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Los médicos aprendieron de mi inminente muerte¡Despertad! 1995 | 22 de diciembre
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Yo había puesto en la carpeta de mi historial clínico un ejemplar de la revista ¡Despertad! del 22 de noviembre de 1991. La doctora Larson vio el recuadro “Prevención y control de las hemorragias sin transfusiones de sangre”. Lo repasó con mucho interés para ver si había algo que pudiera hacer para ayudarme a sobrevivir. Sus ojos se detuvieron en la palabra “eritropoyetina”, un medicamento que estimula la producción de glóbulos rojos. Me lo administró enseguida. Pero este fármaco requiere tiempo para producir resultados. Por lo tanto, la pregunta era si la eritropoyetina realizaría su función a tiempo.
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Los médicos aprendieron de mi inminente muerte¡Despertad! 1995 | 22 de diciembre
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Como había prometido la doctora Larson, en la revista médica Läkartidningen de Suecia apareció un informe de mi caso, titulado “La eritropoyetina reemplaza a la transfusión de sangre”. Decía: “Una mujer de 35 años, testigo de Jehová, sufrió una hemorragia obstétrica masiva. Se negó a recibir una transfusión de sangre pero aceptó una terapia a base de eritropoyetina. Después de nueve días de tratamiento postoperatorio con dosis altas de eritropoyetina, la hemoglobina aumentó de 2,9 a 8,2 gramos por decilitro sin observarse efectos secundarios”.
El artículo concluyó: “Al principio, la paciente se veía muy débil, pero su recuperación fue sorprendentemente rápida. Además, el curso postoperatorio no tuvo ninguna complicación. Se pudo dar de alta a la paciente al cabo de dos semanas”.
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