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Un negocio con una larga historia¡Despertad! 2001 | 22 de febrero
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Un negocio con una larga historia
Juan se sentía orgulloso de su carpintería, la mejor construida y equipada de la localidad. Pero cierta noche se declaró un incendio, y en pocas horas quedó reducida a cenizas.
ANTES del siniestro, Juan había pensado en contratar un seguro contra incendios con parte de los fondos que invirtió en el taller. Sin embargo, optó por no hacerlo, pues era muy cuidadoso y razonó que si nunca se producía un fuego, el pago de las primas equivaldría a tirar el dinero. Pero la carpintería se quemó, y si hubiera estado asegurada, es probable que la habría podido reconstruir. En cambio, al no estarlo, lo perdió todo.
¿Qué es un seguro?
No se trata necesariamente de una inversión de la que se espera recuperar el dinero. Tampoco es un juego de azar, pues este conlleva riesgos, mientras que el seguro protege contra los riesgos existentes, ya que se comparten con otras personas.
Desde tiempos remotos, las sociedades han establecido fondos comunes para ayudar a los desvalidos. Hace unos tres mil quinientos años, Moisés mandó a la nación de Israel que contribuyera periódicamente parte de sus productos agrícolas para “el residente forastero y el huérfano de padre y la viuda” (Deuteronomio 14:28, 29).
El origen de los seguros
El concepto existe desde hace miles de años. En el Código de Hammurabi, colección de leyes babilónicas anterior, según se cree, a la Ley de Moisés, ya constaba una especie de seguro de crédito. Los armadores de la antigüedad financiaban sus expediciones comerciales con los préstamos de inversores, y no los tenían que reintegrar si se hundía el barco. No obstante, dado que muchos buques regresaban a puerto sin percances, los intereses que pagaban sus armadores servían de compensación a los prestamistas.
Fue también en un entorno marítimo donde más tarde nació la institución Lloyd’s de Londres, una de las comunidades aseguradoras más famosas del mundo. Hacia 1688, Edward Lloyd era dueño de un café frecuentado por comerciantes y banqueros londinenses que se reunían allí para negociar. Los financieros que ofrecían contratos de seguros escribían su nombre bajo la cantidad específica de riesgo que aceptaban cubrir a cambio de cierto pago o prima. A estos agentes se les llegó a conocer como underwriters (literalmente, “suscriptores”), pues suscribían el contrato, es decir, firmaban al pie. Finalmente, en 1769, Lloyd’s se convirtió en una comunidad formal de aseguradores que llegó a ocupar el primer lugar en los seguros de transporte marítimo.
Los seguros en la actualidad
Hoy día, los seguros se siguen contratando a fin de compartir los riesgos. Las compañías modernas estudian las estadísticas que indican la frecuencia de pérdidas en el pasado, por ejemplo, en incendios de talleres, y con esos datos prevén las que experimentarán sus clientes en el futuro. Con las primas que reciben de sus numerosos asegurados establecen un fondo para compensar a los que sufran algún tipo de daño.
¿Necesita usted un seguro? En caso afirmativo, ¿cuál es el adecuado para sus circunstancias? Y tanto si lo contrata como si no, ¿qué precauciones pueden ayudarle a lidiar con los riesgos de la vida?
[Ilustración de la página 3]
Una de las instituciones aseguradoras más famosas del mundo nació en un café
[Reconocimiento]
Por gentileza de la institución londinense Lloyd’s
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¿Necesita usted un seguro?¡Despertad! 2001 | 22 de febrero
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¿Necesita usted un seguro?
EN ALGUNOS países hay ciertos seguros que son obligatorios. En otros, la mayoría apenas se conocen. Además, las primas y la cobertura varían mucho de una nación a otra. Pero el principio fundamental —compartir los riesgos— no cambia.
Como es lógico, cuantos más bienes posea un individuo, más puede perder. Asimismo, cuantas más responsabilidades familiares tenga, mayor será el impacto en caso de muerte o invalidez. Con el seguro se alivia la preocupación que conlleva la posibilidad de sufrir una pérdida de propiedad o un accidente incapacitante.
Ahora bien, ¿es sensato invertir dinero en una póliza cuando tal vez no llegue a reclamarse nunca la indemnización? Veamos, ¿diríamos que llevar una rueda de recambio en el automóvil es un derroche porque quizás nunca haga falta? La tranquilidad que siente el conductor al saber que cuenta con una rueda adicional compensa la inversión. Es cierto que algunas pérdidas no se pueden reponer con una indemnización económica, pero otras sí.
¿Qué tipos de pérdidas cubren las pólizas?
Clases de seguros
Gran parte de los seguros contratados por particulares entran en las siguientes categorías: de la propiedad, de responsabilidad, de enfermedad, de invalidez y de vida.
Seguro de la propiedad. Cubre la pérdida de bienes —vivienda, negocio, automóvil u otros— y constituye una de las formas más comunes de gestión de riesgos. Este es el seguro que Juan, mencionado en el artículo anterior, decidió no contratar para su carpintería y sus herramientas.
Algunos seguros del hogar cubren también ciertos objetos del interior de la vivienda. Si opta por esta clase de pólizas, es aconsejable que realice un inventario de todo lo que tenga asegurado —preferiblemente acompañado de fotografías o una videocinta— y lo guarde en un lugar seguro fuera de la casa junto con la tasación de los artículos y los recibos de compra. Estos datos facilitarán la reclamación y el cobro de la indemnización en caso de siniestro.
Seguro de responsabilidad. Todo conductor, propietario de vivienda, dueño de bienes raíces, titular de negocio o patrono contrae riesgo de responsabilidad civil frente a terceros en caso de accidente, sea que este ocasione daños a la propiedad, lesiones o incluso la muerte de alguna persona. El automovilista, o el dueño del inmueble o del negocio, tendría que sufragar las reparaciones o los gastos médicos, o hasta indemnizar a las víctimas por el dolor y el sufrimiento que han experimentado. En muchos países es obligatorio que los patronos y conductores contraten un seguro de responsabilidad que colabore en el pago de dichos gastos. E incluso donde la ley no requiere que lo hagan, tal vez se considere que el automovilista, el dueño de un inmueble o el patrono tiene la obligación legal o moral de ayudar a los accidentados o sus familias.
Seguro de enfermedad. Muchas naciones tienen algún tipo de seguro subvencionado por el Estado que proporciona subsidios de vejez, atención médica y otros beneficios. No obstante, aun en estos casos, tales seguros quizás sufraguen solo una parte de la atención médica o algunos gastos en concreto. Por ello, hay quienes se hacen además un seguro privado que les ayude a pagar la cantidad restante. En muchos lugares es obligatorio que los patronos proporcionen un seguro de enfermedad a sus trabajadores.
Algunos planes de atención sanitaria, incluidos los que ofrecen en Estados Unidos los gigantes de la salud privada (managed care) y las organizaciones para el mantenimiento de la salud (HMO), proporcionan asistencia médica completa por una tarifa mensual o anual fija. Su objetivo es reducir los gastos suministrando atención médica menos costosa y promoviendo la medicina preventiva. Sin embargo, la selección de médicos o tratamientos puede ser más limitada que en los seguros de enfermedad tradicionales.
Seguro de invalidez y seguro de vida. El seguro de invalidez proporciona ciertos ingresos en caso de que la persona se lesione y no pueda trabajar. El de vida ofrece ayuda económica a los familiares dependientes del asegurado si este fallece. Tal protección ha permitido a muchas familias saldar elevadas deudas y continuar con su vida cotidiana tras la invalidez o muerte de su principal fuente de ingresos.
La confiabilidad de la aseguradora
Como los seguros se basan en el principio de pagar dinero ahora para obtener protección económica en el futuro, no es de extrañar que existan muchos estafadores en el ramo, tanto en países con economía desarrollada como en los que están en vías de desarrollo. Por tanto, hay que desconfiar de quienes pidan primas muy bajas o arrojen alguna sombra de duda. No son pocos los optimistas que han terminado sin nada cuando no les pagaron lo prometido o la compañía desapareció de la noche a la mañana.
De modo que, al igual que con cualquier otra compra importante, en el caso de las pólizas es mejor comparar antes de tomar una decisión, y además suele ahorrarse dinero. Por ejemplo, hay compañías que ofrecen tarifas más bajas en los seguros de enfermedad a los no fumadores, y en los de automóviles a quienes han aprobado algún curso de conducción. Pero ¿cómo hallar una entidad aseguradora confiable?
Un primer paso sería averiguar cómo les ha ido a otros con diversos agentes y compañías. Los amigos y vecinos posiblemente sepan si una firma tiene fama de brindar servicio de calidad, o un agente, de ser honrado e interesarse por el cliente. También es bueno estar al tanto de las noticias sobre las aseguradoras que tal vez tengan problemas.
Además, puede examinarse la trayectoria y la situación económica de una empresa consultando guías de evaluación de seguros en una biblioteca, una librería o en Internet. De ese modo se obtiene respuesta a preguntas como: ¿Goza la compañía de estabilidad económica? ¿Lleva muchos años trabajando satisfactoriamente? ¿Se la conoce por atender las reclamaciones con rapidez y cordialidad?
Ahora bien, estas guías de evaluación no son infalibles. El gobierno tuvo que absorber una aseguradora multimillonaria y con años de prestigio solo una semana después de que un conocido manual la clasificara entre las mejores.
El papel de los agentes de seguros
Los agentes de seguros suelen representar a una entidad particular. También hay agentes libres que consultan a diversas compañías para encontrar el mejor seguro a un precio dado. Unos y otros deben mantener una buena relación con los clientes a fin de seguir en el negocio. Cuando son confiables y se interesan por los clientes, pueden serles de gran ayuda.
En primer lugar, un buen agente aconseja a la persona para que escoja la cobertura adecuada dentro del sinnúmero de opciones existentes. También le explica los detalles de la póliza, documento que, como es bien sabido, suele ser complicado. El presidente de una aseguradora reconoció que él mismo no entendía algunas secciones de su propia póliza de seguro del hogar.
El asesoramiento del agente ahorrará al cliente sorpresas desagradables. Por ejemplo, la mayoría de los seguros de la propiedad y de enfermedad tienen una franquicia, es decir, una cantidad estipulada que el asegurado debe pagar, digamos, por reparaciones del automóvil o facturas médicas, antes de que la aseguradora pague su parte de la suma reclamada. El agente también puede defender al cliente ante la compañía en caso de que esta no pague.
Los seguros y los cristianos
¿Necesita un seguro el cristiano que confía en la ayuda de Dios y espera el fin del sistema de cosas? En 1910 hubo quienes plantearon esta pregunta a Charles Taze Russell, editor de la revista que hoy se conoce como La Atalaya, la compañera de ¡Despertad! Russell reconoció que la Biblia predice el fin del actual sistema económico, y añadió que él personalmente no tenía un seguro de vida.
“Sin embargo, no todos se encuentran en la misma situación”, comentó. “Un hombre con esposa e hijos que dependan de él —si los últimos son de tierna edad y no pueden ganarse la vida— tiene cierta responsabilidad hacia ellos.” (1 Timoteo 5:8.) Explicó que este pudiera apartar fondos para el cuidado de su familia, pero que “en caso de que no le sea posible, tal vez un seguro de vida le permitiría cumplir con su deber para con ellos”.
Quien tenga familia a su cargo también podría contratar un seguro de enfermedad, de invalidez o de otro tipo para los miembros de su casa. Muchos solteros tienen seguros para acceder más fácilmente a ciertos servicios necesarios así como para no endeudarse en caso de accidente o enfermedad.
En lo que respecta a los seguros, la honradez es muy importante. Un cristiano verdadero nunca engañaría a una aseguradora, ni al llenar la solicitud ni al hacer una reclamación (Hebreos 13:18). Siempre tendrá presente que el propósito del seguro es compensar las pérdidas. No es un billete de lotería, es decir, una oportunidad para vivir una vida de lujo (1 Corintios 6:10).
Los cristianos cumplen las leyes relacionadas con los contratos de seguros. Cuando es obligatorio poseer un determinado seguro para llevar un negocio o conducir un vehículo, lo contratan (Romanos 13:5-7). La honradez y la previsión dictan que uno se mantenga al día con el pago de las primas. De lo contrario, la compañía puede rescindir la póliza y no pagar las sumas reclamadas. Es prudente acudir directamente a la entidad cada cierto tiempo a fin de comprobar los pagos, y guardar prueba escrita —como pudieran ser los cheques cancelados— de que se han efectuado.
Exista o no la posibilidad de contratar seguros en la zona donde usted vive, hay una serie de precauciones básicas que le ayudarán a evitar pérdidas y a que usted y sus seres queridos se ahorren sufrimientos que ningún seguro puede eliminar. Veamos a continuación algunas de tales precauciones.
[Ilustración de la página 7]
Un agente confiable puede ayudarle a decidir qué seguro contratar
[Ilustración de la página 7]
Muchos tienen seguros, tanto si la ley lo exige como si no
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Un seguro que todo el mundo necesita¡Despertad! 2001 | 22 de febrero
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Un seguro que todo el mundo necesita
HAY una clase de seguro que toda persona, viva donde viva, puede y debe conseguir. Dado que el término seguro encierra también la idea de algo “que ofrece protección”, la pregunta lógica es: ¿cómo obtener tal seguro?
Ante todo hay que tomar ciertas medidas prácticas para reducir los riesgos que uno corre. La Biblia dice que “el tiempo y el suceso imprevisto” acaecen a todos (Eclesiastés 9:11). Ahora bien, quien no se expone innecesariamente tiene menos probabilidades de sufrir daños o pérdidas.
Piense en el futuro
Ser previsor es una protección. Muchas personas ahorran en tiempos de relativa prosperidad económica por si llegan las vacas flacas, es decir, momentos de necesidad. En la antigüedad, José, hombre temeroso de Dios, fue considerado “discreto y sabio” porque acumuló víveres para toda la tierra de Egipto durante una época de abundancia. Cuando la nación se vio azotada por el hambre, las medidas que había adoptado beneficiaron a los egipcios y a su propia familia (Génesis 41:33-36).
Evitar el consumismo también es una salvaguarda. Si no vamos siempre en busca de las últimas novedades en aparatos, modas o actividades recreativas —proceder que aporta muy poco, si acaso algo, a la verdadera seguridad—, nos ahorraremos dinero y tensiones. De hecho, como ya se ha indicado, cuantos más bienes materiales tenga una persona, más probable es que se los roben o los pierda por otra causa (Lucas 12:15).
Vele siempre por la seguridad
Muchos riesgos de la vida disminuyen si velamos siempre por la seguridad. ¡Cuántas tragedias se evitarían si todos los automovilistas condujeran con precaución, a una velocidad prudente! ¡Y cuántas vidas se salvarían si nadie se sentara al volante estando agotado o después de haber consumido alcohol! ¿Qué otros peligros relacionados con el automóvil pueden reducirse o eliminarse?
Varios países prohíben utilizar el teléfono celular mientras se conduce. Un estudio llegó a la conclusión de que el riesgo de accidente se cuadruplica con el uso del celular, la misma relación que cuando el nivel de alcoholemia alcanza el 0,1%, tasa por la que la ley de muchos lugares considera a la persona demasiado bebida para conducir.
Llevar siempre puestos los cinturones de seguridad también reduce el peligro de muerte tanto para el conductor como para los pasajeros. Pero nadie debe confiarse pensando que, al tener una póliza y medidas de seguridad tales como cinturones y bolsas de aire, puede actuar temerariamente. La experiencia demuestra que ese modo de pensar propicia los accidentes.
La actitud de velar por la seguridad también es útil en el hogar y en el trabajo. ¿Están dichos entornos ordenados y libres de peligros? Mire a su alrededor. ¿Hay objetos en el pasillo con los que se pudiera tropezar? ¿Se han dejado instrumentos afilados o electrodomésticos que despiden calor —cocinas, estufas, planchas— donde alguien pudiera cortarse o quemarse? ¿Se han amontonado papeles u otros materiales inflamables? Dado que los niños son especialmente vulnerables, no deje nunca a su alcance bebidas alcohólicas ni productos de limpieza tóxicos.
Cuide su salud
Los cuidados razonables en materia de salud reducen el riesgo de contraer enfermedades. En este terreno, el conocimiento es una especie de seguro. Esté al tanto de lo que plantee peligro y actúe cuanto antes tan pronto se le presente algún problema. Más importante aún, infórmese de cómo mantener su salud y la de su familia. Recuerde que, como dice el refrán: Más vale prevenir que curar.
¡Despertad! publica desde hace mucho tiempo información que anima a las personas a vivir en conformidad con los principios bíblicos y de ese modo evitar hábitos y estilos de vida que perjudican la salud. Por ejemplo, entre otros muchos temas, ha tratado la importancia de mantener la limpieza, seguir una dieta adecuada, dormir lo suficiente y hacer ejercicio con regularidad, así como controlar el estrés y el ritmo de vida.
Una clase de seguro fundamental
En este mundo imperfecto, los seguros son prácticos, pero no existe póliza alguna que brinde total protección o plena compensación por las pérdidas. Ahora bien, hay personas que tienen la absoluta confianza de que no quedarán desamparadas, prescindiendo de si pueden acceder a un contrato de seguros o no. ¿Por qué? Porque cuando sobreviene una catástrofe, los verdaderos seguidores de Jesucristo —los que sirven al Padre de este, Jehová Dios— hacen cuanto está a su alcance para aliviarse mutuamente las cargas (Salmo 83:18; Santiago 2:15-17; 1 Juan 3:16-18).
Además, el propio Jehová promete que nunca abandonará a sus siervos fieles. Un salmista bíblico escribió: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería” (Salmo 27:10). Como Fuente de la vida, Jehová tiene el poder de resucitar a los muertos, labor para la que, según indica la Biblia, ha facultado a su Hijo, Jesucristo (Salmo 36:9; Juan 6:40, 44). Sin embargo, la Palabra de Dios indica que no toda persona volverá a la vida (Juan 17:12). ¿Cómo podemos asegurarnos, entonces, de que Dios nos tenga presentes en la resurrección?
En su famoso Sermón del Monte, Jesús hizo referencia a lo que pudiera considerarse la clase de seguro más confiable de todas. Él dijo: “Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan. Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón” (Mateo 6:19-21).
Mucha gente comparte la idea expresada en este refrán popular: Quien tuvo y ahorró, para la vejez guardó. Pero los ahorros no siempre garantizan protección durante la vejez. En cambio, Jesús señaló un seguro de mucho más valor y que nunca fallará: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3).
Si adquirimos conocimiento exacto de Dios y su Hijo, y ponemos en práctica en nuestra vida lo que aprendemos, nos haremos un buen nombre ante Dios (Hebreos 6:10). Los apóstoles Pedro y Juan, basándose en la enseñanza de su Maestro, Jesucristo, recalcaron que el sistema actual de gobernación humana llegará a su fin. No obstante, según las palabras de Juan, “el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17; Mateo 24:3, 14; 2 Pedro 3:7, 13).
Podemos tener la certeza de que si servimos a Dios y fallecemos, él nos resucitará, y si vivimos hasta el día en que ponga fin al sistema de cosas actual, nos dejará pasar vivos a su justo nuevo mundo. De hecho, Dios ha prometido que “limpiará toda lágrima de [nuestros] ojos” y que hará “nuevas todas las cosas” (Revelación [Apocalipsis] 21:4, 5). Servir a Dios y cifrar confianza en sus promesas es ciertamente el mejor seguro que existe. Y está al alcance de todos.
[Ilustraciones de las páginas 8 y 9]
Velar por la seguridad y por la salud es una especie de seguro
[Ilustración de la página 10]
Aprender de Dios y hacer su voluntad es el mejor seguro para el futuro
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