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Bodas alegres que honran a JehováLa Atalaya 2000 | 1 de mayo
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Una boda a la que asistió Jesús
Jesús y sus discípulos estaban invitados a una boda en Caná de Galilea. Aceptaron la invitación, y Jesús hasta contribuyó a la alegría del momento, pues cuando se acabó el vino, produjo milagrosamente más y de la mejor calidad. Posteriormente, es muy probable que el vino sobrante lo consumieran el agradecido novio y su familia durante un tiempo (Juan 2:3-11).
Podemos aprender varias lecciones de la boda a la que asistió Jesús. En primer lugar, ni él ni sus discípulos se presentaron en el banquete sin invitación. La Biblia especifica que estaban invitados (Juan 2:1, 2). Del mismo modo, en dos ilustraciones relacionadas con banquetes de bodas, Jesús dijo repetidamente que los comensales se encontraban allí porque se les había invitado (Mateo 22:2-4, 8, 9; Lucas 14:8-10).
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Bodas alegres que honran a JehováLa Atalaya 2000 | 1 de mayo
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Aunque Jesús era el Hijo de Dios que “bajó del cielo”, no hay ningún indicio de que asumiera la dirección de la mayoría de los asuntos de la boda de Caná (Juan 6:41). Al contrario, el relato bíblico nos dice que otro había sido nombrado “director del banquete” (Juan 2:8). Este, a su vez, rendía cuentas al nuevo cabeza de familia, es decir, el novio (Juan 2:9, 10).
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Planificación cuidadosa y equilibrio
Por lo visto, hubo mucha y buena comida en la boda a la que Jesús asistió, pues la Biblia dice que era un banquete. Como se ha indicado, también hubo mucho vino. Todo hace suponer que había música apropiada y baile decoroso, pues estas cosas eran comunes en la vida social judía. Así lo indicó Jesús en su famosa ilustración del hijo pródigo. El padre rico de la historia estaba tan contento por el regreso de su hijo arrepentido que dijo: “Comamos y gocemos”. Según Jesús, la celebración incluyó “un concierto de música y danzas” (Lucas 15:23, 25).
Cabe señalar, no obstante, que la Biblia no especifica que en la boda de Caná hubiera música y baile.
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La cantidad de vino que Jesús proporcionó parece indicar que la boda de Caná era grande y preparada con todo detalle. Pero podemos estar seguros de que no fue escandalosa y de que los invitados no abusaron del alcohol, como ocurría en algunas bodas judías (Juan 2:10). ¿Por qué? Porque se encontraba presente el Señor Jesucristo. Él ha sido el hombre que más cuidado ha puesto en obedecer el mandato de Dios sobre las malas compañías: “No llegues a estar entre los que beben vino en exceso” (Proverbios 23:20).
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