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¿Puede la globalización resolver totalmente nuestros problemas?¡Despertad! 2002 | 22 de mayo
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Aumenta la brecha
La distribución de la riqueza del mundo nunca ha sido justa, pero la globalización económica ha aumentado la brecha entre ricos y pobres. Es cierto que, al parecer, a algunos países en vías de desarrollo les ha beneficiado integrarse en la economía global. Los entendidos afirman que, durante los últimos diez años, la cantidad de personas que viven en la India por debajo del umbral de la pobreza ha descendido del 39% al 26%, y señalan que Asia en conjunto ha experimentado una mejoría similar. Un estudio muestra que para 1998, solo el 15% de la población de Asia oriental subsistía con un dólar diario, en contraste con el 27% que se hallaba en tal situación diez años antes. De todas formas, el panorama mundial no es tan halagüeño.
En el África subsahariana y otras regiones menos desarrolladas, la verdad es que los ingresos han disminuido en los últimos treinta años. “La comunidad internacional [...] tolera que casi 3.000 millones de personas —prácticamente la mitad de toda la humanidad— subsistan con 2 dólares diarios o menos en un mundo de riqueza sin precedente”, señala Kofi Annan, secretario general de las Naciones Unidas. Una de las principales causas de esta enorme brecha social es el egoísmo en el terreno económico. “En todo el mundo, los mercados financieros privados descuidan a los que son muy pobres —explica Larry Summers, ex secretario del Tesoro de Estados Unidos—. Los bancos convencionales no buscan establecerse en las comunidades pobres, pues ahí no es donde está el dinero.”
La inmensa disparidad de ingresos entre los ricos y los pobres segrega a la gente e incluso a los países. No hace mucho tiempo, la fortuna del hombre más rico de Estados Unidos superaba el patrimonio neto conjunto de más de 100 millones de sus conciudadanos. La globalización también ha favorecido el aumento de multinacionales ricas que prácticamente han monopolizado el mercado mundial de ciertos productos. Por ejemplo, en 1998, diez empresas controlaban el 86% del multimillonario negocio de las telecomunicaciones, que mueve 262.000 millones de dólares. La influencia económica de estas multinacionales supera con frecuencia la de los propios gobiernos y, como señala Amnistía Internacional, “los derechos humanos y los derechos de los trabajadores no son sus prioridades”.
Es comprensible que a las organizaciones pro derechos humanos les preocupe que la riqueza del mundo se concentre en las manos de unos pocos privilegiados. ¿Le gustaría vivir en un vecindario en el que los ingresos del 20% de la gente más rica fueran setenta y cuatro veces más elevados que los del 20% más pobre? Y por medio de la televisión, el 20% de la humanidad que está en la pobreza sabe muy bien cómo viven sus congéneres ricos, aunque ven pocas posibilidades de mejorar su situación. Esas terribles injusticias de nuestra comunidad global generan gran malestar y frustración.
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Una globalización que nos beneficiará¡Despertad! 2002 | 22 de mayo
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“Para que la globalización sea positiva, ha de serlo para pobres y ricos por igual. Tiene que aportar el mismo grado de derechos que de riquezas. Tiene que suministrar el mismo grado de justicia y equidad social que de prosperidad económica y de buenas comunicaciones.”—KOFI ANNAN, SECRETARIO GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS.
COMO señaló Kofi Annan, una globalización verdaderamente positiva mejoraría la vida de todo habitante de la comunidad global. Pero lo que hemos hecho en los últimos años está muy por debajo de ese ideal. Los derechos humanos y la equidad social se han quedado muy atrás en comparación con el progreso técnico y económico.
El problema principal es que tras la globalización económica está el deseo de obtener ganancias. Cuando lo que se persigue son los beneficios, rara vez se toma en consideración a los pobres y los desfavorecidos ni las necesidades del planeta a largo plazo. “Una economía global sin regular y dominada por empresas que solo se interesan por el dinero carece totalmente de estabilidad [...] y empobrece a la humanidad en todos los sentidos”, afirma el doctor David C. Korten.
¿Podrán los gobiernos del mundo regular la economía global de tal modo que proporcione justicia social? No parece probable. Hasta ahora, a los gobiernos les ha costado solucionar cualquier problema global, sea el crimen global, el calentamiento global o la pobreza global. “Para proteger los intereses mundiales hace falta acción colectiva —explica Annan—, pero en el mundo globalizado de hoy, los mecanismos disponibles para tal acción se encuentran todavía en estado embrionario.”
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