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  • Camboya... cómo sobreviví a una pesadilla
    ¡Despertad! 1987 | 22 de febrero
    • POR muchos años Camboya (o Kampuchea) estuvo en paz. Entonces en 1970 el teniente general Lon Nol tomó el poder. Como resultado de esto los comunistas conocidos como Khmer Rouge, o Khmer Rojos, se alzaron en revuelta. Lon Nol movilizó a cuantos pudo por toda Camboya a fin de combatir a los comunistas.

  • Camboya... cómo sobreviví a una pesadilla
    ¡Despertad! 1987 | 22 de febrero
    • Esto se debió a que en abril de 1975 los comunistas Khmer Rouge entraron en Phnom Penh, destituyeron a Lon Nol, y de inmediato trataron de crear una sociedad completamente nueva.

      Con este fin, todos los funcionarios que habían servido en el régimen anterior tenían que presentarse ante las autoridades para ser enviados a campos especiales con el propósito de reconvertirlos. No me presenté porque no deseaba ser policía de nuevo. El que no me presentara me salvó la vida. Más tarde me enteré de que aquella “reconversión” en realidad significaba ejecución. Todos los que se presentaron fueron asesinados.

      Un tiempo de horror

      Según se calcula, de uno a dos millones de camboyanos murieron en los meses siguientes. Yo, personalmente, fui testigo de ejecuciones; vi sepulturas para muchos, así como ríos y lagos literalmente rojos de sangre y llenos de cadáveres. Se separó a miembros de familias, y se les expulsó de sus hogares y terrenos. Una revolución sin precedente barrió con tradiciones camboyanas que habían durado más de dos mil años. Ningún camboyano habría siquiera pensado que fuera posible un cambio tan radical.

      Desconcertado y lleno de horror, me pregunté si había algún propósito en seguir viviendo en una sociedad tan inhumana. Decidí huir a un país extranjero. Los Khmer Rojos ya estaban buscándome; me tenían en su lista negra. Desde que dejé la policía había estado usando un nombre falso, y, en parte, por eso no me habían encontrado. Sin embargo, puesto que era bien conocido como compositor y autor, muchas personas sabían quién era y hasta me llamaban por mi verdadero nombre. De modo que me di cuenta de que corría gran peligro.

      Aun así, la decisión de huir a Tailandia no fue nada fácil. Sin importar qué régimen gobernara, yo seguía amando a mi país. También sabía que, una vez que partiera, nunca podría regresar para ver a mis padres, mi hermano y mis hermanas. Además, no había manera de hallar rutas hacia Tailandia. No podía preguntarle a nadie. Había visto el cadáver de un hombre a quien habían matado y dejado en el suelo porque se supo que pensaba huir del país.

      La huida, y la fe en Dios

      EXACTAMENTE dos meses después que los Khmer Rojos tomaron el poder, otro hombre y yo intentamos huir. Sin embargo, nos perdimos y tuvimos que regresar. Pero no me rendí. Unos días más tarde me puse de nuevo en camino con un amigo que había sido policía. Luego se nos unieron otras siete personas, entre ellas una niñita de tres años de edad.

      En la selva podíamos oír los rugidos de los tigres, y se nos helaba la sangre. Pero más aterradores que los tigres y las serpientes venenosas eran los apoyadores de los Khmer Rojos que constantemente andaban por la selva buscando a los refugiados. A veces los veíamos. El menor ruido hubiera atraído su atención, y esto hubiera significado nuestra muerte. En algunas ocasiones el miedo nos privaba del sueño.

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