Antônio Simões
ANTÔNIO SIMÕES, un anciano cristiano de 91 años, recuerda con cariño cómo su padre y su tío hallaron la verdad gracias a dos tratados publicados por los testigos de Jehová. “¿Quieren que se lo cuente?”, pregunta al matrimonio que lo está visitando. “Nos encantaría”, responden ellos. Los ojos de Antônio se iluminan, y con una amable sonrisa en los labios se sienta a narrar la historia.
“Mi padre se llamaba Zeno, y era un predicador bautista. En 1931 viajó a una región aislada de la selva amazónica para visitar a una mujer que era miembro de su iglesia. En su casa vio dos tratados bíblicos que ella había encontrado en la iglesia, pero no sabía quién los había dejado allí. Uno trataba del infierno, y el otro, de la resurrección. Mi padre los leyó, y le gustaron mucho. Inmediatamente pensó en su cuñado Guilherme, quien varias veces le había dicho: ‘No creo en el infierno. Un Dios de amor no puede haber creado semejante lugar’. Deseoso de enseñarle los tratados a Guilherme, mi padre subió a su piragua y remó ocho horas hasta Manaquiri, un municipio cerca de Manaos, donde vivía Guilherme.
La primera congregación del estado brasileño de Amazonas
”Después de examinar los tratados, mi padre y mi tío Guilherme exclamaron: ‘¡Esta es la verdad!’. Enseguida escribieron a la sucursal de Brasil y pidieron publicaciones. Mi padre renunció a su cargo de pastor y junto con mi tío empezó a predicar el mensaje de la Biblia en aquella región aislada. La gente respondió tan bien que en el plazo de un año se formó una congregación en Manaquiri. En poco tiempo ya asistían a las reuniones 70 personas, con lo que aquella llegó a ser por un tiempo la mayor congregación de Brasil.” Antônio hace una pausa y pregunta: “¿No es maravilloso ver cómo llegó el mensaje del Reino a la Amazonia?”. Desde luego que sí. Dos semillitas dispersas —dos tratados bíblicos— arraigaron en la vasta selva amazónica y brotaron hasta producir una floreciente congregación. Actualmente, ochenta y tres años después de formarse la congregación de Manaquiri, ya hay nada menos que 143 congregaciones en el estado brasileño de Amazonas.