que apareció en la revista ¡Despertad! del 22 de septiembre de 1979.
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