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Comunicación médico-paciente. La clave del éxito¡Despertad! 1991 | 8 de marzo
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Sonia era una estudiante brillante de trece años cuando a principios de 1989 le dijeron que tenía un tumor canceroso bajo un ojo. Una cirujana explicó a Sonia y a sus padres la gravedad de la operación que se necesitaba. Como el tumor estaba creciendo con rapidez, no se podía retrasar la cirugía. Probablemente se necesitaría quimioterapia después y la doctora dijo que los padres deberían dar su consentimiento para que se administraran transfusiones de sangre. La familia no asintió debido a sus convicciones religiosas. La cirujana competente encargada del cuidado de Sonia quería extraer el tumor canceroso y confiaba en que podría hacerlo sin transfundir sangre. Sin embargo, debido a la norma del hospital, no pudo conseguir un anestesista que la ayudara.
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Comunicación médico-paciente. La clave del éxito¡Despertad! 1991 | 8 de marzo
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Los comités de enlace proporcionaron ayuda vital en ambos casos en Canadá. Un comité aseguró a la familia de Sonia que en caso de necesidad, podrían ayudar a preparar el traslado de la joven a un centro médico de otro país. Sin embargo, ¿podría conseguirse que la cirujana que ya había trabajado en su caso pudiera operar? En realidad, se había encariñado tanto con Sonia que se ofreció para formar parte del equipo quirúrgico dondequiera que se realizara la operación. Sin embargo, no fue necesario el traslado, ya que los miembros del comité persuadieron al personal médico local para que colaborara con la cirujana. Según lo que la doctora dijo, las primeras palabras de Sonia tras una operación de ocho horas y media fueron para preguntar con preocupación si le habían transfundido sangre a la fuerza. ¡Qué gran gozo fue para Sonia saber que la respuesta era negativa!
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