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Usted tiene derecho a escoger¿Cómo puede salvarle la vida la sangre?
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SE RECONOCE SU DERECHO
Hoy día, en muchos lugares el paciente tiene un derecho inviolable a decidir qué tratamiento aceptar. “La ley del consentimiento informado ha tenido como base dos principios: primero, que el paciente tiene derecho a recibir suficiente información como para seleccionar como persona informada entre los tratamientos que se recomiendan; y segundo, que el paciente tiene la opción de aceptar o rechazar la recomendación del médico. [...] A menos que a los pacientes se les vea como personas que tienen derecho a decir que no, así como a decir que sí, y hasta que sí con algunas condiciones, gran parte de la razón para el consentimiento informado se evapora” (Informed Consent—Legal Theory and Clinical Practice [Consentimiento informado.—Teoría jurídica y práctica clínica], 1987a).
Algunos pacientes han afrontado oposición cuando han tratado de ejercer su derecho. Esta oposición quizás haya venido de un amigo que se opone firmemente a una amigdalectomía o a los antibióticos. O puede que un médico se haya convencido de que el consejo que él da es el correcto. Puede que hasta algún ejecutivo de un hospital no haya concordado, por intereses jurídicos o financieros.
“Muchos ortopedistas optan por no operar a pacientes [que son Testigos] —dice el Dr. Carl L. Nelson en una revista sobre cirugía de los huesos y las articulaciones—. Nosotros creemos que el paciente tiene derecho a rechazar cualquier tipo de tratamiento médico. Si técnicamente es posible operar sin peligro mientras se excluye algún tratamiento particular, como el de una transfusión, entonces esa opción debe existir” (The Journal of Bone and Joint Surgery, marzo de 1986).
El paciente considerado no presiona al médico para que este use una terapia que el médico no domina bien. Sin embargo, como señaló el Dr. Nelson, muchos médicos realmente dedicados a su profesión pueden tratar al paciente con consideración a sus creencias. Un funcionario alemán dijo: “El médico no puede negarse a dar ayuda [...] por razonar que en el caso de un testigo de Jehová no tiene disponible toda la opción médica que quisiera. Todavía tiene el deber de ayudar, aunque tenga menos vías disponibles para ello” (Der Frauenarzt, mayo-junio de 1983). De manera similar, los hospitales no existen simplemente para ganar dinero, sino para servir a toda persona sin discriminación. El teólogo católico Richard J. Devine declara: “Aunque el hospital debe hacer todo otro esfuerzo por conservar la vida y la salud del paciente, debe asegurarse de que la atención médica no viole [la] conciencia [de este]. Además, debe evitar toda forma de coacción, desde la de engañar con promesas falsas al paciente hasta la de obtener una orden de tribunal para imponer a la fuerza una transfusión de sangre” (Health Progress, junio de 1989).
PREFERIBLE A LOS TRIBUNALES
Muchos concuerdan en que el tribunal no es el lugar donde deben ventilarse cuestiones médicas de índole personal. ¿Qué pensaría usted si, una vez que hubiera escogido que se le tratara con antibióticos, alguien fuera a un tribunal para que a la fuerza le impusieran una amigdalectomía? El deseo del médico pudiera ser darle lo que él considera la mejor atención, pero su deber no es buscar justificación jurídica para pisotear los derechos fundamentales de usted. Y puesto que la Biblia pone el abstenerse de sangre en el mismo nivel moral que el evitar la fornicación, el imponer por fuerza sangre a un cristiano equivaldría a imponerle relaciones sexuales a la fuerza: ultraje o violación. (Hechos 15:28, 29.)
Sin embargo, Informed Consent for Blood Transfusion (Consentimiento informado a la transfusión de sangre) (1989) informa que algunos tribunales se angustian tanto porque un paciente está dispuesto a aceptar cierto riesgo por sus derechos religiosos “que se inventan excepciones jurídicas —ficciones jurídicas, si se quiere— para permitir que se dé una transfusión”. Puede que traten de excusar su procedimiento diciendo que hay preñez envuelta en el caso o que hay niños que necesitan su sustento. “Esas son ficciones jurídicas —dice el libro—. El adulto competente tiene derecho a rehusar tratamiento.”
Algunos que insisten en dar una transfusión de sangre no saben que los Testigos no rechazan todo tratamiento. Rechazan un solo tipo de tratamiento, del cual hasta los peritos dicen que encierra mucho peligro. Por lo general un problema médico puede atenderse de varias maneras. Uno tiene un riesgo, otro tiene otro riesgo. ¿Puede un tribunal o un médico, adoptando un papel paternalista, saber qué riesgo tomar “para el beneficio de usted”? Es usted quien debe juzgar eso. Los testigos de Jehová adoptan la firme postura de que no quieren que otra persona decida por ellos; es su responsabilidad personal ante Dios.
Si un tribunal le impusiera por fuerza un tratamiento que usted aborrece, ¿cómo afectaría esto su conciencia y el elemento vital de su deseo de vivir? El Dr. Konrad Drebinger escribió: “Ciertamente sería una forma mal aconsejada de ambición médica la que llevaría a alguien a obligar a un paciente a aceptar determinado tratamiento en contra de su conciencia, de modo que se le trate físicamente pero se le dé un golpe mortal a su psique” (Der Praktische Arzt, julio de 1978).
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Usted tiene derecho a escoger¿Cómo puede salvarle la vida la sangre?
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[Recuadro de la página 20]
Alemania: “El derecho de libre determinación del paciente va por encima del principio de dar ayuda y conservar la vida. Como resultado: ninguna transfusión de sangre contra la voluntad del paciente”.—“Herz Kreislauf”, agosto de 1987.
España: “La transfusión de sangre o productos derivados de ella a un paciente Testigo de Jehová, adulto, en plenas facultades mentales y contra su voluntad libremente expresada, posiblemente sea ilegal en el sentido de constituir una violación a los derechos básicos de la persona y, en nuestra opinión, es claramente antiética”.—“Revista Española de Cardiología”, septiembre-octubre de 1981.
Estados Unidos: “A la base de lo imprescindible del consentimiento del paciente está el concepto ético de la autonomía individual, que las decisiones sobre lo que haya de sucederle a uno debe tomarlas uno mismo. La razón jurídica para exigir consentimiento es que un acto médico ejecutado sin el consentimiento del paciente constituye agresión”.—“Informed Consent for Blood Transfusion” (Consentimiento informado a la transfusión de sangre), 1989.
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