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Las montañas del Dragón... bellas, pero peligrosas¡Despertad! 1988 | 8 de septiembre
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Sin embargo, antes de que llegara el hombre negro, ya había vivido otra raza a la sombra del Drakensberg. No sabemos por cuanto tiempo los llamados bosquimanos fueron los habitantes de la zona, ni tampoco está claro de dónde procedían.a Eran de baja estatura, y su arrugada tez tenía un color pardo amarillento.
La manera de actuar del bosquimano le resultaba extraña al hombre blanco. Los bosquimanos eran cazadores diestros, pero cazaban solo para comer, nunca por deporte. Poseían un extenso conocimiento de las plantas y tenían cuidado de no perturbar el equilibrio de la naturaleza. Algunos eran poetas consumados, mientras que otros eran artistas. Las cuevas de las montañas les servían de hogar, y decoraban sus paredes con las actualmente famosas pinturas bosquimanas. Los que visitan el Drakensberg todavía hoy pueden disfrutar de algunas muestras de este bello arte rupestre. La fórmula que emplearon los bosquimanos para producir pinturas tan duraderas sigue siendo un misterio.
Cuando en 1837 el hombre blanco comenzó a colonizar la zona, se hizo inevitable un conflicto de intereses. Los bosquimanos no criaban ganado. En realidad, consideraban que todos los animales estaban allí para que todos los hombres pudieran beneficiarse de ellos. Pero sí reconocían derechos territoriales de caza. Por lo tanto, el que los extranjeros cazaran en su territorio era para ellos una declaración de guerra. El hombre blanco cazaba por deporte, y acababa con la caza que servía de alimento al bosquimano. Ellos se vengaban mediante robar el ganado del hombre blanco. A su vez, el hombre blanco respondió con la persecución y el exterminio de los bosquimanos. Aquellos hombrecillos también fueron atacados por tribus negras. Como resultado, los bosquimanos se extinguieron de esta región.
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Las montañas del Dragón... bellas, pero peligrosas¡Despertad! 1988 | 8 de septiembre
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a Véase el artículo “El bosquimán... maestro de la supervivencia en el África”, que apareció en el número del 22 de agosto de 1985 de ¡Despertad!
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