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  • Anuario de los testigos de Jehová para 1988
    Anuario de los testigos de Jehová para 1988
    • La siguiente carta es una muestra típica de la reacción que tuvieron las personas interesadas de estas zonas:

      “Me siento muy feliz de que enviasen a dos señoritas a mi ciudad, ya que eso me permitió llegar a conocer a la organización de Jehová. Fueron una verdadera bendición para mí procedente de Jehová. Siento mucho saber que pronto tendrán que dejarnos. Por favor, queridos hermanos, si es posible, dejen que estén un poco más de tiempo con nosotros.⁠—R.M.P.”

  • Anuario de los testigos de Jehová para 1988
    Anuario de los testigos de Jehová para 1988
    • Vicente, un maquinista de tren, viaja mucho, y su tiempo para el servicio de casa en casa es limitado. Leyó en La Atalaya que una hermana había colocado 59 suscripciones al ofrecérselas a sus compañeros de trabajo. De modo que decidió intentarlo. Se puso la meta de conseguir 10 suscripciones en abril. “Me quedé asombrado —escribió⁠—. Llegué a mi meta en ¡dos días! De modo que la aumenté a 20, pero la alcancé en siete días. Me puse una tercera meta de 30, que alcancé a mediados de mes. De modo que me puse la meta de colocar tantas como la hermana de la experiencia que había leído. ¡Imagínense el gozo que sentí cuando ese mes pude informar 68 suscripciones!”

      Otro hermano respondió al estímulo que dieron los ancianos para participar en el servicio de precursor auxiliar y solicitó hacerlo en marzo. Disfrutó tanto que continuó haciéndolo en abril, y colocó 79 suscripciones en los dos meses, la mayoría de ellas en su lugar de trabajo.

      Hasta una niñita de cuatro años hizo su parte. Una amistad de la familia fue a pasar unos días en su casa. Se dio el caso de que a esa persona le apetecía leer y se quejó, diciendo: “¿No hay nada para leer en esta casa?”. La pequeña Testigo, con las manos en las caderas, replicó: “¿Que no hay nada para leer en esta casa? Espere solo un minuto”. Corrió a la habitación de su madre, se subió a una silla y tomó un montón de revistas La Atalaya y ¡Despertad! Se las llevó a la visita y dijo: “¡Vea si no hay nada para leer!”. La visita disfrutó tanto de ellas que la niñita le sugirió: “Si lo desea, puede recibirlas en casa por correo”. ¿Cuál fue la respuesta? Dos suscripciones.

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