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  • República Checa
  • Anuario de los testigos de Jehová 2000
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  • Nace Chequia
  • El legado religioso
  • Se declara un mensaje urgente
  • Algunos de los que aceptaron las buenas nuevas
  • Se llega a la gente de múltiples maneras
  • Se inscriben en el registro
  • Las asambleas internacionales los fortalecen
  • La inminente amenaza nazi
  • La ocupación alemana
  • Se predica en el ‘horno de fuego’
  • Se celebra la Conmemoración en el campo
  • Se predica durante la ocupación nazi
  • Aprovechamos un período de relativa paz
  • Amenazan de nuevo oscuros nubarrones
  • Continúa la adoración verdadera
  • Una breve tregua
  • Otra vez en el ‘horno de fuego’
  • Un juicio monstruoso en Praga
  • Se encuentra a personas mansas como ovejas en las cárceles
  • “Santos” en las minas de carbón
  • De vacaciones con otros Testigos
  • Un ataque astuto
  • Separados de la congregación
  • Ánimo bondadoso para “buscar a Jehová”
  • Se organizan y preparan para más trabajo
  • Cuando no se actuaba con prudencia
  • Se vislumbra la libertad de cultos
  • “Seis mil años de existencia humana”
  • Qué sucedió
  • Se trazan los mapas de territorio de las congregaciones
  • Procuran cubrir otros territorios
  • La predicación entusiasta inquieta a las autoridades
  • Perseguidos por honrar a Jesucristo
  • Se suministra alimento espiritual
  • Cómo lograron imprimir las publicaciones
  • Se efectúan registros en dos imprentas en Praga
  • ¿Se pudo legalizar la obra?
  • La Seguridad del Estado efectúa interrogatorios masivos
  • La Seguridad del Estado hace una interesante propuesta
  • Nos concentramos en la obra que nuestro Dios nos encomendó
  • El largo camino hasta la inscripción
  • Obran por fe
  • Una asamblea que jamás se olvidará
  • Tiempo de expansión
  • Salones del Reino de construcción rápida
  • Los lazos ocultos de la libertad
  • Impelidos por el amor
Anuario de los testigos de Jehová 2000
yb00 págs. 148-223

República Checa

Los lazos de la hermandad internacional cobraron más sentido para los testigos de Jehová de la República Checa en 1998. Ese año se llevaron a cabo asambleas internacionales por todo el mundo, con el tema “Andemos en el camino de Dios”.

En la asamblea que tuvo lugar en Pontiac (Michigan, E.U.A.), 345 representantes checos formaron parte de los 42.763 asistentes que procedían al menos de cuarenta y cuatro países de América, Europa, África y Asia. Se congregaron otros 700 representantes de la República Checa junto con 700 de Eslovaquia en la asamblea de Nuremberg (Alemania), una de las cinco que se celebraron simultáneamente en este país y que tuvieron una concurrencia total de 217.472.

Los representantes checos se sintieron profundamente conmovidos en diversos momentos de su estancia, como cuando recibieron una cordial acogida a su llegada a las ciudades donde se celebrarían las asambleas, o cuando hermanos cristianos que jamás habían visto los alojaron con cariño en sus hogares, o cuando oyeron el aplauso caluroso de bienvenida que se dio a los concurrentes internacionales el primer día de asamblea. En Nuremberg, los Testigos checos y eslovacos se saludaron con mucho afecto, abrazándose y a menudo llorando de alegría por la oportunidad que tenían de encontrarse de nuevo. Fueron momentos inolvidables.

Aquel año, miles más se congregaron en asambleas semejantes en la República Checa misma. A los asistentes les encantó recibir la enciclopedia bíblica Perspicacia para comprender las Escrituras, recién traducida al checo, además de escuchar el programa que se presentó en las grandes asambleas.

No cabe duda de que aquellos fueron momentos felices en la historia de los testigos de Jehová de este país, pero el camino había sido largo y difícil. Había empezado cien años atrás, y todos estos acontecimientos no hubieran tenido lugar sin la ayuda amorosa de Jehová Dios.

En 1891, el entonces presidente de la Sociedad Watch Tower, C. T. Russell, hizo una visita muy breve a Praga mientras viajaba por Europa. En los años siguientes, los testigos de Jehová experimentaron períodos de gran crecimiento y momentos de dificultad, persecución y criba. Su obra estuvo totalmente prohibida cuarenta y seis años. Aun sin estar proscritos, no siempre se les concedió el reconocimiento legal.

Los trances por los que han pasado los testigos de Jehová de Checoslovaquia se asemejan a los del profeta Jeremías, a quien Jehová dijo: “De seguro pelearán contra ti, pero no prevalecerán contra ti, porque: ‘Yo estoy contigo —es la expresión de Jehová— para librarte’” (Jer. 1:19).

Nace Chequia

En octubre de 1918, tras las negociaciones políticas que tuvieron lugar en las sedes de la diplomacia mundial, se formó en Europa central la República de Checoslovaquia. Esta se disolvió temporalmente durante la segunda guerra mundial, aunque resurgió después de más de seis años de opresión nazi. También aguantó más de cuatro décadas de gobierno comunista. Posteriormente, en 1993, esta entidad política dejó de existir después de setenta y cuatro años de su formación. Entonces, lo que había sido el extremo oriental del país se constituyó en la República Eslovaca, y la parte occidental, lo que incluía Bohemia, Moravia y parte de Silesia, llegó a ser la República Checa, o Chequia.

La República Checa tiene unos 500 kilómetros [300 millas] de este a oeste y aproximadamente 250 kilómetros [150 millas] de norte a sur. Al norte y al oeste del país se encuentran bellas montañas pobladas de bosques, así como abundante tierra fértil de cultivo que se entrelaza con sus ríos. Pero al igual que en gran parte de Europa central, la contaminación del medio ambiente representa un problema serio. La mayoría de sus habitantes se concentran en ciudades y pueblos.

En el Anuario para 1972 se publicó un breve informe de la obra de los testigos de Jehová en la anterior Checoslovaquia, que comprendía desde 1912 hasta 1970. En esta ocasión se proporcionan más detalles, pero el reportaje se centra principalmente en la actual República Checa.

El legado religioso

A Praga, la capital, se la llama a veces la ciudad de las cien agujas. Pero ni siquiera las múltiples agujas de sus iglesias pudieron impedir que el país se convirtiera en lo que es hoy: una tierra prácticamente atea, aunque no siempre fue así.

A instancias del príncipe Vratislav, soberano moravo, el emperador bizantino Miguel III envió una delegación religiosa a Moravia en el año 863 E.C. compuesta de dos ministros religiosos de Tesalónica (Grecia), cuyos nombres eran Constantino (conocido más tarde como Cirilo) y Metodio. Además de celebrar los oficios religiosos en el idioma del lugar, Constantino concibió un alfabeto adecuado al eslavo, el lenguaje que hablaban los moravos. Luego, tradujo partes de la Biblia usando ese mismo alfabeto. Aun así, el conocimiento claro de la Palabra de Dios no llegó hasta mucho más tarde.

Se declara un mensaje urgente

En 1907, unos dieciséis años después de la breve estancia en Praga de C. T. Russell, un Estudiante de la Biblia (como se conocía antes a los testigos de Jehová) de edad avanzada comenzó a visitar la zona norte de Bohemia una vez al mes a fin de distribuir publicaciones bíblicas. Era el hermano Erler, que vino de Dresde (Alemania). Predicaba celosamente en Liberec y otras ciudades durante dos o tres días seguidos. Distribuía el libro de C. T. Russell titulado La batalla de Armagedón y proclamaba con convicción que en 1914 ocurriría una catástrofe mundial.

En 1912, ya había un grupo de entusiastas que plantaban las semillas de la verdad bíblica, reunían a las personas interesadas y las bautizaban. El estallido de la guerra mundial en 1914 no les vino de sorpresa a los Estudiantes de la Biblia, pese a que no se cumplieron todas sus expectativas en aquel año.

Al principio, las publicaciones que distribuyeron estaban en alemán. Algunos germanohablantes las acogieron con agrado. Charlotta Jankovcová, oriunda de Plzeň, recuerda que su madre obtuvo algunos libros escritos por el hermano Russell de un Estudiante de la Biblia de Dresde que los visitó en su hogar en 1925. Al poco tiempo empezaron a asistir a las reuniones. Ella cuenta: “Había que estudiar y prepararse mucho para las reuniones. Todas las semanas pasábamos el domingo entero en el servicio del campo. Éramos Estudiantes de la Biblia; estudiábamos La Atalaya; leíamos libros, y también teníamos el Boletín [llamado ahora Nuestro Ministerio del Reino]”.

Con el tiempo, las publicaciones se fueron traduciendo al checo. En 1922 se editó el apasionante folleto Millones que ahora viven no morirán jamás, y tres personas emprendieron el servicio de tiempo completo como repartidores para entregarlo a la población de habla checa. A más tardar en 1923 se publicaba ya una edición mensual de dieciséis páginas de La Atalaya en ese idioma.

Con el objeto de promover la predicación de las buenas nuevas en Checoslovaquia, en 1923, Antonín Gleissner y su esposa fueron trasladados de la sucursal de la Sociedad Watch Tower de Magdeburgo (Alemania) a Bohemia. La Sociedad encargó al hermano Gleissner el establecimiento y la supervisión de un depósito de publicaciones en Most, ciudad en la que él ya había dirigido las reuniones en 1916.

Desde 1928, la sucursal de Magdeburgo supervisó más de cerca la obra en Checoslovaquia, lo que se tradujo en una organización más eficiente de los grupos, mayor efectividad en el ministerio del campo y una mejor coordinación de la obra de los repartidores. A este respecto, todo grupo, al igual que los repartidores (posteriormente llamados precursores), tenía asignado un territorio delimitado para predicar. Aquel año, el informe del país indicó que había veinticinco grupos pequeños con un total de 106 proclamadores y 6 repartidores. En conjunto colocaron 64.484 libros y folletos, y unas veinticinco mil revistas; de este modo dirigieron a las personas interesadas al Reino de Dios como la solución a los problemas de la humanidad.

Al año siguiente, Otto Estelmann trajo consigo de Alemania el emocionante “Foto-Drama de la Creación”, de la Sociedad Watch Tower. Se proyectó ante auditorios de un extremo a otro del país. El punto culminante de esta campaña se alcanzó a fines de 1933, cuando los hermanos alquilaron el Kapitol, el mayor cine de Praga, para cuatro pases consecutivos del “Foto-Drama”. Acudieron tantos espectadores que el cine estuvo lleno durante otras dos proyecciones. Muchos de los que asistieron dejaron su nombre y dirección para que se les invitara a futuras conferencias bíblicas. Era de esperar que surgiera oposición conforme el crecimiento de la organización se hiciera patente, pues Jesús ya lo había advertido (Juan 15:18-20).

Algunos de los que aceptaron las buenas nuevas

En aquella época aceptó las buenas nuevas Bohumil Müller, un hombre que posteriormente desempeñaría un papel importante en la obra de los testigos de Jehová de este país. Al final de su carrera terrestre, en 1987, había acumulado más de cincuenta y cinco años de fiel servicio, sin olvidar los catorce años que pasó en campos de concentración y prisiones por no claudicar de su fe.

En 1931, a la edad de 16 años, Bohumil era aprendiz de componedor tipográfico, y su hermano Karel, de encuadernador. Su padre, Tomáš Müller, era una figura destacada de la Unión de Hermanos Moravos, movimiento religioso que guardaba con gran orgullo su antigua tradición e historia. El jefe de Karel le regaló entradas para ver el “Foto-Drama de la Creación”. Tras la primera proyección, Karel volvió entusiasmado a casa. Explicó cuanto vio y oyó, y le dio a su padre dos libros en alemán que había obtenido. A la noche siguiente regresó a casa más entusiasmado aún, y trajo consigo el libro Creación en checo. Mientras contaba sus impresiones, dijo que al final del programa había entregado su dirección para que lo invitaran a más conferencias bíblicas.

Aproximadamente un mes después, cuando la familia acababa de tomar el almuerzo del domingo, sonó el timbre de la puerta. Bohumil Müller escribió más tarde: “Papá fue a abrir. Conversó con la visita en el recibidor durante un rato y volvió a la cocina con un gesto de extrañeza. Sus primeras palabras fueron: ‘Jamás me había ocurrido cosa igual. Imagínense, un hombre se toma la molestia de visitarnos el domingo para invitarnos a un discurso, un discurso de los Estudiantes de la Biblia. Los de la Unión nunca haríamos eso, somos demasiado perezosos’”. Luego, la familia Müller empezó a reunirse asiduamente con el pequeño grupo de testigos de Jehová.

Con el transcurso del tiempo, Bohumil se dedicó a Jehová, pero no se bautizó hasta dos años después. Para entonces, ya era ayudante del superintendente de la congregación (llamado en aquella época director de servicio), dirigía reuniones y trabajaba en el Hogar Betel de la Sociedad en Praga. No todos los Testigos de aquel tiempo comprendían por completo la seriedad del bautismo cristiano.

Por las mismas fechas, Libuše Štecherová, la prima de Bohumil, aprendió la verdad y se bautizó más rápidamente que él. La hermana Štecherová dijo luego: “Mi tío, Tomáš Müller, era un hombre muy religioso. Una tarde de verano de 1932, me habló del nombre de Dios, Jehová, del futuro del mundo y de las excepcionales reuniones de una comunidad llamada testigos de Jehová. Terminó dejándome el libro Liberación, de J. F. Rutherford. A partir de entonces comprendí que mi Creador deseaba que entendiera algo. En mi primera Reunión de Servicio me enteré de que iba a efectuarse un bautismo en Praga por segunda vez en la historia. Me quedé sentada y escuché, aunque no comprendí nada de lo que iba a ocurrir en breve. De camino a casa, el tío Müller me preguntó: ‘¿No te gustaría bautizarte también?’. ‘Pero si todavía no sé nada’, le objeté. ‘Eres como un prosélito —argumentó—, conoces la Biblia, lo único que necesitas es darte cuenta del tiempo en que vivimos y de cuál es la voluntad de Dios para ti.’ De modo que le pedí que me apuntara en la lista del bautismo, y el 6 de abril de 1933 me bauticé”. La hermana, sin duda, aprendió cuál era la voluntad de Jehová para ella y le sirvió fielmente hasta su muerte en 1995.

Por aquellos tiempos no se estudiaba la Biblia en los hogares de las personas recién interesadas. La preparación para el servicio del campo a menudo consistía en acompañar a otro Testigo a una casa y observar lo que decía. Luego cada cual predicaba solo.

En aquel entonces, un buen número de mujeres aprendió la verdad, y el ministerio llegó a ser lo más importante en la vida de muchas de ellas, las cuales obtuvieron muy buenos resultados. Estas mujeres solían llevar consigo a sus hijos, y como consecuencia, los niños vieron directamente la bendición de Jehová. Blanka Pýchová empezó a salir al servicio del campo acompañando a su madre cuando contaba 10 años de edad, y recuerda este incidente: “A mi madre y a mí nos pidieron que predicáramos en un pueblo pequeño. Mamá me dijo que diera testimonio alrededor de la plaza del pueblo mientras ella iba a las casas circundantes. Cuando llegué a la plaza, me quedé aterrorizada al ver que estaba llena de gansos. Eran los únicos animales a los que temía. Me graznaron amenazantes, y tuve que usar el bolso de los libros como protección cuando intentaron morderme. Como no era fácil defenderme, supliqué desesperada: ‘¡Señor Jehová, ayúdame, por favor!’. De repente, los gansos echaron a correr y apareció junto a mí un enorme san bernardo. Lo acaricié, y el perro me siguió de casa en casa. Ya no se atrevieron a acercárseme de nuevo”. Su madre se aseguró más tarde de que Blanka viera en lo sucedido el cuidado amoroso de Jehová.

Se llega a la gente de múltiples maneras

En 1932, ya pudieron utilizar en esta parte de Europa otra herramienta en el ministerio: la revista La Edad de Oro (ahora ¡Despertad!) en checo. En ese año se distribuyeron 71.200 ejemplares. Después de leer la revista, muchas personas estuvieron dispuestas a aceptar otras publicaciones que examinaban la Biblia con más profundidad.

Se enviaron precursores desde Alemania con el fin de ofrecer a cuantos fuera posible la oportunidad de beneficiarse de las buenas nuevas del Reino de Dios. Estos hermanos vivían con modestia para poder dedicarse a la obra de predicar. De los ochenta y cuatro precursores que informaron en 1932, treinta y cuatro eran alemanes. Muchos de ellos tuvieron que aprender un nuevo idioma. ¿Qué lograron hasta que llegaron a dominarlo? Oskar Hoffmann, un hermano alemán que sirvió en Praga, dijo: “Aunque no conocía la lengua del país, visitaba los hogares de las personas todos los días. Para explicarles por qué estaba allí, les pedía que leyeran una tarjeta de testimonio, que contenía un breve mensaje impreso en su idioma. Así se dejaron miles de publicaciones bíblicas en manos del pueblo checo”.

El gobierno promulgó leyes especiales con el objeto de poner coto a la entrada de extranjeros, lo que obligó a la mayoría de los precursores de otros países a marcharse en 1934. Con todo, se había realizado una buena labor. Los precursores habían dado testimonio en la mayor parte de las zonas que no estaban asignadas a ningún grupo establecido.

El mismo año que dichos precursores tuvieron que salir del país, la Sociedad dotó a los hermanos locales con discursos grabados en discos fonográficos. Estos hermanos demostraron una iniciativa digna de elogio. La Congregación Praga compró una motocicleta, una Indian 750, con un sidecar en el que colocaban un altavoz. Al llegar a la plaza del pueblo o a cualquier otro espacio abierto en las aldeas, situaban el altavoz encima de un trípode elevado y ponían una grabación musical mientras predicaban de casa en casa. Cuando acudía la gente para escuchar la música, los hermanos ponían la grabación de un breve discurso bíblico. De este modo predicaban a cientos de personas de varias aldeas durante un solo domingo por la mañana.

Se inscriben en el registro

En 1930 se habían tomado las medidas oportunas a fin de establecer un fundamento legal para la obra de los testigos de Jehová en Checoslovaquia, lo que implicaba la creación de personas jurídicas que pudieran poseer títulos de propiedad, obtener publicaciones y llevar a cabo otros servicios necesarios.

Hubo una reunión extraordinaria en Praga en la que se aprobaron la futura institución de dos sociedades anónimas y sus estatutos. La primera de ellas se llamó Sociedad Watch Tower Bible and Tract (sucursal checoslovaca). Se ocupaba de obtener y distribuir las publicaciones, así como de atender las reuniones. La segunda, que se llamó Mezinárodní sdružení badatelů Bible, československá větev (Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia, sucursal checoslovaca), con sede en Praga, organizó una entidad legal que supervisara la obra de los testigos de Jehová en Checoslovaquia. Se abrieron tres oficinas de la sucursal checoslovaca de la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia a fin de atender los asuntos que surgieran en sendas partes del país. La supervisión de la obra estaba a cargo de un departamento en la ciudad de Brno, cuyo presidente era Antonín Gleissner. La ayuda que brindaron estas sociedades anónimas facilitó la evangelización en Checoslovaquia.

Tres años más tarde, en 1933, la Sociedad Watch Tower abrió una sucursal en Praga, donde continuó con la impresión. Aquella fue una medida necesaria, en vista de la complicada situación que reinaba en Alemania con la toma de poder de Hitler, pues se había proscrito la obra y se había confiscado la sucursal de la Sociedad ubicada en Magdeburgo. Se nombró siervo de la sucursal de Praga a Edgar Merk, de Magdeburgo, y encargaron el Hogar Betel y la oficina a Karel Kopetzky, de Praga.

Sin embargo, no todo transcurrió sin asperezas en Praga. Como consecuencia del orgullo y otros factores implicados hubo roces entre estos dos hermanos. En 1936, la oficina central europea de la Sociedad, situada en Suiza, asumió la supervisión de la sucursal de Praga. Poco después, Karel Kopetzky y Josef Güttler dimitieron de los altos cargos que ocupaban en las entidades legales de la Sociedad en Checoslovaquia. Los reemplazaron Josef Bahner y Bohumil Müller. El nuevo siervo de sucursal fue Heinrich Dwenger, hombre afable y leal siervo de Jehová que ya había cumplido con diversas comisiones teocráticas. Supervisadas de manera amorosa, las congregaciones continuaron proclamando felices el mensaje de las buenas nuevas del Reino de Dios, mensaje muy necesario en una sociedad cada vez más inestable.

Las asambleas internacionales los fortalecen

Los testigos de Jehová de Checoslovaquia sabían perfectamente que sus hermanos de otros países celebraban asambleas, así que anhelaban mucho tener una en su país.

Se organizó en Praga una gran reunión internacional —como se la llamaba entonces— para los días 14 a 16 de mayo de 1932, en el Teatro Varieté. Fue la primera de tales asambleas internacionales del país. El discurso público, con el título “Europa antes de la destrucción”, resultó muy oportuno. El programa se tradujo al alemán, checo, eslovaco, húngaro y ruso para una concurrencia de 1.500 personas. Se dio un gran testimonio. Los asistentes participaron en el servicio de casa en casa durante los días de la asamblea y distribuyeron más de veintiún mil publicaciones bíblicas.

En 1937 tuvo lugar otra reunión internacional en Praga. Vinieron cientos de visitantes de Alemania, Austria, Hungría y Polonia. “Fue una asamblea magnífica”, recordó más tarde el hermano Müller.

La predicación de las buenas nuevas continuó progresando por todo el país. Durante 1937, los Testigos aprovecharon bien los 7 altavoces y 50 fonógrafos que tenían para reproducir discursos bíblicos grabados. Utilizaron estos aparatos en 2.946 presentaciones, con una asistencia total de 31.279 personas. Un informe de aquel año sobre Checoslovaquia decía: “La obra de predicar las buenas nuevas adelanta por todo el país. Ha llegado a personas de las grandes ciudades y las aldeas, hasta de los palacios y los caseríos de las montañas”.

La inminente amenaza nazi

La segunda guerra mundial se acercaba, y las tensiones aumentaban en Europa. ¿Cómo afrontarían los testigos de Jehová esta situación? En Checoslovaquia apenas se conocía la objeción de conciencia al servicio militar. Ninguna religión tradicional mayoritaria respetaba y defendía los principios bíblicos hasta el punto de mantener neutralidad. El primer cristiano neutral a quien se encarceló en este país fue Bohumil Müller, que escribió: “Tenía que incorporarme a filas el 1 de octubre de 1937. Mi conciencia, en cambio, me decía que Dios no desea que sus siervos ‘aprendan la guerra’ (Isa. 2:4). Confié en que Jehová me proporcionaría la fuerza y el aguante suficientes para encararme a las pruebas que vinieran. A causa de mi postura, para fines de marzo de 1939 había comparecido ante un tribunal militar cuatro veces, y en todas ellas se me había sentenciado a varios meses de cárcel. Ahora, en retrospectiva, agradezco haber pasado por aquellas adversidades, puesto que me prepararon para tiempos mucho peores que me aguardaban”.

Conforme aumentaba la amenaza nazi, se multiplicaban las presiones para los testigos de Jehová. En la región fronteriza con Alemania, la oposición se intensificó. En agosto de 1938 se prohibieron las reuniones de los testigos de Jehová, así que empezaron a reunirse en grupos pequeños. Libuše Štecherová escribió: “En 1938, la tensión política creció, y tuvimos que aprender a predicar en esta nueva situación. Posteriormente, durante la guerra, nos familiarizábamos bien con la persona antes de hablarle de nuestra fe”.

En 1938, Alemania se movilizó para ocupar el territorio de los Sudetes, que por aquellas fechas pertenecía a Checoslovaquia. En un intento de impedir la guerra, Gran Bretaña y Francia aceptaron las exigencias de Hitler de anexionar los Sudetes a Alemania, con lo que los pobladores de la región se encontraron bajo la dominación nazi.

La ocupación alemana

El 15 de marzo de 1939, los ejércitos alemanes ocuparon Bohemia y Moravia. Hitler creó un nuevo estado político con su propio presidente y gobierno títere al que llamó protectorado de Bohemia-Moravia.

La Gestapo tomó medidas contra los testigos de Jehová con rapidez. Llegó a la sucursal de la Sociedad Watch Tower el 30 de marzo. El 1 de abril, Bohumil Müller salió de la cárcel después de cumplir la condena que le habían impuesto por su neutralidad cristiana. De camino a la estación de tren telefoneó a la sucursal. Más tarde relató: “Les dije que llegaría al día siguiente para hacer lo que pudiera. Fuimos tres en Betel aquel día. Había mucho trabajo que hacer. Parte de la maquinaria de impresión ya estaba en un puerto, lista para el embarque con dirección a los Países Bajos. El resto se tenía que empaquetar de inmediato. El hermano Matejka y yo nos encargamos de esa tarea mientras el hermano Kapinus vaciaba las oficinas y los locales de Betel. Entretanto, también traducíamos las revistas La Atalaya y Consolación [ahora ¡Despertad!]. Asimismo conseguimos sacar una gran cantidad de libros y folletos checos que a la Gestapo no le habían llamado la atención durante un saqueo efectuado en el mes de marzo. No obstante, la Gestapo nos visitó varias veces mientras desmantelábamos la sucursal”.

Estaba claro que la ocupación dificultaría sobremanera la obra de predicar. Muchos hermanos abandonaron Checoslovaquia. El hermano Dwenger se marchó a Suiza justo la noche antes de que la Gestapo fuera a detenerlo. El hermano Müller también se preparaba para irse. Ya había recibido los permisos necesarios del Estado para salir del país, cuando le llegó una carta de la sucursal de Berna en la que se le recomendaba que permaneciera en su asignación a fin de suministrar a los hermanos de Checoslovaquia la superintendencia y el ánimo necesarios. El hermano Müller aceptó en el acto, y para no arrepentirse luego, destruyó su pasaporte.

Cuarenta y ocho años después manifestó: “Si ahora se me preguntara si alguna vez lamenté no haber salido de Praga en la primavera de 1939, respondería con un rotundo no. Jamás me pesó quedarme. Con el tiempo me di cuenta de que era aquí donde debía estar, donde Jehová y su organización me habían puesto. La alegría que sentía al ver el crecimiento de la obra de año en año y el aumento de la cantidad de adoradores felices del Altísimo a mi alrededor, superó con creces todos los sufrimientos y palizas crueles que con frecuencia aguanté”.

A partir de 1939, la Gestapo practicó muchas detenciones. Otto Buchta, columna espiritual de la Congregación Brno, fue uno de los detenidos; posteriormente murió en el campo de concentración de Mauthausen. En el otoño de 1940 apresaron al hermano Kapinus, que había servido en la sucursal de Praga, junto con otros hermanos y hermanas de Moravia. Sin embargo, los Testigos fieles continuaron declarando la Palabra en todo lugar posible.

Algunas personas que habían servido a Jehová en tiempos más favorables olvidaron Su adoración y se aliaron con los enemigos de Su pueblo. Karel Kopetzky había sido un hermano muy capaz y entusiasta; pero cuando el hermano Müller, antiguo colaborador suyo, se encontró con él en 1940, resultó ser un hombre diferente. Ocurrió de este modo: Los hermanos habían mimeografiado una publicación bíblica y la habían puesto en sobres para enviarla por correo. El hermano Müller los metió en una bolsa y recorrió las estafetas de Praga con su bicicleta para dejar unos cuantos sobres en cada una de ellas. Él cuenta: “Cuando entré en una de las oficinas de correo, vi un hombre que esperaba en el mostrador, vestido con el uniforme de las SS. Me detuve, pero antes de decidir lo que iba a hacer, el hombre se dio la vuelta, y nos encontramos cara a cara. Nos quedamos mirándonos por un momento. Con gran sorpresa mía estaba mirando a un ex hermano, Karel Kopetzky. Rápidamente recobré la compostura, me acerqué a uno de los mostradores y tomé un formulario. Salí de la oficina de correos y me alejé a toda velocidad en mi bicicleta”.

Al año siguiente detuvieron al hermano Müller, que supervisaba la obra del país, y lo enviaron al campo de concentración de Mauthausen.

Se predica en el ‘horno de fuego’

A lo largo de los años se ha escrito mucho sobre los campos de concentración y los martirios que sufrieron allí nuestros hermanos. Entre estos se hallaban los testigos de Jehová de Checoslovaquia. No vamos a centrarnos en los detalles de su sufrimiento, sino, más bien, en cómo se fortalecieron en sentido espiritual y confortaron a otros prisioneros incluso en aquel ‘horno de fuego’ (compárese con Daniel 3:20, 21).

En aquellas fechas, el nombre de la aldea checa de Lidice se oyó por todo el mundo. Los días 9 y 10 de junio de 1942 fue arrasada por orden directa de Hitler como represalia a la muerte de un dirigente alemán. El nombre de la aldea tenía que desaparecer del mapa de Europa. Božena Vodrážková, sobreviviente de aquel horror, recordó luego: “La Gestapo rodeó la aldea por completo. Fusilaron a todos los hombres, llevaron a los niños a destinos desconocidos y transportaron a las mujeres al campo de concentración de Ravensbrück. Allí conocí a los testigos de nuestro Señor Jehová [...]. En una ocasión me dijo una amiga: ‘Božena, he hablado con los Estudiantes de la Biblia, y dicen cosas sorprendentes. Parece un cuento de hadas, pero aseguran que es verdad lo que dice la Biblia sobre la venida del Reino de Dios y el fin de la maldad’. Al poco tiempo los conocí en persona. Me hablaron del Reino de Dios, lo cual me atrajo mucho”. En efecto, Božena se hizo testigo de Jehová.

La conducta de los Testigos en los campos causó una profunda impresión en un buen número de prisioneros. Alois Miczek recuerda: “Durante la guerra me encarcelaron por participar en actividades comunistas y me destinaron al campo de concentración de Mauthausen. De alguna manera, los Testigos conseguían La Atalaya y otras publicaciones, que utilizaban al enseñar a algunos de los compañeros del campo, todo ello sin que las SS pudieran impedirlo. De modo que como advertencia, las SS decidieron fusilar a uno de cada diez Testigos confinados. Los hicieron formar en fila, y los soldados se llevaron custodiados a uno de cada diez de ellos. Pero de repente, como si todos se hubieran puesto de acuerdo, el noventa por ciento restante de los hermanos dieron la vuelta y se dirigieron hacia el pelotón de fusilamiento. ‘Si quieren fusilar a uno de cada diez, fusílennos a todos.’ El campo entero se atemorizó por la postura, y a las SS les impactó tanto que revocaron la orden. Yo fui testigo ocular de este suceso” (Juan 15:13). ¿Qué efecto tuvo en su vida?

Su hija, Marie Gogolková relata: “Mi padre aceptó la verdad tras observar la conducta de los testigos de Jehová en Mauthausen. Se bautizó inmediatamente después de terminar la guerra, predicó con entusiasmo el Reino de Dios y ayudó a un sinnúmero de personas a aprender la verdad”.

Oldřich Nesrovnal, de Brno, también estuvo en un campo de concentración. ¿Por qué? Tenía aversión a la guerra, así que trató de cruzar la frontera y huir a Suiza; pero lo atraparon y lo deportaron a Dachau, acusándolo de espionaje. Él recuerda: “En el tren de prisioneros con destino al campo vi a un joven callado, de trece años de edad, sentado cerca de la ventana leyendo. Me pareció que trataba de ocultar lo que leía. Le pregunté qué era, y me respondió: ‘La Biblia’. Me dijo que no renunciaría a su fe en Dios. No le entendí, pero me quedé con él. Se llamaba Gregor Wicinsky y era polaco. Al día siguiente me enteré de que era testigo de Jehová. Había rehusado firmar un listado de artículos que debía entregar, pues, como estaba en alemán, temía estar renegando de sus principios si firmaba. Lo golpearon, pero ni aun así claudicó [...].

”Escribí a mi madre y le pedí una Biblia, que llegó, para mi asombro. Empecé a leerla de continuo. Se dio cuenta de ello un hombre de Ostrava [Moravia], que me preguntó si entendía lo que leía, y yo le respondí que más o menos la mitad. ‘¿Y quisiera entender más?’ ‘Sí’, le contesté. ‘Si así es, venga a verme mañana después de las seis de la tarde a tal y tal sitio.’ Fue la primera vez que asistí a una reunión de los testigos de Jehová. Se celebraba una todos los días a partir de las seis de la tarde, y los domingos, tres. Tanto el orador como el tema estaban asignados de antemano. Mi ‘maestro’ fue el siervo de literatura. Era el zapatero del campo, y escondía debajo del asiento de su taburete de trabajo todas las publicaciones copiadas a mano. Sin embargo, no volví a saber de Gregor hasta un año y medio después. Entonces, a fines de 1944, lo reconocí entre una multitud de prisioneros que regresaban de varios campos satélite. Parecía casi medio metro más alto, pero estaba muy delgado. Tras un período de cuarentena se reunió con nosotros. Nos saludamos efusivamente, y luego me dijo: ‘Le solicité al Señor Jehová que no lo dejara desamparado’. Jehová había contestado su petición.”

Se celebra la Conmemoración en el campo

¿Se podía conmemorar la muerte de Cristo en tales circunstancias? ¡Claro que sí! Pero algunos se preguntaron en ocasiones cómo hacerlo. Božena Nováková relata: “Se acercaba la fecha de la Conmemoración. Yo estaba consternada porque creía que no podría participar de los emblemas. Pero Jehová se encargó de arreglarlo todo; él estaba al tanto de mi deseo, así que el día de la Conmemoración me llamaron a uno de los barracones. Varias hermanas de diferentes nacionalidades ya estaban allí. La Conmemoración y la participación de los emblemas tuvo lugar sin ninguna interrupción. A nuestro Dios, Jehová, y a su Cordero vayan las gracias, la gloria y la honra”.

Ahora bien, ¿cómo obtuvieron el pan sin levadura y el vino? La mencionada hermana añade: “Resultó que en Fürstenberg, una ciudad cercana, trabajaban unos testigos de Jehová en un caserío del Estado; ellos nos suministraron los emblemas”.

Tras recibir esta bendición, la hermana Nováková pasó por otra experiencia. Es cierto que fue difícil, pero fortaleció su fe. Ella recuerda: “Un día me llamaron para que fuera a los baños. Era una sala con duchas que, al abrirlas, manaban gas en lugar de agua. Arrojaban a las mujeres envenenadas a los hornos, en ocasiones todavía vivas. No fui consciente de aquello hasta que una guardia me dijo: ‘Así que usted, Bibelforscher [como se llamaba a los testigos de Jehová], va a la cámara de gas. Veremos si su Jehová la salva’”. La hermana Nováková se retiró al tiempo que los ojos se le llenaban de lágrimas, y oró a Dios: “Padre Jehová, por favor, si tengo que morir, que se efectúe tu voluntad. Pero te ruego por mis hijos. Los dejo completamente en tus manos”. Al contar lo que sucedió a continuación, añade: “Mientras oraba, se abrió la puerta y entró el médico principal, que al ver mi triángulo púrpura dijo: ‘Bibelforscher, ¿qué haces aquí? ¿Quién te envió?’. Respondí que me había enviado la guardia. Entonces, me ordenó: ‘¡Sal de aquí! ¡Tu lugar está allá!’, señalando hacia la puerta. Cuando salía, oí el comentario de la guardia: ‘Ahora creo que su Jehová las protege’”.

Se predica durante la ocupación nazi

Aunque en aquel tiempo no se recopilaban los informes del servicio del campo en Checoslovaquia, la predicación de las buenas nuevas continuaba. Rǔžena Lívancová, de la ciudad de Kladno, escribió: “Nuestra madre nos enseñó a tener fe en Dios, no como lo enseñaban los sacerdotes, sino de modo que respetáramos a las personas. En 1940 nos predicó una hermana de Praga. Así que empecé a aprender de nuestro magnífico Dios y amoroso Padre, Jehová. En 1943 nos bautizamos mi madre, mi hermana y yo”.

Incluso en aquella época y durante la guerra, Jehová atrajo a “los que estaban correctamente dispuestos para vida eterna” (Hech. 13:48). František Šnajdr, natural de Praga, contó: “Éramos una familia católica, pero nunca íbamos a la iglesia. Trabajaba de operario y llevaba una vida común y corriente. Frecuentaba los bares, donde jugaba a las cartas. A veces venía cierto señor, tomaba una cerveza y predicaba a los que estaban allí. La gente se burlaba de él; pero mientras yo jugaba a las cartas, escuchaba parte de lo que decía. Hablaba del capítulo 24 de Mateo. Me gustaba lo que oía, así que se lo dije. Entonces, me invitó a su casa. Cuando llegué, se estaba celebrando una reunión. Ya había siete personas, de modo que pregunté: ‘Díganme, ¿cuándo viene el sacerdote?’”. Pero no fue ningún sacerdote. Josef Valenta, que estaba sentado allí mismo junto a František, era el que presidía.

František continuó estudiando la Biblia y se bautizó en agosto de 1942. Al año siguiente, lo detuvo la Gestapo. No obstante, Jehová siguió proporcionándole la ayuda necesaria para que progresara en sentido espiritual. Él relata: “Conocí al hermano Martin Poetzinger en Mauthausen. Era un hermano valiente y discreto. Me hizo un par de zapatillas, y siempre me facilitaba las publicaciones. Efectuábamos las reuniones habituales —en secreto, por supuesto— todos los domingos en la misma ‘Platz’”, según parece, el sector destinado a pasar lista a los prisioneros.

Jan Matuszný también se dio cuenta de que necesitaba ayuda espiritual. Más tarde escribió: “Trabajé en una mina durante la guerra. Tocaba con mis dos hermanos en una banda compuesta de mineros. Fumaba y bebía. Me encontraba en un estado tan lamentable, que me temblaban las manos como si fueran las de un viejo. Un día que estaba borracho y abatido, me puse a pedirle a Dios en voz alta que me ayudara de alguna manera a encontrar la solución a mis problemas”.

Al poco tiempo, un Testigo que visitaba a la hermana carnal de este hombre habló con él detenidamente y le entregó una Biblia y tres folletos. Cuando Jan los leyó, se convenció de que estaba aprendiendo la verdad. Dejó de fumar, de beber en demasía y de tocar en la banda, y empezó a acudir a las reuniones. En 1943 se bautizó en un estanque. Añadió: “Tuvimos reuniones durante toda la guerra. Aprendimos el significado de la palabra transigir y que es mejor morir que traicionar a un hermano, lo cual colocó un buen fundamento para soportar la persecución que nos aguardaba”, persecución que llegó incluso después de terminar la guerra.

Aprovechamos un período de relativa paz

Tras el final de la guerra hubo un período de relativa libertad y cierta medida de paz para el pueblo de Jehová entre los años 1945 y 1949. Fue una época de restablecimiento en la que nuestros hermanos participaron con renovado entusiasmo en la obra de predicar que Dios les había encomendado (Mat. 24:14).

La primera labor que tenía que hacerse era localizar a todas las congregaciones y a los publicadores. Algunos de ellos habían muerto, otros se habían mudado, y a miles de hermanos alemanes que antes vivían cerca de las fronteras los estaban deportando. El hermano Müller, que probablemente fue uno de los primeros en regresar a casa, realizó un gran trabajo a fin de restablecer la comunicación entre las congregaciones. Además, trató de ponerse en contacto con las sucursales de la Sociedad de otros países, pero sin éxito en un principio. Luego, a primeros de junio se comunicó con Berna (Suiza) mediante un telegrama. Empezaron a llegar cartas desde esa ciudad, que contenían varias páginas de La Atalaya en alemán. Acto seguido se puso en marcha la traducción. En agosto de 1945, los hermanos de Praga editaron el primer ejemplar de la posguerra de La Atalaya en checo, impreso con un mimeógrafo.

Muchas personas recordaron lo que los Testigos habían predicado antes de la guerra, y algunas de ellas estuvieron entonces dispuestas a escuchar. Se organizaron conferencias públicas basadas en la Biblia ofrecidas por oradores competentes, no discursos grabados. Asistieron centenares de personas. El 11 de noviembre de 1945 se pronunció la primera de estas conferencias, cuyo título era “La libertad en el Nuevo Mundo”, en el salón de actos de la Bolsa de Comercio Agrícola de Praga. La concurrencia, de unas seiscientas personas, demostró mucho entusiasmo. En el transcurso de tres años se presentaron en Checoslovaquia 1.885 de tales conferencias, lo que resultó en que se atrajera a la verdad a muchos de los que ahora son testigos de Jehová, según ellos mismos cuentan.

Uno de ellos es Tibor Tomašovský, que reside actualmente en Bohemia. Un Testigo lo conoció en el trabajo y durante la conversación sacó a relucir la Biblia. Tibor, impresionado por su modestia, lo invitó a su casa, y este a su vez, lo invitó a una reunión. Tibor relató más tarde: “Lo que experimentamos mi esposa y yo en aquella reunión fue indescriptible. Jamás había escuchado una conferencia tan sobresaliente. Participaron tres oradores en el discurso. ‘Los oradores deben ser muy cultos’, le dije a la persona que tenía a mi lado. ‘No, son simplemente granjeros.’ Fue tan bonito lo que oímos que no queríamos regresar a casa. Durante la semana siguiente no pude concentrarme en mi trabajo en la oficina, ansioso de que llegara el domingo. Nunca hemos faltado a una reunión”.

Los Testigos continuaron con su ministerio también en los campos de trabajo, donde, después de la guerra, se retenía a los prisioneros de guerra y a los alemanes que esperaban la deportación. Un informe de la actividad de aquella época dice: “Los hermanos han tenido mucho éxito al visitar a los alemanes, nazis en su mayoría, en los campos de trabajo”. ¿Los haría más receptivos a la verdad bíblica el cambio de situación? Los testigos de Jehová quisieron darles la oportunidad.

En noviembre de 1945 se nombró oficialmente al hermano Müller coordinador de la sucursal. Al verano siguiente, los hermanos lograron comprar un edificio de cuatro pisos prácticamente nuevo en Suchdol, cerca de Praga, lo que proporcionó un lugar de trabajo tranquilo y buen alojamiento para la familia Betel. Resultó ser un gran beneficio el que se dividiera el país en circuitos de unas veinte congregaciones y se empezaran a celebrar asambleas de circuito con regularidad. Estas asambleas estuvieron siempre vinculadas al ministerio de casa en casa, y se daba un buen testimonio mediante la conferencia pública del domingo por la tarde. Cuando se puso en marcha la Escuela del Ministerio Teocrático en las congregaciones, con la ayuda del espíritu de Jehová, otros hermanos más llenaron los requisitos para ofrecer conferencias públicas, y los publicadores se hicieron mejores maestros.

También se organizaron asambleas de distrito. En 1946 se presentaron las conferencias “Regocijaos” y “El Príncipe de Paz” en la asamblea que se celebró en Besední du̇m, un club de Brno, ante una concurrencia de 1.700 personas. Estuvo presente Franz Zürcher, de Berna (Suiza). Al año siguiente, en otra asamblea que se realizó en Brno, participaron en el programa tres miembros del personal de la central mundial: N. H. Knorr, M. G. Henschel y H. C. Covington. La conferencia pública, “El gozo de todos los pueblos”, se anunció por toda la ciudad con carteles y panfletos, y 2.300 personas acudieron a oírla. Muchas de ellas entregaron su dirección y solicitaron que se les invitara a otras reuniones.

A principios de 1948 hubo una crisis de gobierno, y los comunistas asumieron el poder. Los testigos de Jehová siguieron predicando las buenas nuevas con afán. Experimentaron un crecimiento del 25% en el número de publicadores del Reino aquel año. En septiembre tuvo lugar otra asamblea, esta vez en Praga. La conferencia pública tenía el oportuno título “El Reino de Dios, la esperanza de la humanidad”. Y en vista de lo que se acercaba, también fue muy apropiado el discurso “Manteniendo integridad bajo proscripción”. Mientras la asamblea misma se llevaba a cabo, los enemigos del pueblo de Jehová se preparaban para el ataque.

Amenazan de nuevo oscuros nubarrones

Habían pasado menos de cuatro años desde que pusieron en libertad a los hermanos, cuando el clima cambió de súbito. En noviembre de 1948, en la asamblea de Karlovy Vary (Bohemia occidental) se presentaron nubarrones de tormenta. La asamblea no se interrumpió. Sin embargo, mientras el hermano Müller pronunciaba la conferencia pública el domingo 28 de noviembre por la tarde, agentes de la Seguridad del Estado vestidos de civil ocuparon algunos de los asientos traseros de la sala. Aquel mismo día, cuando el hermano Müller cenaba, Oldřich Skupina, superintendente de la Congregación Karlovy Vary, fue a verlo y le dijo, muy nervioso, que la Seguridad del Estado había registrado la casa de varios hermanos y había confiscado las publicaciones que tenían.

El hermano Müller trató de telefonear al Betel de Praga, pero no contestó nadie. Estaba claro que algo grave había pasado allí también. Regresó enseguida a Praga. No obstante, cuando se acercó al Hogar Betel, vio a dos hombres que se hacían pasar por trabajadores, pero que estaban vigilando el edificio. Una vez allí, se encontró con un hermano que le informó de que varios agentes de la Seguridad del Estado habían registrado todas las dependencias y habían clausurado la sucursal. No habían transcurrido cuarenta y cinco minutos desde su llegada, cuando dos representantes del Ministerio del Interior se presentaron en el Hogar Betel y le comunicaron que se había confiscado el edificio. El hermano Müller protestó, argumentando que a toda confiscación debía precederle una orden judicial. Cuando los agentes se marcharon, se las arregló para trasladar a la casa de sus padres algunos de los archivos que la Seguridad del Estado no había encontrado. Pero al volver a la sucursal, lo esperaba un agente de la Seguridad del Estado con una orden de arresto contra él y las dos hermanas que lo acompañaban. Ya habían detenido al resto de la familia Betel.

¿Habían conseguido una orden judicial con tanta rapidez? No. Meses más tarde, mientras los hermanos se encontraban detenidos, el hermano Kapinus, uno de los encarcelados, recibió una carta que contenía la decisión del Ministerio del Interior de prohibir la obra de la Sociedad y confiscar su propiedad, fechada el 4 de abril de 1949, más de cuatro meses después del incidente.

Con todo, el Tribunal del Estado suspendió la causa criminal contra los hermanos en el mes de julio por falta de pruebas, y estos quedaron libres de la prisión preventiva en la que se encontraban. Sin embargo, no salieron de la sede del Tribunal del Estado como ciudadanos libres. Dos funcionarios del Ministerio del Interior se les acercaron y les informaron de que la comisión del Partido Comunista había decidido enviarlos a un campo de trabajo por espacio de dos años. Lo que no pudo lograrse mediante un procedimiento legal se efectuó sencillamente mediante un decreto arbitrario. Transportaron al hermano Müller a Kladno, donde trabajó en una mina de carbón.

La ola de detenciones que barrió el país causó muchas dificultades a los testigos de Jehová. Aun así, las expectativas de los funcionarios comunistas no se cumplieron. Le habían dicho al hermano Müller cuando estuvo encarcelado: “Si cortas la cabeza, el cuerpo muere”. Creían que él y otros hermanos responsables eran “la cabeza”, pero no se dieron cuenta de que la auténtica Cabeza de la congregación cristiana es el Señor Jesucristo en los cielos (Efe. 4:15, 16).

Continúa la adoración verdadera

Pese a la presión de aquellos días aciagos, la adoración verdadera no cesó. Los hermanos se organizaron pronto para continuar con la obra de dar testimonio del Rey Mesiánico, Jesús. Josef Skohoutil, natural de Praga, cuenta: “Unos días después de estallar la persecución, me visitó un anciano local, el hermano Gros. Me dio los nombres de diez publicadores y me dijo que me encargara de ellos”. Durante un tiempo, todavía intentaron predicar de casa en casa, pero poco a poco aprendieron otros métodos de dar testimonio.

Aunque muchos hermanos estaban encarcelados, los que seguían libres continuaron reuniéndose. No podían utilizar salas públicas con este fin, pero celebraban asambleas con un programa reducido en apartamentos grandes. En ocasiones se llevaban a cabo asambleas mayores en los bosques. La primera tuvo lugar en Oldřichov, cerca de la ciudad de Nejdek, en 1949. Una ladera tachonada de rocas salientes proporcionó asiento a los 200 congregados. En las proximidades había una casa abandonada, un granero y un estanque. Con miras al bautismo, dividieron el granero en dos con un tabique y prepararon vestuarios para hombres y mujeres. Limpiaron el estanque y colocaron escaleras de madera para entrar al agua. Se bautizaron 37 en esa ocasión.

¿Cómo conseguían las publicaciones bíblicas para el estudio? El hermano Vykouřil, de Teplice, envió el siguiente informe revelador sobre este particular: “En 1950, solo tres de nosotros permanecimos en Teplice. Una hermana nos enviaba por correo La Atalaya en francés desde Suiza. Durante algún tiempo perdimos la comunicación, pero más adelante, la recuperamos. Empecé a recibir cartas escritas en lenguaje codificado en las que se solicitaba que encontrara a alguien que conociera a alguien más, que, a su vez, conociera aun a otra persona, y así se restablecería el contacto. Los hermanos que llevaban la delantera estaban encarcelados, de modo que tuvimos que restablecer los contactos de organización nosotros mismos. Trabajábamos sin ningún nombramiento oficial, todos hacíamos lo que hiciera falta. Sin embargo, nunca dejamos de recibir La Atalaya”.

Así empezó uno de los períodos más difíciles de la historia de los testigos de Jehová de este país. Tan solo gracias a la mano de Jehová no se detuvo la obra. Todo lo contrario, a pesar de muchas pruebas, siguió aumentando.

Una breve tregua

A principios de 1950, y de manera inesperada, todos los testigos de Jehová, hermanos y hermanas, salieron en libertad de los campos de trabajo. ¿Qué les esperaba? El hermano Müller recuerda: “Me sorprendió gratamente ver la buena organización que se había logrado en nuestra ausencia”. El espíritu de Jehová había motivado a hermanos jóvenes, especialmente a Jan Sebín y a Jaroslav Hála, a dirigir la obra con entusiasmo. Habían encarcelado al padre de Jaroslav en 1948 (más tarde murió en prisión), pero este joven fue un ejemplo y una gran fuente de estímulo para muchos hermanos. Los excarcelados hallaron que el número de Testigos activos en el país (la anterior Checoslovaquia) había aumentado un 52% en dos años, de 1.581 a 2.403. Al año siguiente experimentaron un incremento del 38%.

En 1951, la publicación en seis secciones del libro “Sea Dios veraz” en checo puso la base para mayor crecimiento. Fue la publicación que se utilizó para los estudios bíblicos en los hogares. Contenía lo que los estudiantes necesitaban para empezar bien una vida de servicio a Jehová.

Sin embargo, los funcionarios comunistas no veían con buenos ojos la obra de los Testigos. El año 1952 marcó el inicio de otro gran período de intensa persecución para el pueblo de Jehová.

Otra vez en el ‘horno de fuego’

El 4 de febrero de 1952, muy temprano por la mañana, la Seguridad del Estado volvió a detener al hermano Müller. Esta vez le vendaron los ojos al llevarlo a la cárcel. Posteriormente escribió: “Por los siguientes catorce meses, no me dejaban salir de mi celda de aislamiento si no me colocaba una venda en los ojos. Un día sí y otro no, el agente que me interrogaba me llevaba a su oficina. Allí me sometían a largos interrogatorios en los que trataban de persuadirme para que admitiera que había participado en espionaje y que había cometido traición. Escribían muchos informes policiales, que después destruían para escribirlos de nuevo. Los que me interrogaban cambiaban constantemente de método en un intento de incluir en el informe por lo menos una sutil insinuación de culpabilidad. Una y otra vez me negué a firmar tales informes. Unos dieciséis años más tarde, estando yo en libertad, un funcionario del Ministerio del Interior me dijo que me habían incluido en una lista para eliminarme. El 27 de marzo de 1953 me llevaron a Pankrác con los ojos vendados para un juicio oral. Tanto mis compañeros como yo tuvimos que soportar una enorme presión psicológica. La vista duró dos días. Tuvo lugar en absoluto secreto. Los bancos para el público los ocuparon únicamente interrogadores del Ministerio del Interior”.

Al final, el 4 de febrero de 1952 se efectuaron numerosas detenciones por toda Checoslovaquia. La Seguridad del Estado detuvo a 109 testigos de Jehová en total (104 hermanos y 5 hermanas).

Entre las que encarcelaron aquel día estuvo Emílie Macíčková. Ella cuenta: “El 4 de febrero de 1952, cuando mi esposo estaba en el hospital, tres hombres y una mujer de la Seguridad del Estado vinieron a casa a las tres y media de la madrugada e inmediatamente me detuvieron. Realizaron un exhaustivo registro domiciliario y confiscaron lo que encontraron. Me llevaron a la Comisaría Regional de Policía de Ostrava, donde ya había muchos Testigos. Nos apresaban a docenas. Nos metieron en celdas frías recién encaladas, pero que hedían. Nos dieron agua fría para lavarnos y luego cerraron las puertas de hierro. Siempre que nos llevaban a algún lugar, nos ponían gafas negras. Introdujeron delatoras en nuestras celdas, pero nosotras solo les hablábamos del Reino de Dios. Estas mujeres incluso cantaban los cánticos del Reino y fingían que oraban. Hasta este extremo llegaron nuestros enemigos en su intento de quebrantar nuestro espíritu, pero Jehová nos fortaleció”.

Un juicio monstruoso en Praga

Era una época en la que había muchos juicios políticos en Checoslovaquia. Se imponían condenas sumamente severas: o muchos años de prisión o la pena de muerte. El proceso contra los testigos de Jehová, celebrado el 27 y 28 de marzo de 1953, tuvo lugar en este período. Se realizaron a puerta cerrada dos juicios falsos de los principales superintendentes de los testigos de Jehová. El segundo tuvo lugar un mes después del primero. Las sentencias fueron las siguientes: “Müller y Fogel: condenados a dieciocho años de prisión; los acusados Sebín, Gros y Hála: quince años; Nahálka: doce años; Novák: ocho años, y Porubský: cinco años. Todos los acusados son susceptibles de la confiscación de sus propiedades y de la pérdida de los derechos de ciudadanía”.

La única información sobre estos juicios a la que el público tuvo acceso se divulgó en los periódicos. ¿Qué dijeron estos? Un ejemplo es la crónica distorsionada que apareció el 30 de marzo en el diario comunista Rudé právo (La Ley Roja): “Los imperialistas americanos, que odian la Checoslovaquia democrática del pueblo, no conocen fronteras a la hora de desviar a nuestras clases trabajadoras del camino al Socialismo [...]. El Tribunal Superior de Praga se hizo cargo de un tipo de actividad destructiva de los imperialistas americanos [...]. En la vista comparecieron los cabecillas de una secta religiosa cuyos partidarios se denominan a sí mismos testigos de Jehová. La organización, dirigida desde Brooklyn (E.U.A.) y prohibida en nuestro país desde 1949 por sus inclinaciones destructivas, ha introducido clandestinamente en Checoslovaquia ideologías cosmopolitas que bajo la capa del cristianismo puro están concebidas para socavar la moral de nuestras clases trabajadoras y fomentar el odio contra el Estado y sus leyes. Dicha organización empezó a preparar a sus adeptos para una posible guerra en la que desempeñarían la función de la quinta columna”.

La tergiversación de los hechos a fin de justificar la acción del tribunal sentó un precedente que se imitó por todo el país.

Se encuentra a personas mansas como ovejas en las cárceles

No obstante, aun en la cárcel surgían oportunidades para predicar. Se necesitaba inventiva, pero nuestros hermanos hallaron la manera de hacerlo. Hubo quienes respondieron favorablemente a la verdad bíblica en prisión. Uno de estos fue František Janeček, de Čáslav. Él recuerda: “En la guerra participé en el movimiento de resistencia. En 1948 disentí de la nueva forma de violencia, y como me oponía rotundamente a la injusticia, me condenaron a once años de prisión. Allí me permitieron tener una Biblia, e incluso dar clases con ella en los ratos de ocio. Así que los hermanos me confundieron con un sacerdote. Nos alojábamos en diferentes barracones, pero algunas veces nos correspondían guardias nocturnas, llamadas guardias de fuego, en el exterior de los barracones. Una noche muy fría de cielo estrellado en la que estaba de vigilante, le dije a otro prisionero que también empezaba el servicio de guardia y que salía de entre unos barracones vecinos: ‘Así que tú también estás aquí sirviendo a Faraón, ¿no?’. ‘¿Y tú sabes quién fue Faraón?’, me preguntó. ‘Sí, el gobernante de Egipto.’ ‘¿Y sabes a quién prefiguró?’ ‘No.’ ‘Entonces, ven aquí y te lo contaré.’ Caminamos juntos dos horas, y me dio una buena explicación. Progresé rápidamente. Dios me amaba y vio mi anhelo por la verdad”. František estudió la Biblia con los testigos de Jehová y al poco tiempo dedicaba entre setenta y ochenta horas mensuales al servicio de Jehová.

Muchos de los que aprendieron la verdad en la cárcel se bautizaron allí. ¿Cómo lo hicieron? Ladislav Šmejkal, que aprendió la verdad siendo preso político, relata: “En la mina donde trabajábamos, teníamos acceso a las torres de refrigeración de los enormes compresores de ventilación de la mina. En junio de 1956 me bauticé en el depósito de agua de una de estas torres junto con varios más. No fue fácil, pues lo tuvimos que hacer en un breve descanso antes del turno de la tarde. Llevamos una muda de ropa, fuimos a la torre, nos bautizamos, nos cambiamos enseguida y nos presentamos para el trabajo”. Estaban agradecidos de que Jehová hubiera ayudado a sus siervos a encontrar una manera de simbolizar su dedicación en atención al mandato de Jesucristo (Mat. 28:19, 20).

“Santos” en las minas de carbón

La proscripción de los testigos de Jehová se impuso de varias maneras y en diferentes medidas. No fue siempre igual en todo lugar ni en todo momento. En cualquier circunstancia, los hermanos procuraron a conciencia, y por todos los medios, mantener su integridad cristiana, por lo que muchos de ellos fueron encarcelados.

En 1958, a raíz de un decreto del gobierno, se concedió la exención del servicio militar a los mineros de carbón menores de 30 años. En lugar de esperar a que los detuvieran y los condenaran a prisión, o a trabajar en las minas, varios hermanos mantuvieron cierta libertad empleándose en las minas (Pro. 22:3). De esta manera fue como los “santos” o “sacerdotes” —así llamaba la gente a estos testigos de Jehová— llegaron a figurar en la nómina de muchas de estas. Y en vista de que en determinadas minas abundaban los Testigos, se formaron congregaciones fuertes donde los hermanos adquirieron madurez espiritual y llegaron a ser siervos capacitados.

Eduard Sobička, que trabajó diez años en una mina en la ciudad de Kamenné Žehrovice, cerca de Kladno, narra: “Recuerdo que el mayor número de hermanos que trabajamos juntos en la misma mina fue de unos treinta. Nos distribuíamos en diferentes turnos, y nos fijábamos una norma para no permanecer tan cerca unos de otros que nos separáramos del resto de los mineros. No obstante, los ‘santos’, como normalmente nos llamaban, atraíamos la atención. Éramos objeto de burla e insultos, pero al mismo tiempo nos respetaban en secreto”. Estando en las minas, aprovecharon las oportunidades para dar testimonio, y cuando alguien demostraba interés, le dejaban, además, alguna valiosa publicación bíblica.

De vacaciones con otros Testigos

Aunque eran tiempos difíciles, las vacaciones también tenían su lugar en la vida del pueblo de Jehová. Cuando se planeaban bien, no solo eran un período de recuperación física, sino además de fortalecimiento espiritual. En una época en la que se reunían como máximo diez personas, imagínese lo que significaba para quizá treinta testigos de Jehová pasar juntos una o dos semanas.

Seleccionar con sabiduría a quién invitar era muy importante. Los que lo planeaban procuraban no anteponer los jóvenes a los mayores o los hermanos a las hermanas. Se intentaba incluir a varios cristianos maduros en sentido espiritual para que suministraran la superintendencia necesaria.

El objetivo principal era tener un programa espiritual equilibrado. El horario diario era como sigue: oración matutina, texto del día y lectura de la Biblia. Algunas tardes tenían reuniones de una hora. Por las noches había a menudo una reunión con un programa preparado de antemano. El resto del día quedaba libre. Los amigos podían estudiar, ir de excursión, nadar o realizar otras actividades. El ministerio estaba normalmente unido a alguna caminata, pero de nuevo había normas no escritas que tenían que seguir. Trate de visualizar un grupo de veinte excursionistas. Tanto en las aldeas como en los bosques y en los campos encontrarían a personas del lugar. Al hallar a alguien, un hermano o hermana se apartaba de los demás y trataba de entablar una conversación. El resto continuaba adelante.

Las vacaciones en grupo resultaron muy beneficiosas. Fortalecieron la fe y sirvieron para difundir las buenas nuevas. Esta clase de vacaciones formó parte integrante de la historia moderna de los testigos de Jehová de este país. Con todo, en ningún momento podían los siervos de Dios bajar la guardia en sentido espiritual.

Un ataque astuto

Satanás el Diablo, “el padre de la mentira”, trata de socavar la confianza distorsionando hechos y representando en falsos colores a los siervos fieles de Dios (Juan 8:44). Utilizó dicha táctica para debilitar al antiguo Israel, para poner a los judíos del siglo primero en contra de Jesús y para intentar perturbar la unidad de la congregación cristiana primitiva (Núm. 13:26–14:4; Juan 5:10-18; 3 Juan 9, 10). Los que promueven los fines del Diablo persiguen su propia prominencia. Por otra parte, tal vez haya quienes crean que lo que dicen es cierto; sin embargo, expresan opiniones categóricas cuando en realidad no conocen todos los factores implicados. Satanás emplea ambas tendencias, y así lo hizo en este país.

La situación a finales de la década de los cincuenta era difícil para los hermanos de Checoslovaquia. Muchos de ellos estaban encarcelados. La comunicación con la central mundial de los testigos de Jehová se había interrumpido. Algunos hermanos con iniciativa ofrecieron instrucciones que reflejaban su propia opinión en lugar de estar basadas sólidamente en las Escrituras (Tito 1:9; Sant. 3:1). Ante la presión del momento hubo quienes adoptaron posturas firmes sobre asuntos que no conocían a fondo (compárese con Proverbios 18:13, 17). Unos cuantos se pusieron a “arrastrar a los discípulos tras de sí” (Hech. 20:30).

En lo que concierne a los sucesos de aquella época, el hermano Müller escribió luego: “Un día de enero de 1956, en la cárcel de Valdice, me llevaron a una oficina en la que había dos hombres esperándome. Dijeron que eran del Ministerio del Interior. Trataron de persuadirme de que deberíamos ‘suavizar’ algunas creencias religiosas. Como no alcanzamos ningún acuerdo, la entrevista fue corta. En 1957, otros dos representantes del Ministerio del Interior vinieron a hablar conmigo. Aquella conversación de tres horas se llevó a cabo en un ambiente completamente diferente. Pude explicar sin trabas los puntos de vista y las actitudes de los Testigos en cuanto a varios asuntos. Les interesaba saber nuestra postura ante el servicio militar, las transfusiones de sangre, los sindicatos y muchos otros temas. Al final, uno de ellos me preguntó: ‘Señor Müller, ¿cree que podremos ser amigos?’. Yo le contesté: ‘Las personas que son amigas están muy unidas y tienen muchas afinidades. Los testigos de Jehová creemos en Dios, pero ustedes, los comunistas, son ateos. No tenemos ningún terreno común. Aun así, opino que podemos vivir y coexistir en paz’. El funcionario me dijo: ‘Me alegra su respuesta porque de otra manera nos sería imposible confiar en usted’. Tuve la impresión de que esta última pregunta la plantearon para averiguar si podríamos mantener algún diálogo serio en el futuro, lo que, en ese caso, nos acercaría un paso más al remedio de nuestra situación”.

A raíz de esta entrevista, la comunicación entre determinados hermanos y el gobierno se hizo un tanto más abierta. No obstante, a causa del clima reinante, algunos Testigos que se enteraron de las conversaciones creyeron que estos hermanos responsables habían claudicado. Todo parece indicar que varios pensaron así debido a su intenso deseo de seguir observando los principios cristianos y no transigir. Sin embargo, unos pocos hermanos de carácter autoritario expresaron libremente su desconfianza en aquellos que se habían entrevistado con los representantes del gobierno. ¿Tenían base sólida para desconfiar?

También estaban implicados otros factores. Juraj Kaminský, siervo de Jehová desde hace más de cincuenta años, explica: “Luego que detuvieron a los hermanos responsables y a numerosos ancianos, algunos de los que llevaban la delantera en las congregaciones y en los circuitos empezaron a imponer normas de conducta a los publicadores, indicándoles lo que se podía hacer y lo que no”. ¡Cuánto mejor hubiera sido “promover obediencia por fe”, como lo hizo el apóstol Pablo! (Rom. 16:26.) En vista de que la ley exigía que el pueblo votara, algunos Testigos acudían al centro electoral; pero por razones de conciencia no depositaban ninguna papeleta que diera el voto a un candidato político. Hubo quienes pensaron que estos estaban transigiendo. Algunos albergaban un marcado resentimiento contra el gobierno a causa del maltrato infligido a sus hermanos cristianos, lo cual es en cierto modo comprensible. El hermano Müller relata: “Me preocupaba mucho esta situación, así que en el otoño de 1957 escribí una carta [desde la cárcel], concebida para ayudar a los hermanos a ver debidamente los asuntos”. He aquí uno de sus párrafos:

“Hay algo más que me da mucha pena. [...] Les recuerdo, hermanos, que nuestras reuniones se dedican al estudio de las Escrituras y a preparar a los testigos de Jehová a fin de que sean ministros mejores y más cualificados. Es totalmente inadmisible hablar de política o expresar opiniones antiestatales en ellas, sin importar dónde se lleven a cabo o si tan solo hay dos o más personas presentes. Hermanos, tengan esto en cuenta y no permitan conversaciones de tal índole. ¿Guarda alguno de ustedes rencor al gobierno porque otros hermanos y yo estemos encarcelados? Entonces, les ruego en mi nombre y en el de los demás que desechen tales sentimientos. No cedan a la ira y la animadversión, pues hemos elevado nuestra causa a Dios, al igual que ustedes.” (Rom. 12:17–13:1.)

Esta carta animó en gran manera a los hermanos fieles. Jan Tesarz dijo: “Recibimos la carta que escribió en la cárcel en 1957. No se atisbaba ninguna señal de deslealtad a sus principios, sino sensatez cristiana”. Aun así, no todos aceptaron ese criterio. La carta del hermano Müller se convirtió en objeto de debate y causó una gran especulación.

Separados de la congregación

Tras la concesión de una amnistía general a los presos políticos en mayo de 1960, se liberó a la mayoría de los testigos de Jehová que estaban en prisión. Fue muy emocionante. A pesar de las amenazas, reemprendieron la predicación de las buenas nuevas enseguida. Muchos de ellos tenían presente el modelo que establecieron los apóstoles de Jesucristo, que pidieron en oración denuedo para predicar la palabra después de haber sido puestos en libertad (Hech. 4:23-31). Pero les esperaban nuevas pruebas.

Había crecido la duda y la desconfianza entre los hermanos. Cuando se recibió una carta del hermano Müller con el fin de aclarar los asuntos, algunos de los que tenían firmes convicciones y opiniones críticas no permitieron que se leyera a la congregación. En 1959 el número de Testigos activos en Checoslovaquia era de 2.105; pero más de mil, aunque todavía decían servir a Jehová, ya no lo hacían en unidad con sus anteriores compañeros cristianos. Los líderes del cisma incluso aseguraban que tenían la aprobación de la central de Brooklyn (Nueva York) y de N. H. Knorr, el entonces presidente de la Sociedad Watch Tower.

Otros acontecimientos aumentaron el recelo que abrigaban los que se habían separado de sus anteriores compañeros cristianos. Para aquella época, los funcionarios del gobierno de Checoslovaquia habían comprendido, en general, que los testigos de Jehová no eran espías imperialistas americanos, como se les había acusado. También sabían que no había sido posible detener la obra de los testigos de Jehová ni persuadirles a que renunciaran a su fe. Por tanto, el gobierno, un régimen comunista totalitario, dio los pasos para dialogar con los Testigos. Fue un diálogo forzado. El objetivo de la Seguridad del Estado era asegurarse de que el sentimiento religioso no se utilizara en contra del régimen, sino, en lo posible, a favor de él. A veces, la manera de comunicarse era citando al hermano Müller o a uno de los superintendentes viajantes para un interrogatorio en la comisaría de policía. En otras ocasiones daba la impresión de ser una conversación amigable en una cafetería.

Como algunos observadores desconocían todos los detalles, pensaron que los hermanos implicados en estas conversaciones estaban colaborando con la Seguridad del Estado. Incluso anotaron en una lista de supuestos colaboradores los nombres de algunos de ellos, y se les acusó de modificar artículos de las publicaciones para satisfacer los deseos de la Seguridad del Estado.

Ánimo bondadoso para “buscar a Jehová”

El hermano Knorr estaba muy preocupado por la obra del Señor y por los que procuraban servir fielmente con la organización de Jehová. El 7 de diciembre de 1961 escribió una carta a los hermanos de Checoslovaquia en la que hacía hincapié en textos bíblicos como Miqueas 2:12 y Salmo 133:1. En ella expuso la postura de la Sociedad con relación a varios asuntos y reiteró su apoyo a hermanos concretos a quienes se les habían confiado ciertas funciones. Fue, en efecto, ánimo bondadoso para que los hermanos ‘buscaran a Jehová’, para que percibieran cómo actuaba Su espíritu en el cumplimiento de Su palabra y, por tanto, trabajaran en armonía con las entidades que Jehová utilizaba (Zac. 8:21). He aquí un párrafo de esa carta:

“Mis queridos hermanos: [...] La información que poseo me indica que la mayoría de los hermanos de Checoslovaquia mantienen teocráticamente la unidad cristiana, pero que, por falta de buena comunicación, unos cuantos hermanos han permitido que los rumores y las murmuraciones les susciten dudas, con la consecuente negativa de su parte a cooperar o a entregar sus informes de servicio. Esta actitud puede desembocar únicamente en infelicidad para ellos y en situaciones problemáticas, lo cual ha ocurrido ya. Por consiguiente, les escribo para comunicarles que la Sociedad reconoce a los hermanos Adam Januška, Bohumil Müller y a los que trabajan con ellos como los superintendentes cristianos responsables de Checoslovaquia, y les solicito que tengan presentes las palabras de Pablo recogidas en Hebreos 13:1, 7, 17. Los mencionados hermanos se interesan por todos ustedes y tratan de ayudarlos para que sean fieles a Jehová Dios. De modo que colaboren con ellos con humildad, y ellos colaborarán con ustedes, todo para la alabanza de Jehová.” Desgraciadamente, poco después de recibir esta carta, se tuvo que expulsar a Adam Januška por conducta impropia de un cristiano.

Algunos hermanos agradecieron la carta del hermano Knorr, pero no todos aceptaron su consejo. De hecho, en 1962 aumentaron los problemas. Se publicó una serie de artículos en La Atalaya que explicaba los deberes cristianos primero con Dios y luego con los gobiernos seglares, “las autoridades superiores” a las que Romanos 13:1 hace referencia. Lo que se publicó supuso un cambio en el entendimiento que teníamos. Quienes habían demostrado desconfianza y se habían hecho críticos esparcieron rumores de que era el hermano Müller en realidad quien había escrito los artículos bajo la dirección del Ministerio del Interior. ¿Qué debía hacerse? En vez de emplear todo el tiempo tratando de convencer a los que no deseaban hacerlo por el momento, los hermanos se concentraron en predicar las buenas nuevas a los que tenían hambre y sed de justicia.

Años más tarde, algunos de los que habían abandonado la organización observaron las pruebas del favor de Jehová en ella y pidieron su readmisión. Sin embargo, hubo otros hermanos que permanecieron desasociados hasta 1989, año en el que el Cuerpo Gobernante envió una carta dirigida “A todos los que desean adorar a Jehová y servirle en unidad”. En ella se destacaban profecías como las que aparecen en Zacarías 8:20, 21 e Isaías 60:22, de pleno cumplimiento en la actualidad, y se recalcaba el consejo bíblico y los principios que se recogen en Mateo 24:45-47, 1 Corintios 10:21, 22 y Efesios 4:16. La carta decía en parte:

“Nos pesa saber que, hasta el momento presente, ustedes se hallan alejados de la organización teocrática y los procedimientos que sigue el pueblo de Dios en el resto del mundo. Les escribimos para animarlos a que aporten pruebas de su deseo de trabajar en armonía con la organización visible de Jehová, tal y como está constituida a escala mundial y existe en su país. Pueden demostrar este buen deseo de su parte al aceptar a los hermanos que hemos seleccionado. Ellos están preparados para leer esta carta con ustedes. Pueden confiar plenamente en los hermanos que los visiten y se identifiquen mediante esta carta, ya que gozan de nuestra autorización. Ellos tienen el honor de invitarlos a regresar al único rebaño y a no volver a separarse de él (Juan 10:16).”

La medida adoptada por el Cuerpo Gobernante sirvió para remediar lo que todavía quedaba de los estragos que había causado el astuto ataque de Satanás a las congregaciones, en un tiempo en el que se cortó la libre comunicación con el resto de la organización visible de Jehová.

Se organizan y preparan para más trabajo

Cuando en 1960 se liberó a los Testigos de la cárcel, todavía quedaba mucho que hacer en lo relacionado con la predicación de las buenas nuevas en Checoslovaquia. Para lograrlo era muy importante contar con buena organización y preparación. El hecho de que se alcanzaran estos objetivos en las difíciles condiciones reinantes, constituyó una señal inequívoca de la amorosa protección y aprobación de Jehová.

Un gran paso adelante en la organización teocrática fue la institución de la Escuela del Ministerio del Reino en 1961, a fin de suministrar preparación especializada de la Biblia a los superintendentes viajantes y a los siervos de congregación (los actuales superintendentes presidentes). Karel Plzák, de Praga, que en aquel tiempo era superintendente de circuito, recuerda la primera clase. Iba a tener lugar en Karlovy Vary. Al final, la Seguridad del Estado también se enteró del emplazamiento, de manera que se hicieron los cambios de última hora para que los hermanos se reunieran en una casa particular.

Muchos hermanos jóvenes de aquel entonces reconocían la importancia de servir a Jehová. Algunos de ellos maduraron con rapidez y pronto se les invitó a beneficiarse de la Escuela del Ministerio del Reino. Uno de estos, Jaromír Leneček, era conductor del Estudio de Libro de Congregación a la edad de 14 años. A los 16 se le nombró ayudante del superintendente de la congregación y a los 20 se le invitó a asistir a la Escuela del Ministerio del Reino. En la actualidad forma parte del Comité de Sucursal.

Otro programa de instrucción que se estableció en 1961 contribuyó en gran manera a mejorar la calidad de la predicación. Consistía en que un hermano de mucha experiencia preparara a otro menos experimentado. Ambos ensayaban y trabajaban juntos en el ministerio del campo. El objetivo era ayudar lo suficiente al que estaba siendo preparado para que, a su vez, pudiera ayudar a los demás. En aquella época solo se podía predicar informalmente, pero la preparación permitió a muchos ser alabadores eficaces de Jehová.

En un régimen totalitario, el gobierno normalmente controla la correspondencia. Así que los superintendentes viajantes fueron un eslabón clave en las comunicaciones teocráticas de Checoslovaquia. Cada visita del superintendente de circuito era un acontecimiento esperado con anhelo. Eduard Sobička recuerda: “Los superintendentes de circuito estaban obligados a tener un empleo y, por lo tanto, visitaban las congregaciones en fines de semana alternos, de viernes a domingo por la noche, unos cinco días al mes en total. Esta es la misma cantidad de tiempo que los superintendentes de circuito dedican a las congregaciones durante una semana en los países donde no hay restricciones legales a la obra. De ahí que un circuito normalmente constara de solo seis congregaciones”. A través de estos hermanos se sostuvo la comunicación con las congregaciones, y estas se mantuvieron al día.

Cuando no se actuaba con prudencia

En ocasiones, cuando la obra prosperaba, era fácil olvidar que los testigos de Jehová estaban aún proscritos. Los hermanos encargados de la superintendencia fomentaban la sensatez en todas las acciones, pero no todos estaban satisfechos con los métodos que se utilizaban. Querían resultados más rápidos.

Un día de 1963, dos hermanos reunieron a un gran número de personas en un parque de Praga. Uno de los hermanos se subió a un banco y empezó a dar un sermón. Cuando un señor del auditorio expresó sus objeciones al respecto, el hermano lo tildó de agente del Diablo. Llegó la policía e hizo que los hermanos dieran sus nombres, pero el asunto no acabó allí. Aquel suceso provocó un gran despliegue policial. A los pocos días habían detenido a más de cien hermanos y hermanas de Praga, lo que terminó en procesos judiciales y en una lección para los hermanos. A seis de los detenidos se les juzgó y condenó.

Aquel incidente no hizo que los hermanos aminoraran el paso en el ministerio, pero sí les recordó la necesidad de actuar con sabiduría práctica (Pro. 3:21, 22). Esta cualidad fue especialmente importante a fines de la década de los sesenta, ya que había esperanza de que se levantara la proscripción.

Se vislumbra la libertad de cultos

Durante 1968 se vivieron cambios inesperados. Los llamados comunistas reformadores se alzaron con el poder y emprendieron el camino de la democratización. El pueblo acogió gratamente tales cambios, y se hablaba del “socialismo con rostro humano”.

¿Cómo reaccionaron los testigos de Jehová ante las reformas? Con cierta reserva. Aunque se alegraron por la liberalización del régimen, esperando quizá que se levantara la proscripción, trataron de no tomar ninguna decisión apresurada que pudieran lamentar más tarde. Los resultados demostraron que aquel fue un proceder sabio (Pro. 2:10, 11; 9:10). Tras ocho meses de relativa libertad, los ejércitos de cinco naciones pertenecientes al Pacto de Varsovia, con una dotación de 750.000 soldados y 6.000 tanques, invadieron Checoslovaquia y pusieron punto final al “socialismo con rostro humano”. Aquello fue un duro golpe para el pueblo. No obstante, la conducta neutral de los testigos de Jehová durante la “primavera de Praga” les fue de gran utilidad en años posteriores, ya que el Estado tuvo que admitir que los Testigos no supusieron ninguna amenaza para el gobierno.

Sorprendentemente, después de estos sucesos, los ciudadanos checoslovacos tuvieron durante poco tiempo la oportunidad de viajar con plena libertad a Europa occidental. Muchos testigos de Jehová aprovecharon esta situación principalmente para asistir a las asambleas internacionales “Paz en la Tierra”, que se programaron para aquel año. Unos trescientos hermanos y hermanas de toda Checoslovaquia viajaron a la ciudad de asamblea más cercana, Nuremberg (Alemania occidental), lo que les infundió mayor fortaleza espiritual. No obstante, las fronteras volverían a cerrarse muy pronto.

Los primeros años de la década de los setenta fueron testigos del inicio de un período de normalización política. Los partidarios del movimiento reformador de 1968 fueron apartados de manera sistemática de la vida cultural y política, lo que afectó a casi treinta mil personas. Aproximadamente una cuarta parte de los agentes de la Seguridad del Estado habían apoyado la reforma, por lo que perdieron sus empleos. Algunas personas dijeron que había vuelto la Edad del Oscurantismo.

Aunque hubo diferencias entre esta época y la década de los cincuenta, fue un período en el que la Seguridad del Estado vigilaba de cerca la obra de los testigos de Jehová. En algunas regiones del país se encarceló a varios hermanos. Los Testigos no cesaron de predicar, pero lo hicieron con más cautela.

“Seis mil años de existencia humana”

En 1969, La Atalaya en checo empezó a publicar series de artículos basados en el libro “Vida eterna, en libertad de los hijos de Dios”. El capítulo 1, bajo el subtítulo “Por terminar seis mil años de existencia humana”, contenía una explicación del Jubileo y de la cronología bíblica. La información tuvo una influencia positiva en algunos hermanos, pero también generó muchas preguntas y especulaciones.

La sucursal de Checoslovaquia remitió una carta con fecha del 22 de febrero de 1972 a todas las congregaciones, en la que se explicaba detalladamente las razones por las que no deberíamos hacer ninguna aseveración categórica sobre la fecha del Armagedón. La carta puntualizaba que ninguna publicación de la Sociedad había dicho que el Armagedón llegaría en un año en concreto, y concluía diciendo: “Los testigos de Jehová de todo el mundo somos conocedores de estos hechos, y nadie debe añadir ningún comentario personal sobre lo que sucederá antes o durante 1975. No hay base bíblica para hacer tales afirmaciones, que, además, podrían ser perjudiciales para la obra de predicar. Por lo tanto, procuren que ‘todos hablen de acuerdo, y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar’ (1 Cor. 1:10), ya que respecto a aquel día y hora nadie sabe” (Mat. 24:36).

Qué sucedió

En febrero de 1975, una redada policial concluyó con varios hermanos detenidos. A lo largo del año se sucedieron más detenciones en diversas partes del país. Stanislav Šimek, de Brno, a quien habían encarcelado en muchas ocasiones, cuenta: “Me detuvieron e inspeccionaron mi apartamento y mi lugar de empleo el 30 de septiembre de 1975. La policía confiscó cinco sacos de publicaciones. Más tarde averigüé que habían participado en la operación unos doscientos agentes de la Seguridad del Estado y que habían registrado cuarenta hogares y confiscado media tonelada de libros. Recibimos condenas que oscilaban entre trece y catorce meses de cárcel”.

Los registros domiciliarios eran muy desagradables. Los superintendentes a menudo guardaban en sus casas informes de la congregación y se les hacía difícil mantenerlos bien escondidos. Con todo, en más de una ocasión, Jehová cegó los ojos de los que deseaban causar daño a sus siervos. El hermano Mařák, de Plzeň, recuerda: “Por aquellas fechas era superintendente del campo. Tenía un sobre grande que contenía informes de servicio, donativos y una lista de todos los ancianos y siervos ministeriales dentro de una vitrina con puertas de cristal. Cuando los agentes se acercaron a ella, mi esposa me miró y se puso a pedir ayuda a Jehová en silencio. Los hombres miraron por los cristales justo donde se hallaba el gran sobre gris, pero daba la impresión de que sus ojos estuvieran cegados, pues no lo vieron. Le agradecimos fervientemente a Jehová su protección”.

Las relaciones que mantenía el Estado con nuestros hermanos a veces tenían su lado jocoso. Michal Fazekaš, bautizado en 1936, y a quien habían encarcelado en varias ocasiones, tuvo la siguiente experiencia: “Me volvieron a condenar en 1975. Esta vez me dejaron en libertad condicional. Sin embargo, es interesante que ese mismo año, el 30° aniversario del fin de la segunda guerra mundial, me subieron la pensión por ‘haber colaborado en debilitar a las fuerzas armadas del Reich alemán’, cuando en realidad me habían enviado a un campo de concentración a causa de mi neutralidad cristiana”.

Se trazan los mapas de territorio de las congregaciones

El 1 de febrero de 1976 se estableció un comité nacional de cinco miembros a fin de supervisar la obra de los testigos de Jehová en Checoslovaquia. Lo formaron Ondřej Kadlec, Michal Moskal, Bohumil Müller (coordinador), Anton Murín y Eduard Sobička.

Posteriormente, Ondřej Kadlec hizo una visita privada aquel mismo año a la sucursal de los testigos de Jehová en Finlandia. En el Departamento de Servicio vio un mapa en el que se indicaban los territorios de los distritos, circuitos y congregaciones del país. Al regresar, en una reunión del comité propuso hacer lo mismo en Checoslovaquia. El hermano Müller señaló de manera categórica que un mapa así podría levantar sospechas por parte del gobierno y provocar un daño imprevisible. “No tenía ningún deseo en absoluto de volver a sacar el tema a colación. Pero solo dos meses después, el hermano Müller presentó el asunto”, recuerda el hermano Kadlec. Se había hecho patente la necesidad de organizar los territorios. Al poco tiempo, todas las congregaciones estaban inmersas en el proyecto.

Pero ¿cómo debía dividirse el territorio de Checoslovaquia, con 220 congregaciones, 8 distritos y 35 circuitos? Se designó a Jaroslav Boudný, de Praga, para que lo hiciera. Él relata: “Contaba con amplio margen de maniobra. Además, fue estupendo trabajar con el hermano Müller, que era muy meticuloso en sus quehaceres. Me dediqué a la tarea con gran entusiasmo y con mucha oración. La labor exigía poner por escrito los miles de límites de los territorios de las congregaciones y hacer multitud de dibujos”.

Procuran cubrir otros territorios

Cuando se fijaron las primeras asignaciones de territorio, se invitó a las congregaciones a atender zonas no asignadas. Resultó conmovedor observar la disposición de muchas congregaciones para aceptar estas asignaciones especiales, particularmente en el caso de las congregaciones alrededor de Ostrava (Moravia). Algunas de ellas tenían que viajar hasta 200 kilómetros [120 millas] para llegar al territorio.

¿Cómo se organizó el trabajo? Los hermanos solían pasar allí todo el fin de semana; salían el sábado por la mañana y volvían a casa el domingo por la noche. Siempre llenaban los automóviles y ellos mismos corrían con todos los gastos. Se realizaban los viajes cada dos semanas.

Se sugería a los publicadores que se comportaran como turistas, que dejaran el automóvil fuera del pueblo, que caminaran por él en una sola dirección, que entablaran conversaciones amigables y que progresivamente pasaran a dar testimonio y, en caso de encontrar oposición, volvieran al tema original y concluyeran la conversación de manera amigable. En un período de diez años solo surgieron problemas en casos aislados.

Para predicar en otros territorios, se designó temporalmente a algunos precursores recomendados por los ancianos. Tal como se había hecho en años anteriores, solía enviárseles por una semana o más. Marie Bambasová y Karla Pavlíčková, que habían sido compañeras durante casi treinta años, estuvieron entre las primeras que se eligieron de Praga. Karla recuerda: “Marie se jubiló en 1975. Al segundo día de su jubilación partimos hacia Moravia, donde serviríamos de precursoras. Vivíamos un período de persecución, así que ese servicio podría ser peligroso, y especialmente donde estábamos, cerca de la frontera austriaca. Una hermana del lugar nos dio estas instrucciones: ‘No lleven consigo ninguna publicación. Y si las sorprenden por ahí, díganles que están haciendo una pequeña excursión; luego váyanse y no vuelvan a mí. Yo les enviaré sus pertenencias más tarde’. Pero Jehová nos protegió. La primera experiencia en este tipo de servicio fue maravillosa. Repetimos todos los años, y siempre nos enviaron a lugares diferentes”.

A veces, estos viajes para servir de precursores los llevaban incluso mucho más lejos. “Hermano, hay necesidad en Bulgaria. Usted habla ruso y desempeñaría un buen papel.” Eso es lo que le dijeron a un hermano de Praga a finales de los años setenta. Tanto él como su esposa se ofrecieron para viajar a Bulgaria con regularidad, en ocasiones hasta dos veces al año, y lo hicieron durante trece años.

¿No tenían los hermanos checos suficiente trabajo en su país como para que tuvieran que ir a Bulgaria, que se encontraba en una situación bastante más problemática? Había mucho que hacer en Checoslovaquia, pero también se tenía un intenso deseo de ayudar donde se necesitara.

El hermano de Praga que colaboró en este programa de ayuda da su opinión sobre el campo búlgaro en aquella época: “Los búlgaros son muy hospitalarios por naturaleza, lo que nos permitió intimar con ellos. Con el tiempo llegamos a entender su situación. Conversaban sobre la verdad básicamente con la familia. Nunca se les había ocurrido la idea de hablar con las personas en la calle. En una ocasión en la que me encargaron celebrar la Conmemoración en Sofía, aproveché que había un buen número de publicadores presentes. Mediante experiencias y demostraciones se les pudo explicar cómo predicar ‘sin riesgos’. Era importante no mencionar la frase ‘estudio la Biblia’, sino más bien entablar una conversación sobre un tema neutral y poco a poco pasar al tema bíblico. Se podría utilizar esta introducción: ‘He oído en alguna parte que la Biblia dice ...’. Los publicadores aceptaron con gusto este nuevo método de predicación y empezaron a divulgar el mensaje de Dios más allá de su cerrado círculo de conocidos”.

La predicación entusiasta inquieta a las autoridades

Aunque nuestros hermanos procuraban ser discretos, los perseguidores detectaban rápidamente cualquier intento de aumentar la predicación de las buenas nuevas. La congregación de Nejdek, cerca de Karlovy Vary, fue una de las que atrajo la atención de los funcionarios políticos y de la policía. Juraj Kaminský, que fue superintendente viajante muchos años, dice: “Por un tiempo creyeron firmemente que la obra de todo el país se dirigía desde Nejdek. Los dignatarios comunistas a menudo consultaban entre sí sobre cómo frenar nuestra obra. En una ocasión, vinieron varios expertos desde Praga para celebrar un congreso en un hotel de Karlovy Vary. Asistieron al acto dos portavoces del gobierno y representantes de los ministerios y de la policía. Eran unas doscientas personas en total.

”El orador tenía el libro La verdad en la tribuna. Describió con minuciosidad la organización de los testigos de Jehová y recalcó que somos organizadores muy concienzudos y competentes. Al llegar a la culminación de sus elogios, declaró: ‘Debemos ser mejores que ellos para impedir que se nos escapen de las manos’.”

Perseguidos por honrar a Jesucristo

Resultaba imposible ocultar a la policía comunista la fecha de la Conmemoración de la muerte de Cristo. Božena Pětníková, que residía en Praga, nos recuerda una de esas ocasiones: “En aquellas fechas había pocos hermanos en las congregaciones, y, por lo tanto, las hermanas nos encargábamos de dirigir las reuniones en hogares particulares. Solíamos congregarnos diez, como mucho. En 1975, nuestro grupo tenía que asistir a la Conmemoración en un lugar donde todavía no se había celebrado reunión alguna. Cuando habían transcurrido cuarenta minutos, nos interrumpieron el sonido del timbre y unas furibundas patadas contra la puerta. Como el escándalo seguía, el ama de casa fue a abrir. Tres hombres irrumpieron en la habitación, dos vestidos de policía y uno de civil. ‘¡Vaya, señora Pětníková, no teníamos ni idea de que íbamos a encontrarla aquí! ¿Qué está haciendo aquí?’, preguntó el que iba vestido de civil. ‘Estamos conmemorando la muerte de Jesucristo. Tomen asiento, por favor, y permítannos concluir la celebración’, respondí con calma. Pero, como era de esperar, se negaron. Nos pidieron el carné de identidad y fueron preguntándonos uno por uno la razón por la que estábamos allí. La siguiente en el interrogatorio fue una hermana de edad avanzada. Yo temía su reacción, pero su respuesta nos animó a todos los presentes: ‘Soy testigo de Jehová y respeto a Jehová’, dijo ella. ‘Dé gracias a que es usted muy mayor’, contestó sorprendido el policía al ver su coraje. Luego nos obligaron a salir, y en la comisaría de policía tuve que firmar que era yo la que dirigía la Conmemoración”.

Doce años más tarde, en 1987, la Seguridad del Estado detuvo a muchos hermanos a propósito de la Conmemoración en algunas localidades de Bohemia. Su interés principal estribaba en saber dónde se habían llevado a cabo y quiénes las habían dirigido. Al terminar una de estas reuniones, la policía tomó los nombres de todos los asistentes y detuvo e interrogó a un hermano. En otro lugar incluso se formularon cargos contra tres hermanas, alegando que habían visitado a una señora y “habían estudiado publicaciones de una secta religiosa prohibida, llamada testigos de Jehová”.

A Miluše Pavlová, otra hermana, se la condenó a prisión en Pardubice, no porque se tuviera pruebas de que hubiera hecho algo malo, sino por considerarla sospechosa. La razón oficial de la condena fue la siguiente: “El informe pericial indica que la acusada ha diseminado y copiado publicaciones prohibidas. El Tribunal de Apelaciones ratifica el fallo original y añade: ‘Se la condenó para que sirviera de escarmiento tanto a ella como a otras personas’”.

Se suministra alimento espiritual

Se ejercía mucho cuidado a la hora de suministrar alimento espiritual durante la era comunista. Los hermanos en general no estaban al tanto de cómo este se traducía, imprimía y distribuía. Tampoco se sabía quiénes servían de traductores y correctores, ni los que trabajaban en la impresión y encuadernación.

El traductor vertía al checo un artículo de La Atalaya y lo entregaba al corrector, pero no volvía a ver el artículo hasta que se estudiaba en las reuniones de la congregación. Todo, hasta los libros y folletos, se traducía de igual modo. Aun así, la calidad de la traducción era relativamente buena. La revista ¡Despertad! no se traducía por aquel entonces.

Ni siquiera el cuerpo de ancianos de la congregación sabía quién estaba participando en dicha labor. A veces, cuando aumentaba el trabajo de traducción, los hermanos que se encargaban de ello registraban un descenso en el ministerio del campo, lo que hacía que los ancianos trataran de ayudarlos, pensando que tal vez se estaban enfriando en sentido espiritual. Sin embargo, ni los traductores ni los correctores revelaban lo que estaban haciendo.

En estas circunstancias tan difíciles se emprendió una obra sumamente notable: la traducción completa de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras al checo. Entre los años 1982 y 1986 también se imprimió y encuadernó allí mismo, en Checoslovaquia, una edición en cinco tomos, y se facilitó un ejemplar a todas las familias de Testigos. De igual manera, se trató de producir la Traducción del Nuevo Mundo en eslovaco, pero no se completó hasta más tarde.

Cómo lograron imprimir las publicaciones

En los años cincuenta, los hermanos que no estaban en prisión pusieron mucho empeño en asegurarse de que sus hermanos cristianos se alimentaran en sentido espiritual. Cuando se proscribió la obra y se encarceló a los responsables, hubo una época en la que con frecuencia varias congregaciones compartían un solo ejemplar de La Atalaya. La situación fue mejorando. Con el tiempo se dispuso de un ejemplar por congregación y, más adelante, de uno por familia. Los publicadores copiaban la revista a mano, pues no tenían máquinas de escribir.

Juraj Kaminský, de la Congregación Nejdek, narra una situación que se les planteó a los hermanos y que ilustra bien esa época: “Cuando por fin se pudo obtener una máquina de escribir, era una máquina vieja. Se la compraron a un hombre que la sacó de un agujero en el suelo ante sus propios ojos. Posteriormente, se las ingeniaron para conseguir máquinas nuevas y también ampliadoras fotográficas”.

Varios hermanos intervinieron en la reproducción de las publicaciones. Muchas hermanas, algunas de ellas con más de 70 años, aprendieron a escribir a máquina. Incluso se consiguió introducir a escondidas publicaciones en las cárceles. En 1958 se empezaron a producir miniaturas fotográficas de La Atalaya. Se ocultaban hasta tres de estos ejemplares en una pastilla de jabón o en dentífrico y se enviaban a los hermanos encarcelados. Ellos, a su vez, los copiaban a mano y destruían los originales.

En 1972 se invitó a Herbert Adamy a colaborar en la reproducción de las publicaciones y se le encargó que coordinara la producción para Checoslovaquia. Él recuerda: “Al principio, cientos de hermanos de las congregaciones producían a mano las publicaciones. Al final —justo antes de la caída del régimen comunista— teníamos una red de modernas imprentas clandestinas, bien equipadas, capaces de imprimir muchas más publicaciones de las que necesitábamos en aquel entonces”.

Hablando del tiempo en que utilizaron el primer mimeógrafo, el hermano Adamy relata: “Unas cuatro veces al año teníamos que trasladar toda la imprenta a un emplazamiento seleccionado que no fuera fácil de descubrir. En una ‘operación’, que duraba una semana, el equipo imprimía, encuadernaba y despachaba 12.000 libros. Los trabajadores se levantaban a las cuatro de la madrugada y muchas veces se acostaban después de la medianoche. Una vez concluido el proceso, yo llevaba las cajas de publicaciones hasta la estación de tren más cercana y se las entregaba a un correo que las transportaba, en ocasiones, a seiscientos kilómetros [400 millas] de distancia”.

Finalmente, los hermanos emprendieron la fabricación secreta de sus propios mimeógrafos en centros de producción que habían construido ellos mismos. En total montaron 160 máquinas, algunas de las cuales se enviaron a los hermanos de Rumania.

En los años ochenta, los Testigos de Checoslovaquia empezaron a utilizar un método que aumentó la calidad de su trabajo: la impresión offset. Para conseguirlo construyeron sus propias prensas offset. Al cabo de un año y medio, ya tenían once máquinas dotadas de alimentadores electrónicos de papel en bobina. Una sola prensa era capaz de producir 11.000 impresiones de gran calidad por hora.

Se efectúan registros en dos imprentas en Praga

A finales de 1986, la Seguridad del Estado logró localizar y clausurar dos de nuestras imprentas. Tras efectuar un registro en una de ellas, salió un informe en un boletín interno del Ministerio del Interior, al cual tuvieron acceso los Testigos gracias a que un policía amigo les entregó una copia. Al comienzo se daba la acostumbrada propaganda que intentaba por todos los medios vincular a los Testigos con movimientos políticos extranjeros. Luego aportaba detalles de la redada policial y hablaba de las condenas que se les habían impuesto a los Testigos. Terminaba con esta sorprendente admisión: “Los jehovistas se portan muy bien con el prójimo. Están dispuestos a ayudar y son trabajadores, pero nada más. No quieren colaborar con las Brigadas de Trabajo Socialistas, ni nada por el estilo. No se conoce a ningún jehovista que robe, fume, beba en demasía o que tome estupefacientes. [...] A ninguno de ellos se le ha procesado jamás por atentar contra la moral o contra los derechos de propiedad. Los integrantes de esta secta procuran decir la verdad. Nunca revelan los nombres de sus compañeros, sino que se refieren a ellos como ‘hermano’ y ‘hermana’. Únicamente hablan de sí mismos, y si se les pide que den alguna información precisa, se limitan a permanecer en silencio, no solo cuando se les acusa, sino también cuando se les llama para testificar”.

Como cabría esperar, el cierre de una o dos imprentas no detuvo la obra de proclamar el Reino de Dios. Se experimentó mayor crecimiento durante 1987, año en el que se alcanzó en Checoslovaquia un nuevo máximo de 9.870 publicadores, y una media de 699 participaron en el precursorado auxiliar o regular.

¿Se pudo legalizar la obra?

En 1972 también entró en funcionamiento en Checoslovaquia el mismo sistema que se instauró por todo el mundo: el de cuerpos de ancianos que supervisaran la obra en las respectivas congregaciones de los testigos de Jehová. En 1976 se nombró un comité compuesto de cinco miembros para atender la obra de los testigos de Jehová del país.

Sin embargo, ni los testigos de Jehová ni ninguna agencia legal que se encargara de los asuntos económicos necesarios estaban debidamente registrados; además, tampoco tenían una sucursal desde la cual llevar a cabo la obra. De modo que en marzo de 1979 se compró en Praga una casa sin terminar de tres plantas a nombre de dos Testigos. Varios equipos de entre diez y doce voluntarios acudían en turnos de una semana de duración para trabajar en el edificio. Se desplazaban hasta Praga incluso desde los lugares más remotos de Eslovaquia. A los seis meses ya podían ocuparse las habitaciones, y un año después estuvo lista la sección que se dedicaría a las oficinas. El edificio sirvió adecuadamente de sucursal hasta la primavera de 1994.

A finales de los años setenta parecía que podían iniciarse las negociaciones para obtener el reconocimiento legal. Así que el 1 de junio de 1979 se remitió una carta al Secretariado de Asuntos Religiosos de la Presidencia de la República Socialista Checoslovaca que decía: “Permítasenos solicitar una audiencia en favor del movimiento religioso conocido como testigos de Jehová. Quisiéramos informarles de que los responsables de la organización de los testigos de Jehová desean examinar y rectificar las relaciones existentes entre dicha confesión religiosa y la legislación vigente de la República Socialista Checoslovaca”.

Tras casi un año de espera se recibió la respuesta, y el 22 de abril de 1980 se entablaron las conversaciones. Poco después se presentó una solicitud al Ministerio del Interior para la legalización de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract. Se incluyó, junto a los estatutos, una exposición bien razonada de trece apartados. Reproducimos aquí el quinto punto:

“En el caso de que el Estado reconozca a los testigos de Jehová, las congregaciones se reunirán en los lugares designados a tal efecto y no tendrán que dividirse en pequeños grupos. Dirigirán las reuniones personas que satisfagan los requisitos para ello, lo que permitirá a la Sociedad Watch Tower supervisar mejor las congregaciones. A su vez, las autoridades estarán más informadas de las actividades que realizan las congregaciones de los testigos de Jehová. Los representantes del gobierno podrán asistir a las reuniones públicas cuando gusten a fin de asegurarse de que estas no solo son inofensivas, sino provechosas.”

Jamás se recibió respuesta alguna.

La Seguridad del Estado efectúa interrogatorios masivos

El ambiente de 1985 revelaba desasosiego en el régimen político, el cual estaba muy susceptible ante cualquier factor que representara una amenaza para su estabilidad. Por lo tanto, aumentaron los interrogatorios a nuestros hermanos; la mayoría tuvo lugar en Praga. Muchos recibieron lo que se llamó un aviso de parte del comisario de policía, lo cual significaba que se les dejaba en libertad condicional permanente.

En el transcurso del año, las congregaciones recibieron cinco cartas de la sucursal de los testigos de Jehová ubicada en Praga, con estímulo bondadoso pero firme para que siguieran el principio de Filipenses 4:5: “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes”.

La Seguridad del Estado hace una interesante propuesta

A principios de 1988, la Seguridad del Estado propuso que los responsables locales organizaran la visita de un representante de la central mundial de la Sociedad para sostener conversaciones extraoficiales con funcionarios del Ministerio Federal del Interior. Entre los asuntos del orden del día estarían “algunos aspectos de nuestras relaciones [...] en preparación de posibles diálogos con los portavoces oficiales del gobierno”. La propuesta fue verdaderamente un cambio de actitud.

Antes de que se ultimaran los preparativos para la entrevista, se celebró la Asamblea de Distrito “Justicia Divina” en Viena (Austria). Un grupo relativamente numeroso de Testigos checos asistió a ella con el pleno consentimiento de las autoridades.

Mientras tanto, los trámites para las conversaciones entre los miembros del personal de la sede mundial de la Sociedad y los dignatarios del Ministerio del Interior progresaban poco a poco. Por fin, la mañana del 20 de diciembre de 1988 se reunieron ambas partes en una sala de conferencias del Hotel Forum de Praga. Representaron a la Sociedad Milton Henschel y Theodore Jaracz, del Cuerpo Gobernante, y Willi Pohl, de la sucursal alemana. Los hermanos del Cuerpo Gobernante no abrigaban grandes esperanzas al respecto. Reconocían que se necesitaba tiempo y paciencia. De todos modos, aquel encuentro fue un gran paso adelante, que posiblemente tuvo mucha incidencia en lo que ocurrió al año siguiente.

Se habían planeado tres grandes asambleas internacionales en sendas ciudades de Polonia. Los testigos de Jehová de Checoslovaquia anhelaban estar presentes, así que se trató el asunto con los funcionarios de la Seguridad del Estado. ¡Qué alegría sintieron al recibir el permiso para que 10.000 Testigos viajaran a Polonia! Esta cantidad representaba más de la mitad de los testigos de Jehová del país por aquel entonces. Algunos hermanos se atemorizaron cuando el Ministerio del Interior exigió una lista de los que asistirían. Pero los que hicieron el viaje volvieron fortalecidos, más allá de lo que imaginaban, tanto por el programa de la asamblea, cuyo tema era “Devoción Piadosa”, como por el espíritu entusiasta de los asambleístas y la maravillosa hospitalidad de los Testigos polacos.

Nos concentramos en la obra que nuestro Dios nos encomendó

El 17 de noviembre del mismo año de 1989 estalló una revuelta estudiantil en Praga. El régimen comunista reaccionó con una violencia desproporcionada al enviar dotaciones especiales de policía para dispersar a los manifestantes en la Národní třída (avenida Nacional) de Praga. Esta respuesta provocó protestas espontáneas pacíficas en contra del gobierno comunista, más tarde identificadas con el nombre de “Revolución de terciopelo”. No fue fácil para los testigos de Jehová mantener la neutralidad cristiana; esta situación requería especial cautela, pues los ánimos estaban caldeados.

El 22 de noviembre de 1989, la sucursal de Praga envió una carta a todas las congregaciones de Checoslovaquia, que en parte decía: “Es loable que los hermanos estén concentrados en la obra de evangelizar, sin permitir que nada los distraiga. [...] Agradecemos muchísimo la buena labor y discreción de nuestros queridos hermanos y hermanas; su ministerio y los resultados de este son prueba evidente de que Jehová apoya a sus Testigos también en este país. Valoramos lo que hacen y pedimos a Jehová Dios que permanezcamos en su favor. Cuenten con nuestro amor y reciban nuestros saludos”. Durante el año de servicio que había concluido poco antes se había registrado otro magnífico aumento: un máximo de publicadores de 11.394.

A fines de 1989, Checoslovaquia estrenó nuevo gobierno. El comité del país enseguida trató de formalizar la situación legal de los testigos de Jehová. Algunos que formaban parte del comité visitaron el Presidium y obtuvieron un documento que en aquellas fechas era muy importante; estaba firmado por un alto cargo y decía:

“En función del comunicado emitido por el comité preliminar del movimiento de los testigos de Jehová, declaramos que: El 1 de enero de 1990, la confesión religiosa reanudará su actividad interrumpida por el régimen fascista en 1939 y de nuevo prohibida el 4 de abril de 1949.” Ese documento representó uno de los primeros peldaños para la legalización.

El largo camino hasta la inscripción

Aunque el gobierno había reconocido la reanudación de las actividades del “movimiento de los testigos de Jehová”, fueron necesarios otros cuatro años de paciente labor para que la Sociedad quedara legalmente inscrita en la República Checa.

El 12 de enero de 1990 se presentó una solicitud oficial ante el Ministerio de Cultura de la República Checa para que se inscribiera a la Sociedad Religiosa de los Testigos de Jehová. En todo este proceso colaboraron estrechamente el Cuerpo Gobernante, el Departamento de Asuntos Legales de la central mundial y abogados del país. El hermano Henschel estuvo en Praga los días 1 y 2 de marzo. Acompañado de los hermanos Murín y Sobička, visitó el despacho del primer ministro y el Ministerio de Cultura, con el objetivo de respaldar nuestra demanda de inscripción y de que se agilizaran los trámites. Con todo, no hubo resultados palpables, ya que aún no se habían promulgado las nuevas leyes de inscripción. Luego nos valimos de muchos recursos, entre ellos instancias y conversaciones con el primer ministro.

El 19 de marzo de 1992 se aprobó una ley de inscripción de nuevas iglesias y sociedades religiosas. En ella se manifestaba que el procedimiento tendría lugar únicamente si la solicitud de la sociedad religiosa iba acompañada de 10.000 firmas de feligreses adultos. (Las consideradas iglesias tradicionales que se habían mantenido en la legalidad durante décadas en el régimen comunista se inscribieron de manera automática.) Por lo tanto, se les informó a los testigos de Jehová que tenían que cursar otra instancia, adjuntando los datos necesarios. Entonces, el 1 de enero de 1993, durante los procedimientos previos a la inscripción, ocurrió otro cambio: Checoslovaquia se dividió en dos países, la República Checa y Eslovaquia. Pero, por fin, el miércoles 1 de septiembre de 1993, la agencia de prensa checa recibió el siguiente comunicado:

“Hoy, 1 de septiembre de 1993, a las diez de la mañana se les han otorgado los documentos de inscripción a los representantes de la Sociedad Religiosa de los Testigos de Jehová en el Ministerio de Cultura de la República Checa. Los mencionados representantes dieron las gracias a los portavoces del Ministerio y les informaron de que no iban a pedir ningún aporte económico para provecho propio, ni ayuda financiera directa del Estado. La inscripción entra en vigor hoy.”

La prensa se hizo eco de esta importante noticia: algunos periódicos simplemente con una breve reseña; otros, en cambio, con reportajes encabezados con titulares como “Jehovistas consiguen lo que esperaban” y “Los testigos de Jehová, religión reconocida”. ¿Marcó aquello el fin de la persecución de los testigos de Jehová en la República Checa? En absoluto.

A los pocos días se inició una campaña de ataques despiadados a través de los medios de comunicación. Como cabría esperar, las páginas de la prensa religiosa proporcionaron la mayor libertad para atacar a los testigos de Jehová. Los artículos tendenciosos contenían las preguntas que se les habían hecho a los Testigos durante el proceso de inscripción, además de la especulación de los autores sobre las respuestas que se dieron. Por una parte, la acusación consistía en que los portavoces de la Sociedad habían actuado con engaño al aseverar que no se obligaba a los Testigos a creer ni practicar ciertas doctrinas. Por otra parte, se decía que las respuestas que se dieron traicionaban los principios mismos de la organización.

Esta campaña antagonista señaló el principio de una nueva era, que no se caracterizó por crueles encarcelamientos, sino por burla maliciosa contra los testigos de Jehová. Fue una época en la que todo Testigo tuvo que hacer frente a otro tipo de ataque contra su fe y su lealtad a Jehová Dios y Su organización.

Obran por fe

Los testigos de Jehová no esperaron a que el proceso legal de inscripción acabara para celebrar reuniones públicas —incluso grandes asambleas— allí mismo en Checoslovaquia. Habían notificado a los portavoces del gobierno que reanudarían la obra pública en enero de 1990, mes en el que se llevó a cabo un programa especial para todas las congregaciones con el oportuno título “El beneficio de obedecer los mandatos divinos”. Fue prácticamente una asamblea de circuito de dos horas. Se utilizaron salas alquiladas, en las que se reunieron una o dos congregaciones, por lo que la asistencia fue moderada. A dicho programa le siguieron asambleas de circuito mayores en la primavera.

Como todo salió bien en estas ocasiones, se hicieron los preparativos para una asamblea de distrito nacional de cuatro días en Praga ese verano. Se alquiló para la ocasión el Estadio Evžen Rošický, y dos miembros del Cuerpo Gobernante, los hermanos Henschel y Jaracz, participaron en el programa. Hubo una concurrencia máxima de 23.876, y se bautizaron 1.824. La asamblea constituyó un triunfo rotundo de la adoración verdadera. El ambiente se parecía mucho al de las asambleas celebradas en Polonia el año anterior, pero esta vez estábamos en casa y la escuchábamos en checo y eslovaco. La gran emoción del momento se reflejaba en las sonrisas de alegría y en las lágrimas de agradecimiento sincero.

Durante cuarenta años las palabras “testigos de Jehová” no habían podido más que susurrarse en público en Checoslovaquia. Se habían puesto en circulación rumores mentirosos sobre esta confesión, que muchas veces fue catalogada de “secta ilegal”. Ahora, todos, hasta los periodistas, podían observar más de cerca a los Testigos. Los reportajes de la asamblea de distrito que aparecieron en los periódicos fueron en general favorables y reconocieron la gran labor que los Testigos habían efectuado en el estadio antes de la asamblea. Durante dos meses, unos nueve mil quinientos voluntarios dedicaron cincuenta y ocho mil horas a limpiarlo por completo, reparar los bancos, mejorar el alcantarillado y encalar todo el estadio. Un periodista del Večerní Praha (Diario Vespertino de Praga) se maravilló al ver los rostros sonrientes, la armoniosa mezcla de gente de todas partes de Checoslovaquia, así como de otros países, y su forma limpia de hablar.

El 30 de agosto de aquel mismo año de 1990 tuvo lugar otro evento relevante: la dedicación del primer Salón del Reino del país, al que asistiría la Congregación Bechyně.

Todos estos acontecimientos precedieron a otro más, uno verdaderamente formidable.

Una asamblea que jamás se olvidará

Se hicieron los planes necesarios para llevar a cabo una asamblea internacional de los testigos de Jehová en Praga los días 9 a 11 de agosto de 1991. El primer paso era alquilar un estadio. ¿Cuál? El Spartakiad de Praga, uno de los mayores del mundo. Los testigos de Jehová todavía no estaban legalmente inscritos en Checoslovaquia, de modo que Anton Murín, entonces coordinador del comité encargado de la obra en el país, alquiló el estadio. Fue este un acto valeroso que demostraba una tremenda confianza en Jehová, y él lo bendijo.

El Departamento de Alojamiento, con una labor gigantesca, estaría a cargo de Lubomír Müller. Los hermanos del Cuerpo Gobernante sabían muy bien la importancia de un buen hospedaje. Así que los hermanos Henschel y Jaracz llevaron a cabo personalmente una inspección de los hoteles preseleccionados de Praga, visitando las habitaciones e incluso probando las camas. Descartaron los hoteles que tenían cuartos de baño comunitarios en el pasillo. ¿Por qué? El hermano Henschel explicó: “En circunstancias normales sería suficiente porque los clientes tienen horarios distintos. Sin embargo, los asambleístas suelen marcharse y regresar a las mismas horas. ¿Se imaginan la escena en los cuartos de baño? No podemos tratar así a nuestros hermanos”. Los organizadores locales recibieron preparación práctica al ver el interés que los miembros del Cuerpo Gobernante manifestaron por el bienestar de los asambleístas.

A esta Asamblea Internacional “Amadores de la Libertad Piadosa” asistió un máximo de 74.587 personas, de las cuales 29.119 eran de Checoslovaquia, 26.716 de Alemania y 12.895 de Polonia. Las restantes 5.857 representaban a otros 36 países. Fue maravilloso presenciar el bautismo de 2.337 nuevos hermanos, entre los que figuraban 1.760 de Checoslovaquia, 480 de Alemania y 97 de Polonia.

El momento culminante de toda la asamblea ocurrió, sin lugar a dudas, el sábado 10 de agosto. Toda la sección de habla checa se levantó espontáneamente con una estruendosa ovación que continuó sin interrupción por diez minutos. Sus rostros irradiaban felicidad. ¿Por qué razón? El hermano Albert Schroeder, del Cuerpo Gobernante, había presentado en la conclusión de su discurso un nuevo libro en inglés —lo que desencantó un poco al público—, pero, acto seguido, lo sorprendió con la presentación de la edición recién impresa en un solo tomo de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, tanto en checo como en eslovaco. Corrieron lágrimas de alegría por los rostros de muchos de los concurrentes.

La asamblea dejó una profunda huella en el corazón de los que asistieron. ¿Y qué opinó la prensa? Como siempre, algunos reportajes fueron arbitrarios, y otros, cordiales. El lunes 12 de agosto, el Venkov, deník českého a moravskoslezského venkova (Campiña, Diario de la Campiña Checa y Moravosilesia) publicó el siguiente informe con el titular “Strahov abarrotado”:

“De viernes a domingo, 75.000 personas de todas partes de Europa, América y Japón acudieron a una asamblea internacional de los testigos de Jehová celebrada en Praga. Los testigos de Jehová están en Checoslovaquia desde 1912. La concurrencia se destacó por su respeto y autodisciplina. El orden y la buena preparación fueron rasgos característicos de la asamblea. Aunque empezó a llover durante el bautismo del sábado, el auditorio permaneció en sus asientos y recibió a los nuevos feligreses con una larga ovación.”

Aun así, no se consiguió la inscripción legal hasta dos años después.

Tiempo de expansión

Pese a que el proceso legal evolucionaba con lentitud, las necesidades de la organización teocrática se hacían mayores conforme aumentaba la obra en este país. Desde 1980 se había usado como oficina central una casa de tres plantas con poca capacidad de alojamiento en la ciudad de Praga. Cuando en 1990 pudo emprenderse la obra con más libertad, se renovó el edificio. Se eliminaron las habitaciones y se utilizó todo el inmueble para oficinas. Pero ¿qué tipo de oficinas? Las dependencias mayores se dividieron con tabiques de madera, y se crearon lugares de trabajo más reducidos. Servían a la vez de despachos y de dormitorios de los trabajadores, por lo que justo al lado de cada escritorio había una cama. Se necesitaba más espacio.

En la primavera de 1993 se donó a la Sociedad un edificio nuevo de diez plantas situado en Praga a fin de que se empleara para promover la educación bíblica. Participaron en las remodelaciones voluntarios de todo el país. El programa de dedicación tuvo lugar los días 28 y 29 de mayo de 1994, al cual se invitó a una multitud de testigos de Jehová que se habían mantenido leales durante el régimen comunista. Albert Schroeder, del Cuerpo Gobernante, participó en el programa, y estuvieron presentes hermanos de Alemania, Austria, Dinamarca, Eslovaquia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, Países Bajos, Polonia, Suiza y Ucrania.

Cuando en 1993 Checoslovaquia se fragmentó en dos países independientes, todavía se encargaba de atenderlos un solo comité nacional, bajo la supervisión de la sucursal de Austria. Sin embargo, la situación estaba cambiando; al año siguiente se nombraron comités diferentes para cada país. Luego, el 1 de septiembre de 1995 entró en funcionamiento la sucursal de la República Checa. El Cuerpo Gobernante designó a Jan Glückselig, Ondřej Kadlec, Jaromír Leneček, Lubomír Müller y Eduard Sobička para que formaran el Comité de Sucursal. Posteriormente, a Lubomír Müller lo destinaron a un servicio especial en Rusia, y nombraron a Petr Žitník para que se integrara en el Comité de Sucursal de la República Checa.

Salones del Reino de construcción rápida

Las congregaciones de los testigos de Jehová necesitaban lugares de reunión apropiados, pero encontrarlos no es tarea fácil en la República Checa. Muchos propietarios de locales se niegan a alquilarlos a los testigos de Jehová, debido, en parte, tanto a la actual como a la anterior propaganda engañosa sobre ellos. Por consiguiente, numerosas congregaciones tratan de construir su propio salón o reformar un edificio antiguo. El método de construcción rápida ha resultado el más práctico de todos los que se han probado para levantar edificios. El 20 de noviembre de 1993, en la ciudad de Sezimovo Ústí se dedicó el primer Salón del Reino construido de esta manera en la República Checa; lo utilizan dos congregaciones de la zona.

La cantidad de Salones del Reino sigue aumentando, ya que en mayo de 1999, de las 242 congregaciones que hay en todo el país, 84 usaban Salones del Reino de su propiedad. Los hermanos son muy conscientes de que sin el apoyo económico que los siervos de Jehová de otras naciones han aportado, no habrían podido construir tantos atractivos Salones del Reino. La generosidad de nuestra hermandad mundial ha conmovido intensamente a los hermanos checos, quienes desean con sinceridad expresar su gratitud a los hermanos de otros países y a Jehová, que engendra este espíritu en el interior de sus siervos y que ha producido una organización tan maravillosa (2 Cor. 8:13-15).

Los lazos ocultos de la libertad

Hace tiempo que se desvaneció la euforia tras la caída del comunismo en 1989, y han surgido muchos problemas nuevos. Por una parte, está la oportunidad, en el pasado desconocida, de adquirir posesiones y dinero si se trabaja mucho. Por otra parte, hay inseguridad social, un índice de criminalidad en rápido crecimiento, inflación y otros factores negativos que influyen en las relaciones humanas. El alza en la calidad de vida promueve el materialismo, la competitividad y la envidia. Mucha gente que vive en la ciudad tiene una casa de campo donde pasa su tiempo libre. Cada vez más personas viajan al extranjero de vacaciones, lo cual es caro. La recién adquirida democracia ha traído consigo la libertad para criticarlo todo en cualquier momento y ha abierto el camino para la propagación de estilos de vida inmorales, lo que era impensable bajo el comunismo. La nueva situación ha sorprendido a la gente, y algunos se han sentido abrumados, pues no estaban preparados para ello.

Este espíritu también ha afectado a algunos Testigos. Unos cuantos han dejado de servir a Jehová porque se han envuelto en un modo de vivir materialista, le han concedido atención excesiva a las actividades sociales, se han apartado de las altas normas bíblicas en cuanto al matrimonio o critican todo, incluso las provisiones teocráticas de Jehová. Otros hermanos que optaron por permanecer en la organización trataron de reformar las congregaciones según su propia manera de pensar, lo cual, en efecto, causó tensiones hasta que superintendentes leales lo remediaron.

Los que en la actualidad procuran adorar a Dios en este país se encuentran rodeados de una sociedad atea y evolucionista, en la que se considera la religión un asunto de niños o una excentricidad filosófica. Los medios de comunicación atacan constantemente a los testigos de Jehová, lo que plantea pruebas de fe que se asemejan a las que se afrontaron en el crisol de las cárceles nazis y comunistas tanto en su intensidad como en la astucia de quienes las utilizaron. La gran mayoría de los testigos de Jehová se mantienen firmes en la fe al afrontar estas pruebas.

A pesar de la actitud que muchos sostienen ante los temas religiosos, el Tribunal Constitucional checo dictó una sentencia sobresaliente en la primavera de 1999. El periódico checo Lidové Noviny (El Diario del Pueblo) del 11 de marzo de 1999 anunció en uno de sus artículos: “El sentido común emana de Brno”, sede del Tribunal Constitucional. Allí se dictaminó que no podía enjuiciarse por segunda vez a ningún objetor de conciencia por negarse a realizar el servicio militar, lo que ha aliviado en cierta medida a un buen número de Testigos. Se reconoce que la jurisprudencia que este caso ha sentado ha sido una contribución favorable de los testigos de Jehová al sistema jurídico checo.

Impelidos por el amor

Los testigos de Jehová de la República Checa siguen difundiendo entre sus vecinos las buenas nuevas del Reino. Desean ayudar a muchas más personas a conocer a nuestro amoroso Dios, Jehová, y a valorar las maravillosas provisiones que él ha hecho para los que tienen fe. No obstante, para hablar con la gente, los Testigos tienen que vencer en muchas ocasiones el prejuicio de que son “una secta peligrosa”, creado por la repetición constante de calumnias. También es posible que tengan que vencer el desdén hacia la religión en general, ocasionado por la dominación de un régimen ateo que ha durado décadas. ¿Tienen éxito en esta empresa?

Es digno de mención que cuando los 16.054 testigos de Jehová que había entonces se reunieron en las 242 congregaciones para conmemorar la muerte de Jesucristo en 1999, se unieron a ellos miles de personas más. La asistencia total ascendió a 31.435.

Los testigos de Jehová desean ayudar a todas ellas a triunfar en la carrera cristiana. Mientras predican, también procuran apoyarse los unos a los otros a fin de permanecer sólidos en la fe. Saben muy bien que al mencionar los acontecimientos de nuestro tiempo, Jesús dijo: “Mediante el aguante de parte de ustedes adquirirán sus almas” (Luc. 21:19). Y el apóstol Pedro escribió por inspiración: “El fin de todas las cosas se ha acercado. Sean de juicio sano, por lo tanto, y sean vigilantes en cuanto a oraciones. Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros” (1 Ped. 4:7, 8). Ese amor los sigue impulsando a dar a conocer las preciosas verdades bíblicas al prójimo y a formar una inquebrantable unión cristiana.

[Comentario de la página 165]

“Jamás me pesó quedarme. Con el tiempo me di cuenta de que era aquí donde debía estar”

[Comentario de la página 168]

“‘Si quieren fusilar a uno de cada diez, fusílennos a todos.’ El campo entero se atemorizó”

[Comentario de la página 184]

“Éramos objeto de burla e insultos, pero [...] nos respetaban en secreto”

[Comentario de la página 187]

“No se atisbaba ninguna señal de deslealtad a sus principios, sino sensatez cristiana”

[Mapa de la página 150]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

ALEMANIA

POLONIA

ESLOVAQUIA

AUSTRIA

REPÚBLICA CHECA

BOHEMIA

Praga

Lidice

Kladno

Karlovy Vary

Most

Teplice

Liberec

MORAVIA

Brno

SILESIA

[Ilustraciones a toda plana de la página 148]

[Ilustración de la página 153]

El hermano Erler, de Dresde

[Ilustración de la página 155]

Otto Estelmann proyectó el “Foto-Drama de la Creación” por todo el país

[Ilustración de la página 157]

Bohumil Müller

[Ilustración de la página 167]

Božena Vodrážková aprendió la verdad en un campo de concentración

[Ilustraciones de la página 169]

A František Šnajdr y Alois Miczek se les recluyó en el campo de concentración de Mauthausen

[Ilustración de la página 173]

Multitudes acudieron a las conferencias públicas tras la segunda guerra mundial

[Ilustraciones de la página 175]

La familia Betel y la sucursal después de la segunda guerra mundial

[Ilustración de la página 178]

Reunión en el bosque en 1949

[Ilustración de la página 185]

Las vacaciones en grupo ofrecieron oportunidades para el fortalecimiento espiritual

[Ilustración de la página 194]

Jaromír Leneček, miembro del Comité de Sucursal, ha sido un Testigo fervoroso desde su juventud

[Ilustraciones de la página 207]

Milton Henschel, Theodore Jaracz y otros hermanos lucharon por el reconocimiento legal

[Ilustración de la página 210]

Representantes checos en una de las asambleas de Polonia de 1989

[Ilustraciones de la página 216]

La asamblea internacional de Praga en 1991, un acontecimiento extraordinario

[Ilustración de la página 218]

El equipo de traducción al checo

[Ilustración de la página 223]

La sucursal de Praga

[Ilustración de la página 223]

Abajo: Comité de Sucursal (de izquierda a derecha): Jan Glückselig, Jaromír Leneček, Ondřej Kadlec, Petr Žitník y Eduard Sobička

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