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  • La globalización: las esperanzas y los temores
    ¡Despertad! 2002 | 22 de mayo
    • Temores de un mundo más dividido

      Probablemente, lo que más preocupa de la globalización es la manera como ha ensanchado la brecha entre ricos y pobres. Aunque no se puede negar que la riqueza mundial es mayor, lo cierto es que se ha concentrado en un número menor de manos y de países. El patrimonio neto de las 200 personas más ricas del mundo supera los ingresos conjuntos del 40% de los habitantes del planeta: aproximadamente 2.400 millones de personas. Y aunque en los países ricos los salarios siguen aumentando, 80 naciones pobres han visto menguar el sueldo promedio en los últimos diez años.

      Otra preocupación importante tiene que ver con el medio ambiente. La globalización económica ha sido estimulada por fuerzas de mercado que se interesan mucho más en las ganancias que en la protección del planeta. Agus Purnomo, director del Fondo Mundial para la Naturaleza en Indonesia, explica así este dilema: “Estamos en una carrera constante con el desarrollo. [...] Temo que dentro de diez años todos tomaremos conciencia del medio ambiente, pero ya no quedará nada que defender”.

      La gente también se preocupa por su puesto de trabajo. Los empleos y los ingresos son cada vez más inseguros, ya que la fusión de empresas y la intensa competencia presionan a las compañías para que hagan más eficientes sus operaciones. El hecho de contratar y despedir trabajadores de acuerdo con la demanda del mercado puede parecer razonable a una empresa que solo piensa en aumentar sus ganancias, pero causa estragos en la vida de los empleados.

      La globalización de los mercados financieros ha introducido otro factor desestabilizador. Los inversionistas internacionales tal vez presten enormes sumas de dinero a países en vías de desarrollo, pero luego quizá retiren dichos fondos inesperadamente cuando el panorama económico empeora. Esto último puede sumir a muchas naciones en una crisis económica. La crisis monetaria que atravesó Asia oriental en 1998 resultó en la pérdida de 13.000.000 de empleos. En Indonesia, incluso los trabajadores que conservaron su puesto vieron reducido a la mitad el poder adquisitivo de sus ingresos.

  • ¿Puede la globalización resolver totalmente nuestros problemas?
    ¡Despertad! 2002 | 22 de mayo
    • Aumenta la brecha

      La distribución de la riqueza del mundo nunca ha sido justa, pero la globalización económica ha aumentado la brecha entre ricos y pobres. Es cierto que, al parecer, a algunos países en vías de desarrollo les ha beneficiado integrarse en la economía global. Los entendidos afirman que, durante los últimos diez años, la cantidad de personas que viven en la India por debajo del umbral de la pobreza ha descendido del 39% al 26%, y señalan que Asia en conjunto ha experimentado una mejoría similar. Un estudio muestra que para 1998, solo el 15% de la población de Asia oriental subsistía con un dólar diario, en contraste con el 27% que se hallaba en tal situación diez años antes. De todas formas, el panorama mundial no es tan halagüeño.

      En el África subsahariana y otras regiones menos desarrolladas, la verdad es que los ingresos han disminuido en los últimos treinta años. “La comunidad internacional [...] tolera que casi 3.000 millones de personas —prácticamente la mitad de toda la humanidad— subsistan con 2 dólares diarios o menos en un mundo de riqueza sin precedente”, señala Kofi Annan, secretario general de las Naciones Unidas. Una de las principales causas de esta enorme brecha social es el egoísmo en el terreno económico. “En todo el mundo, los mercados financieros privados descuidan a los que son muy pobres —explica Larry Summers, ex secretario del Tesoro de Estados Unidos—. Los bancos convencionales no buscan establecerse en las comunidades pobres, pues ahí no es donde está el dinero.”

      La inmensa disparidad de ingresos entre los ricos y los pobres segrega a la gente e incluso a los países. No hace mucho tiempo, la fortuna del hombre más rico de Estados Unidos superaba el patrimonio neto conjunto de más de 100 millones de sus conciudadanos. La globalización también ha favorecido el aumento de multinacionales ricas que prácticamente han monopolizado el mercado mundial de ciertos productos. Por ejemplo, en 1998, diez empresas controlaban el 86% del multimillonario negocio de las telecomunicaciones, que mueve 262.000 millones de dólares. La influencia económica de estas multinacionales supera con frecuencia la de los propios gobiernos y, como señala Amnistía Internacional, “los derechos humanos y los derechos de los trabajadores no son sus prioridades”.

      Es comprensible que a las organizaciones pro derechos humanos les preocupe que la riqueza del mundo se concentre en las manos de unos pocos privilegiados. ¿Le gustaría vivir en un vecindario en el que los ingresos del 20% de la gente más rica fueran setenta y cuatro veces más elevados que los del 20% más pobre? Y por medio de la televisión, el 20% de la humanidad que está en la pobreza sabe muy bien cómo viven sus congéneres ricos, aunque ven pocas posibilidades de mejorar su situación. Esas terribles injusticias de nuestra comunidad global generan gran malestar y frustración.

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